lunes, 27 de octubre de 2014

La edad de la ira: el infinito significado de un ejemplo (Tercera parte)





 Tuve la suerte de recibir las clases del profesor Juan Marrero, desde el primer año de la carrera en la Facultad de Periodismo. Nunca deja de sorprenderme, nunca dejo de aprender de sus artículos. Este que comparto en mi blog, es un ejemplo.
RSM

Malala

 
Causa regocijo la noticia de que la joven paquistaní Malala Yousafzai donó los 50 mil dólares del Premio de los Niños del Mundo para la reconstrucción de una escuela destruida por la reciente bárbara agresión militar contra la población palestina de Gaza. Si bien el monto monetario del premio no significa casi nada ante las destrucciones y daños ocasionados a decenas o centenares de escuelas durante los 80 días de ataques israelíes, no puede dejarse de reconocer el gesto de esta adolescente, cuyo nombre en los últimos años ha estado en cintillos de muchos periódicos y emisoras de radio y sitios digitales, y su rostro en las pantallas de la televisión.
Anteriormente, en este mismo año, Malala recibió el Premio Nobel de la Paz, compartido con el activista indio Kailash Satyarthi, de 60 años de edad, también un luchador en favor de los niños y niñas en el mundo, en particular por sus denuncias y combates contra el trabajo esclavo a que son sometidos en muchos países. De tal manera, Malala, con solo 17 años de edad, se convirtió en la más joven receptora de ese galardón, en todas sus categorías, desde su creación en 1901. Un periodista escribió entonces que el Premio Nobel rejuveneció con ella.
Malala alcanzó ambos premios en un mismo año. Nelson Mandela, ese gigante de África, luchador contra el apartheid y la independencia de Sudáfrica, también fue acreedor de los dos, pero con doce años de diferencia. Otros premios la han acompañado como la Medalla de la Libertad, que concede una institución norteamericana, y el Premio Internacional por la Igualdad y la No Discriminación, que concede México, ambos entregados en el 2013. En total, desde el 2011 hasta el presente ha recibido 14 premios internacionales.
¿Quién es Malala? ¿Cómo ha sido posible que en tan corta vida haya acumulado méritos para ser tan premiada? Eso, incluso, ha provocado no pocas suspicacias y se han lanzado acusaciones de que se ha convertido en  servidora de determinados intereses del mundo capitalista, o de que puede haber sido manipulada. Otros criterios, sin embargo, no comparten tales versiones.
Malala llegó a la fama mundial en octubre de 2012 cuando logró sobrevivir a un intento de asesinato realizado por los talibanes en el valle de Swat, su lugar natal. La acusaron de socavar los principios del Islam. Le dispararon a la cabeza y la hirieron, pero logró sobrevivir y recuperarse en un hospital de Inglaterra. Como consecuencia de tal atentado, hubo que implantarle una placa de titanio en su cabeza y un dispositivo auditivo. Desde entonces, reside en ese país europeo, donde ha cursado los estudios de preuniversitario.
Muchas cosas se descubrieron sobre Malala a raíz de ese atentado. Que cuando tenía solo 11 años de edad comenzó a escribir un blog en una edición en la lengua urdu de la BBC, en el cual expresaba puntos de vista contrarios a las acciones y amenazas de los talibanes en Swat, en particular en lo referido a las prohibiciones de que las niñas asistieran a las escuelas. Malala denunció al mundo tal abusiva situación, y lo hizo bajo el seudónimo Gui Makal.
También se ha hablado de la influencia que debió ejercer su familia en la formación de su pensamiento social y humanista. Una publicación digital marxista (www.marxist.com) citó un artículo que vio la luz en uno de los principales periódicos en inglés de Pakistán, suscrito por Javed Naqui, un conocido periodista de la India, donde se expresa que el padre de Malala  es un sobresaliente poeta, maestro y activista social y que un tío suyo, Faiz Mahammad, ha abrazado la causa del socialismo y ha luchado por unir a la juventud y al pueblo trabajador de Swat. Se dice también que ella asistió a la Escuela Nacional de Juventud Marxista de Paquistán en julio de 2012, pocos meses antes del atentado de los talibanes. Hay una foto en que aparece Malala frente a un cartel de Lenin y Trostky, lo que debe indicar, según el periodista Naqui, que “estuvo próxima a algunos de los grupos más preparados ideológicamente de Swat”.
Las causas que defiende Malala son justas. En sus escritos y pronunciamientos públicos hay un pensamiento claro. Lucha porque no haya niña o niño sin escuelas, en fin por el derecho a que todos aprendan y se eduquen. Opina que “la educación es la mejor arma para luchar contra la pobreza, la ignorancia y el terrorismo”. Se ha expresado contra la inversión de sumas millonarias para la producción de armas. Si queremos sintetizar su pensamiento bastaría con decir: Lucha por los sueños de Justicia social y paz en el mundo.
Su gesto hacia los niños palestinos de Gaza es admirable, y al donar el monto del Premio de los Niños del Mundo dijo: “Todos debemos trabajar para asegurarnos que los niños y las niñas de Palestina, y todos los niños del mundo, reciban una enseñanza de calidad en un entorno seguro, porque sin enseñanza, nunca habrá paz”. Anteriormente, había dicho: “El lápiz es más poderoso que la espada”.
Antes, había estado en Nigeria para solidarizarse con las más de 200 estudiantes que fueron secuestradas por el grupo islamista terrorista Boko Haram.
No siente odio ni desea vengarse de los talibanes que la trataron de matar. En un discurso en la ONU dijo: “…ni siquiera siento odio hacia el talibán que me disparó. Incluso si hubiera una pistola en mi mano y estuviera delante de mí, no le dispararía… Dispararon sobre mi cuerpo, pero no podrán disparar contra mis sueños”.
Por todo ello tiene ya muchos admiradores en el mundo. Existe una Fundación Malala, cuyos objetivos y actividades se reflejan en un blog en la red de redes. En Sao Paulo, Brasil, se ha creado un boletín denominado Malala por un grupo de trabajos de investigación universitaria sobre el Oriente medio y el mundo musulmán.








Gracias por este ejemplo, Malala. 

 

Beberse el sol

“Me sorprende ver cómo los que exigen
no pueden resolver lo que de otros, 
esperan.”
RSM.



Había probado un sorbo de luz y descubrió que la oscuridad en derredor había dejado de ser absoluta en el término perpetuo de la palabra. Entonces miró, por primera vez sus manos y comprendió que podría utilizarlas para construir lo necesario y lo útil en el camino descrito por sus pies. Fue, entonces, que dio el primer paso en busca de un fragmento mayor del fulgor y caminó despacio hasta que pudo ver sus plantas. Comprobó que eran fuertes y marchó, más seguro, con el propósito de atrapar la claridad enorme que despuntaba detrás de la montaña. El trayecto se hacía visible en la medida que el resplandor coronaba el borde rocoso en un centelleo fascinante. Abrió sus brazos hasta donde pudo y consiguió ver su cuerpo irradiado y sintió el calor, dentro de sí, como el río deshelado. Corrió con más fuerza, maravillado por el astro que subía al firmamento y mostraba un entorno vivo, indescriptible, lleno de luminosidad. Continúo en la dirección del naciente y comprendió que la estrella cruzaba en sentido opuesto, sobre su cabeza, detrás de su espalda y… se detuvo, meditó y volvió sobre sus pasos hasta encontrarse con el mar, extenso y desconocido. También vio cómo el poniente expedía ese fulgor misterioso que precede la oscuridad. Se tumbó sobre la arena y soñó un largo y desconocido sueño. Y soñó que podría beberse toda la luz de ese sol, entre los millones que irradiaban en el firmamento.

RSM.

viernes, 24 de octubre de 2014

La mitad de la luna



“Del otro lado aun estás
y entre las sombras envuelves
recuerdos que lloverás” RSM.


Había creído que con un salto podía alcanzarla. Solo debía estirar la mano y bajarla despacito para luego mirarla de cerca. No entendió por qué resultaba difícil. Parecía que jamás podría llegar hasta la luna plena y se conformaba con esperar a crecer un poco más… y, de seguro, tomarla. Le preocupaba solo una cuestión: ¿Qué ocurriría cuando la gente se diera cuenta que no salía la luna? La interrogante lo persiguió en sus fantasías, mientras buscaba un lugar para ocultarla sin que el brillo de la prisionera le descubriera culpable de las noches oscuras. Leyó y comprendió que aquella no tenía luz propia. Trató de imaginar la textura de la roca robada en algún escondite de su habitación. Sin embargo, pasó el tiempo, su estatura se detuvo centímetros antes de los dos metros y tampoco le sirvió. Ahora, cuando recordaba su infantil propósito, sonreía para justificar la férrea decisión por un inalcanzable sueño, alimentado por la inocencia y que jamás se atrevió a contar; por supuesto, hasta la noche en que la vio tan cerca que no pudo evitar el deseo de tocarla y… la alcanzó. Su cuarto se llenó de luz cuando extrajo del bolsillo, la mitad de la luna.

RSM

lunes, 20 de octubre de 2014

Cuba: razones para celebrar el 20 de octubre







 Raúl San Miguel

Foto de la Internet (Juventud Rebelde)


Justo cuando en la capital cubana se reúnen jefes de estado y representantes de naciones del ALBA-TCP, de la OPS, OMS y el representante del Secretario General de la ONU y ministros de Salud de las naciones convocadas, a La Habana -para tratar cuestiones relacionadas con el ébola, la aplicación de una estrategia conjunta y el apoyo a las naciones africanas que sufren la epidemia o tienen fronteras con los territorios afectados-, Granma, el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, abre sus páginas (a buena hora) para dar un espacio a la Doctora Graziella Pogolotti, en un necesario artículo que ratifica nuestra identidad y el por qué, muchos de los que arribaron a la cita en La Habana, agradecieron al pueblo de Cuba y al líder histórico de la Revolución cubana, Fidel, el haberse formado como médicos y profesionales en nuestro país.

Del mismo modo que están implícitas las palabras de Fidel cuando explicó la necesaria colaboración solidaria de Cuba en los procesos de liberación de naciones africanas como Angola (Operación Carlota), Namibia, el fin del Apartheid y la sostenida ayuda solidaria en la formación de profesionales y el envío de médicos y personal de Salud, altamente calificado, para contribuir a la erradicación de enfermedades en estas y otras naciones del llamado Tercer Mundo. Más reciente, la partida de 165 médicos y enfermeros para combatir el ébola en Sierra Leona.



 ¿Por qué un 20 de octubre?
 

"Ha llegado la hora del actuar y el pensar, de retomar en función del presente el enorme capital intelectual acumulado por la nación cubana", comenta en Granma la destacada intelectual Graziella Pogolotti




Dos veces dice patria el Himno de Bayamo. La primera, nos contempla orgullosa. En­car­na el ideal que ha tomado cuerpo en el na­ci­miento de la nación. La segunda alude al combate, entendido como siembra y resurrección, muerte y continuidad en la plenitud del ser.

En pueblos como los nuestros, cultura y na­ción son procesos inseparables de permanente construcción. Y los símbolos pertenecen al ámbito de la cultura. Un 20 de octubre cristalizaba en el Himno de Bayamo el acto audaz de cortar de un solo tajo el nudo gordiano que nos ataba a la metrópoli.  Junto a la libertad po­­­lítica, Carlos Manuel de Céspedes en La De­majagua emancipó a sus esclavos y los convidó a participar en el esfuerzo común por hacer una na­ción, solo verdadera si pertenecía a todos, rompiendo las cadenas impuestas por España y el grillete infame soldado por la sacarocracia criolla.


Forjado en la pelea, firme, flexible y delicado hilo de acero, el Himno de Bayamo nos ha acompañado en las buenas y en las malas, en la euforia del triunfo y en el dolor de las pérdidas. Su letra y sus notas nacieron de una memoria artística, del contacto con una realidad concreta y de los sueños que inspiran el combatir, el hacer y el fundar, tareas perma­ne­ntes todas, porque fundamos en cada amanecer, creamos lo grande y lo pequeño en la tarea de cada día y soñamos siempre porque ellos son fuente inextinguible de aliento vital.

Y no ha sido fácil. En aquel octubre cobraba forma la lucha contra el coloniaje. Lo que estaba comenzando en el enfrentamiento con Es­paña —la más larga entre las guerras de independencia del Continente— continuaría en la lucha antimperialista y ha pasado ahora a la resistencia ante el dominio planetario del capital financiero. Desde el principio tuvimos conciencia de nuestra condición de latinoamericanos. Mediado ya el siglo XX descubrimos nuestra pertenencia al más amplio territorio de un llamado tercer mundo, ubicado en otras geografías e infiltrado cada vez más en el corazón de las potencias hegemónicas.


Rubén Martínez Villena nos había llamado a “extirpar la dura costra del coloniaje”. Tar­da­mos un buen tiempo en asimilar el verdadero alcance de su mensaje. Soberanía e independencia eran inseparables de un verdadero proyecto de emancipación humana. La guerra ne­cesaria tiene que librarse simultáneamente en múltiples instancias: la económica, la política, la social y la cultural. Porque la opresión secular se instauró mediante la violencia y la castración de las culturas originarias. In­ten­taron mo­delar nuestras conciencias y lo siguen ha­ciendo con el empleo de métodos más sofisticados y seductores. Construyen ilusorias ex­pectativas de vida, inoculan sentimientos de inferioridad e instauran el autoritarismo de un modelo único.


Por razones geográficas y por el desarrollo de una economía que, desde el siglo XIX, se orientó hacia la monoproducción y el comercio in­ternacional, el proceso histórico cubano nun­ca ha permanecido al margen del panorama in­ternacional. Mucho menos lo está ahora en el contexto de la globalización neoliberal. El derrumbe del campo socialista repercutió du­ramente en los niveles de vida y en el tejido social del país, con la consiguiente repercusión en el plano de los valores. Hoy se acrecienta la visibilidad de las desigualdades. En tales circunstancias, el papel de la subjetividad adquiere una importancia de primer orden. Educación y cultura asumen un papel estratégico, aparejada a los problemas del desarrollo económico.


El indispensable cambio de mentalidad no puede derivarse de conceptos economicistas y tecnocráticos. De acuerdo con nuestra tradición de pensamiento, habrá de ser humanista, vale decir, integradora, en el polo opuesto a la instrumentalización del ser humano propuesta por el modelo hegemónico. Es el momento de proceder a un anclaje en lo más profundo de la nación y reencontrarnos en el qué somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, para poder responder de la manera más efectiva al desafío de Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar: “inventamos o erramos”.


Inventar no implica improvisar. Exige estudio e investigación. Ha llegado la hora del actuar y el pensar, de retomar en función del presente el enorme capital intelectual acumulado por la nación cubana desde sus orígenes, nunca para repetir fórmulas de antaño, sino para beneficiarnos todos del espíritu que animó a los fundadores y se mantuvo vivo en medio del desamparo de la república neocolonial. La clave estuvo siempre en aguzar el bisturí hacia dentro conjugando la interdependencia de los factores económicos, sociales y culturales.


Letra y notas del Himno de Bayamo son el canto de la nación y la cultura imbricadas. Sím­bolo sagrado del grito de independencia, sintetizan el rico imaginario que nos identifica y en el que nos reconocemos. Es fruto de la me­moria acumulada por las manos bien negras que hicieron el azúcar blanco junto a las ma­nos blancas que hicieron el tabaco negro, al decir de Fernando Ortiz, de los constructores que edificaron pueblos y ciudades, de los mitos que vinieron de todas partes, de quienes nos enseñaron a pensar, de los poetas, músicos y pintores que mostraron lo que todavía no era visible, del campamento mambí donde todos aprendieron a sobrevivir, del modo de celebrar y de compartir. Por esas y tantas otras razones, el 20 de octubre se rinde homenaje a la cultura nacional.


19 de octubre de 2014 21:10:34





sábado, 18 de octubre de 2014

¿Qué no se entendió?







"El primer deber de un hombre de estos días, 
es ser un hombre de su tiempo".
 José Martí.



Raúl San Miguel


Fotos de Internet


Transcurría, precisamente, un mes de octubre de 1987 cuando el líder histórico de la Revolución cubana, el eterno Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, nos convocó, específicamente a los estudiantes de la Facultad de Periodismo de la Universidad de la Habana para sostener un encuentro en un salón de reuniones del Consejo de Estado, lugar, donde el propio Fidel aseguró que se había reunido, muchísimas veces, con trabajadores de diferentes sectores. 


Como profesional he participado en reuniones de la UPEC, pero sobre todo conozco y comparto el pensamiento revolucionario de mis colegas. Entonces me pregunto. ¿Qué no se entendió en este III Pleno con respecto a las cuestiones respondidas por mis colegas? 


Las intervenciones dejan claro y sin ambages qué nos falta y qué buscamos para ser eficientes, eficaces y efectivos frente a los retos dificilísimos que impone la guerra mediática de Estados Unidos contra nuestro país y el contexto real de un mundo globalizado donde la prensa cubana debe enfrentarse a una realidad ciberespacial, pero no virtual.

Considero necesario traer la referencia de lo ocurrido en ese Pleno de la Upec  donde, en estas intervenciones, están las respuestas esenciales. Cito de Cubaperiodistas.cu



Efectuado el III Pleno del Comité Nacional de la Upec

Amplio y transparente debate sobre los desafíos del periodismo de hoy. Presidió Díaz-Canel el Pleno, y llamó a fortalecer la calidad de nuestros medios 




Lilibet Enriquez Infante

Fotos: Yoandri Avila y Pastor Batista


Con la participación de Miguel Díaz-Canel, miembro del Buró Político y primer vicepresidente de los Consejos de Estado y Ministros, se efectuó este sábado el III Pleno del Comité Nacional de la UPEC.

Al resumir el Pleno, caracterizado por una amplia discusión y debate sobre los problemas que enfrentan hoy los periodistas y la prensa, Díaz-Canel llamó a trabajar por una mayor calidad, pues es lo que va a resolver los desafíos que tiene el periodismo hoy.

En un primer momento, la Presidencia rindió cuentas del trabajo al Comité Nacional, pues “lo que es constante para nosotros es cumplir con los objetivos del IX Congreso y la Primera Conferencia del Partido”, aseguró Antonio Moltó, presidente de la UPEC.

Comentó que el análisis será útil, si luego del Pleno, al reencontrarnos con los afiliados, les traslademos las señales sobre lo más urgente que se defina en nuestro debate.

Recordó las palabras de Fidel Castro cuando dijo que “no saldríamos del Periodo Especial sin la prensa”. Hoy no podremos vencer esta nueva etapa sin la contribución activa de una prensa de alta competencia profesional, liderazgo y capaz de generar unidad y confianza en torno a las instituciones del Estado y del Partido.

“Nuestro gran reto como periodista y trabajadores de la comunicación es cumplir con ese principio y lograr que otros actores decisivos de la sociedad lo comprendan y lo asuman”. “Hay un contexto favorable”, aseguró.


Rosa Miriam Elizalde, miembro de la Presidencia de la Upec.

En un segundo momento, Rosa Miriam Elizalde, miembro de la Presidencia de la Upec y quien encabezó un grupo de trabajo de la organización, presentó los resultados de una Encuesta Nacional de Medios en la que participaron 140 publicaciones, y adelantó detalles de los debates que concluyeron con un grupo de principios para actualizar el modelo de la prensa en Cuba.

El estudio, que incluye al 97% de los medios tradicionales en el país -radio, televisión y prensa escrita- y se debatió por regiones con los afiliados, demostró que nuestros medios tienen graves problemas de gestión económica, de plantilla y de atención a las audiencias.

Además de identificar el presupuesto de los medios en el 2013, la Encuesta ofreció una panorámica sobre la correlación entre población y tenencia de medios (receptores) en el país, sobre la base de los resultados del Censo Nacional de Población y Viviendas del 2012.

Rosa Miriam Elizalde explicó que nuestro sistema de medios tiene limitaciones para intervenir con eficacia en el escenario de la convergencia de la cultura analógica y la digital, mientras se está produciendo un crecimiento exponencial de contenidos culturales e informativos generados por el sector emergente de la economía. Este comienza a gestionar un grupo de medios, que posee una notable presencia en el espacio público digital del país.

“Sin embargo, las potencialidades son enormes para el sistema institucional de medios públicos de la Revolución, que cuenta con infraestructura, estructuras organizativas y profesionales preparados para generar propuestas de calidad, diversas y más cercanas a las necesidades informativas de la población, que aquellas subordinadas exclusivamente al mercado”, aseguró.

Ariel Terrero, miembro de la Presidencia y también integrante del grupo de trabajo, presentó un informe con aspectos concretos sobre la propuesta de principios económicos para la gestión de la prensa, debatidos en encuentros previos efectuados en todo la Isla.

Terrero aseguró que en el sector existe la percepción de que resulta necesaria una transformación simultánea de la gestión mediática y de la gestión económica en el sistema de comunicación. “Parece muy difícil avanzar hacia una manera eficiente de concebir y ejecutar las políticas informativas en un medio, mientras la prensa siga atada a una administración presupuestaria ineficiente, rígida e incapaz de cumplir los objetivos económicos que se propone”, aseguró.


Isabel Moya, miembro del Comité Nacional de la Upec y directora de la Editorial de la Mujer.

DIFERENCIAR LA GESTION Y LA PROPIEDAD DE LOS MEDIOS

En el debate sobre este asunto, Isabel Moya subrayó que es preciso diferenciar la gestión y la tenencia de los medios. Además de los medios nacionales hay un sistema de publicaciones del Ministerio de Cultura, por ejemplo, que plantean debates políticos e ideológicos muy ricos que deberían tener resonancia en los medios de mayores tiradas, explicó.

Igualmente se refirió a la necesidad de pensar en las inversiones en la prensa y en ver tanto los asuntos globales como locales, para articular los discursos de tal manera que conduzcan al cambio que necesitamos para mejorar la eficacia informativa.

También trató el tema de los calificadores de cargos, que no reconocen las nuevas especialidades que han surgido en los últimos años y las gente termina ocupando plazas que no se corresponden con su verdadero trabajo.

Por otro lado, Adalys Ray, presidenta de la UPEC en Las Tunas, enfatizó en la importancia de que cada territorio tenga la información de la provincia y pueda discutir estos temas teniendo en cuenta las particularidades de cada región. Además, “tenemos que formar habilitadores de medios, porque estamos necesitando esas competencias”, dijo. Si queremos el cambio, tenemos que demostrar que podemos hacerlo. Tenemos que ser ingenieros de nuestro proceso, sentenció.

“La vida nos está pasando por el lado, mientras nosotros estamos estancados”, reflexionó Ricardo Ronquillo. Lo primero es asumir la urgencia del cambio de modelo de gestión para fortalecer la credibilidad de los medios y las instituciones que estos representan. Aseguró que tenemos una visión a veces estrecha del sistema de medios, que no está integrado exclusivamente por aquellos que representan las instituciones estatales y sociales del país. 

AUTONOMIA PARA EL TRABAJO PERIODÍSTICO

Por ello, necesitamos principios comunes y una directiva sobre cómo actuar frente a cada tema, aseguró Maribel Acosta. Tenemos que tener autonomía para trabajar sobre la base de normas comunes, que se puedan ir reconstruyendo de acuerdo con las experiencias y necesidades que vayan surgiendo.

Explicó que hoy menos del 50 % de nuestros graduados de periodismo están en los medios. Los estudiantes llegan y al poco tiempo viene un proceso de desencanto con el modelo de producción y las rutinas que encuentran en las redacciones.


Yosley Carrero, periodista del Sistema Informativo de la TV cubana y miembro del Comité Nacional de la Upec.

ASPIRACIONES DE LOS JÓVENES

Por ello, hay que mirar de manera particular cuáles son las aspiraciones de los jóvenes, afirmó Yosley Carrero. Generalmente estos no encuentran temas atractivos para ejecutar sus competencias en el sistema de medios. Por ello, a veces tienen un discurso en los medios tradicionales donde trabaja y otro distinto en espacios alternativos, donde también participan o gestionan, como los blogs.

No se puede construir un cambio solo con el aporte de los jóvenes, ni sin ellos, y reclamó estrategias para atraer a los jóvenes que se han alejado de los medios tradicionales. “Para eso tenemos que ser competitivos en este escenario, intencionando nuestro discurso en otros canales y rescatar a las audiencias que hemos perdido”, añadió.

“Yo creo que estamos cambiando en la prensa”, aseguró Raúl Garcés, miembro de la Presidencia y decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Reconoció que los periodistas cubanos suelen ser disciplinados con respecto a la defensa de la Revolución, pero indisciplinados en el pensamiento; indisciplina que se expresa en la diversidad de ideas y propuestas para mejorar la prensa. Defendió la necesidad de que se genere el debate público y la posibilidad, incluso, que en este se exprese la equivocación o el error. “En Cuba no podemos aspirar al discurso público perfecto, porque no existe. Eso sería simulación”.

“Los cambios en la gestión económica no deben seguir esperando; mientras no contemos con una política de comunicación del Estado y el gobierno, y sus correspondientes reglamentos, habría que implementar iniciativas que no deberían esperar”, afirmó.

Dijo que la prensa es imprescindible para que Cuba mantenga su autoestima y recordó que el discurso de Fidel Castro durante todos estos años de Revolución ha sido el de convertir a una isla perdida en el mapa en un gran país.

Por eso, como dijo Arleen Rodríguez, miembro de la Presidencia, el brazo fundamental del Partido tiene que ser la prensa. Somos una potencia política que hay que salvar y a veces, por decisiones economicistas, aparecen ciertas confusiones y la prensa no ofrece la orientación que las audiencias reclaman.

Solo el deseo no va a cambiar la realidad, aseguró Randy Alonso, director de CubaDebate y de la Mesa Redonda. Podemos seguir trabajando en el ámbito de un cambio económico, pero si no va acompañado por acciones en el orden estratégico nuestros medios corren el riesgo de perder credibilidad.

En consonancia, Ariel Terrero retomó una frase que por manida no deja de ser cierta, “lo más difícil es el cambio de mentalidad”. Estamos hablando de hacer y no pedir, pero tenemos que pedir que nos dejen hacer, sentenció.

Por ello, dijo Gladys Egües, el momento no es de prohibir sino de conducir. “Un pueblo formidable necesita una prensa a la altura de la Revolución”.

Este debate demuestra que hoy no solo se genera un discurso desde lo profesional, sino que hay una vanguardia que nos acompaña y que mantiene la certeza de que es posible mejorar lo que tenemos, aseguró Rosa Miriam. Estamos parados sobre un polvorín, porque lo que discutimos no es solo la sobrevivencia del Sistema de Comunicación de la Revolución, sino de su Sistema Político, pero también estamos parados sobre una mina de oro. Hoy la producción de contenidos genera ingresos que impactan en el PIB de cualquier país, y Cuba, con profesionales altamente preparados, no tendría por qué ser la excepción.

PALABRAS DE DIAZ-CANEL

En las conclusiones del Pleno, Díaz-Canel convocó a generar de conjunto los cambios que necesita la prensa para mejorar sus propuestas informativas.

Aseguró que uno de los retos es lograr que nuestros medios sean los preferidos de las audiencias cubanas, por ser mejores y por brindar contenidos de mayor calidad, que aquellos que circulan por otros canales. ¿Qué hacer para que nuestros medios sean política y culturalmente más atractivo?, es una pregunta que debemos hacernos, enfatizó.

Más adelante, se refirió los cambios que percibe en el trabajo de la Upec. Destacó la preocupación, la dinámica de trabajo, los vínculos con los medios provinciales y las delegaciones y las relaciones con la Academia.

Aseguró que “el secretismo ha disminuido”, pero sigue existiendo el autosecretismo y la autocensura, y aseguró que falta cultura comunicacional que hay que terminar de construir.

Particularmente me preocupa más la desprofesionalización que hay en el sector, pues si no tenemos la gente capacitada no logramos nada, dijo. “La premisa es la calidad”, que va a resolver los desafíos que tenemos por delante.

“No creamos que tenemos la peor prensa del mundo”, afirmó. No podemos vivir con clichés sobre la gran prensa extranjera. Esa no es la referencia, sino que tenemos que construir una propuesta nuestra sobre la base de nuestra cultura y nuestra historia, concluyó. 

DESPEDIDA Y BIENVENIDA

Al comienzo del Pleno, el presidente de la Upec, Antonio Moltó, rindió homenaje a Yudaisis Moreno designada recientemente directora del periódico El artemiseño, y dio la bienvenida de Odalys Acosta, quien recientemente fue electa presidenta de la delegación provincial de la Upec en Artemisa. 


Tomado de Cubaperiodistas.cu

APUNTES NECESARIOS DE UN ENCUENTRO CON FIDEL


A propósito del Día de la Cultura cubana, recuerdo un extraordinario encuentro de los estudiantes de periodismo con Fidel y que marcó, también un día de octubre, pero de 1987, la vida de muchos compañeros, de la misma forma que se produjo aquel temprano encuentro con los intelectuales cubanos en la Biblioteca Nacional, José Martí, entre los días 16,23 y 30 de junio de 1961.
La primera vez que escribí, y fui publicado en un periódico, experimenté una sensación de libertad indescriptible. Recuerdo que observé mi nombre, justo frente a los ojos de alguien que leía mi artículo en el ómnibus, y sentí deseos de decirle que era yo; pero me contuve (y me alegro) ¿Quién era yo…? cuando apenas comenzaba a balbucear (a duras penas) mi nombre en un diario. Un nombre que por demás no tenía importancia solo para los conocidos y en la familia. Después, durante los días en la radio (en realidad fueron años) y alcancé la categoría hombre-radio (entre mis compañeros), entonces lograba dar los primeros pasos en el periodismo: una profesión en espiral que puede conducir (a través del tiempo y el espacio) en solo dos direcciones: hacia el futuro o hacia el pasado. Advierto que es mi criterio. Por supuesto, me atengo a lo que justifico (reitero, en modo personal) en el título de este comentario.
O sea, que daba mis primeros pasos en la profesión cuando tuve el raro privilegio de participar en una reunión de los estudiantes de periodismo con el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, en un salón del Consejo de Estado. Corría el día 26 de octubre de 1987 y experimenté uno de los hechos más extraordinarios que marcarían definitivamente mi existencia. Antes, apenas tres años antes, había conocido los rigores de la vida en la frontera. Sobre una pequeña embarcación de 36 pies de eslora tenía el espacio y el tiempo necesarios para mirar hacia un punto del horizonte. En aquella línea o detrás estaba Cuba. Otras veces, podía verla más cerca en una flameante visión que se diluía en la medida que subía el sol, como si fuese un oasis. Otras, estábamos tan cerca que podíamos olerla. Era una fiesta cuando pisábamos sus costas. Durante ese tiempo debo haber crecido.
Lo que ocurre es que me había prometido escribir un testimonio (y que aun debo) en relación con los sucesos de aquella tarde que se extendió hasta pasadas las diez de la noche. Entonces pensé un título: El ruido de las sombras. Lo pensé por los días en que se cumplían veinte años de aquel encuentro y leí, en la Internet, algunos criterios expuestos por estudiantes que estuvieron en la reunión. En realidad no habían (los que mostraron, como después se comprobó su posición contraria a la Revolución) alcanzado a lanzar todos los dardos y tampoco pudieron alcanzar el corazón de la Revolución en aquellos momentos. Actuaron bajo las sombras del tiempo y esgrimieron “verdades” que solo acentuaron el odio primitivo de los enemigos jurados de un proceso social incompatible con el sueño imperialista de apoderarse de Cuba. (...):
Aquella mañana la ciudad amaneció cubierta por una gruesa capa nubes de color plomizo que presagiaba, con las primeras lluvias de octubre, el comienzo de una temporada ciclónica activa. Sin embargo, bajo la amenaza de un inminente aguacero, pequeños grupos de estudiantes, separados por una frecuencia de 3 a 5 minutos, cruzaron la avenida 23 en dirección a la sede del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. El día anterior los estudiantes de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana desconocíamos que formaríamos parte de tan extraña e imperceptible caravana, aunque sí (excepto los alumnos extranjeros), habíamos recibido la orientación de escribir (cada alumno) dos preguntas relacionadas con temas de interés político y social que nos inquietaban y la posibilidad de sostener una conversación con algunas de las principales figuras del Departamento Ideológico del Partido, en relación con el papel de la prensa cubana ante las difíciles condiciones que enfrentaba el país.
El movimiento de aquella “tropa” integrada por casi 300 estudiantes, hacia la sede del Consejo de Estado, fue quizá uno de los traslados públicos de personas (sin emplear transporte) más bien organizados por los miembros de la Seguridad Presidencial. Incluso, resultaba imperceptible para el observador más aguzado __acostumbrado o no al movimiento de estudiantes universitarios por esas calles del Vedado. Sobre todo, si estaba ajeno a la confirmación de un rumor que circulaba en nuestras aulas: Carlos Aldana Escalante, por entonces jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido, había accedido a sostener un encuentro con los estudiantes de la Facultad de Periodismo. Pero la reunión ya no sería en un teatro de la capital (incluso se hizo referencia al de la CTC).
Por aquellos días la Avenida de los Presidentes, popularmente conocida como Calle G, se había convertido en escenario recurrente para decenas de jóvenes que repetían la canción del trovador Carlos Varela como si, específicamente, en una de sus canciones podrían tomar el carcaj del Guillermo Tell y “armados” con esta letra rebelde, exigían, que tocaba al padre y no al hijo colocar “la manzana en la cabeza”. Otros realizaban sus performances, en un esfuerzo por comunicar una forma de expresión a través de las artes plásticas y exponían, a cielo abierto, con el objetivo público de romper lo que, por entonces (en algunos pequeños círculos) llamaban el síndrome del silencio. Se referían a las limitaciones de la prensa cubana para abordar temas considerados tabúes o, sencillamente, “prohibidos”. De esta manera se valían de la música, la literatura y las artes en general, para exponer asuntos considerados flameantes.
Del otro lado del océano, a 9 550 kilómetros (en Moscú) en cierta forma se desataba la tormenta que amenazaba con hacer caer las banderas del Socialismo en la Unión Soviética. En realidad se dejaba entrever, como un extraño presagio de esa caída, en dos corrientes que hacían mirar con recelo a la Plaza Roja y la estabilidad del ejemplo soviético: La Perestroika y la Glasnov, habían trascendido más allá de las páginas de la revista Sputnik, el diario Pravda (en su versión al español) y otras como Novedades de Moscú, que podían adquirirse en los estanquillos de toda la Isla.
Muchos de estos jóvenes, reunidos en la calle G, convergían en fogosas tertulias (con los estudiantes de la Facultad de Periodismo), desde la mañana y hasta bien entrada la noche, en la Casa del Té: ubicada en la misma esquina donde convergían las avenidas: 23 y G. Otros, un grupo más pequeño, acudía a la Sala del Té, en la sede nacional de la UPEC, donde no solo se tomaba el Chácara (así le llamaban a la infusión mambisa del té escarchado con ron), sino que también se debatía ampliamente, aunque en voz baja los temas más calientes del momento. Así lo escuchábamos entre ciertos profesionales convertidos en personajes habituales en esta Sala. Lo mismo se hablaba de los asuntos relacionados con la política nacional, hasta la necesidad de realizar cambios en las diferentes estructuras de dirección del Partido y del Gobierno.
En realidad el abordaje de estas cuestiones de marcado interés público, influyeron (en mi criterio) en los argumentos que serían manejados después en la reunión. Solo que el lugar de las tertulias había sido concebido como un espacio para los miembros de la UPEC: periodistas, camarógrafos, y fotorreporteros, en el cual pudieran compartir un refrigerio, “tomar un aire” fuera de las redacciones y vincularse en un contexto más íntimo en relación con los intereses profesionales. Pero en realidad, este lugar, funcionaba como una especie de válvula de escape que permitía expresar libremente aquellos criterios que, por el momento, debían permanecer a la sombra.
Desde entonces, hasta la fecha, he leído muchas mentiras escritas por algunos de los protagonistas de aquel encuentro hasta el punto de escuchar versiones que jamás se corresponderán con los sucesos de aquel día. Sí recuerdo a Fidel, mirándonos de una forma tranquila, ecuánime. Sentí vergüenza. Los criterios más acuciantes de algunos estudiantes fueron desmentidos con pruebas irrefutables como, por ejemplo, cuando alguien afirmó que Granma había publicado en relación con la donación de un hospital, realizada por Fidel, a un país latinoamericano. El periódico que nos mostraron decía lo contrario. No era el nombre de Fidel (el sujeto) sino el nombre de Cuba.
Así pasaron las horas. Largas horas en las cuales (finalmente) algunos pudimos intervenir. Pedimos a Fidel que nos explicara la situación que se vivía en la, entonces Unión Soviética, y qué podía pasar.
Debo hacer justicia a la modesta, serena y valiente actitud de Fidel. Dijo (en 1987), y recuerdo que no fue años después, que “mañana podemos amanecer con la noticia de que la Unión Soviética ha desaparecido” y con ella muchos de los planes, programas y convenios de colaboración establecidos por nuestro país. Fue el momento en que nos alertó de que debíamos estar mejor preparados para si llegara ese momento. Advirtió que viviríamos años difíciles y la amenaza de agresión por parte del gobierno de los Estados Unidos, cebaría sus esperanzas de destruirnos con el recrudecimiento del bloqueo impuesto (oficialmente) desde 1962 por la administración norteamericana en el poder.
Personalmente, como muchos estudiantes, participaba en las jornadas voluntarias para la construcción de Círculos Infantiles y Policlínicas, pero reconozco (y no estoy obligado a decirlo) que, a pesar de mi presencia sistemática, no alcanzaba las horas voluntarias que hizo el Comandante en Jefe, Fidel, (quien) después de duras jornadas de trabajo en relación con la dirección del Estado cubano realizaba estas faenas. Lo demostró en aquel momento. Preguntó quién de nosotros salía después del turno de clases y cooperaba en una de esas construcciones. También (después) charló un poco más animado y recordó que, por su responsabilidad, no podía hacer muchas de las cosas que hacíamos los estudiantes: ir a la playa, a un cine o sencillamente caminar por una calle (como el malecón habanero) o pararse en una esquina.
Considero, aún, que ocurrieron hechos precedentes capaces de estimular un encuentro entre la alta dirección del Estado cubano y los estudiantes de la Facultad de Periodismo. Se suponía (en mi criterio) que la selección de estos jóvenes (futuros periodistas) posibilitaría abordar, con una mentalidad desprejuiciada y fresca, asuntos que podrían aportar valiosas ideas en relación a la línea trazada por la Revolución. Solo que habíamos fracasado. Lo digo, sin ningún temor a cuestionamientos. Era realmente una oportunidad, no solo para hablar de los posibles errores (reitero, y que además toda obra humana se puede corregir). Podíamos aportar ideas, argumentos.
Alguien escribiría (desde el nuevo herald, en Miami), veinte años después:
“En los insondables archivos históricos del Consejo de Estado de Cuba deben permanecer guardadas para la posteridad las grabaciones de una singular reunión de estudiantes universitarios con Fidel Castro y la máxima plana gubernamental, ocurrida hace exactamente 20 años.
"Si en un futuro de cambios políticos en la isla se nos diera a los cubanos la hipotética opción de revisar y rescatar –a la manera del filme alemán The Life of Others (2006)– documentos, expedientes secretos y fichas fabricadas por la inteligencia castrista, me interesaría obtener una copia de aquel acontecimiento habanero que conmocionó el ámbito académico, destrozó compromisos ideológicos y transformó para siempre el modo de pensar de muchos de mis colegas actuales, por entonces profesores y alumnos en la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana".
Por supuesto que también marcó definitivamente mi pensamiento y mis pasos posteriores. Aquel articulista expresaba:
"Me gustaría conservar esa filmación del 26 de octubre de 1987 como un colosal testimonio de manipulación política, acaso de utilidad para comprender una etapa cubana poco estudiada y menos entendida. Pero también para preservar en imágenes los comportamientos de una generación que transitó agitadamente del idealismo al descreimiento”.
"Fue una batalla campal de más de 12 horas en un salón de actos del Consejo de Estado. El Líder Máximo, el entonces gurú ideológico Carlos Aldana y otras connotadas figuras de la nomenclatura castrista, recibieron a 276 estudiantes de Periodismo y sus profesores para sostener una conversación sobre el papel de la prensa ante las difíciles condiciones que enfrentaba el país”.
Respondo que:
No fue, realmente, una batalla campal. No hubo, tampoco, dos bandos. Solo las voces de quienes aprovecharon el momento para hablar “en nombre de todos” y, por supuesto, (sin nadie mediar y presionar) fueron silenciadas por los argumentos irrebatibles de Fidel. Eso fue lo que ocurrió. Soy testigo de aquellos hechos. También es posible que esas grabaciones existan. Como muchas otras reuniones, de interés de Estado (en cualquier país) no son de la incumbencia pública.
Mientras escribía estas líneas he vuelto a sentir la sensación del primer día, mi primera nota. Desde hace mucho tiempo escribo lo que pienso y, por consiguiente, soy responsable de mis actos. Percibo que era necesario, aunque aún faltan unos días para recordar aquella jornada de octubre de 1987.
(…). Los momentos vividos aún se sucedían como un filme en mi cabeza. Me siento tranquilo.
Por supuesto, algunos cruzaron la línea que nos separa en el espacio y el tiempo. Esa es su libertad. Hicieron el camino que escogieron, pero en mi caso cumplo lo prometido, aunque no como quisiera. Asumo el derecho a recordar que, una vez más, el Comandante en Jefe, Fidel demostró (como hizo recientemente en su encuentro con los jóvenes universitarios para enviar su mensaje de Paz al mundo en contra de la guerra) su capacidad de líder histórico de la Revolución. Supo y puede ver, aún, el futuro; una virtud que es excepcional para aquellos que pueden viajar hacia ese espacio en el tiempo y regresar al presente para contarlo. 



20 de octubre de 2013


En cada discurso, dialogo e intervención con los periodistas de todo el país se debatían cuestiones durísimas que encontraban una respuesta inmediata en las acciones del líder histórico de la Revolución cubana. Por demás, el único estadista que dialogaba con su pueblo en plena Plaza de la Revolución. ¿Cuántas veces después de conversar con los periodistas, Fidel, se esclarecía de fenómenos muy particulares del trabajo de la redacción? ¿Acaso disponía de más de 24 horas para mantener aquella costumbre de visitar las redacciones de los periódicos nacionales desde los primeros años de la Revolución, meterse en los talleres, sentir el olor de la tinta, hablar con los colegas, escucharlos, sobre todo escucharlos, compartir criterios, sugerir, apuntar? 


Tuve la suerte de participar en muchas actividades presididas por Fidel, especialmente las relacionadas con Globalización y problemas del desarrollo. Jamás Fidel se sintió ajeno a las necesidades de la prensa y actuaba de manera enérgica y consecuente. Aun lo hace. Aun escribe, Aun es periodista y lo demuestra. Todas las respuestas a los problemas que plantean los periodistas fueron expuestas, en este III Pleno como parte de la agenda pública, de las necesidades de la agenda editorial y lo que se espera de los decisores del contenido en la agenda política. En lo personal subrayo las palabras de Ariel Terrero. Me pregunto:


¿Qué no se entendió?