domingo, 12 de septiembre de 2010

Había una vez, una Isla



Raúl San Miguel

Fotos: Tomadas de la Internet

He tenido el privilegio de chatear con una joven uruguaya que se nombra Fabiana. Ha dicho que es maestra y su vocación los niños. Me pidió que le hablara de mi Isla, de Cuba, de Camilo… Le prometí que lo haría y pensé: ¿Qué sería el mejor tema para dedicar a una maestra que además tiene otras virtudes esenciales, de esas que nos hacen dar la vida por un sueño; sobre todo si es de libertad y justicia. Le recordé, a mi nueva amiga, que cuando era un niño no perdía unas aventuras que daban en la televisión cubana: Los comandos del silencio. En este serial se hacía referencia a la lucha de los jóvenes del movimiento revolucionario conocido por Tupamaros.
Después pensé cual sería el mejor ejemplo para decir cómo somos y por qué luchamos de esta forma. Pienso que la respuesta no está en lo que escriba. Antes, y permítanme citarlo nuevamente, las encontré en el libro El pequeño príncipe (de Antoine de Saint Exúpèry) y, recientemente, en el libro: Había una vez un niño (Memorias de infancia) del escritor Víctor Pirrongelli y con ilustraciones de María Rosa Mussi y del propio autor. Es por esa razón que tomé prestado el título del cual (también Pirrongelli) ha tomado una clave tan antigua para hacer cuentos como: “Había una vez…”
Comenzamos por quién era Camilo. Para ello debo evocar esa mezcla de sentimientos que nos llega como una oleada de energía cada 28 de octubre que es el aniversario de su desaparición física. Entonces, en todos los lugares de Cuba, una oleada de pueblo sale a las calles para llevar una flor y dejarla sobre el mar y en los ríos. Es un suceso extraordinario ver el mar y los ríos florecidos en homenaje al Comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán, quien fue reconocido como el Héroe de Yaguajay, una ciudad ubicada en la antigua provincia Las Villas al centro de la Isla.
Sin embargo, prefiero emplear las palabras de otro hombre inmenso para describir a Camilo. Permítanme, entonces, incluir sus palabras. Me refiero al Comandante Ernesto Guevara de la Serna, el Che, quien expresara lo siguiente en el aniversario de su desaparición física, el 28 de octubre de 1964. Este es un fragmento de aquella histórica intervención.

“Yo quería decirles pocas palabras y tratar de expresarles lo que creo que significa, Camilo. Es muy difícil, casi imposible diría. (…) un día de derrota (se refiere a la etapa de lucha del Ejército Rebelde contra el ejército del dictador Fulgencio Bastista), uno de los tantos días de derrota que tuvimos que afrontar. Nos habían sorprendido; en la huida yo perdí mi mochila, alcancé a salvar la frazada nada más, y nos reunimos un grupo disperso. Fidel había salido con otro grupo. Éramos unos 10 ó 12. Y había más o menos una ley no escrita de la guerrilla que aquel que perdía sus bienes personales, lo que todo guerrillero debía llevar sobre sus hombros, pues debía arreglárselas. Entre las cosas que había perdido estaba algo muy preciado para un guerrillero: las dos o tres latas de conserva que cada uno tenía en ese momento.
Al llegar la noche, con toda naturalidad cada uno se aprestaba a comer la pequeñísima ración que tenía, y Camilo -viendo que yo no tenía nada que comer, ya que, la frazada no era un buen alimento- compartió conmigo la única lata de leche que tenía; y desde aquel momento yo creo que nació o se profundizó nuestra amistad.
Tomando sorbos de leche y disimuladamente cuidando cada uno de que el reparto fuera parejo, íbamos hablando de toda una serie de cosas. En general versaba la conversación sobre comida, porque, las conversaciones de las gentes versan sobre los problemas más importantes que le aquejan, y para nosotros la comida era una obsesión en aquellos días. Así, me contó del arroz... no, de la harina, creo que la harina con cangrejo, que era una especialidad de la mamá de Camilo, y me invitó a comerla después del triunfo. Etapa de la historia que, bien o mal, con razón o sin ella, se va silenciando y desaparece.
Nuestra historia también está llena de esas desavenencias, está llena de esas luchas que a veces fueron muy violentas; está llena de desconocimiento de nosotros mismos; y, producto de ese desconocimiento: desconfianzas, formaciones de grupos, luchas entre grupos y, al mismo tiempo, la reacción trabajando dentro de ella. Allí es donde hay también un gran trabajo de Camilo que se desconoce. Y fue evidentemente un factor de unidad.
Hoy se puede hablar de todo aquello porque es el pasado, porque se ha constituido el Partido, e incluso el Partido después, sujeto a una serie de errores, ha sido depurado, ha sido reestructurado y reorientado, y la unidad nueva, sobre la base del único enemigo, el enemigo común que es el imperialismo, se ha hecho en Cuba y ya se puede hablar de aquella etapa, una de las tantas etapas difíciles de la Revolución donde muchos hombres desconocidos, o poco conocidos jugaron un papel importantísimo.
Hoy estamos ligados totalmente al mundo socialista, mundo cada vez más potente, más pujante, enfrentados en una trinchera que es de primera línea pero que tiene muchas trincheras y mucha fuerza atrás y a los lados contra el imperialismo. Hoy hay todo un bloque de países no alineados que se reúnen para condenar el imperialismo y apoyar a Cuba. Y la tarea es distinta, mucho más fácil. Ahora el enemigo se visualiza y todo el pueblo lo visualiza. En aquellos momentos era necesaria la presencia de los hombres que no tuvieran la más mínima ambición personal, la más mínima desconfianza, que fueran hombres enteramente puros y dedicados a la tarea revolucionaria exclusivamente, para poder realizar lo que casi podría llamarse el milagro de la unidad. Y a esa clase de hombres pertenecía Camilo. ¡Y los hay pocos!
Todos nosotros, la mayoría, por lo menos, tenemos muchos pecadillos que contar de aquellas épocas, muchas suspicacias, desconfianzas a veces hasta malas artes empleadas con un fin que considerábamos muy justo, pero con métodos que a veces -muchas veces- eran incorrectos. Y nunca se puede decir que Camilo haya recurrido a ellos.
Claro que se puede pensar que Camilo es el muerto, y que de los muertos se puede hablar en forma distinta. Y es natural que si Camilo estuviera vivo y presente entre nosotros, un sentimiento hasta de pudor natural nos impedirían decir cosas como estas, pero son absolutamente justas.
Esa es la significación que tiene Camilo para nosotros. Difícil de expresar, difícil de mostrar ante ustedes, porque definir en lo que vale un compañero, en lo que vale internamente para cada uno de los que tuvo alguna responsabilidad en la lucha revolucionaria y en el período de construcción, es algo muy difícil. Pero quería, simplemente, anotar ante ustedes, aunque fuera esa significación interna, privada, que tiene para mí, para muchos de nosotros, Camilo.
Y la seguridad, expresarles la seguridad de que aquel ¿«voy bien»? de Fidel, cuando le preguntara a Camilo, en la Ciudad Militar a los primeros días o el primer día de su llegada a La Habana, no significa la casualidad de una pregunta hecha, a un hombre que de casualidad estuviera a su lado, era la pregunta hecha a un hombre".

Vas bien Fabiana, podría decirte como parte de ese legado imprescindible para continuar una obra que nos concierne a todos, sin mediar fronteras entre los hombres: construir una sociedad justa en la cual tengamos iguales derechos. Eso es lo que ocurre en el centro del Caribe, donde hoy existe la libertad de un pueblo dispuesto a defender su soberanía, en una hermosa Isla.