Raúl
San Miguel
“La gratitud, como ciertas flores,
no se da en la altura y mejor reverdece
en la tierra buena de los humildes”.
José Martí
Óleo de
Vicente Bonachea
Siempre
que pasa es como si se entumecieran mis manos, negadas a escribir la prisa
angustiosa de una pérdida que va mucho más allá de la memoria de la sangre y se
adentra en ese territorio que se construye entre y para los amigos. Esta vez,
el dardo hizo diana en el centro del pecho, me estremeció como suele hacerlo
una montaña antes de lanzar su grito de fuego al cielo.
En la
mañana se había detenido el corazón de mi tía Surith. La noticia llegó temprano
tenía ese acento gélido de los días grises que no encuentran su invierno, sino
la tempestad por compañía. La tarde cerró antes del ocaso. En Güira de Melena,
Freigo, el amigo de batallas, hombre de acción y preclara inteligencia había
partido. Deletree cada silaba de la
muerte y encontré la respuesta agazapada en algún lugar a destiempo.