Raúl San Miguel
Foto de la Internet
En las calles de Manhhatan, la imagen del soldado no es
un elemento de importancia, salvo el contraste que resume la imagen captada y
colocada en el ciberespacio.
A Miles de kilómetros en el sur de Norteamérica, el
presidente Barack, hace un al(c)to público en su visita a Miami y se da una
vueltecita por la Ermita de la Caridad. Todas las intenciones de marcar un
acercamiento a Cuba, a través del efecto religioso que supone reconocer la existencia
de la Patrona de Cuba. Antes, a propósito de la 12 Bienal de La Habana, un
artista realizó un performance con el paseo de un doble del señor Obama por las
calles de la Habana Vieja. Desde la
percepción visual cada uno de estos acontecimientos tienen una relación visible
entre sí.
Por otra parte Honduras vuelve a las noticias. De las
peores. Así lo describe el artículo de Isabel Soto Mayedo de la agencia de
noticias Prensa Latina. Cito el reporte y comparto los comentarios.
Honduras,
otra vez punta de lanza de Estados Unidos en Centroamérica
Publicado el 5/28/15 • ISABEL SOTO MAYEDO / PL – La confirmación del envío de
un nuevo contingente de marines de Estados Unidos a Centroamérica despertó
alarma en buena parte del mundo y son varios los que consideran amenazante este
movimiento en el tablero político latinoamericano.
Honduras,
célebre por el uso que siempre le dio el país norteño como punta de lanza
contra sus vecinos, recibirá la mayoría de los 280 soldados anunciados para
entrenar a las fuerzas locales contra el crimen organizado y tareas de rescate
ante desastres climatológicos, según el Comando Sur.
“La
fuerza de tarea especial, con tropas de tierra, aire y mar, será enviada por
etapas a partir de esta semana, y el grueso del grupo (180 miembros) estará
estacionado en la base militar de Estados Unidos en Palmerola, 70 kilómetros al
norte de Tegucigalpa”, anunció el 25 de mayo esa dependencia del Departamento
de Defensa.
El
comunicado puntualiza que “los marines estarán en posición de agrupar personal
y equipos rápidamente en la región si son requeridos ante una situación de
emergencia”.
Añade
que el resto de la tropa será distribuida entre Belice, El Salvador y Guatemala
para realizar tareas de cooperación en seguridad que se adapten a la necesidad
de cada país.
El
Comando Sur de Estados Unidos señaló que la mayor parte del grupo militar
llegará al área la primera semana de junio -cuando comienza la temporada de
huracanes- y permanecerá hasta noviembre.
Poca
sorpresa causó tal confirmación en quienes siguieron en los medios de prensa el
proceso previo a la llegada de esta nueva brigada de marines de Estados Unidos
a Honduras, coordinada y aprobada hace poco más de un mes por el Gobierno de
Juan Orlando Hernández.
De
hecho, poco antes del anuncio del Comando Sur, 300 militares y civiles
estadounidenses participaron en un ciclo de entrenamiento en el país con sus
contrapartes hondureñas relacionado con la lucha contra el crimen organizado,
según el periódico El Heraldo.
REACCIONES
ANTE EL ANUNCIO
Ante
el anuncio, varios analistas coincidieron en que el envío de 200 marines en
Honduras -y de otros 90 de los que apenas ni se comenta en Guatemala, El
Salvador y Belice- puede ser la reacción del Pentágono a la creciente
influencia de Rusia en América Latina.
Para
el excorresponsal de The Washington Post Douglas Farah, en declaraciones a la
corporación mediática británica BBC, este es el eje de tal maniobra.
Mientras,
el profesor estadounidense James Petras declaró a la Radio 36 de Uruguay que la
intención es crear una plataforma militar para intervenir en América Latina y
en específico en Venezuela, si las próximas elecciones parlamentarias terminan
en un resultado demasiado estrecho.
Según
un editorial del periódico mexicano La Jornada, el nuevo despliegue de tropas
de Estados Unidos en Centroamérica abrirá otro ciclo de violaciones masivas a
los derechos humanos y atrocidades en la región.
“La
presencia de los contingentes militares estadounidenses en Centroamérica se ha
traducido en masacres, violaciones masivas a los derechos humanos, apoyo a
tiranos impresentables y pérdida de soberanía para las naciones afectadas”,
señaló el rotativo.
Otros
seguidores del tema destacan que este despliegue militar es el más importante
que realiza Estados Unidos en la zona en 30 años y que quizás sea una señal del
retorno del intervencionismo a la región, la cual sufrió el embate de los
conflictos internos azuzados desde Washington en los 80.
Datos
aportados por el Comando Sur sugieren que los efectivos que se instalarán esta
vez en la base aérea de Soto Cano de Palmerola se sumarán a los cerca de 600
soldados estadounidenses que están de modo permanente en ese enclave.
El
nombre de la nueva unidad es la Fuerza de Tarea de Propósito Especial
Aire-Tierra de Marines-Sur y sus miembros contarán con al menos cuatro
helicópteros Sikorsky CH-53 Sea Stallion, capaces de repostar en pleno vuelo y
de transportar material pesado.
Dirigentes
populares, académicos y políticos en todo el continente acumulan años
denunciando las operaciones encubiertas o visibles de Estados Unidos en este y
otros países latinoamericanos contra la población y, en especial, contra los
movimientos de protesta social.
Algunos
de ellos cuestionan ahora la insistencia del Pentágono en que casi todos los
marines que serán desplegados en Palmerola son ingenieros de formación y
coinciden en que, aunque eso es real, también son soldados de Estados Unidos en
tierra latinoamericana.
Estos
están entrenados para entrar en combate en cualquier momento, como los que
llegaron en septiembre de 2012 a Guatemala con el objetivo de apoyar a las
fuerzas de seguridad de ese país en el Plan Martillo, estrategia presuntamente
destinada a frenar el tráfico de drogas.
Wired,
revista científico-social estadounidense, informó entonces que ello alentó la
controversia porque ocurrió sin la aprobación del Congreso Nacional, como
requiere la ley en ese territorio.
La
polémica ganó espacio, además, debido a que los marines traspasaron los límites
exigidos formalmente a esas misiones en Centroamérica -sólo entrenar soldados
locales y colaborar en la construcción de caminos y escuelas-, y cometieron
algunos atropellos contra la población civil.
Pilotos,
equipos de comunicaciones e ingenieros de combate integraron ese contingente,
que colaboró en la detección y monitoreo aéreo, así como en asesorías directas
a tropas policiales y militares guatemaltecas, de acuerdo con la revista
estadounidense.
Como
entonces, voces vinculadas a los movimientos sociales expresaron su
preocupación por lo que ven como acciones de Estados Unidos para reafirmar su
control sobre Centroamérica, más ante el afianzamiento del sandinismo y del
farabundismo en Nicaragua y El Salvador, de manera respectiva.
ESTRATEGIA
DE LARGA DATA
El
Consejo de Organizaciones Populares e Indígenas (Copinh) denunció en 2013 que
Estados Unidos mantenía seis bases militares en Honduras, aunque Palmerola
continuaba siendo la más sofisticada.
Para
ese bloque civil antimilitarista, Honduras siempre estuvo en el centro de la
geopolítica imperial por poseer fronteras terrestres con tres países del área
-Guatemala, El Salvador y Nicaragua- y límites en el Atlántico con Belice,
Cuba, Jamaica, Gran Caimán, México y Colombia.
Durante
las convulsas décadas finales del siglo pasado, esta condición motivó la
conversión del territorio en plataforma para intervenciones militares en sus
vecinos, con el fin de frenar la revolución sandinista en Nicaragua y a las
fuerzas de progreso en El Salvador y Guatemala.
“Estados
Unidos prepara en Honduras, a través de maniobras militares casi permanentes,
una infraestructura militar complementaria de la base norteamericana en el
Canal de Panamá”, alertó en 1984 la revista nicaragüense Envío.
Analistas
vinculados a ese medio mostraron en la época la relación de esa estrategia con
lo sugerido por expertos estadounidense en los Documentos de Santa Fe, erigidos
programa de la política de Estados Unidos hacia América Latina desde que
saliera el primero en mayo de 1980 hasta el cuarto, en 2000.
Probablemente,
concuerdan, la reconfiguración del mapa político continental en este siglo
reforzó la consideración de Honduras como territorio clave en Centroamérica,
expresada en esos textos.
No
es fortuito que en ese país se conserve Palmerola, una de las bases militares
más importantes del istmo, que posee un sistema de control satelital
sofisticado capaz de abarcar a manera de lupa toda la región.
La
misión tradicional de los marines en esa base es monitorear toda Mesoamérica,
pero también al llamado Triángulo Estratégico del Caribe, donde confluyen las
Antillas y Cuba, Venezuela y Colombia, esta última cuna del tráfico de drogas
que tienen como destino final Estados Unidos.
Téngase
en cuenta que esta zona geográfica, pródiga en reservas de hidrocarburos, de
agua y otros bienes naturales, igual constituye un puente para el control
militar de la región suramericana.
“Siempre
se ha utilizado a Honduras como laboratorio para el avance de la ocupación
militar, el intervencionismo y la militarización, así como sucedió en los años
80 contra Nicaragua y Centroamérica. Esta vez podría ser contra Venezuela y
Cuba”, expresó en declaraciones a La Radio del Sur, la coordinadora del Copinh,
Berta Cáceres.
*Periodista
de la redacción Centroamérica y Caribe de Prensa Latina.