lunes, 24 de noviembre de 2014

Defecciones Infécteles: el testimonio escrito de Hillary





Raúl San Miguel

Foto de la Internet




No siempre un libro testimonial es un legado de la verdad, sobre todo cuando la historia tiene el sello de personas decisoras que manipulan los hechos, en los cuales intervinieron, para condicionar la opinión pública y, en consecuencia, establecer un punto de vista completamente distorcionado.
No encontré un juego de palabras mejores para el libro de la señora Hillary Clinton (Decisiones difíciles) porque en realidad son defecciones contra el derecho a ser informados tanto los ciudadanos de su país como del mundo, pero sobre todo el respeto a las decisiones internas de las naciones, específicamente desde el puesto que ocupó como secretaria del Departamento de Estado, del gobierno en la Casa Blanca.
La señora Clinton utiliza como señuelo, en las declaraciones promocionales del libro, que se encargó de impedir el regreso del ex presidente electo de Honduras Manuel Zelaya, luego del golpe de estado que se realizara con el apoyo de Washington y la intervención de sus agencias de inteligencia, el 28 de junio de 2009.
Para ofrecer el viso de valentía, los reportes de prensa declaran que “con absoluta impunidad, la ex primera dama Hillary Clinton confesó en su libro "Decisiones difíciles" que en los días posteriores al golpe de Estado que derrocó el presidente hondureño elegido por mayoría popular, Manuel Zelaya, se encargó de hablar "con sus colegas de todo el hemisferio, incluida la secretaria (Patricia Espinosa) en México" con el objetivo de organizar “rápidamente” unas elecciones que tuvieran como resultado hacer “irrelevante” “la cuestión de Zelaya”.
Para reforzar esta imagen se hace referencia al periodista norteamericano Mark Weisbrot, experto en política exterior y económica, quien “remarcó el valor de esta confesión” porque "para la historia oficial, la cual fue debidamente aceptada por la mayoría de los medios de comunicación, era que la administración de Obama en realidad estaba en contra del golpe y quería que Zelaya retornara a la Presidencia".
Tamaño embuste no se lo creen ni la Clinton, ni el señor Weisbrot. Nadie creyó un ápice de la posición adoptada por la Casa Blanca. De hecho se sabía que el golpe llegó desde la Casa Blanca (Washington). En cuanto a que “fue debidamente acepta por la mayoría de los medios de comunicación”, es más que una evidencia, resulta una certeza de la forma en que utilizan a la prensa en función de silenciar, manipular a la opinión pública en los Estados Unidos y de todo el mundo.
El propio Weibrot lo expone en sus declaraciones:
"La cuestión de Zelaya era cualquier cosa menos irrelevante”, pues “líderes de América Latina, la Asamblea General de las Naciones Unidas y otros organismos internacionales reclamaron vehementemente su regreso (del presidente Zelaya) inmediato a la oficina. La posición desafiante y antidemocrática de Clinton provocó un descenso en las relaciones de Estados Unidos con varios países de América Latina, algo que ha continuado hasta la fecha. Se ha erosionado la cálida bienvenida y el beneficio de la duda que incluso los gobiernos izquierdistas de la región le habían ofrecido a la (por entonces) recién instalada administración de Obama unos meses antes”.
En todo caso, considero oportuno recordar que, con este golpe a la estabilidad y la paz, el gobierno de Estados Unidos revitalizaba los gorilazos en Latinoamérica y reclamaba posiciones, casi perdidas por el empuje de gobiernos con proyección socialista como los de Ecuador, Venezuela y Bolivia; pero sobre todo la inevitable unión de las naciones latinoamericanas y del Caribe en grupos regionales (Unasur, Mercosur, Celac) con el reclamo de la inclusión permanente de Cuba y la exigencia de la desaparición de la OEA.
Había que poner orden en derredor de la casa, diría la Clinton y fortalecer las debilidades del gobierno de Barack, frente a la presión republicana por los fracasos del presidente anterior en el Oriente Medio y la pérdida progresiva de influencia en los gobiernos del Sur del continente..
Regresaban, con este golpe de estado en Honduras, las cañoneras, la revitalización de la IV Flota*, las bases en el Sur y el desafío a cualquier organismo internacional (cualquiera) que se opusiera a los planes de Washington. Eso fue lo que ocurrió. De ninguna manera podían permitirse que se estableciera un gobierno popular en Honduras: territorio donde Estados Unidos, posee las principales bases de su ejército en tierras del Sur.
La señora Hillary, también obtenía sus dividendos como dama fuerte en el dueto con Obama. De paso sus manejos de la política exterior la catapultan a la posible aspiración de la presidencia, pero sobre todo mantenía tranquilos a republicanos y demócratas con un pedazo de pastel, aderezado en los intereses de sus acciones en los círculos de poder.
Como si fuera poco, la pretendiente a candidata presidencial, en 2016, se las carga contra el Comandante Hugo Chávez, a quien con gusto observaba por la dimensión innegable de este hombre que trascendió en la historia como líder indiscutible, algo que le hubiera gustado, supongo, con respecto a su Bill.
En cuanto a las referencia en el texto del nombre Fidel, considero que no podría omitirlo, aunque en secreto reconozca que es un privilegio el tenerlo como amigo.
 
Nota:* 
Según el comunicado de prensa emitido el pasado 23 de abril (2008), esta flota tendrá por misión patrullar en las aguas latinoamericanas y caribeñas.  Creada en 1943 con el fin de proteger los navíos en el Atlántico sur, ésta estructura había sido abolida en 1950.  «Volviendo a poner en servicio la IV flota nosotros reconocemos la inmensa importancia de la seguridad marítima en este región” declaraba el almirante Cary Roughead jefe de operaciones navales del Pentágono.  La IV flota tendrá como base a Mayport, en el estado de la Florida y será puesta bajo la doble jefatura de la marina americana y de las fuerzas militares  del comando sur.
La IV flota será ubicada bajo la jefatura del Southern Command (SC). Este comando o el comando Sur (US SOUTHCOM) que posee sus cuarteles generales en Miami, en Florida, es uno de los nueve comandos de combate unificados del departamento de la defensa de los EEUU. Su territorio de intervención cubre la superficie de América del Sur, de América Central y del Caribe (mapa 1).  De hecho le corresponde una superficie total de 40,4 millones de kilómetros cuadrados, es decir la de los 30 países (listados mas abajo) que componen el subcontinente y de un punto de vista global intervienen sobre un espacio correspondiente acerca del 20% de la superficie total de los continentes.