miércoles, 28 de enero de 2015

La esquina del Canal






Raúl San Miguel

Fotos:  Roly Montalván, Cubadebate e Internet 


A nuestro José Martí

En memoria de Ania Pino*

“No merece escribir para los hombres
quien no sabe amarlos”, José Martí

El 28 de enero de 2006 se fundó el actual Canal Habana, teniendo como punto de partida al Canal CHTV desde los estudios de Mazón y San Miguel, donde saliera por primera vez, al aire, la televisión en Cuba, con Unión Radio Televisión - El nuevo canal utiliza la banda de UHF en el espectro de la capital (Canal 27).

Vista frontal en Mazón y San Miguel

No se encuentra ubicada en una céntrica avenida, en medio del Vedado, para más señas La Rampa, como 23 y M, sede del Instituto Cubano de Radio y Televisión y el lugar desde donde se emiten los canales televisivos y radiales nacionales; Sin embargo, se ha convertido en el epicentro de las revistas de mayor teleaudiencia y de alguno de los noticiarios más importantes en la capital. Me refiero al Canal Habana, una ventana devenida observatorio de la vida en La Habana. Su sentido de pertenencia, entre los habaneros, demuestra que su identidad es el mayor argumento para quienes laboran, allí, con inteligencia para llevar un producto que posibilite mantener la magia de ver la televisión en familia; a pesar de otras opciones competitivas en el universo de los audiovisuales.
Recuerdo que, Canal Habana, nació (hace nueve años) después de separarse, como de una nave nodriza, del anterior Canal CHTV: un proyecto defendido, en los primeros pasos de sus inicios, por Danilo Sirio, uno de los más connotados directivos de la Televisión Cubana. Para entonces, se apostó por los jóvenes talentosos -a punto de egresar de la Facultad de Periodismo (actual Facultad de Periodismo y Comunicación Social) de la Universidad de la Habana- para llevar adelante el reto de televisar cuestiones e intereses, contenidos en la agenda pública, que pocos se atrevían a difundir en la Televisión Cubana. Así, desde el piso 18 del Hotel Habana Libre, fueron vistos los noveles reporteros cuyos nombres forman parte de los talentos reconocidos a nivel nacional.  Puedo citar algunos: Jorge Luis Rumbaud, Rolando Segura, Fabiola López…, no por cercanos, sino porque son los que recuerdo más, debido a mi relación personal con ellos desde la aulas.

EL OJO DE CRISTAL EN LA CIUDAD



Según el resultado de un estudio realizado por el Centro de Investigaciones Sociales de la Radio y TV cubanas, no dejan lugar a dudas: Canal HABANA, ha devenido líder de la audiencia en la capital de Cuba. Actualmente, 6 de cada 10 capitalinos, sintoniza Canal HABANA, pese a sus tradicionales hábitos de teleaudiencia.
Durante estos años se  ha logrado mantener un diálogo inteligente, a través de la pantalla, en los cuales se descubre, de ambas partes, las expectativas de quienes observan y los que buscan cómo sostener el reto de convertir en estelares determinados programas.

Los especialistas aseguran que Canal Habana, en su etapa de preparación, realizó un variado estudio del mercado televisivo habanero, de la parrilla de programación de sus competidores y de sus públicos.
Recurrió al Marketing, a la Comunicación Social en sus más diversas variantes: Definió su imagen institucional, creó una imagen televisiva renovadora, valiéndose de la Promoción y la Publicidad institucional, devino sede teórico/práctica de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de la Habana y aplicó un modelo de comunicación participativo, que en múltiples modalidades incorpora a su gestión la opinión de sus receptores, como un elemento importante de sus necesidades comunitarias, de sus gustos y tradiciones.

El Doctor Raúl Garcés.


Este ejemplo muestra la funcionalidad de las instituciones del conocimiento en función del avance y, en consecuencia, éxito de cualquier proyecto gubernamental, social, institucional, sin que los obstáculos resulten muros insalvables para la voraz capacidad de crear entre los jóvenes, dirigidos por profesionales experimentados y talentosos como por ejemplo, el actual rector de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, el Doctor, Msc, Raúl Garcés.
Estos nueve años han sido muestra de un esfuerzo descomunal de trabajo más allá de los convencionalismos y la continua búsqueda de una programación con una mirada ajena a lo convencional sin dejar de corresponder a los intereses de las agendas política y editorial y los intereses del público interno (periodistas, directivos, realizadores, camarógrafos, guionistas, locutores, conductores de programas y técnicos de diferentes especialidades, entre otros que desde un puesto casi anónimo: en los medios de transporte y el alistamiento de la reducida técnica hacen el milagro de visualizar a la ciudad de la habana en todos sus interiores.
Por estos días, observé otro latido alentador: la campaña realizada para el proceso de nominación de candidatos a delegados del Poder Popular, que cuenta con el ingenio de jóvenes del Instituto Superior de Diseño (ISDi) y la propia Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de la Habana.
En este sentido el Canal Habana del  Instituto Cubano de Radio y Televisión, tendrá el nuevo reto de insertarse en cada nuevo proyecto docente con jóvenes estudiantes de cuarto año de la Licenciatura y de otras especialidades de las Ciencias Sociales de la Universidad.
Es bueno saber que nacieron un día tan martiano como el 28 de enero, mi homenaje personal desde este blog. 

En la imagen: Sandra Hernández y Ray Díaz, este último reconocido por su excelente trabajo en Radio Jaruco, donde alternaba como realizador, guionista y actor de un programa exitoso: El abuelito reloj, caracterizado por el intercambio en función de un proceso didáctico y conversacional en el cual muchos niños fueron sorprendidos por el conocimiento de algunas intimidades (contadas por sus padres al periodista Ray Díaz, a través de cartas o llamadas telefónicas a la emisora de Radio Jaruco) con el propósito de ayudarles a corregir deficiencias con los consejos del abuelito reloj. Fue uno de los conductores que ayudó a levantar la imagen del nuevo Canal Habana.



En uno de los sets, Luis Silva, profesor universitario, devenido en uno de los humoristas más reconocidos de la televisión cubana y reconocido por su personaje: Pánfilo, en el estelar: Vivir del cuento.



Ania Pino

*En un Congreso de la FEEM, celebrado en la actual provincia Artemisa, una adolescente de noveno grado se mantuvo persistente cerca de mi con un propósito: "Quiero ser periodista", reconozco que no se desprendió un segundo de mi trabajo, mientras pudo. Finalmente me convenció y le presté, con el objetivo de que me dejara hacer mi labor, una de mis grabadoras. El resultado de lo que escuché me impresionó. Las entrevistas realizadas por Ania Pino, superaban las expectivas de cualquier profesional, entre mis conocidos en la radio y de la cual (Radio Cadena Habana) fui el subdirector del Informativo en la antigua provincia La Habana, hoy crecida en dos: Artemisa y Mayabeque.
Decidí hacer una referencia de Ania, a una profesora y excompañera de estudios en la Facultad de Periodismo. Años después se convertiría en la periodista de alto vuelo profesional que la muerte, el 17 de octubre de 2005, truncó en un accidente de tránsito que aun me estremece y en el cual estuvieron involucrados, con peligro para sus vidas, otros jóvenes colegas que se encuentran laborando en sus diferentes medios de prensa. Mi homenaje personal a Canal Habana y a esta colega que un día le dijo a sus padres: "Este es Raúl, mi hermano mayor".

De alguna forma está presente su obra y ejemplo en los nuevos periodistas y realizadores que han tomado, como referente profesional, el concurso que se realiza en su nombre.


José Martí, Óleo de Vicente Bonachea



martes, 27 de enero de 2015

Una luz encendida





“Mientras la ciudad
aún a las cuatro esté encendida
y haya un lugar que te distraiga por ahí,
un humilde lugar,
un pequeño lugar.”(S.R)

Raúl San Miguel

Óleo de Guayasamín
Fotos: de la Internet


La nota de Fidel, me trajo recuerdos imborrables de esos encuentros que cada uno de los cubanos mantenemos despiertos en nuestra conciencia. Esta vez y, en lo particular, se trata de la referencia a la Universidad de la Habana: el lugar lleno de historia y ejemplos de jóvenes -incluso los que precedieron a su generación- que sacrificaron sus vidas para continuar la forja de la nación cubana. Específicamente comparto tres momentos impresionantes para mi vida de revolucionario y militante comunista.
La ocasión en que recibí, por su orientación personal, la condición de militante de la UJC. Pocos años después –durante uno de los Congresos de la Juventud, celebrados en campamento para jóvenes voluntarios de la agricultura en Güines, tuvimos un breve e intenso diálogo relacionado con las urgencias de una producción agropecuaria capaz de enfrentar las necesidades alimentarias de los más de dos millones de habitantes de las antiguas provincias habaneras, durante los primeros años del llamado Período Especial. 
El tercero, ocurrió durante una de sus históricas intervenciones en el evento internacional: Globalización y Problemas del Desarrollo, en el que observé las lágrimas de una de las representantes del Banco Mundial, cuando algunos de los participantes del evento, específicamente los del Sur, expusieron las realidades de sus respectivas naciones y cómo el FMI, el BM, y toda esa cohorte de megacorporaciones financieras, expoliaban a los países ded denominado Tercer Mundo.
Su reflexión, oportuna, lleva la esencia del mensaje antimperialista de José Martí y se fecha, precisamente, cuando miles de jóvenes se aprestan a bajar desde la Colina Universitaria, por la calle San Lázaro, hasta la Fragua Martiana. He tenido el privilegio, como periodista, de participar en muchos de los Congresos, eventos nacionales e internacionales (en nuestro país) donde su presencia fue siempre esperada. Pero hoy, sus palabras, de guerrillero en el tiempo como lo han definido, son más que suficientes para motivar estos y otros recuerdos.
Las palabras de Fidel.




Queridos compañeros:
Desde el año 2006, por cuestiones de salud incompatibles con el tiempo y el esfuerzo necesario para cumplir un deber —que me impuse a mí mismo cuando ingresé en esta Universidad el 4 de septiembre de 1945, hace 70 años—, renuncié a mis cargos.
No era hijo de obrero, ni carente de recursos materiales y sociales para una existencia relativamente cómoda; puedo decir que escapé milagrosamente de la riqueza. Muchos años después, el norteamericano más rico y sin duda muy capaz, con casi 100 mil millones de dólares, declaró ―según publicó una agencia de noticias el pasado jueves 22 de enero—, que el sistema de producción y distribución privilegiada de las riquezas convertiría de generación en generación a los pobres en ricos.
Desde los tiempos de la antigua Grecia, durante casi 3 mil años, los griegos, sin ir más lejos, fueron brillantes en casi todas las actividades: física, matemática, filosofía, arquitectura, arte, ciencia, política, astronomía y otras ramas del conocimiento humano. Grecia, sin embargo, era un territorio de esclavos que realizaban los más duros trabajos en campos y ciudades, mientras una oligarquía se dedicaba a escribir y filosofar. La primera utopía fue escrita precisamente por ellos.
Observen bien las realidades de este conocido, globalizado y muy mal repartido planeta Tierra, donde se conoce cada recurso vital depositado en virtud de factores históricos: algunos con mucho menos de los que necesitan; otros, con tantos que no hallan qué hacer con ellos. En medio ahora de grandes amenazas y peligros de guerras reina el caos en la distribución de los recursos financieros y en el reparto de la producción social. La población del mundo ha crecido, entre los años 1800 y 2015, de mil millones a siete mil millones de habitantes. ¿Podrán resolverse de esta forma el incremento de la población en los próximos 100 años y las necesidades de alimento, salud, agua y vivienda que tendrá la población mundial cualquiera que fuesen los avances de la ciencia?
Bien, pero dejando a un lado estos enigmáticos problemas, admira pensar que la Universidad de La Habana, en los días en que yo ingresé a esta querida y prestigiosa institución, hace casi tres cuartos de siglo, era la única que había en Cuba.
Por cierto, compañeros estudiantes y profesores, debemos recordar que no se trata de una, sino que contamos hoy con más de cincuenta centros de Educación Superior repartidos en todo el país.
Cuando me invitaron ustedes a participar en el lanzamiento de la jornada por el 70 aniversario de mi ingreso a la Universidad, lo que supe sorpresivamente, y en días muy atareados por diversos temas en los que tal vez pueda ser todavía relativamente útil, decidí descansar dedicándole algunas horas al recuerdo de aquellos años.
Me abruma descubrir que han pasado 70 años. En realidad, compañeros y compañeras, si matriculara de nuevo a esa edad como algunos me preguntan, le respondería sin vacilar que sería en una carrera científica. Al graduarme, diría como Guayasamín: déjenme una lucecita encendida.
En aquellos años, influido ya por Marx, logré comprender más y mejor el extraño y complejo mundo en que a todos nos ha correspondido vivir. Pude prescindir de las ilusiones burguesas, cuyos tentáculos lograron enredar a muchos estudiantes cuando menos experiencia y más ardor poseían. El tema sería largo e interminable.
Otro genio de la acción revolucionaria, fundador del Partido Comunista, fue Lenin. Por eso no vacilé un segundo cuando en el juicio del Moncada, donde me permitieron asistir, aunque una sola vez, declaré ante jueces y decenas de altos oficiales batistianos que éramos lectores de Lenin.
De Mao Zedong no hablamos porque todavía no había concluido la Revolución Socialista en China, inspirada en idénticos propósitos.
Advierto, sin embargo, que las ideas revolucionarias han de estar siempre en guardia a medida que la humanidad multiplique sus conocimientos.
La naturaleza nos enseña que pueden haber transcurrido decenas de miles de millones de años luz y la vida en cualquiera de sus manifestaciones está siempre sujeta a las más increíbles combinaciones de materia y radiaciones.
El saludo personal de los Presidentes de Cuba y Estados Unidos se produjo en el funeral de Nelson Mandela, insigne y ejemplar combatiente contra el Apartheid, quien tenía amistad con Obama.
Baste señalar que ya en esa fecha, habían transcurrido varios años desde que las tropas cubanas derrotaran de forma aplastante al ejército racista de Sudáfrica, dirigido por una burguesía rica y con enormes recursos económicos. Es la historia de una contienda que está por escribirse. Sudáfrica, el gobierno con más recursos financieros de ese continente, poseía armas nucleares suministradas por el Estado racista de Israel, en virtud de un acuerdo entre este y el presidente Ronald Reagan, quien lo autorizó a entregar los dispositivos para el uso de tales armas con las cuales golpear a las fuerzas cubanas y angolanas que defendían a la República Popular de Angola contra la ocupación de ese país por los racistas. De ese modo se excluía toda negociación de paz mientras Angola era atacada por las fuerzas del Apartheid con el ejército más entrenado y equipado del continente africano.
En tal situación no había posibilidad alguna de una solución pacífica. Los incesantes esfuerzos por liquidar a la República Popular de Angola para desangrarla sistemáticamente con el poder de aquel bien entrenado y equipado ejército, fue lo que determinó la decisión cubana de asestar un golpe contundente contra los racistas en Cuito Cuanavale, antigua base de la OTAN, que Sudáfrica trataba de ocupar a toda costa.
Aquel prepotente país fue obligado a negociar un acuerdo de paz que puso fin a la ocupación militar de Angola y el fin del Apartheid en África.
El continente africano quedó libre de armas nucleares. Cuba tuvo que enfrentar, por segunda vez, el riesgo de un ataque nuclear.
Las tropas internacionalistas cubanas se retiraron con honor de África. Sobrevino entonces el Periodo Especial en tiempo de paz, que ha durado ya más de 20 años sin levantar bandera blanca, algo que no hicimos ni haremos jamás.
Muchos amigos de Cuba conocen la ejemplar conducta de nuestro pueblo, y a ellos les explico mi posición esencial en breves palabras.
No confío en la política de Estados Unidos ni he intercambiado una palabra con ellos, sin que esto signifique, ni mucho menos, un rechazo a una solución pacífica de los conflictos o peligros de guerra. Defender la paz es un deber de todos. Cualquier solución pacífica y negociada a los problemas entre Estados Unidos y los pueblos o cualquier pueblo de América Latina, que no implique la fuerza o el empleo de la fuerza, deberá ser tratada de acuerdo a los principios y normas internacionales. Defenderemos siempre la cooperación y la amistad con todos los pueblos del mundo y entre ellos los de nuestros adversarios políticos. Es lo que estamos reclamando para todos.
El Presidente de Cuba ha dado los pasos pertinentes de acuerdo a sus prerrogativas y las facultades que le conceden la Asamblea Nacional y el Partido Comunista de Cuba.
Los graves peligros que amenazan hoy a la humanidad tendrían que ceder paso a normas que fuesen compatibles con la dignidad humana. De tales derechos no está excluido ningún país.
Con este espíritu he luchado y continuaré luchando hasta el último aliento.
Fidel Castro Ruz
Enero 26 de 2015
12 y 35 p.m.





lunes, 26 de enero de 2015

El mundo como es






“Y, al confundirse sin la piel, sobre los huesos,
el alma trasnochadora se preguntaba:
¿Cuál era el color de su amada?
¿Por qué lo había perdido en el tiempo?
Y, en el oscuro celaje, pensaba
en la otrora blancura del espectro”
(RSM)

Raúl San Miguel

Ilustración: Samuel
Confieso que, por estos días, me resulta imposible dejar de recordar cómo –los días son la única verdad (sin ser absoluto) que podemos guardar en un Banco (de créditos o descrédito) sin el temor de que se multipliquen, desaparezcan, se los roben o crezcan en intereses. Lo que puedo, en mi experiencia (asegurar), es que pasan por su gusto…, y seguirán pasando; aunque de nosotros no queden ni las huellas en el tiempo. Y cómo no les hace falta ni reloj, ni código que los nombre (a no ser por los olvidos de los humanos), atesoran verdades irrebatibles y hasta filosóficas. Fíjense que los grandes pensadores, también han tenido de igual situaciones (advierto no es mi caso. Solo me divierto y comparto la risa como remedio, de los males el peor: ser neutro): A Newton, por ejemplo, una manzana le aterrizó en la cabeza y pensó…, ¿Quién había creado una ley capaz de atraerla? Galileo, aseguró:  “Eppur si muove”, que se movía…, casi al punto de perder su propia testa; y Copérnico, heliocéntrico en sí mismo, la vio (a la Tierra) en toda su dimensión, más allá de las estrellas… Homero enredó a Odiseo, en un viaje sin retorno y Penélope tejió el ejemplo del primer reloj sin cuerdas. Así pudiera citar a muchos, hasta llegar al grito: ¡Eureka…! Y, como son tiempos ciberespaciales: 01010101010101010…., interminablemente, me divierto al contar con los dedos de las manos, mi socrática ignorancia.


A los ciberargonautas de este blog, les dedico estas letras para tomarme un buen descanso…, solo por unos días y también comparto una caricatura de la serie de historietas que pronto tendrán el olor de la tinta, en blanco y negro.








También este, uno de los cuentos atrapados en mi libro inédito:

Y los cuentos, cuentos son.




Siete razones capitales (Pecados) 

A los que luchan todos los días
                                                                                                     A Pablo Neruda.

No digas todo lo sabes (piensas)

Por favor, muéstreme su carné de identidad, dijo el policía con un saludo breve, mientras su colega (delante del patrullero y con el intercomunicador frente a su boca) nos miraba de reojo y, en particular, al colega de la cámara que se movía en busca de las mejores imágenes entre las personas en el parque. El agente, que solicitó la documentación, los extendió a su compañero, el otro leyó y esperó. “Oka”, respondió y los devolvió al suboficial, este los miró (nuevamente) y preguntó: ¿Quién les autorizó a estas entrevistas en el parque? “¡¿Cómo dice…?!” respondí. El policía repitió cada una de las palabras, sin perder la ecuanimidad y eso despertó la curiosidad periodística. Estaba frente a uno de esos agentes del orden público verdaderamente salidos de un spot de la televisión. “Bueno, es mi trabajo”, alegó sin perder el buen ánimo que ahora despertaba mi interés frente a un posible entrevistado…, pero… “Nos informaron de que habían unos individuos haciéndose pasar por periodistas en el parque, me refiero a los que trabajan para la prensa contrarrevolucionaria en el exterior”. Sonreí, el oficial me alcanzó con un gesto cargado de autoridad, comprendí que el asunto no tenía ningún lado cómico y mucho menos agradable. Más bien, como periodista, debía asumir el hecho con la seriedad correspondiente. “¿Usted no hace ahora mismo su trabajo?”. , me atreví a cuestionar, realmente fue una pregunta osada, casi una provocación, pero quería obtener un testimonio que podría ser inalcanzable, para otros colegas, entrevistar a un policía, desconocido, fuera del contexto de un trabajo conciliado entre la editora y el político de la unidad policial; incluida una previa coordinación con el jefe del departamento tal, en la provincia, de acuerdo con lo establecido por la directiva del ministro para el orden interior y la verificación (lógico) del texto en el cual se registraría cada pregunta y respuesta y cuando sería el día de la publicación, etcétera. Pero ahí estaba la oportunidad, esa suerte de ángel que viene cuando no se le espera y lo cuadra todo o casi… “¿Qué usted dice, ciudadano…?”  Era muy bueno para que fuera verdad. Ningún ángel, ni suerte, ni nada. Una verdadera avalancha de autoridad policial podría destapar aquella simple pregunta. “¿Qué qué digo…?”  “Sí, ¿por qué usted pregunta si estoy haciendo mi trabajo?”  Lo sabía, por qué sería tan bruto. En definitiva mi interés se limitaba a buscar opiniones en la peña deportiva de la esquina caliente, y caliente me estaba poniendo por hacerme el verraco al salirme fuera de los objetivos editoriales e informativos que me llevaron hasta aquel lugar. Para colmo no tuve en cuenta, las situaciones descritas en la psicología del trabajo periodístico y la capacidad de memorizar, recordar que, apenas hacía unos minutos, el agente había dicho: “Nos informaron de que habían unos individuos haciéndose pasar por periodistas en el parque, me refiero a los que trabajan para la prensa contrarrevolucionaria en el exterior” ¡Qué bruto soy!, no bruto no… ¡coño soy periodista, no un mercenario!, hubiese querido gritar, pero ¿debía perder la compostura y hasta la posibilidad de demostrar que podía controlar la situación, ser civilizado? ¡Claro!  “¿Cumple usted con su trabajo?”, repetí y juro que lo hice sin darme cuenta, sin proponérmelo, como si mi subconsciente dictara la pregunta y se aprovechara de su intangibilidad para exponer mi cuerpo. “¿Cómo dice…?” preguntó el agente con la interrogante acentuada en las cejas y, de inmediato, cruzó una mirada, muy seria, con su compañero y, aquel, colocó el intercomunicador junto a la pizarra del auto; seguidamente llevó su mano derecha a la parte superior de la funda (como en un duelo del lejano Oeste), mientras la izquierda cayó apoyada sobre la parte superior del bastón (ambos brazos en jarra, en la actitud defensiva conocida por kiba-dachi o jinete de hierro). “¿Dije que si usted cumple con su trabajo?” Otra vez, mi subconsciente se adelantaba. Miré en derredor y observé a la gente en sus asuntos, dispersos por todo el parque. Sentí el viento correr sobre las gotas de sudor que corrían espalda abajo. “Mire, periodista, no se busque problemas”, atajó, el policía, colocando su mano sobre mi hombro. Después sonrió (¡había sonreído!, eso estaba mejor pequeño imbécil que habitas dentro de mí y te rebelas sin motivo. Ahí tienes un ejemplo de autoridad, disciplina, autocontrol y mucho tacto, si fuera al revés le hubieses aplicado todo el rigor policial, pero   por suerte no eres agente del orden público, sino periodista y bastante arriesgado al meterte en cosas que no te interesan). “Cumplo con mi trabajo, estoy aquí para eso”.
¡Ves, te lo dije, no todos son subnormales, aquí tienes una demostración!  “Pero usted no me ha respondido preguntó mi subconsciente, ¿qué es para usted cumplir con su trabajo? “Le voy a explicar, ¿no es lo que usted quiere? Asentí. “Pues mi trabajo es mantener el orden público, y eso hago, ¿no le parece?” ¡Salomónica respuesta! El careo estaba cinco a cero a favor del policía y mi subconsciente no toleraría eso, le conozco y sé que le domina un ego insoportable. ¿Usted lo cree así, agente?, ripostó, ¡que bárbaro!, no cabe dudas de que me odia, es la parte de mi persona inconforme, rebelde por gusto, provocativa, capaz de llevarme al borde del infarto y hasta enterrarme definitivamente si se lo propone. ¿Cómo podría salir del dilema?” Volví el rostro al otro agente. Sonreía burlón. ¡Lo que me faltaba!, hacía el ridículo por una pregunta que podría empujarme dentro del patrullero,  envolverme en tremendo papeleo, permanecer un tiempo en la Estación de Policía y pagar una multa (en el menor de los casos) si antes a mi diabólica otra parte no se le ocurriera mantener una postura menos agresiva.  “Por supuesto, que lo creo compañero. Sé que es una tarea difícil e incluso poco entendida por quienes no conocen el rigor, el estrés y los riesgos de esta importante profesión”. ¡No lo puedo creer!, mi subconsciente se había salido con la suya, había logrado una respuesta que no parecía llegar nunca. Respiré aliviado e iba a dar las gracias y marcharme sin cumplir mi objetivo, en la esquina caliente, cuando mi boca se abrió y no me dio tiempo siquiera a cubrirla como si evitara un estornudo.  ¿En lo personal usted se considera un policía que cumple estrictamente lo establecido, incluso cuando no viste el uniforme? ¡¿Oye qué te pasa?! Quise gritar dentro de mi cerebro, pero solo logré que el eco de mi alarido retumbara groseramente en mi estómago. Experimenté la sensación de caer definitivamente. “Vas a terminar mal” había dicho, en varias ocasiones Emilio, el fotorreportero. “Es hora de que te des cuenta hasta dónde puedes llegar”, acotaría y con razón, pero… él sigue haciendo sus fotos y no se da cuenta que estoy en medio del océano, ¿por qué no viene y me auxilia con esa facilidad para salir de los malos momentos? Todo lo contrario, ahora conversaba con unas viejitas, mientras coqueteaba con la joven pelirroja que las acompañaba. “En lo personal considero que me atengo estrictamente a mis obligaciones”, respondió el policía sin dejar de sonreír. ¡Aún sonreía, qué clase de agente del orden público, qué hombre ejemplar, qué sé yo…!  “¿Y por qué emigró a la capital, acaso no puede cumplir su sueño de ser policía en su propia provincia?”  ¡Te volviste loco!, ¡Coño…! Si pudiera yo mismo me metería preso. De alguna manera un desorden psicológico se manifestaba en mi actitud. Debí tomar las vacaciones cuando me comunicaron que estaba pasado, ¿es natural? que el estrés y el cansancio provoquen toda esa reacción de basura, mucho más si el subconsciente te juega una mala y, en mi caso, era evidente que me odiaba. ¡¿Por qué?! “Las razones no siempre las determina el propio individuo”, sentenció y casi estuve a punto de reafirmar con un movimiento asentativo, pero ni un solo músculo de mi cuerpo se movía sin permiso de mi subconsciente. Ahí estaba parado, erguido, desafiante, ¡estúpido, imbécil, comemierda! Para colmo el policía tenía razón, las razones no siempre las determina el propio individuo  ¿Entonces qué razones mantenían esa desordenada e irreverente conducta de mi subconsciente? Busqué en la memoria un indicio que me llevara a la génesis de tal comportamiento: no he estado detenido, no me han maltratado, no he sido objeto de abuso policial, ni de excesos en el uso de la fuerza, entonces… ¿qué?,  quizá se trataba de una referencia a cualquiera de la bola de cosas que se discuten en una redacción de prensa. “¿Por qué emigró a la capital si puede ser policía en su provincia?”, cuestionó mi otro yo (llamémosle así, para variar) y el tono estaba cubierto por el sarcasmo. “Siempre quise ser policía, es la verdad, desde chichitico jugaba a los policías y ladrones, pero en mi natal Guantánamo hicieron un llamado a la Juventud me refiero a la militancia y dimos el paso al frente para venir en apoyo de la población de la ciudad”.  ¡Compadre, es suficiente! Ese hombre ha sido una dama contigo, más allá de su responsabilidad y del uniforme, ¡¿qué te pasa?!  “¿Y usted cree que podrá lograr realizar su trabajo impecablemente en la capital, digo sin caer en la tentación de caer en las redes de los delincuentes?”  “Por favor, sea más específico”, apuntó el agente. Sentí alivio, era un policía pulcro, impecable, profesional, incapaz de permitirse quebrar su paciencia ante el imbécil que le preguntaba.  “¿Digo que si se considera preparado para no caer en las tentaciones de quienes sobornan y corrompen?”  “Ese es uno de los riesgos de nuestra profesión, ¿acaso no lo tienen los periodistas?” “¡Sí!”, respondí triunfalmente, pero de mi boca no se artículo palabra alguna.  “¿Qué haría si alguien le propone el silencio a cambio de una gran suma de dinero?  “Tendría que consultarlo con mi subconsciente  respondió, pero estoy seguro que actuaría con la transparencia de mi personalidad y responsabilidad de policía”  ¿No te da vergüenza, cabrón, subconsciente egoísta? Le dije a mi otro yo. “Dígame, ¿no entendí lo que expresó?”  Me quedé perplejo, mi subconsciente se había retirado y me dejaba en medio de una pregunta que no estaba dirigida al policía. “No se preocupe, ciudadano, yo puedo entenderlo. ¿Somos o no somos cubanos?, de lo contrario no tomaríamos la vida con la jocosidad que nos caracteriza, pero, entre nosotros, si mi subconsciente se dejara sobornar puede estar seguro de que lo meto preso…, pero recuerde, un consejo: el que dice todo lo que sabe, dice lo que no conviene…”.