lunes, 10 de octubre de 2016

Las mil y una formas de andar La Habana


           


                                                                                        
Raúl San Miguel

Ha pasado un largo tiempo ya  desde que no compartíamos alguna historia habanera en este blog. Esta será breve, pero –en mi criterio- profunda y necesaria para mí. Me refiero al reencuentro con el Doctor Eusebio Leal Spengler, el nuevo amigo que logró hacerme salir del silencio, en estas páginas, y volver a colocar mis manos sobre el timón de elhabanerocheré. 
Del valor probado de este hombre, no hace falta hablar. Solo debemos ver la obra que contribuye a rescatar La Habana, como patrimonio, desde el lugar donde se urbanizó la simiente de su fundación.  Lo digo después de evocar su promesa de aportar su energía, como siempre, en cada lugar restaurado, y recuerdo –sobre todo- la alegría del abrazo en la mañana del sábado 10 de octubre. Él con su impecable guayabera blanca y en su rostro la mirada de la Patria. Fue apenas un instante en el que nos dimos las manos como amigos y, en las suyas, esa energía imprescindible para seguir reconociéndonos en las líneas de correos intercambiadas… Apenas pude decir una frase, pensada, para cuando hubiera lugar y fue dicha, nunca mejor que ese día en que se conmemoraba el  aniversario 148, de la clarinada independentista por la libertad de Cuba en el ingenio Demajagua, cuando el Padre de la Patria convocó a construir nuestro propio destino.
Gracias a usted Doctor Eusebio Leal Spengler, por descubrirnos e incentivarnos en la preservación de la memoria histórica, en no cejar en la búsqueda de nuevas razones para contribuir a la forja de nuestra nación y enfrentar los nuevos retos que se nos avecinan,  con la fortaleza que nos da el orgullo de ser hijos de esta nación que anda por el mundo de hermana, como diría nuestro José Martí, en ese sentido de pertenencia e identidad con Cuba, en el ejemplo y la solidaridad expresada a quienes en el oriente del país fueron afectados por el huracán Matthew, en sus palabras seguras y directas de que la ciudad primada, Baracoa, volverá a exhibir su esplendor, porque sabe que no habrá tarea difícil para un pueblo que aprendió a resistir y mantenerse unido en las peores adversidades, en sus enseñanzas en cada jornada compartida en las mil y una formas de andar La Habana, en cómo lo hacemos –cada día- residentes y visitantes: desde el corazón.