jueves, 26 de octubre de 2017

Los irresistibles decibeles de un inexistente «ataque sónico»




Por Juana Carrasco

Imágenes tomada del periódico
Juventud Rebelde


Lo que están publicando, lo mediático, está lleno de falsedades e ignorancia desde el punto de vista de la Física. Así de categórico es el Doctor en Ciencias Físicas Daniel Stolik Novygrod, profesor titular de la Universidad de La Habana, en su análisis de una situación en la que poco más de una veintena de diplomáticos estadounidenses y familiares adscritos a la Embajada de Washington en Cuba, supuestamente padecieron o padecen malestares y síntomas médicos provocados por lo que han dado en llamar «ataques sónicos».
El Doctor en Ciencias Físicas Carlos Barceló Pérez, profesor titular del Instituto de Higiene, Epidemiología y Microbiología del Ministerio de Salud Pública de Cuba, apunta: «En la prensa extranjera no se ha descrito el fenómeno físico sónico» y estima el experto que «sería necesario un intercambio de información para conocer el origen, si es que eso existiera, aunque categóricamente, es imposible».
Ambos científicos detallan para los lectores de Juventud Rebelde las particularidades de la física de los sonidos, y de su clara explicación queda evidenciado que ni en la habitación del hotel Capri, ni en las residencias de los diplomáticos podían ocurrir hechos de ese tipo sin que fueran escuchados en las inmediaciones.
Es necesario conocer la frecuencia e intensidad o decibeles de las ondas sonoras, y del medio necesario para propagarse, dice Stolik, quien señala que el oído humano puede recibir ondas sonoras de frecuencia entre los 20 y los 20 000 hercios o 20 kilohertz.
Pero hay ondas que poseen una frecuencia inferior a la audible por el hombre, las infrasónicas, como las emitidas y percibidas por elefantes y ballenas; y las de frecuencia superiores a las percibidas por el oído humano, llamadas ultrasónicas, escuchadas por los perros —es famoso el uso de los silbatos de Scotland Yard que el hombre no lo oye, pero lo escuchan los perros—, ejemplifica el profesor.

NI INFRASONIDOS NI ULTRASONIDOS

Los infrasonidos, propagados en frecuencia muy baja —10, 11, 12 hertz— aunque el hombre no los oiga, tienen como característica que se absorben muy poco en la atmósfera y caminan rápido, a distancias muy largas, pero también se caracterizan por tener poca direccionalidad, se expanden hacia todas partes, puntualiza.
—Por tanto, profesor, no podría ser dirigido un infrasonido a un solo individuo en una habitación, se expandiría…
Efectivamente, reafirman Stolik y Barceló, refutando la posibilidad del uso de un «arma infrasónica» contra determinadas personas a distancia.
Cuál es la característica del ultrasonido, que se absorbe poco, camina poco, no hace daño. La onda se propaga en la atmósfera, pero también en el vidrio, en la madera, en el metal, a distintas velocidades y con distintos niveles de absorción. Vamos a asociar eso con la acusación que nos hacen. He visto en internet «es infrasonido, o es ultrasonido». Pueden haber muchas hipótesis, pero las características físicas permiten decir que no es un ataque sónico.
«Mi opinión particular, ya no como físico, sino como cubano, cuando eso salió por primera vez, yo dije “esto es un invento, yo no sé cuál va a ser el propósito”. Después lo vi, cuando ya se tomaron las medidas de disminuir las relaciones con Cuba; ahí entendí cuál era el propósito», afirma Stolik.
Yo no puedo decirle qué es lo que es —dice en referencia a los hechos expuestos por las autoridades estadounidenses—, pero sí puedo explicarle por qué no es una onda sonora».
Primero el infrasonido no es audible, y todos ellos dijeron que oyeron sonidos, por tanto no es infrasonido.
Vamos para el ultrasonido. Cabe lo mismo, dijeron que lo oyeron y el ultrasonido no es audible para el hombre. Pero además, lo que se sabe del ultrasonido son experiencias buenas nada más: se usa en medicina y hay una técnica, una enfermera, un médico y un paciente y no se ponen sordos por eso.

ENTRAN EN ACCIÓN LOS DECIBELES

«Una conversación normal entre dos personas está en la escala de los 25 y 30 decibeles; una música bonita en los 80 decibeles, un martillo neumático ya tiene 90 decibeles; una banda de rock está en cien decibeles y esa sí puede con el tiempo hacer daño, pero no es inmediato, para lograr daño auditivo tiene que pasar mucho tiempo bajo esa acción. El sonido que hace daño a más corto tiempo es el que pasa de 120 decibeles, como el de un avión a chorro a corta distancia y 150 decibeles es el del cohete Saturno y es un sonido irresistible», y el profesor Daniel Stolik arrastra esta última palabra para dejarnos claro la magnitud de ese sonido que yo pienso lo hubiera escuchado La Habana entera, que en noches despejadas pone su reloj en hora cuando a las nueve se dispara la salva de cañón desde la fortaleza de La Cabaña.
Hablan de arma sónica y la única que yo conozco es el famoso LRAD (Long Range Acoustic Device), creado y desarrollado por Estados Unidos, que se ha utilizado, fundamentalmente, para dispersar manifestaciones, con frecuencias altas, audibles y con cierta direccionalidad, y es un sonido muy parecido a la alarma de un automóvil, pero muy alto, irresistible, y la gente tiene que irse de la manifestación; pero ni se quedó sordo, ni sufrió conmoción cerebral y si le dio dolor de cabeza se le quitó al doblar de la esquina.
—Y esa arma la tienen nada más que ellos y algunos de sus aliados, acoto.
Si fuera un LRAD tiene que irse el edificio completo y los que viven al lado también, afirman los científicos cubanos que no se cohíben de reírse de la ocurrencia.
A mí me sorprendió mucho la situación esta, en la que dicen de repente que se han producido un conjunto de ataques sónicos, y lamentablemente han llevado a una condición de estrés entre dos países que recién intentaban convivir, señala el Doctor Carlos Barceló, quien por 37 años se ha ocupado en el Minsap del estudio de las condiciones medioambientales y sus efectos para la salud.
El ataque sónico supone que debe haber un daño auditivo, un efecto audiológico que, como bien apuntaba el profesor, puede deberse a dos cosas: primero, una exposición a una dosis elevada de sonidos y en un largo tiempo de exposición que produce una pérdida en la sensibilidad auditiva que nosotros vemos en determinadas actividades ocupacionales, pero tendrían que estar a una exposición de al menos 85 decibeles y antes de eso no hay pérdidas auditivas, lo que se denomina en Medicina hipoacusia neurosensorial.
Estos episodios que se relatan apenas duran minutos, segundos, —apunta el profesor Barceló—, entonces ¿cómo explicar que se pierda la sensibilidad auditiva por cuenta de la exposición a esos episodios?», se pregunta el experto, quien como Stolik fue consultado en las investigaciones cubanas.
Ambos concluyen: ni sonido, ni infrasonido, ni ultrasonido, ni arma sónica. Que se busquen otro pretexto.



sábado, 21 de octubre de 2017

Del Benny a Cuba Libre






David Samuells
Fotos: Cortesía de Jorge Luis Sánchez

Conversamos en su casa de Cojímar, ubicada en el municipio La Habana del Este. En aquella especie de remanso, Jorge Luis Sánchez, director de cine y uno de los más prominentes realizadores de la última década en Cuba, resulta un interlocutor casi familiar. Su perro Mango bordea todo el tiempo el lugar donde nos encontramos. Recibe una caricia. Jorge Luis se sumerge en el tiempo…


-¿Cuba Libre después de un año de su estreno?
Cuando estoy regando las plantas me acuerdo mucho de cada pasaje de la película. He descubierto que en esa actividad me relajo mucho y no sé por qué siempre tengo una recurrencia con la película en el sentido de la brevedad de todo el proceso de realización y edición. Me habría gustado que durara más. Es una película que no he podido sacar de la mente.

Hace unos días alguien me recordó una secuencia del Benny que no recordaba cómo la filmé. De cierta forma está saliendo de mi cabeza. Cuba libre se mantiene intacta: filmé esto, pasó esto…  Raydel Araoz, un joven graduado de la Escuela de Cine, realizador, escribió en la revista Cine Cubano, algo que me asombró mucho. 

No la ubicó como una película épica, sino donde la epicidad está en el centro del conflicto. Y, efectivamente, considero que el conflicto en Cuba Libre va hacia lo interno de los personajes. Araoz la ubica en el terreno ético de la epicidad y eso me llamó la atención.

Si recuerdas La primera carga al machete, de Manuel Octavio Gómez, el conflicto es otro. Quizás no tanto en Lucía, aunque puede percibirse en el primer cuento. He pensado mucho en eso. Aquí, en mi película, digo que los cubanos se equivocaron y eso es lo que refleja también el filme, independientemente de la manipulación de los españoles. 


Sigo pensando, que es una película donde dejé la vida, las vísceras…, y la termino en un momento inesperado provocado por un cambio en el contexto de trascendencia político, social e internacional de nuestro país: restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos. Entonces la película habla de un conflicto (aun trascendente) y esa realidad cambia…

-¿Cómo fue concebida?
Esta película cierra un ciclo histórico que evoca la vigencia del conflicto Cuba Estados Unidos.  No fue un encargo. Generó un gran desgaste físico y psíquico en mi persona debido a la intensidad del proceso de rodaje, es normal. Decidí no hacer nada más después que la terminara. La tenía en mi cabeza, como proyecto, desde el año 1998. Durante todo ese tiempo volvía y revisaba el guión y descubría lo que estaba bien o no de lo realizado hasta el momento.

Fue una obsesión. Se convirtió en una luz roja latente. Esas dos horas en pantalla estuvieron comprimidas en algún lugar de mi cerebro. Es un ejercicio muy complejo que obliga a materializarse como otras que empujan dentro de mi cabeza. La cinta aborda cuestiones que aun no están cerradas y ojalá que sean selladas algún día y que el personaje que termina aliándose con los norteamericanos no exista, no tenga poder. 

 
Tal pensamiento no me deja dormir porque fue una gran dosis de adrenalina. Me dije que cuando terminara iba a descansar. En 2016 no haría nada. Terminar algo así es un ejercicio grande, un esfuerzo tremendo. Alguien me aseguró que esa cinta será recurrente y habría de volver a ella.
 
La he podido ver con norteamericanos intelectuales y les revela zonas históricas de este conflicto de las cuales no tenían ni idea de cómo Cuba, un cubano hizo esa película que defiende a nuestro país. Eso resultó gratificante. Incluso tengo la experiencia de Nicaragua. Me invitaron las embajadas de Latinoamérica a un evento en Managua, donde cada país llevó un filme.

Se sorprendieron porque fue la primera vez de invitar a un director de cine. La vi con un público representando la diversidad de las naciones allí reunidas y ocurrió el mismo efecto que referí de los estadounidenses o del Cine Chaplin en Cuba con espectadores más contenido porque el tema nos toca de cerca. En nuestro público puedes sentir cómo la gente respira, ríe o permanece en silencio.

Enviaba mensajes de una realidad que muchos latinos desconocen.  Cuba fue de las últimas colonias de España. En México, por ejemplo, un especialista hizo una disertación magistral relacionada con los personajes femeninos. Debí grabarlo. Me pregunté: ¿Tú viste eso en la película? ¡Yo creo que él vio otra película! Allí solo tengo tres personajes mujeres.

Isabel Santos, actriz estelarísima en su papel secundario de Cuba Libre

Demuestra que cada cual observa
la obra terminada desde su propia perspectiva.

A veces y he estado tentado a escribir sobre esto: los cineastas cubanos vamos como rehenes de los festivales. No sé cómo entender hacer películas para concurso. Nuestra condición de país latinoamericano nos convoca a estos eventos. La crítica está esperando el por qué no estamos en Berlín, Cannes, Venecia… No digo toda la crítica, sino la visión del mundo intelectual que acompaña a las producciones cinematográficas. No hago películas ni para festivales ni para la crítica. Las hago para comunicarme con personas a las cuales puedo transmitir un mensaje.

Si gana algo en un Festival qué bueno, pero no puede ser mi agonía. Mi agonía es con la creación, como decía Julio García Espinosa. Pero estoy muy contento porque en Cuba la gente me han parado en la calle para decirme sus criterios. En una ocasión me dijo un señor: Cineasta por qué no hace una película de las colas porque no se acaban nunca. 







Con el Benny pasaron cosas muy interesantes. No fue la película que hubiera querido hacer. Hay un cine norteamericano que nos condiciona mucho. Este tipo de producciones estadounidenses y las telenovelas están condicionando la forma de ver de los espectadores.
 
La película El Benny no debió ser mi ópera prima. Es un riesgo muy grande no solo porque parte de una persona que existió, como debutante hice una película que tenía baile, canto, o sea muy fuerte.

Tuve esa posibilidad. Incluso había una película (guardada) sobre el Benny. Tenía todas las posibilidades del mundo para darme contra la pared. Es posible que algunos hubieran querido un filme, como me decía el difunto Abraham Rodríguez, del “nuevo cine latinoamericano”. Parte de una estructura convencional. Tuve la suficiente lucidez para darme cuenta que hacía una obra sobre un hombre que muchos conocen y no podía inventar.

miércoles, 18 de octubre de 2017

Detrás del show sónico de Trump



 



David Samuells

El fracaso de cualquier intento mediático para justificar el desafuero de la administración de Trump contra Cuba, demuestra la solidez del Socialismo como opción de tres generaciones de cubanos dispuestos a defender la unidad que propone el Partido Comunista como rector de la ideología capaz de sustentar los objetivos independentistas y la soberanía de Cuba.

Detrás del show sónico que pretende aislar los esfuerzos para tender un puente de respeto, convivencia y cooperación (relaciones diplomáticas Cuba-Estados Unidos), los asesores del presidente norteamericano no son capaces de visualizar la derrota política que representa el fracaso de la estrategia –aplicada por Washington, después que el 6 de abril de 1960, un informe al Departamento de Estado, acotara:

 "La mayoría de los cubanos apoyan a Castro (...) no existe una oposición política efectiva (...) el único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a través del descontento y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas".

La cita resume lo entonces desconocido por los asesores y especialistas de la inteligencia estadounidense: un año después del Triunfo de la Revolución, los cubanos iniciaban, juntos y por primera vez, un camino de verdadero reconocimiento e identidad nacional después de casi un siglo del comienzo de sus luchas por la independencia aquel 10 de octubre de 1868, cuando el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes (1819-1874) se levantó en armas contra el dominio español en su ingenio La Demajagua, ofreció la libertad a sus esclavos para después suscribir la Declaración de Independencia.

Desconocido porque, durante la seudorepública y bajo el tiránico gobierno de turno liderado por el golpista y asesino Fulgencio Batista, la participación en los destinos del país era prácticamente vetada a la mayoría de los cubanos y solo unos pocos –representantes de la rancia burguesía oligárquica criolla- podía aspirar a beneficios de aquel gobierno corrupto capaz de robar el erario público, promover la desidia en el azar de las salas de juegos controladas por grupos mafiosos y empresarios norteamericanos, bajo la protección cómplice de la administración en la Casa Blanca.

Los cubanos de hoy sabemos perfectamente cuáles son nuestros derechos, como seres humanos, en la sociedad que deseamos construir, de ahí la monolítica alineación en defensa de un proyecto socialista que nos incluye en la amplia gama de intereses de una nación joven. Cada vez son más los que deseamos pertenecer y permanecer como ciudadanos libres e independientes.