"El primer
deber de un hombre de estos días,
es ser un hombre de su tiempo".
José
Martí.
Raúl San Miguel
Fotos de Internet
Transcurría,
precisamente, un mes de octubre de 1987 cuando el líder histórico de la
Revolución cubana, el eterno Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, nos convocó,
específicamente a los estudiantes de la Facultad de Periodismo de la
Universidad de la Habana para sostener un encuentro en un salón de reuniones
del Consejo de Estado, lugar, donde el propio Fidel aseguró que se había
reunido, muchísimas veces, con trabajadores de diferentes sectores.
Como profesional
he participado en reuniones de la UPEC, pero sobre todo conozco y comparto el
pensamiento revolucionario de mis colegas. Entonces me pregunto. ¿Qué no se
entendió en este III Pleno con respecto a las cuestiones respondidas por mis
colegas?
Las
intervenciones dejan claro y sin ambages qué nos falta y qué buscamos para ser
eficientes, eficaces y efectivos frente a los retos dificilísimos que impone la
guerra mediática de Estados Unidos contra nuestro país y el contexto real de un
mundo globalizado donde la prensa cubana debe enfrentarse a una realidad
ciberespacial, pero no virtual.
Considero
necesario traer la referencia de lo ocurrido en ese Pleno de la Upec donde, en estas intervenciones, están las respuestas
esenciales. Cito de Cubaperiodistas.cu
Efectuado el III
Pleno del Comité Nacional de la Upec
Amplio y
transparente debate sobre los desafíos del periodismo de hoy. Presidió
Díaz-Canel el Pleno, y llamó a fortalecer la calidad de nuestros medios
Lilibet Enriquez
Infante
Fotos: Yoandri Avila y Pastor Batista
Con la
participación de Miguel Díaz-Canel, miembro del Buró Político y primer
vicepresidente de los Consejos de Estado y Ministros, se efectuó este sábado el
III Pleno del Comité Nacional de la UPEC.
Al resumir el Pleno, caracterizado por una amplia discusión y debate sobre los
problemas que enfrentan hoy los periodistas y la prensa, Díaz-Canel llamó a
trabajar por una mayor calidad, pues es lo que va a resolver los desafíos que
tiene el periodismo hoy.
En un primer momento, la Presidencia rindió cuentas del trabajo al Comité
Nacional, pues “lo que es constante para nosotros es cumplir con los objetivos
del IX Congreso y la Primera Conferencia del Partido”, aseguró Antonio Moltó,
presidente de la UPEC.
Comentó que el análisis será útil, si luego del Pleno, al reencontrarnos con
los afiliados, les traslademos las señales sobre lo más urgente que se defina
en nuestro debate.
Recordó las palabras de Fidel Castro cuando dijo que “no saldríamos del Periodo
Especial sin la prensa”. Hoy no podremos vencer esta nueva etapa sin la
contribución activa de una prensa de alta competencia profesional, liderazgo y
capaz de generar unidad y confianza en torno a las instituciones del Estado y
del Partido.
“Nuestro gran reto como periodista y trabajadores de la comunicación es cumplir
con ese principio y lograr que otros actores decisivos de la sociedad lo
comprendan y lo asuman”. “Hay un contexto favorable”, aseguró.
Rosa Miriam Elizalde, miembro de la Presidencia de la Upec.
En un segundo
momento, Rosa Miriam Elizalde, miembro de la Presidencia de la Upec y quien
encabezó un grupo de trabajo de la organización, presentó los resultados de una
Encuesta Nacional de Medios en la que participaron 140 publicaciones, y
adelantó detalles de los debates que concluyeron con un grupo de principios
para actualizar el modelo de la prensa en Cuba.
El estudio, que incluye al 97% de los medios tradicionales en el país -radio,
televisión y prensa escrita- y se debatió por regiones con los afiliados,
demostró que nuestros medios tienen graves problemas de gestión económica, de
plantilla y de atención a las audiencias.
Además de identificar el presupuesto de los medios en el 2013, la Encuesta
ofreció una panorámica sobre la correlación entre población y tenencia de medios
(receptores) en el país, sobre la base de los resultados del Censo Nacional de
Población y Viviendas del 2012.
Rosa Miriam Elizalde explicó que nuestro sistema de medios tiene limitaciones
para intervenir con eficacia en el escenario de la convergencia de la cultura
analógica y la digital, mientras se está produciendo un crecimiento exponencial
de contenidos culturales e informativos generados por el sector emergente de la
economía. Este comienza a gestionar un grupo de medios, que posee una notable
presencia en el espacio público digital del país.
“Sin embargo, las potencialidades son enormes para el sistema institucional de
medios públicos de la Revolución, que cuenta con infraestructura, estructuras
organizativas y profesionales preparados para generar propuestas de calidad,
diversas y más cercanas a las necesidades informativas de la población, que
aquellas subordinadas exclusivamente al mercado”, aseguró.
Ariel Terrero, miembro de la Presidencia y también integrante del grupo de
trabajo, presentó un informe con aspectos concretos sobre la propuesta de
principios económicos para la gestión de la prensa, debatidos en encuentros
previos efectuados en todo la Isla.
Terrero aseguró que en el sector existe la percepción de que resulta necesaria
una transformación simultánea de la gestión mediática y de la gestión económica
en el sistema de comunicación. “Parece muy difícil avanzar hacia una manera
eficiente de concebir y ejecutar las políticas informativas en un medio,
mientras la prensa siga atada a una administración presupuestaria ineficiente,
rígida e incapaz de cumplir los objetivos económicos que se propone”, aseguró.
Isabel Moya, miembro del Comité Nacional de la Upec y directora de la Editorial
de la Mujer.
DIFERENCIAR LA
GESTION Y LA PROPIEDAD DE LOS MEDIOS
En el debate
sobre este asunto, Isabel Moya subrayó que es preciso diferenciar la gestión y
la tenencia de los medios. Además de los medios nacionales hay un sistema de
publicaciones del Ministerio de Cultura, por ejemplo, que plantean debates
políticos e ideológicos muy ricos que deberían tener resonancia en los medios
de mayores tiradas, explicó.
Igualmente se refirió a la necesidad de pensar en las inversiones en la prensa
y en ver tanto los asuntos globales como locales, para articular los discursos
de tal manera que conduzcan al cambio que necesitamos para mejorar la eficacia
informativa.
También trató el tema de los calificadores de cargos, que no reconocen las
nuevas especialidades que han surgido en los últimos años y las gente termina
ocupando plazas que no se corresponden con su verdadero trabajo.
Por otro lado, Adalys Ray, presidenta de la UPEC en Las Tunas, enfatizó en la
importancia de que cada territorio tenga la información de la provincia y pueda
discutir estos temas teniendo en cuenta las particularidades de cada región.
Además, “tenemos que formar habilitadores de medios, porque estamos necesitando
esas competencias”, dijo. Si queremos el cambio, tenemos que demostrar que
podemos hacerlo. Tenemos que ser ingenieros de nuestro proceso, sentenció.
“La vida nos está pasando por el lado, mientras nosotros estamos estancados”,
reflexionó Ricardo Ronquillo. Lo primero es asumir la urgencia del cambio de
modelo de gestión para fortalecer la credibilidad de los medios y las
instituciones que estos representan. Aseguró que tenemos una visión a veces
estrecha del sistema de medios, que no está integrado exclusivamente por
aquellos que representan las instituciones estatales y sociales del país.
AUTONOMIA PARA
EL TRABAJO PERIODÍSTICO
Por ello,
necesitamos principios comunes y una directiva sobre cómo actuar frente a cada
tema, aseguró Maribel Acosta. Tenemos que tener autonomía para trabajar sobre
la base de normas comunes, que se puedan ir reconstruyendo de acuerdo con las
experiencias y necesidades que vayan surgiendo.
Explicó que hoy menos del 50 % de nuestros graduados de periodismo están en los
medios. Los estudiantes llegan y al poco tiempo viene un proceso de desencanto con
el modelo de producción y las rutinas que encuentran en las redacciones.
Yosley Carrero, periodista del Sistema Informativo de la TV cubana y miembro
del Comité Nacional de la Upec.
ASPIRACIONES
DE LOS JÓVENES
Por ello, hay
que mirar de manera particular cuáles son las aspiraciones de los jóvenes,
afirmó Yosley Carrero. Generalmente estos no encuentran temas atractivos para
ejecutar sus competencias en el sistema de medios. Por ello, a veces tienen un
discurso en los medios tradicionales donde trabaja y otro distinto en espacios
alternativos, donde también participan o gestionan, como los blogs.
No se puede construir un cambio solo con el aporte de los jóvenes, ni sin
ellos, y reclamó estrategias para atraer a los jóvenes que se han alejado de
los medios tradicionales. “Para eso tenemos que ser competitivos en este
escenario, intencionando nuestro discurso en otros canales y rescatar a las
audiencias que hemos perdido”, añadió.
“Yo creo que estamos cambiando en la prensa”, aseguró Raúl Garcés, miembro de
la Presidencia y decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La
Habana. Reconoció que los periodistas cubanos suelen ser disciplinados con
respecto a la defensa de la Revolución, pero indisciplinados en el pensamiento;
indisciplina que se expresa en la diversidad de ideas y propuestas para mejorar
la prensa. Defendió la necesidad de que se genere el debate público y la
posibilidad, incluso, que en este se exprese la equivocación o el error. “En
Cuba no podemos aspirar al discurso público perfecto, porque no existe. Eso
sería simulación”.
“Los cambios en la gestión económica no deben seguir esperando; mientras no
contemos con una política de comunicación del Estado y el gobierno, y sus
correspondientes reglamentos, habría que implementar iniciativas que no
deberían esperar”, afirmó.
Dijo que la prensa es imprescindible para que Cuba mantenga su autoestima y
recordó que el discurso de Fidel Castro durante todos estos años de Revolución
ha sido el de convertir a una isla perdida en el mapa en un gran país.
Por eso, como dijo Arleen Rodríguez, miembro de la Presidencia, el brazo
fundamental del Partido tiene que ser la prensa. Somos una potencia política
que hay que salvar y a veces, por decisiones economicistas, aparecen ciertas
confusiones y la prensa no ofrece la orientación que las audiencias reclaman.
Solo el deseo no va a cambiar la realidad, aseguró Randy Alonso, director de
CubaDebate y de la Mesa Redonda. Podemos seguir trabajando en el ámbito de un
cambio económico, pero si no va acompañado por acciones en el orden estratégico
nuestros medios corren el riesgo de perder credibilidad.
En consonancia, Ariel Terrero retomó una frase que por manida no deja de ser
cierta, “lo más difícil es el cambio de mentalidad”. Estamos hablando de hacer
y no pedir, pero tenemos que pedir que nos dejen hacer, sentenció.
Por ello, dijo Gladys Egües, el momento no es de prohibir sino de conducir. “Un
pueblo formidable necesita una prensa a la altura de la Revolución”.
Este debate demuestra que hoy no solo se genera un discurso desde lo
profesional, sino que hay una vanguardia que nos acompaña y que mantiene la
certeza de que es posible mejorar lo que tenemos, aseguró Rosa Miriam. Estamos
parados sobre un polvorín, porque lo que discutimos no es solo la sobrevivencia
del Sistema de Comunicación de la Revolución, sino de su Sistema Político, pero
también estamos parados sobre una mina de oro. Hoy la producción de contenidos
genera ingresos que impactan en el PIB de cualquier país, y Cuba, con
profesionales altamente preparados, no tendría por qué ser la excepción.
PALABRAS DE
DIAZ-CANEL
En las
conclusiones del Pleno, Díaz-Canel convocó a generar de conjunto los cambios
que necesita la prensa para mejorar sus propuestas informativas.
Aseguró que uno de los retos es lograr que nuestros medios sean los preferidos
de las audiencias cubanas, por ser mejores y por brindar contenidos de mayor
calidad, que aquellos que circulan por otros canales. ¿Qué hacer para que
nuestros medios sean política y culturalmente más atractivo?, es una pregunta
que debemos hacernos, enfatizó.
Más adelante, se refirió los cambios que percibe en el trabajo de la Upec.
Destacó la preocupación, la dinámica de trabajo, los vínculos con los medios
provinciales y las delegaciones y las relaciones con la Academia.
Aseguró que “el secretismo ha disminuido”, pero sigue existiendo el
autosecretismo y la autocensura, y aseguró que falta cultura comunicacional que
hay que terminar de construir.
Particularmente me preocupa más la desprofesionalización que hay en el sector,
pues si no tenemos la gente capacitada no logramos nada, dijo. “La premisa es
la calidad”, que va a resolver los desafíos que tenemos por delante.
“No creamos que tenemos la peor prensa del mundo”, afirmó. No podemos vivir con
clichés sobre la gran prensa extranjera. Esa no es la referencia, sino que
tenemos que construir una propuesta nuestra sobre la base de nuestra cultura y
nuestra historia, concluyó.
DESPEDIDA Y
BIENVENIDA
Al comienzo del
Pleno, el presidente de la Upec, Antonio Moltó, rindió homenaje a Yudaisis
Moreno designada recientemente directora del periódico El artemiseño, y dio la
bienvenida de Odalys Acosta, quien recientemente fue electa presidenta de la
delegación provincial de la Upec en Artemisa.
Tomado de Cubaperiodistas.cu
APUNTES NECESARIOS DE UN ENCUENTRO CON FIDEL
A propósito del Día de la
Cultura cubana, recuerdo un extraordinario encuentro de los estudiantes de
periodismo con Fidel y que marcó, también un día de octubre, pero de 1987, la
vida de muchos compañeros, de la misma forma que se produjo aquel temprano
encuentro con los intelectuales cubanos en la Biblioteca Nacional, José Martí,
entre los días 16,23 y 30 de junio de 1961.
La primera vez que escribí, y
fui publicado en un periódico, experimenté una sensación de libertad
indescriptible. Recuerdo que observé mi nombre, justo frente a los ojos de
alguien que leía mi artículo en el ómnibus, y sentí deseos de decirle que era
yo; pero me contuve (y me alegro) ¿Quién era yo…? cuando apenas comenzaba a
balbucear (a duras penas) mi nombre en un diario. Un nombre que por demás no
tenía importancia solo para los conocidos y en la familia. Después, durante los
días en la radio (en realidad fueron años) y alcancé la categoría hombre-radio
(entre mis compañeros), entonces lograba dar los primeros pasos en el
periodismo: una profesión en espiral que puede conducir (a través del tiempo y
el espacio) en solo dos direcciones: hacia el futuro o hacia el pasado.
Advierto que es mi criterio. Por supuesto, me atengo a lo que justifico
(reitero, en modo personal) en el título de este comentario.
O sea, que daba mis primeros pasos en la profesión cuando tuve el raro
privilegio de participar en una reunión de los estudiantes de periodismo con el
Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, en un salón del Consejo de Estado. Corría
el día 26 de octubre de 1987 y experimenté uno de los hechos más
extraordinarios que marcarían definitivamente mi existencia. Antes, apenas tres
años antes, había conocido los rigores de la vida en la frontera. Sobre una
pequeña embarcación de 36 pies de eslora tenía el espacio y el tiempo
necesarios para mirar hacia un punto del horizonte. En aquella línea o detrás
estaba Cuba. Otras veces, podía verla más cerca en una flameante visión que se
diluía en la medida que subía el sol, como si fuese un oasis. Otras, estábamos
tan cerca que podíamos olerla. Era una fiesta cuando pisábamos sus costas.
Durante ese tiempo debo haber crecido.
Lo que ocurre es que me había prometido escribir un testimonio (y que aun debo)
en relación con los sucesos de aquella tarde que se extendió hasta pasadas las
diez de la noche. Entonces pensé un título: El ruido de las sombras. Lo pensé
por los días en que se cumplían veinte años de aquel encuentro y leí, en la
Internet, algunos criterios expuestos por estudiantes que estuvieron en la
reunión. En realidad no habían (los que mostraron, como después se comprobó su
posición contraria a la Revolución) alcanzado a lanzar todos los dardos y
tampoco pudieron alcanzar el corazón de la Revolución en aquellos momentos.
Actuaron bajo las sombras del tiempo y esgrimieron “verdades” que solo
acentuaron el odio primitivo de los enemigos jurados de un proceso social
incompatible con el sueño imperialista de apoderarse de Cuba. (...):
Aquella mañana la ciudad amaneció cubierta por una gruesa capa nubes de color
plomizo que presagiaba, con las primeras lluvias de octubre, el comienzo de una
temporada ciclónica activa. Sin embargo, bajo la amenaza de un inminente
aguacero, pequeños grupos de estudiantes, separados por una frecuencia de 3 a 5
minutos, cruzaron la avenida 23 en dirección a la sede del Comité Central del
Partido Comunista de Cuba. El día anterior los estudiantes de la Facultad de
Periodismo de la Universidad de La Habana desconocíamos que formaríamos parte
de tan extraña e imperceptible caravana, aunque sí (excepto los alumnos
extranjeros), habíamos recibido la orientación de escribir (cada alumno) dos preguntas
relacionadas con temas de interés político y social que nos inquietaban y la
posibilidad de sostener una conversación con algunas de las principales figuras
del Departamento Ideológico del Partido, en relación con el papel de la prensa
cubana ante las difíciles condiciones que enfrentaba el país.
El movimiento de aquella “tropa” integrada por casi 300 estudiantes, hacia la
sede del Consejo de Estado, fue quizá uno de los traslados públicos de personas
(sin emplear transporte) más bien organizados por los miembros de la Seguridad
Presidencial. Incluso, resultaba imperceptible para el observador más aguzado
__acostumbrado o no al movimiento de estudiantes universitarios por esas calles
del Vedado. Sobre todo, si estaba ajeno a la confirmación de un rumor que
circulaba en nuestras aulas: Carlos Aldana Escalante, por entonces jefe del
Departamento Ideológico del Comité Central del Partido, había accedido a
sostener un encuentro con los estudiantes de la Facultad de Periodismo. Pero la
reunión ya no sería en un teatro de la capital (incluso se hizo referencia al
de la CTC).
Por aquellos días la Avenida de los Presidentes, popularmente conocida como
Calle G, se había convertido en escenario recurrente para decenas de jóvenes
que repetían la canción del trovador Carlos Varela como si, específicamente, en
una de sus canciones podrían tomar el carcaj del Guillermo Tell y “armados” con
esta letra rebelde, exigían, que tocaba al padre y no al hijo colocar “la
manzana en la cabeza”. Otros realizaban sus performances, en un esfuerzo por
comunicar una forma de expresión a través de las artes plásticas y exponían, a
cielo abierto, con el objetivo público de romper lo que, por entonces (en
algunos pequeños círculos) llamaban el síndrome del silencio. Se referían a las
limitaciones de la prensa cubana para abordar temas considerados tabúes o,
sencillamente, “prohibidos”. De esta manera se valían de la música, la
literatura y las artes en general, para exponer asuntos considerados
flameantes.
Del otro lado del océano, a 9 550 kilómetros (en Moscú) en cierta forma se
desataba la tormenta que amenazaba con hacer caer las banderas del Socialismo
en la Unión Soviética. En realidad se dejaba entrever, como un extraño presagio
de esa caída, en dos corrientes que hacían mirar con recelo a la Plaza Roja y
la estabilidad del ejemplo soviético: La Perestroika y la Glasnov, habían
trascendido más allá de las páginas de la revista Sputnik, el diario Pravda (en
su versión al español) y otras como Novedades de Moscú, que podían adquirirse
en los estanquillos de toda la Isla.
Muchos de estos jóvenes, reunidos en la calle G, convergían en fogosas
tertulias (con los estudiantes de la Facultad de Periodismo), desde la mañana y
hasta bien entrada la noche, en la Casa del Té: ubicada en la misma esquina
donde convergían las avenidas: 23 y G. Otros, un grupo más pequeño, acudía a la
Sala del Té, en la sede nacional de la UPEC, donde no solo se tomaba el Chácara
(así le llamaban a la infusión mambisa del té escarchado con ron), sino que
también se debatía ampliamente, aunque en voz baja los temas más calientes del
momento. Así lo escuchábamos entre ciertos profesionales convertidos en
personajes habituales en esta Sala. Lo mismo se hablaba de los asuntos
relacionados con la política nacional, hasta la necesidad de realizar cambios
en las diferentes estructuras de dirección del Partido y del Gobierno.
En realidad el abordaje de estas cuestiones de marcado interés público,
influyeron (en mi criterio) en los argumentos que serían manejados después en la
reunión. Solo que el lugar de las tertulias había sido concebido como un
espacio para los miembros de la UPEC: periodistas, camarógrafos, y
fotorreporteros, en el cual pudieran compartir un refrigerio, “tomar un aire”
fuera de las redacciones y vincularse en un contexto más íntimo en relación con
los intereses profesionales. Pero en realidad, este lugar, funcionaba como una
especie de válvula de escape que permitía expresar libremente aquellos
criterios que, por el momento, debían permanecer a la sombra.
Desde entonces, hasta la fecha, he leído muchas mentiras escritas por algunos
de los protagonistas de aquel encuentro hasta el punto de escuchar versiones
que jamás se corresponderán con los sucesos de aquel día. Sí recuerdo a Fidel,
mirándonos de una forma tranquila, ecuánime. Sentí vergüenza. Los criterios más
acuciantes de algunos estudiantes fueron desmentidos con pruebas irrefutables
como, por ejemplo, cuando alguien afirmó que Granma había publicado en relación
con la donación de un hospital, realizada por Fidel, a un país latinoamericano.
El periódico que nos mostraron decía lo contrario. No era el nombre de Fidel
(el sujeto) sino el nombre de Cuba.
Así pasaron las horas. Largas horas en las cuales (finalmente) algunos pudimos
intervenir. Pedimos a Fidel que nos explicara la situación que se vivía en la,
entonces Unión Soviética, y qué podía pasar.
Debo hacer justicia a la modesta, serena y valiente actitud de Fidel. Dijo (en
1987), y recuerdo que no fue años después, que “mañana podemos amanecer con la
noticia de que la Unión Soviética ha desaparecido” y con ella muchos de los
planes, programas y convenios de colaboración establecidos por nuestro país.
Fue el momento en que nos alertó de que debíamos estar mejor preparados para si
llegara ese momento. Advirtió que viviríamos años difíciles y la amenaza de
agresión por parte del gobierno de los Estados Unidos, cebaría sus esperanzas
de destruirnos con el recrudecimiento del bloqueo impuesto (oficialmente) desde
1962 por la administración norteamericana en el poder.
Personalmente, como muchos estudiantes, participaba en las jornadas voluntarias
para la construcción de Círculos Infantiles y Policlínicas, pero reconozco (y
no estoy obligado a decirlo) que, a pesar de mi presencia sistemática, no
alcanzaba las horas voluntarias que hizo el Comandante en Jefe, Fidel, (quien)
después de duras jornadas de trabajo en relación con la dirección del Estado
cubano realizaba estas faenas. Lo demostró en aquel momento. Preguntó quién de
nosotros salía después del turno de clases y cooperaba en una de esas
construcciones. También (después) charló un poco más animado y recordó que, por
su responsabilidad, no podía hacer muchas de las cosas que hacíamos los
estudiantes: ir a la playa, a un cine o sencillamente caminar por una calle
(como el malecón habanero) o pararse en una esquina.
Considero, aún, que ocurrieron hechos precedentes capaces de estimular un
encuentro entre la alta dirección del Estado cubano y los estudiantes de la
Facultad de Periodismo. Se suponía (en mi criterio) que la selección de estos
jóvenes (futuros periodistas) posibilitaría abordar, con una mentalidad
desprejuiciada y fresca, asuntos que podrían aportar valiosas ideas en relación
a la línea trazada por la Revolución. Solo que habíamos fracasado. Lo digo, sin
ningún temor a cuestionamientos. Era realmente una oportunidad, no solo para
hablar de los posibles errores (reitero, y que además toda obra humana se puede
corregir). Podíamos aportar ideas, argumentos.
Alguien escribiría (desde el nuevo herald, en Miami), veinte años después:
“En los insondables archivos históricos del Consejo de Estado de Cuba deben
permanecer guardadas para la posteridad las grabaciones de una singular reunión
de estudiantes universitarios con Fidel Castro y la máxima plana gubernamental,
ocurrida hace exactamente 20 años.
"Si en un futuro de cambios políticos en la isla se nos diera a los
cubanos la hipotética opción de revisar y rescatar –a la manera del filme
alemán The Life of Others (2006)– documentos, expedientes secretos y fichas
fabricadas por la inteligencia castrista, me interesaría obtener una copia de
aquel acontecimiento habanero que conmocionó el ámbito académico, destrozó
compromisos ideológicos y transformó para siempre el modo de pensar de muchos
de mis colegas actuales, por entonces profesores y alumnos en la Facultad de
Periodismo de la Universidad de La Habana".
Por supuesto que también marcó definitivamente mi pensamiento y mis pasos
posteriores. Aquel articulista expresaba:
"Me gustaría conservar esa filmación del 26 de octubre de 1987 como un
colosal testimonio de manipulación política, acaso de utilidad para comprender
una etapa cubana poco estudiada y menos entendida. Pero también para preservar
en imágenes los comportamientos de una generación que transitó agitadamente del
idealismo al descreimiento”.
"Fue una batalla campal de más de 12 horas en un salón de actos del
Consejo de Estado. El Líder Máximo, el entonces gurú ideológico Carlos Aldana y
otras connotadas figuras de la nomenclatura castrista, recibieron a 276
estudiantes de Periodismo y sus profesores para sostener una conversación sobre
el papel de la prensa ante las difíciles condiciones que enfrentaba el país”.
Respondo que:
No fue, realmente, una batalla campal. No hubo, tampoco, dos bandos. Solo las
voces de quienes aprovecharon el momento para hablar “en nombre de todos” y,
por supuesto, (sin nadie mediar y presionar) fueron silenciadas por los
argumentos irrebatibles de Fidel. Eso fue lo que ocurrió. Soy testigo de
aquellos hechos. También es posible que esas grabaciones existan. Como muchas
otras reuniones, de interés de Estado (en cualquier país) no son de la
incumbencia pública.
Mientras escribía estas líneas he vuelto a sentir la sensación del primer día,
mi primera nota. Desde hace mucho tiempo escribo lo que pienso y, por
consiguiente, soy responsable de mis actos. Percibo que era necesario, aunque
aún faltan unos días para recordar aquella jornada de octubre de 1987.
(…). Los momentos vividos aún se sucedían como un filme en mi cabeza. Me siento
tranquilo.
Por supuesto, algunos cruzaron la línea que nos separa en el espacio y el
tiempo. Esa es su libertad. Hicieron el camino que escogieron, pero en mi caso
cumplo lo prometido, aunque no como quisiera. Asumo el derecho a recordar que,
una vez más, el Comandante en Jefe, Fidel demostró (como hizo recientemente en
su encuentro con los jóvenes universitarios para enviar su mensaje de Paz al
mundo en contra de la guerra) su capacidad de líder histórico de la Revolución.
Supo y puede ver, aún, el futuro; una virtud que es excepcional para aquellos
que pueden viajar hacia ese espacio en el tiempo y regresar al presente para
contarlo.
20 de octubre
de 2013
En cada
discurso, dialogo e intervención con los periodistas de todo el país se
debatían cuestiones durísimas que encontraban una respuesta inmediata en las
acciones del líder histórico de la Revolución cubana. Por demás, el único
estadista que dialogaba con su pueblo en plena Plaza de la Revolución. ¿Cuántas
veces después de conversar con los periodistas, Fidel, se esclarecía de
fenómenos muy particulares del trabajo de la redacción? ¿Acaso disponía de más
de 24 horas para mantener aquella costumbre de visitar las redacciones de los
periódicos nacionales desde los primeros años de la Revolución, meterse en los
talleres, sentir el olor de la tinta, hablar con los colegas, escucharlos,
sobre todo escucharlos, compartir criterios, sugerir, apuntar?
Tuve la suerte
de participar en muchas actividades presididas por Fidel, especialmente las
relacionadas con Globalización y problemas del desarrollo. Jamás Fidel se
sintió ajeno a las necesidades de la prensa y actuaba de manera enérgica y
consecuente. Aun lo hace. Aun escribe, Aun es periodista y lo demuestra. Todas
las respuestas a los problemas que plantean los periodistas fueron expuestas,
en este III Pleno como parte de la agenda pública, de las necesidades de la
agenda editorial y lo que se espera de los decisores del contenido en la agenda
política. En lo personal subrayo las palabras de Ariel Terrero. Me pregunto:
¿Qué no se
entendió?