sábado, 14 de marzo de 2015

Un señor muy joven con unas grandes alas







Raúl San Miguel



"La prensa debe ser examen y la censura, 
nunca el odio ni la ira que no dejan espacio a la libre emisión de las ideas. 
Nunca se acepta lo que viene en forma de imposición injuriosa; 
se acepta lo que viene en forma de razonado consejo".
José Martí.

"...cátedras ambulantes y apasionadas de veinticuatro horas diarias''. 
Gabriel García Márquez.





 Fotos: Cubadebate y Julio Julian (Archivo personal del autor)

Los grandes ejemplos siempre pueden ser evocados. Cursaba el primer año de la carrera de Periodismo, cuando tuve la posibilidad de conocer a estudiantes de otras latitudes con los cuales compartíamos sueños de futuro y esperanza. En particular tres de estos estudiantes, procedentes de Sudamérica, me impactaron sobremanera en una amistad que tendía puentes infalibles. Una de ellas, hacía referencia a su Chile natal y el horror del golpe contra el Presidente constitucional Salvador Allende. Sus palabras calaban más hondo porque me ofreció una alta estima al compararme en edad con la de uno de sus hijos, estudiante de ingeniería en la Cujae. “¿Te das cuenta Raúl…? vos tenés que prepararte bien para defender a la Revolución cubana….  Miráme estudiante, con mi edad, en una Universidad, con jóvenes como ustedes…"
La otra, también chilena, compartía su mesa conmigo. Hablaba poco y cuando lo hacía evocaba a sus hermanos biológicos que habían sido asesinados por el ejército del gorila Augusto Pinochet.
El otro, colombiano, se lamentaba de que su tío, Gabriel García Márquez, fuera tan insensible al no concederle la oportunidad de realizar su sueño: estudiar en la Escuela Internacional de Cine, en San Antonio de los Baños, actual provincia de Artemisa, en Cuba.
Decía que su tío podría hacerlo si quería. Entonces le pregunté: ¿Y por qué estudias Periodismo?
Su respuesta fue más amarga, en mi criterio.
“Fue la condición que puso mi tío… Que debía prepararme y demostrar si, realmente, tenía las condiciones para ver después "qué podía hacer por él”.
La conversación siempre llegaba hasta allí y, después de una pausa, en los pocos minutos de receso, compartía alguna anécdota del Gabo.
Por supuesto, jamás profundicé en el porqué de esa condición hasta que leí, con otra perspectiva, varias de las obras de García Márquez y conocí, de primera mano, el valor que ofrecía al Periodismo, el autor de Cien años de soledad, sobre todo en la anécdota de mi colega, Elías Argudín Sánchez, quien decidió hacer su tesis, para diplomarse, con un testimonio de García Márquez, relacionado con nuestra profesión. Una tarea harto difícil, sino fuera porque mi compatriota se personó en la residencia del Gabo, en Cuba, justo cuando el escritor salía en su auto y solo pudo gritarle: "¡Gabo…!" , y le hizo un gesto con la mano de que lo vería al día siguiente.
Por supuesto, el día siguiente podría ser imposible si no tuviera la voluntad de arriesgarse a visitarle al amanecer y verle cuando García Márquez, se despedía de uno de sus hijos en la puerta de la residencia. Entonces le recordó que había sido el que le llamó e hizo señas de que se detuviera, el día anterior, y el Gabo respondió:
“Yo pensé que eras un conocido mío, porque solo me llaman así mis amigos. Además hiciste una seña de saludo. ¿Cómo iba a entender…?
Elías le explicó el asunto que le traía a su casa y las razones para ese encuentro. El escritor colocó la mano sobre los hombros de mi amigo y lo llevó a la terraza donde, asistidos por Mercedes, la esposa de García Márquez, conversaron largas horas.
“Es muy difícil recibir a personas en mi casa –le confesó el escritor- porque Fidel, viene muy a menudo. Casi siempre pasa por aquí”.
La tesis, o Trabajo de Diploma, de Elías Argudín fue sustraída de la Facultad de Periodismo. Ni las huellas quedaron. Ni siquiera una copia para él, solo apuntes escritos de su puño y letra y en su memoria. Respetó la condición de no llevar grabadora, porque sabía que al Gabo no le gustaban y, por demás, tampoco había sido invitado al encuentro que él consiguió.

Recibe el reconocimiento de la Upec, entregado por Mercedes López Acea, primera secretaria del Partido en La Habana, miembro del Buró Político y Vicepresidenta del Consejo de Estado de la República de Cuba.


Hace unos días recibí la gran noticia de que había sido seleccionado para el Premio José Leygonier, de Periodismo, que otorga la Upec, a quienes lograron un trabajo meritorio y de trascendencia durante un año. Debo aclarar que siempre consideré a Elías, merecedor del Premio José Martí por la obra de toda la vida, desde los tiempos de compartir la redacción en el bisemanario, ya desaparecido (cuando se crearon las provincias Artemisa y Mayabeque), el habanero.
Ahora se había concretado, el primer paso y con justeza. Entonces evoqué recuerdos personales en otra noticia publicada por la Agencia de Información Nacional, AIN.


“El gran cineasta argentino Fernando Birri, director fundador de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños (EICTV) envió este viernes -día de su cumpleaños 90- un mensaje donde dice “remendaba sus alas para estar en Cuba”.
Precisamente en este día la Escuela desarrolló una jornada de homenaje a “Un señor muy viejo con unas alas enormes” por su onomástico, en alusión a la película homónima, con guion conjunto con Gabriel García Márquez, que Birri actuó y dirigió en Cuba.
Birri afirmó en su comunicación que la EICTV es una utopía hecha realidad y que las utopías nacen en momentos difíciles de la Historia, cuando esta entra en contradicción con ella misma.
Haciendo alusión al Museo Birri, apartamento donde vivió durante su estancia en San Antonio de Los Baños y que hoy fue presentado oficialmente con la intención de convertirlo en fuente de estudios sobre el cine latinoamericano, debido a la cantidad de documentos que atesora, el cineasta rioplatense dijo que era una forma de estar vivo en la escuela.”

Hermosa jornada para compartir con los lectores de mi blog.

No hay comentarios:

Publicar un comentario