martes, 16 de noviembre de 2010

Europa queda en la Casa Blanca

Raúl San Miguel

Foto: Tomada de la Internet

Cuando se trata de presionar y tratar de ahogar a Cuba en medio de las turbulencias de una crisis económica internacional ahí está la vieja Europa. Entonces se despoja de su atuendo de comunidad integradora de naciones con intereses comunes para enfrentar los desafíos y necesidades de un mundo globalizado. Puro maquillaje de una “democracia” representativa de los intereses de la mayoría en una población continental que precisó crear su propia “aldea” en esa geografía de la gran aldea que es la Tierra.

El pasado 25 de octubre de 2010, la Unión Europea decidió mantener la Posición Común sobre Cuba, impuesta en 1996 por ex presidente español José María Aznar, que limita drásticamente las relaciones políticas y diplomáticas entre Bruselas y La Habana. A cambio de la suspensión del Título III -que afecta a las empresas europeas- de la ley Helms-Burton adoptada ese mismo año, legislación con carácter extraterritorial que acrecienta las sanciones contra la Isla del Caribe, Bruselas había aceptado alinearse con la política exterior estadounidense respecto a Cuba.

Trinidad Jiménez, ministra española de Asuntos Exteriores, abogó por un cambio: ³Es tiempo de abrir un nuevo diálogo, una nueva relación entre la UE y Cuba². Pero la propuesta de España de poner término a la Posición Común, que valora como discriminatoria, ineficaz e ilegítima, no fue aceptada por el conjunto de las naciones, siendo la unanimidad necesaria para su abrogación. España, Italia, Francia e Irlanda, entre otros, estaban a favor de su eliminación mientras que otros tales como Suecia, Gran Bretaña, Alemania, Polonia, Hungría y la República Checa preconizaban su mantenimiento.

La Europa de los 27 se limitó a pedir a su alta representante para la Política Exterior y la Seguridad Común, Catherine Ashton, que estudiara las posibilidades de negociar un acuerdo bilateral con las autoridades cubanas.



En efecto, la Posición Común, que se justifica oficialmente por la situación de los derechos humanos en Cuba, es discriminatoria en la medida en que el único país del continente americano, desde Canadá hasta Argentina, que la Unión Europea estigmatiza de tal forma es Cuba, mientras que según los informes de Amnistía Internacional, la isla del Caribe está lejos de ser el peor alumno del hemisferio en términos de violación de los derechos fundamentales. Es ineficaz, pues no ha tenido ninguna influencia en las decisiones que han tomado las autoridades de La Habana y ha llevado a una congelación de las relaciones bilaterales. Por fin es ilegítima porque numerosos países de la Europa de los 27 -particularmente los que se oponen a la normalización tales como Polonia, República Checa, Hungría y el Reino Unido- presentan, según Amnistía Internacional, una situación de los derechos humanos más desastrosa que la de Cuba.

Bruno Rodríguez, canciller cubano, subrayó durante la reunión anual de la Asamblea General de las Naciones Unidas que su gobierno no reconoce a la Unión Europea ninguna ³autoridad moral ni política alguna para criticar [a Cuba] en materia de derechos humanos², recordando que el Viejo Continente es escenario de deportaciones de minorías, represión de manifestaciones, legislaciones anti-emigrantes y víctima de una creciente exclusión social. También advirtió de que ninguna normalización de las relaciones será posible mientras siga vigente la Posición Común.

La retórica de los derechos humanos de la Unión Europea padece una falta de credibilidad por el carácter selectivo de la política de Bruselas. En efecto, se asemeja a un pretexto en la medida en que países responsables de violaciones masivas de los derechos humanos -asesinatos de opositores, de militantes sociales y de sindicalistas, actos de tortura y de barbarie, descubrimiento de fosas comunes- tales como Colombia u Honduras se encuentran lejos de ser prioridades para Europa.

En efecto, desde el golpe de Estado en Honduras y la instauración de la dictadura militar el 27 de junio de 2009, liderada primero por Roberto Micheletti y luego por Porfirio Lobo desde el 28 de enero de 2010, han ocurrido más de quinientos asesinatos, otros tantos casos de desapariciones e innumerables casos de tortura y de violencia, cometidos por las fuerzas del orden.

En diciembre de 2009 en La Macarena, Colombia, se descubrió la mayor fosa común de la historia de América Latina, con más de 2.000 cadáveres. Según los testimonios recogidos por eurodiputados británicos presentes allí, se trataría de sindicalistas y líderes campesinos asesinados por los paramilitares y las fuerzas especiales del ejército colombiano. El jurista Jairo Ramírez, secretario del Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos en Colombia, describió la espantosa escena: ³Lo que vimos fue escalofriante. Infinidad de cadáveres y en la superficie cientos de placas de madera de color blanco con la inscripción NN y con fechas desde 2005 hasta hoy. El comandante del ejército nos dijo que eran guerrilleros caídos en combate, pero la gente de la región nos habla de multitud de líderes sociales, campesinos y defensores comunitarios que desaparecieron sin dejar rastro². A pesar de los múltiples testimonios y la presencia de parlamentarios europeos, a pesar de la visita de una delegación parlamentaria española allí para investigar el caso, la Unión Europea no ha juzgado útil imponer una Posición Común a Colombia.

El verdadero objetivo de la UE hacia La Habana fue definido claramente por Javier Solana, el predecesor de Catherine Ashton, durante una reunión con los cancilleres europeos. Cuba debe ³hacer algunas reformas económicas mucho más claras y rápidas². Bruselas condiciona así el levantamiento de la Posición Común, no a una eventual mejora de los derechos humanos -preocupación accesoria- sino a un cambio de la estructura económica del país, a saber una liberalización del mercado interno.9
La Europa de los 27 de nuevo ha perdido una oportunidad de normalizar las relaciones con La Habana y demostrar que su política exterior no es tributaria de la de la Casa Blanca. Al abrogar la Posición Común y al adoptar una postura racional, contractiva e independiente, como preconiza España, la UE habría dado un paso en la dirección adecuada. Pero Bruselas parece no haber entendido la idiosincrasia cubana.

En efecto, el gobierno de la Isla está dispuesto a todo -menos la negociación de la soberanía y de la identidad nacionales- cuando las relaciones se basan en el diálogo, el respeto y la reciprocidad -como lo ha demostrado el acuerdo con la Iglesia Católica y España que ha desembocado en la liberación de todos los prisioneros llamados ³políticos². En cambio, se muestra resueltamente inflexible -sólo basta ver el estado de las relaciones entre Washington y La Habana desde hace medio siglo- cuando el lenguaje de la fuerza, de la amenaza o de la coacción toma el paso sobre la diplomacia convencional.

En la foto, al centro de este artículo, un crucero de turistas europeos arriba a la Isla. Precisamente por estos días (en las imágenes debajo) se encuentra en el puerto de La Habana, el buque británico “HMS Manchester” ancló hoy en el puerto de La Habana, convirtiéndose en el primero de su tipo que visita la isla desde que en 1957 lo hiciera el Frigate HMS Bigbury Bay de la Marina Real, informó la embajada del Reino Unido en la capital cubana. La estancia del “HMS Manchester” hasta el próximo viernes en La Habana es parte de su actual programa en el Caribe y representa una oportunidad de “fortalecer la excelente colaboración entre el Reino Unido y Cuba”.