martes, 18 de noviembre de 2014

El otro Fidel



Medalla por la vida: el otro Fidel

Raúl San Miguel

Los despachos noticiosos informaron de un hecho que acrecentó el orgullo generado por los atletas cubanos cuando el kayacista Fidel Antonio Vargas rescató a una concursante dominicana que cayó en las aguas de Tuxpan, víctima de la fatiga ocasionada por la competencia.
El atleta cubano se encontraba cerca y se percató de la emergencia. Alentado por su entrenador se lanzó al rescate, ante la imposibilidad de que llegara, a tiempo, donde la joven una lancha de salvamento. “Ella estaba casi convulsionando”, dijo Fidel Antonio, quien ya se encuentra en Cuba. Como breve testimonio del extraordinario hecho, aseguró que al siguiente día, la dominicana, lo vio y le abrazó en agradecimiento.  
Una vez más, frente a las cámaras del Noticiero de la Televisión Cubana, el joven solo agregó actuó de forma natural y comprobé que, en su rostro, no había más que alegría por salvar una vida, una medalla que brillará en su pecho desde entonces.
Justo en un mes de noviembre, pero el día 25 de 1956, salió de Tuxpan el yate Granma de Tuxpan, México. Entonces, el otro Fidel, el líder histórico de la Revolución cubana narraba:

“Nadie sabía lo suficiente como para darse cuenta de que al montar 82 hombres en aquel barco, que eran unas cuantas toneladas de hombres, más las armas, agua, combustible, alimentos, aquel barco iba a disminuir mucho su velocidad. No solo disminuyó su velocidad, sino que por poco se hunde porque, además, había una tempestad la misma noche que salimos, el 25 de noviembre, aquella era una cáscara de nuez bailando en el golfo de México. Y, efectivamente, se estaba hundiendo, empezó a hacer agua. Todavía nadie sabe bien cómo fue que se salvó el barco, y nosotros, desesperadamente, sacando agua, la cosa fue muy sencilla según comprendimos después, al hundirse más el barco con el peso, las tablas que quedaban normalmente fuera del agua estaban menos herméticas y empezó a entrar agua por allí, pero con la propia humedad del agua se fue cerrando la brecha al expandirse las tablas y, por fin, después de horas, ganamos la batalla de que el barco no se hundiera. Y así en esas condiciones se emprendió nuestro regreso, de noche, de madrugada.
Les cuento todo esto para que ustedes comprendan lo difícil que era en aquella época coordinar una acción entre México y La Habana. Pero el hecho es que nos tardamos dos días más, el barco navegaba a dos tercios de la velocidad calculada (…)”.

HOMBRE AL AGUA…

“Tuvimos la desgracia de que se nos cae un compañero como a las 2:00 de la mañana del 2 de diciembre y no queríamos resignarnos a que se perdiera aquel compañero. Dimos vueltas y más vueltas, hasta que al final hicimos el último esfuerzo y oímos unos gritos de: "¡Aquí, aquí!", en la noche oscura y en las aguas bastante movidas, y logramos rescatar al compañero. Aquello levantó mucho la moral, desde luego, por aquel esfuerzo que se realizó, pero nos hizo perder una hora y nosotros teníamos que haber llegado una hora antes. En realidad aquello fue un inconveniente, llegamos de día, en situación sumamente peligrosa, porque ya los aviones de Batista sabían que había salido un barco de allá y lo andaban buscando la aviación y la marina por todas partes”. (Fidel, 13 de marzo de 1991).

Dos nombres: Fidel y un ejemplo que a través del tiempo, en otros hombres como los que ofrecen su valiosa experiencia para socorrer a seres humanos como, por ejemplo, lo hacen médicos y personal de salud cubanos en tierras africanas para ayudar a salvar a las víctimas del ébola. Cada una de esas vidas devueltas son como soles que se multiplican en millones de cubanos, en esta Isla.