Raúl
San Miguel
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publicada por Cubadebate
“Buscamos la solidaridad no como un
fin
sino como un medio
encaminado a lograr que nuestra
América
cumpla su misión universal”. (José
Martí)
Recientemente
un reporte de prensa explicaba las críticas al sostenimiento de Radio y
Televisión Martí, con el propósito de enviar propaganda subversiva contra Cuba.
Escribí en este blog mis criterios al respecto. Una vez más considero lo que es
ya tangiblemente público: el acercamiento diplomático del gobierno de Estados
Unidos a Cuba, condiciona la nueva táctica para sostener la estrategia de
derrocar la Revolución y el Socialismo que defiende el pueblo cubano.
Washington ha demostrado que sus intereses en la Isla, no son ajenos al
proyecto de anexión futura y definitivo control del resto de las naciones de Latinoamérica.
Más
reciente el propio señor Barack Obama, presidente de Estados
Unidos, Barack Obama, ha reconocido que su gobierno a veces
tiene que “torcer el brazo a países” cuando no se subordinan a los deseos de
Washington. Más claro ni el agua. El fin de una política de hostilidad, presiones
y agresiones directas e indirectas (a través de grupúsculos mercenarios dentro
y fuera de Cuba) en la distancia, justifica el nuevo derrotero de la Casa
Blanca. Todo lo demás es puro show mediático entre las fuerzas –que realmente
existen de oposición al establecimiento de las relaciones diplomáticas con
Cuba, por parte de la ultraderecha representada por los congresistas Lincoln Diaz-Balart
e Ileana R.Lethinen, a los cuales se suma, con mucha intensidad, el señor
Marcos Rubio, entre otros- porque, en Estados Unidos existe un solo partido:
Demócrata-Republicano, en esta simbiosis se concentran los rostros que
representan los círculos del poder.
En
la entrevista concedida por el señor Obama, al portal estadounidense Vox, según
reporta RT, hace un juego de palabras al explicar
que su política exterior tiene una “dosis de realismo”, por lo que EE.UU. “en
ocasiones tuerce el brazo a los países cuando no hacen lo que queremos”.
Más
cínico no puede ser, si tenemos en cuenta que es una proyección del pensamiento
imperial hacia todos las naciones que no se pliegan a Washington ni por la
fuerza, ni las presiones políticas o la aplicación del bloqueo genocida contra
Cuba por más de cinco décadas.
Dice
el señor Barack:
“Pienso
que si no tuviéramos el punto de vista realista de que hay gente mala alrededor
nuestro que está tratando de hacernos daño (…) si no tuviéramos esa dosis de
realismo no alcanzaríamos nuestros objetivos”, dijo al responder la pregunta de
si considera que su política se corresponde a la filosofía del ‘realismo
político’.
En
realidad hay gente con mucho poder y muy mala, pero Estados Unidos no se puede
invadir a sí mismo, salvo para sofocar (como ha ocurrido recientemente) las
protestas por el asesinato de jóvenes negros, con toda la fuerza policial
dotada de armas empleadas en sus acciones de coalición imperial contra las
naciones a cuyos pueblos pretenden borrar de la faz de la tierra.
El
propio premio “novel” de la Paz (insisto en que jamás ha ganado esa condición)
expresa que:
“Tenemos
el Ejército más fuerte del mundo y en ocasiones tenemos que torcer el brazo a
los países si no quieren hacer lo que queremos a través de métodos económicos,
diplomáticos y a veces militares”, añadió. ¡¿Más claro?!
El
mensaje tiene un contenido directo en cuanto a la política exterior de su
gestión al frente del gobierno federal de la Unión y una demostración de que,
cada paso, no se aleja de las pretensiones de las administraciones anteriores
contra Cuba, aunque no la mencione directamente. De hecho pretenden tener lista
la sede diplomática oficial en La Habana, lo más pronto posible.
Una
instalación de este tipo, con todas las prerrogativas diplomáticas y las que
sostiene el gobierno de Estados Unidos, multiplicará las acciones de sus
funcionarios en todo el territorio cubano para fomentar y potenciar a los
grupúsculos de la contrarrevolución: sus mercenarios pagados. Nada queda al azar.
Todo bien calculado.
Para
sentenciar lo explícito aseguró que: “mi política exterior se basa en la fuerte
creencia de que no tenemos las soluciones militares para cualquier problema del
siglo XXI y tenemos que usar la diplomacia siempre que podamos”.
Este
pensamiento concreta la política exterior del “golpe suave” cuando en realidad
se torna más directa y agresiva.
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