lunes, 28 de julio de 2014

¿De qué lado está la ONU?





Fotos de la Internet.

Textos de referencia tomados de la Internet

Las recientes declaraciones del secretario general de la ONU demuestran, una vez más, el temor de sancionar con una medida efectiva al gobierno de Tel Aviv y que les obligue a detener los bombardeos genocidas sobre Palestina.
Esa misma organización (ONU), cada vez menos funcional, no dudó en aplicar sanciones contra Libia, Iraq e Irán por solicitud de Washington y sus aliados imperialistas. No es un secreto que la guerra contra Iraq, se realizó bajo una extensa cobertura mediática de Estados Unidos, a partir de una mentira que se corroboró, posteriormente (lamentablemente): no existían armas nucleares en Iraq. Pero fue invadido, destruido y desestabilizado el país. La ONU, lo sabe.
En el caso de Libia, toda una conjura. También lo sabe. No pudo ser en Irán, por el momento, pero al estado de Israel, poco le importa. Sus armas siempre disponibles a una ofensiva, atacaron instalaciones en territorio iraní. El criterio del estado sionista manifiesta una peligrosa, más aún, una total libertad para decidir qué hacer, sin pedir permiso a nadie.

¿De qué lado está la ONU? ¿Cuál es su función? ¿Por qué el resto de las naciones no exigen detener esa masacre? No hay una guerra entre Israel y Palestina. Es un genocidio. No son dos ejércitos que se enfrentan. Es un estado que no reconoce el derecho de otro a existir y se propone borrarlo de la tierra.
Aquí dos muestras de la barbarie que no puede evitar la ONU, y la carta enviada por un médico noruego, del hospital de Shifa, al presidente Barack Obama.



 Cito:

“Estimado Obama, ¿Tiene usted un corazón? Le invito a pasar una noche, solo una noche, en el hospital de Shifa”, dijo el cirujano noruego Mads Gilbert en su carta.

Gilbert, que le dirigió la pregunta a Obama, anunció al mundo las condiciones en Gaza mediante una carta.

“Nadie con un corazón y poder podría alejarse y dar la espalda a lo que se vive en el hospital en Shifa sin tomar la decisión de poner fin a la masacre del pueblo palestino”, agregó Gilbert en su carta.

Queridos amigos y amigas:

La noche pasada fue extrema. La “invasión terrestre” de Gaza resultó en decenas de furgones con palestinos y palestinas con todo tipo de heridas, mutilados, destrozados, desangrándose, temblando; de todas las edades, todos civiles, todos inocentes.

Los héroes en las ambulancias y en todos los hospitales de Gaza están trabajando turnos de 12 y 24 horas, grises por el cansancio y la carga inhumana de trabajo (sin haber recibido ningún pago en Shifa en los últimos cuatro meses). Ellos atienden, derivan, tratan de entender el incomprensible caos de cuerpos, de tamaños, de miembros, de seres humanos que caminan, o no pueden caminar, que respiran, que no pueden respirar, que se están desangrando, y que no se desangran. ¡SERES HUMANOS!

Hoy, una vez más tratados como animales por “el ejército más moral del mundo” (sic).

Mi respeto por los heridos es infinito, en su sobria determinación en medio del dolor, la agonía y el shock; mi admiración por el personal y los voluntarios es infinita también; mi cercanía al sumud palestino me da fuerzas, aunque por momentos solo quiero gritar, abrazar fuerte a alguien, llorar, oler la piel y el cabello cálido de un niño cubierto de sangre, protegernos a nosotros mismos en un abrazo sin fin… pero no nos podemos permitir eso, y ellos tampoco.

Caras cenicientas… ¡Oh, no! No más cargas de decenas de mutilados y sangrantes… todavía tenemos lagos de sangre en el suelo en la sala de emergencias, pilas de vendas empapadas en sangre para limpiar… Oh, los limpiadores… en todas partes, quitando rápidamente la sangre y los tejidos descartados, el pelo, la ropa, las cánulas… los restos de la muerte… todo quitado del medio… para ser preparado nuevamente, para que todo se repita. Más de 100 casos llegaron a Shifa en las últimas 24 horas. Ya bastante para un gran hospital bien entrenado y equipado con todo lo necesario, pero aquí… casi no hay nada: no hay electricidad, ni agua, ni materiales desechables, ni medicamentos, ni mesas de operación, ni instrumentos, ni monitores… es como si todo hubiera sido sacado de museos de hospitales del pasado. Pero estos héroes no se quejan. Ponen manos a la obra, como guerreros, de frente, inmensamente resueltos.

Y mientras les escribo estas palabras, solo, en una cama, derramo lágrimas, cálidas pero inútiles lágrimas de dolor y de pena, de enojo y de miedo. ¡Esto no puede estar pasando!

Y entonces, justo ahora, la orquesta de la máquina de guerra israelí comienza de nuevo su espantosa sinfonía: salvas de artillería desde los barcos de la marina en la costa, los rugientes F16, los drones enfermantes (los “zennanis” árabes), los hummers y los molestos Apaches. Todo, demasiado, hecho y pagado por los Estados Unidos. Señor Obama: ¿tiene usted corazón?

Yo lo invito: pase una noche, solo una noche con nosotros en Shifa. Tal vez disfrazado de limpiador.

Estoy cien por ciento convencido de que cambiaría la historia. Nadie con corazón Y –además– con poder, podría marcharse de una noche en Shifa sin la decisión de ponerle fin a la masacre del pueblo palestino.

Pero los crueles y despiadados han hecho sus cálculos y han planeado otro ataque sobre Gaza.

Los ríos de sangre van a seguir corriendo la próxima noche. Puedo escuchar que han afinado sus instrumentos de muerte. Por favor. Hagan lo que puedan. Esto, ESTO no puede continuar.

Este otro texto es realmente una muestra de lo que sucedió con muchos de los soldados invasores del ejército estadounidense en Iraq. Muchos, al regresar a Estados Unidos, cometieron asesinatos, suicidios o jamás regresaron a la normalidad. 
En los próximos días los bombardeos serán recrudecidos. El número de víctimas de un pueblo masacrado aumenta, mientras en muchos países del mundo los pueblos estallan de dolor y verguenza.

En este caso no ocurre, quizá así, aunque se levanten voces de protesta en Israel, contra su gobierno por la agresión a Palestina. El concepto de la guerra, la enajenación provocada por el bombardeo mediático y la misma instrucción que reciben los israelíes, desde edades tempranas, les permite abstraerse y observar a los palestinos no como seres humanos. Cito un reporte que tomé de la Internet:

La periodista israelí Nurit Kedar rodó Concrete [Hormigón] en 2011. Es un documental donde nueve soldados - todos veinteañeros menos uno - cuentan su experiencia de la ya penúltima incursión israelí en Gaza. Fue la operación Plomo Fundido en enero de 2009. Entonces murieron más de 1.000 palestinos y 13 israelíes.
Ninguna televisión israelí ha querido emitirlo. Kedar ofreció el documental cuando lo terminó y siguió haciéndolo hasta la semana pasada, ya durante esta operación Margen Protector: “Durante los últimos tres años he probado sin parar: ‘Tómenlo gratis’, rogaba, ‘solo emítanlo’. Todas las cadenas en Israel lo rechazaron. Siempre era mal momento. En una me dijeron que desmoralizaría a los soldados”, dice Kedar.
Solo se ha emitido en el británico Channel4 y en festivales y pases esporádicos. Ganó incluso el “Spirit Freedom Award” del Festival de Cine de Jerusalén en 2011.
Kedar contactó con más de 40 soldados: “Me llevó más de seis meses perseguir a esos soldados. Al final entrevisté a diez”. En el documental aparecen nueve.
Kedar ha optado cansada por colgar la película en Youtube. Hablé con ella en Barcelona la semana que empezó la operación Margen Protector. Al cabo de unos días recibí un email de ella, que decía: “Concrete es el único documental hecho sobre la Operación Plomo Fundido en Gaza en 2009. Operación Margen Profundo es una nuestra tercera operación desde Plomo Fundido. He decidido ponerlo en Youtube. ¡Debe ser visto¡”, Kedar ponía diez signos de admiración en la última frase.
Es un documental extraordinario. No solo para saber más de operaciones israelíes en Gaza, también sobre la guerra en general. Son solo soldados que hablan. Sus frases sirven para entender mejor a la sociedad israelí. Cuenta Kedar que un día llamó a casa de un soldado. Respondió la madre: “¿Qué quieres de mi hijo? ¿Por qué debería exponerse al riesgo de una demanda internacional? ¿No tienes hijos, un marido, un hermano que hayan combatido allí? ¿Estás loca? Olvídate de nosotros y no te atrevas a llamar más a mi hijo”. Y colgó.
Nurit Kedar sí tiene hijos y al menos uno está ahora en la operación de Gaza. “No quiero mandar ningún mensaje, solo que se oigan sus testimonios, lo que cuentan”, me dijo. Merece la pena. 
Abajo he traducido algunas intervenciones. Los soldados están numerados porque salen sin nombre. Llamo a todos “soldados” porque no sale su rango, aunque claramente algunos son oficiales. El único claramente mayor es el soldado 3. El documental ofrece todas las caras del ejército israelí: la seguridad, la justicia, las dudas, el salvajismo. La guerra tiene todo eso. Sería extraordinario ver algún día uno igual de Hamás. Antes de juzgar, es mejor entender algo.

ANTES DE ENTRAR

Soldado 1:”De noche veía estas bonitas bombas, rojas y verdes, como fuegos artificiales".
Soldado 2:”Veías aviones bombardeando sin parar y el cielo es rojo y los "booms" están muy cerca.
Soldado 1:  "Igual que en el día de la independencia. Fuegos artificiales de verdad. Mirábamos que avión provocaría la mayor explosión. ¡El de la izquierda! Apostábamos."
Soldado 3: "Te olvidas de lo que tienes por perder. Vas a la guerra y 'espera, ¿dónde está la casa? ¿Dónde están las mujeres y los hijos? Solo se desvanece. Como magia."
Soldado 5: "Un día o dos antes de entrar, nos ofrecieron a los soldados una noche de música en la pista de baloncesto. Trajeron a un cantante y una cantante. No recuerdo quién, pero todos los chicos se quitaron las camisetas, se subieron a hombros de otros y se divirtieron y bailaron: '¡Vamos adentro y destrocémosles, les vamos a enseñar!' Como en un partido de fútbol. Como si el ejército israelí hubiera llegado a la final y estuviéramos a punto de jugar. Durante la música los rabinos repartían copias de los Salmos y de la Plegaria del Viajero: 'Fe en la justicia de nuestro camino'. Nos daban regalos y caramelos, y cartas de niños: 'Protégeme', 'Eres tan bueno'. Guau, qué país tan loco!!!. No quieres perderte una guerra, tanta gente entusiasmada, tantos paquetes. La gente daba camisetas térmicas, calzoncillos, 100 minutos de una compañía de móviles, bonus, tantas cosas."

LAS DUDAS AL DISPARAR

Soldado 4: "Entramos en ese gran lío y disparábamos como locos. Nadie sabía a qué disparaba. Nos dijeron que las casas que íbamos a demoler pertenecían a activistas de Hamás y que tenían activistas viviendo en ellas, pero no sé si era verdad porque no sé si había tantos terroristas de Hamás en esos edificios".
Soldado 4: "Éramos algo ligeros con el gatillo. No nos asegurábamos de que realmente fuera un terrorista, si iba armado o tenía alguna intención de atacarnos."
Soldado 4: "'Dispara a esa casa'. ¿Por qué? No hay motivo. No hay ninguna advertencia. No, no, dispara. ¿Qué más te da? Dispara."
Soldado 4: "La guerra no es como las películas. Combatíamos contra fantasmas. La mayoría de proyectiles que disparé no vi a quién dieron. Esa es una de las cosas que me dan más miedo".

LA PRESUNTA NIÑA SUICIDA

Soldado 2: "Recibía información sin parar sobre una terrorista suicida en el área. Sin parar: 'Tener cuidado, puede haber una terrorista suicida'. Lo sabían por algún motivo. Estábamos en una casa y un miembro de mi equipo ve que alguien se acerca. Creía que era alguien de unos 16 años. Apenas sabíamos cómo decir "¡para!" en árabe. Así que llamé al subcomandante y fui con él. Él empezó a gritar: "Wafik! Wafik!" "¡Para! ¡Para!" en árabe. "Para o disparamos". Ella se acercaba más y más. Había cinco hombres apuntándola. Ella seguía acercándose. Yo no paraba de pensar: 'Tenemos una alaerta sobre una mujer terrorista". Estaba ya a unos 10 metros. O algo más. Entonces dio orden de disparar. Fueron cinco cañones. Había muchos hombres allí porque el proceso duró un  rato. Cuando aún estaba lejos, le dijo: "Para, para, para". Y nuestros hombres se iban acercando. Así que cinco hombres dispararon y por la mañana había que ver si llevaba explosivos. Y fue desagradable. Una niña de 14 años, descalza, se quedó tirada allí toda la noche, tra recibir los disparos de unos rifles. Desagradable."

LAS GANAS
Soldado 1: "Entras y quieres matar terroristas. Sientes que si vas a la guerra y no has matado a un terrorista, te has perdido algo".
Soldado 5: "Me sentía como un niño en una peli de Spielberg. ¡Tantos soldados! Y todos andando. Sientes un poder tan increíble. Y de repente te das cuenta de qué es la guerra".
Soldado 6: "Mierda, ¿dónde estoy? Allí se ven las chimeneas de Ashkelon, detrás de mí veo las casas de Nahal Oz [los dos en la frontera entre Gaza e Israel]. Te das cuenta de dónde estás. Pero hasta hace un rato estaba en el colegio".


LA CAPACIDAD DE DESTRUCCIÓN

Soldado 3: "El ejército israelí es excelente para destruir cosas. Respetado. Un tsunami no tiene nada que envidiarnos. El ejército israelí es una fuerza sobrenatural. Hace su trabajo espléndidamente."
Soldado 1: "Cada proyectil provocaba un montón de rocas en el aire y humo. Sabíamos que entrábamos en una zona poblada. Y ahora solo quedan ruinas."
Soldado 6: "Un proyectil arriba, un proyectil abajo, eso es lo que hace que los civiles salgan. Cuando disparaba salían, con banderas blancas, en la oscuridad, de noche, con sus familias, sus niños, sin nada en las manos."
Soldado 3: "De un lado dices: hemos llegado hasta aquí, vamos a por todos, convirtamos la mitad de este lugar en una caja de arena. Podemos hacer más. Vamos a dejar esto del revés. Una caja de arena."

LOS PALESTINOS SON PERSONAS

Soldado 5: "Lo que más me preocupaba era cómo sobrevivir, salir vivo, protegerme, volver a casa. Pero también intenté verles como personas. Como no vi a ningún civil palestino, no había ninguno, solo quedaban sus restos. Así que intenté imaginarlo a través de otras cosas, de los animales por ejemplo, siempre oyes gallinas."

LA INFANCIA

Soldado 3: "El lavado de cerebro empieza mucho antes, en la escuela. Yo crecí en un kibutz, así que empezó en el cementerio. Vas a la ceremonia del Día de la Memoria, no conoces a nadie -nadie de mi familia quiero decir-, pero puedo decirte sus nombres. Sé qué miembros del kibutz murieron en combate. Es un honor estar en la ceremonia. Recuerdo incluso que de niño que Rami murió, estaba en una unidad de combate. Estaba al lado de otros soldados, yo, de niño. Estaba a centímetros de la tumba y eso era, guau."

EL RELOJ Y EL EDIFICIO

Soldado 5: "Por la mañana patrullábamos el barrio para asegurarnos de que no hubiera infiltrados en las casas. Pasamos por un colmado y un garaje abandonado. Había allí un pequeño reloj. Un soldado lo cogió. Dijo que lo necesitábamos en la casa para saber cuándo debíamos cambiar la guardia. Discutimos dónde poner el reloj. Él dIjo: "Clavémoslo encima del umbral". Somos reservistas, la mayoría de izquierdas: 'No podemos usar clavos, hagamos un agujero en la pared" [el judaísmo debe tener algo con los clavos]. 'Estropearemos la madera, no quedará bien'. Por un lado tienes esto. Por otro tienes un edificio de cuatro plantas con coches, donde se sospechaba que había una célula o algo. Viene una excavadora y en media hora derrumba el edificio entero, con los coches y todo. Un edificio de cuatro pisos borrado y estás ahí con un martillo y un clavo deliberando si estropeas el dintel".

LA VUELTA A CASA

Soldado 1: "Siempre me los imaginaba volviendo a casa, y no hay casa. ¿Qué haces? No hay casa, ni barrio, nada." 
Soldado 5: "La primera vez que entré en casa al volver mi madre y mi mujer tenían una sorpresa para mí. Mi madre me compró una tele nueva de plasma. Entré y vi esa pantalla enorme. No soy muy fan de la tele, pero mi madre pensó que me haría feliz. Pusieron nuevas estanterías, pintaron parte de la casa y la ordenaron entera. Así que volví a una casa más renovada, limpia, con todos los accesorios. Estaba ahí mirando y no podía aceptarlo. No estaba de acuerdo, porque cuando vi la casa pensé en la casa que dejamos para la familia de Gaza. La casa estaba ahí pero el barrio había desaparecido. Podía imaginarme a la familia volviendo a casa y lo que verían: toda la mierda en la bañera, toda la ropa retorcida, las camas a las que los soldados habían subido en sus botas, los agujeros en las paredes, el olor de los soldados, las armas. Yo estoy en una casa nueva con una tele de plasma”.
Publicado originalmente en World Wide Web. 
Mañana será otro pueblo el que sufra el dolor y nuevas víctimas caerán bajo el silencio cómplice y el ruido de las bombas.