Raúl
San Miguel
"La prensa debe ser examen y la
censura,
nunca el odio ni la ira que no dejan espacio a la
libre emisión de las ideas.
Nunca se acepta lo que viene en forma de
imposición injuriosa;
se acepta lo que viene en forma de razonado
consejo".
José Martí.
"...cátedras ambulantes y apasionadas de veinticuatro
horas diarias''.
Gabriel García Márquez.
Fotos:
Cubadebate y Julio Julian (Archivo personal del autor)
Los
grandes ejemplos siempre pueden ser evocados. Cursaba el primer año de la
carrera de Periodismo, cuando tuve la posibilidad de conocer a estudiantes de
otras latitudes con los cuales compartíamos sueños de futuro y esperanza. En
particular tres de estos estudiantes, procedentes de Sudamérica, me impactaron
sobremanera en una amistad que tendía puentes infalibles. Una de ellas, hacía
referencia a su Chile natal y el horror del golpe contra el Presidente
constitucional Salvador Allende. Sus palabras calaban más hondo porque me
ofreció una alta estima al compararme en edad con la de uno de sus hijos,
estudiante de ingeniería en la Cujae. “¿Te das cuenta Raúl…? vos tenés que prepararte
bien para defender a la Revolución cubana…. Miráme estudiante, con mi edad, en una
Universidad, con jóvenes como ustedes…"
La
otra, también chilena, compartía su mesa conmigo. Hablaba poco y cuando lo
hacía evocaba a sus hermanos biológicos que habían sido asesinados por el
ejército del gorila Augusto Pinochet.
El
otro, colombiano, se lamentaba de que su tío, Gabriel García Márquez, fuera tan
insensible al no concederle la oportunidad de realizar su sueño: estudiar en la
Escuela Internacional de Cine, en San Antonio de los Baños, actual provincia de
Artemisa, en Cuba.
Decía
que su tío podría hacerlo si quería. Entonces le pregunté: ¿Y por qué estudias
Periodismo?
Su
respuesta fue más amarga, en mi criterio.
“Fue
la condición que puso mi tío… Que debía prepararme y demostrar si, realmente,
tenía las condiciones para ver después "qué podía hacer por él”.
La
conversación siempre llegaba hasta allí y, después de una pausa, en los pocos
minutos de receso, compartía alguna anécdota del Gabo.
Por
supuesto, jamás profundicé en el porqué de esa condición hasta que leí, con
otra perspectiva, varias de las obras de García Márquez y conocí, de primera
mano, el valor que ofrecía al Periodismo, el autor de Cien años de soledad, sobre todo en
la anécdota de mi colega, Elías Argudín Sánchez, quien decidió hacer su tesis,
para diplomarse, con un testimonio de García Márquez, relacionado con nuestra
profesión. Una tarea harto difícil, sino fuera porque mi compatriota se personó
en la residencia del Gabo, en Cuba, justo cuando el escritor salía en su auto y
solo pudo gritarle: "¡Gabo…!" , y le hizo un gesto con la mano de que lo vería al
día siguiente.
Por
supuesto, el día siguiente podría ser imposible si no tuviera la voluntad de
arriesgarse a visitarle al amanecer y verle cuando García Márquez, se despedía
de uno de sus hijos en la puerta de la residencia. Entonces le recordó que
había sido el que le llamó e hizo señas de que se detuviera, el día anterior, y el Gabo respondió:
“Yo
pensé que eras un conocido mío, porque solo me llaman así mis amigos. Además
hiciste una seña de saludo. ¿Cómo iba a entender…?
Elías
le explicó el asunto que le traía a su casa y las razones para ese encuentro. El escritor colocó la mano sobre los hombros de mi amigo y lo llevó a la terraza donde, asistidos por Mercedes,
la esposa de García Márquez, conversaron largas horas.
“Es
muy difícil recibir a personas en mi casa –le confesó el escritor- porque
Fidel, viene muy a menudo. Casi siempre pasa por aquí”.
La
tesis, o Trabajo de Diploma, de Elías Argudín fue sustraída de la Facultad de
Periodismo. Ni las huellas quedaron. Ni siquiera una copia para él, solo
apuntes escritos de su puño y letra y en su memoria. Respetó la condición de no
llevar grabadora, porque sabía que al Gabo no le gustaban y, por demás, tampoco
había sido invitado al encuentro que él consiguió.
Hace
unos días recibí la gran noticia de que había sido seleccionado para el Premio José Leygonier, de Periodismo, que otorga la Upec, a quienes lograron un
trabajo meritorio y de trascendencia durante un año. Debo aclarar que siempre
consideré a Elías, merecedor del Premio José Martí por la obra de toda la vida,
desde los tiempos de compartir la redacción en el bisemanario, ya desaparecido (cuando se crearon las provincias Artemisa y Mayabeque),
el habanero.
Ahora
se había concretado, el primer paso y con justeza. Entonces evoqué recuerdos
personales en otra noticia publicada por la Agencia de Información Nacional,
AIN.
“El
gran cineasta argentino Fernando Birri, director fundador de la Escuela
Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños (EICTV) envió
este viernes -día de su cumpleaños 90- un mensaje donde dice “remendaba sus
alas para estar en Cuba”.
Precisamente
en este día la Escuela desarrolló una jornada de homenaje a “Un señor muy viejo
con unas alas enormes” por su onomástico, en alusión a la película homónima,
con guion conjunto con Gabriel García
Márquez, que Birri actuó y dirigió en Cuba.
Birri
afirmó en su comunicación que la EICTV es una utopía hecha realidad y que las
utopías nacen en momentos difíciles de la Historia, cuando esta entra en
contradicción con ella misma.
Haciendo
alusión al Museo Birri, apartamento donde vivió durante su estancia en San
Antonio de Los Baños y que hoy fue presentado oficialmente con la intención de
convertirlo en fuente de estudios sobre el cine latinoamericano, debido a la
cantidad de documentos que atesora, el cineasta rioplatense dijo que era una
forma de estar vivo en la escuela.”
Hermosa
jornada para compartir con los lectores de mi blog.