sábado, 9 de octubre de 2010

Empleo y excedentes laborales en Cuba (Del ser social a la conciencia social)

Raúl San Miguel

Foto: Tomada de la Internet

Según establece la filosofía marxista, el ser social determina la conciencia social. A propósito, en Cuba, existe una frase popular tomada de esta dialéctica: “el hombre piensa (de acuerdo) como vive”. Y es cierto. Cada cual se manifiesta, en mi país, de acuerdo con las posibilidades alcanzadas en su vida (en beneficio o perjuicio de su economía personal). En relación con este último se pudiera agregar la esencia del trabajo en una sociedad socialista en la que cada cual debe recibir (un salario) de acuerdo con su (capacidad) aporte en valores (productividad o servicios).
Lo cierto es, los cubanos, nos hemos acostumbrado a recibir los beneficios de una sociedad (Socialista) que se construye bajo el precepto martiano “Con todos y para el bien de todos” y que se fundamenta en los derechos de los ciudadanos a recibir equitativamente los bienes producidos, como expliqué en una serie de artículos bajo el título: Cuba, Estado de derechos, en mis blogs: elhabanerochekere.blogspot.com, y la versión en el espacio de blogs de periodistas cubanos: elhabanerochekere.blogcip.cu.
Sin embargo, por estos días, uno de los temas más acuciante en la sociedad cubana (en estos momentos) se relaciona con el análisis del empleo y la posibilidad de que una importante cantidad de trabajadores no pueda continuar en sus puestos de labor porque, en estos centros de trabajo, no aportan ningún valor productivo ni agregado que se corresponda con las inversiones realizadas por el estado para adquirir los recursos indispensables y el pago de los salarios. Visto de otra manera, se trata de evaluar si son rentables o no estos centros de producción y servicios y si es necesario mantener una plantilla por encima de las necesidades reales para garantizar esa productividad o servicio. De esta manera, también pudiera entenderse la correspondencia lógica para obtención de los ingresos de un salario a partir del precepto: “de cada cual según su capacidad a cada cual según su trabajo”.



Lo cierto es que el asunto del ajuste de las plantillas laborales ha caído con mucha fuerza hasta el punto de quebrar esquemas establecidos para la seguridad laboral de un país que se esfuerza y realiza grandes erogaciones para subsidiar alimentos y recusos básicos en función de la población (sin distinción) y por la necesidad de enfrentar las crisis provocadas por el capitalismo a escala mundial. Más aún, enfrenta los feroces embates del bloqueo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos desde hace casi medio siglo.
No hace falta sacar muchas cuentas para entender el significado de la pérdida de más de 700 000 millones de dólares, debido a este bloqueo durante todos estos años. Mucho más la imposibilidad de establecer el comercio normal con otras naciones y ajustar el pago de acuerdo con las facilidades y mecanismos convencionales (créditos, intercambios, etc) entre los países.

Este comercio abierto, directo y normal no es posible. El gobierno de los Estados Unidos lo impide. Existe, e invito a buscar esta información, una proyección absurda e inconcebible para un país (me refiero a los Estados Unidos) "democrático", en las leyes extraterritoriales: Torricelly y Helms-Burton, aplicadas contra Cuba para hacer quebrar, definitivamente, al Estado revolucionario y, en consecuencia, crear las bases para el descontento, la inseguridad social como está previsto desde la aplicación oficial del bloqueo estadounidense a partir de 1962 y, finalmente, estimular la emigración ilegal hacia el territorio norteamericano; a quienes se lanzan al mar (recuerden la crisis de los balseros y el secuestro de aeronaves civiles cubanas) alentados por la propaganda de emisiones de radio y televisión (Radio y TV Martí) que operan con el financiamiento de la ultraderecha cubano-americana (con sus bases de operaciones militares en el estado de la Florida) y el apoyo logístico del gobierno estadounidense (con sus congresistas: Lincoln Diaz-Balart e Ileana Ros Lethinen.
La situación creada por las medidas sistemáticas de Washington contra Cuba desde enero de 1959, han condicionado la necesidad de buscar diferentes variantes para satisfacer las necesidades objetivas (Salud, Educación, Alimentación y otras) de una sociedad que proscribió el desempleo, el hambre (y la desnutrición) y lacras que adelgazaban al país al extraer sus riquezas y colocarlas en bancos foráneos como ha sucedido en todas las naciones dependientes de la Casa Blanca. En nuestro caso, apunto, los fondos (multimillonarios) que fueron sustraídos en la estampida del dictador Fulgencio Batista y sus acólitos, se agregan los millones congelados por decisición del gobierno norteamericano.

Por supuesto, bajo esas presiones y dificultades, también existe una cuota de errores de orden interno. No construimos una sociedad perfecta. Es por eso que la nueva situación relacionada con el empleo y la autorización de abrir un mayor diapasón de variantes para el trabajo por cuenta propia, resulta un cambio evidente. Por supuesto, se trata de una necesidad para estimular la correspondencia de las necesidades de ingresos personales con el aporte a la economía del país, pero tal decisión no cubre las expectativas de quienes, hasta la fecha, disfrutan de las garantías de un empleo estatal seguro, equilibrado y pudiera quedar excedente. Este último término lo relaciono con la tranquilidad de tener un empleo seguro, como ocurre en Cuba, y en el cual no funcionan las leyes que rigen en una sociedad capitalista.

Contrario a lo que esperaban algunos observadores foráneos, específicamente los que defienden una posición contraria a la de Cuba, la situación no ha provocado reacciones populares contra el Estado constitucional y revolucionario. Todo lo contrario. La población espera que la medida se ejecute de la manera en que está previsto: un análisis exhaustivo de todas las estructuras laborales y su funcionalidad (resultados directos de la productividad y servicios creados) en cada una de los centros de trabajo. Esta actitud serena y tranquila se corresponde con la conciencia social determinada por el ser social del que hacía referencia al principio en este artículo.

En realidad, los cambios en la sociedad cubana no han dejado de producirse desde enero de 1959. Precisamente, el desarrollo alcanzado por la sociedad cubana es evidente. El nivel de instrucción es alto, incluso superior (en muchos casos) a los de naciones consideradas de primer mundo. Continuar bajo la presión del genocida bloqueo de los Estados Unidos y asumir las consecuencias de mantener la soberanía política y encontrar la independencia económica, resulta una motivación más fuerte, urgente y necesaria.