Medalla por
la vida: el otro Fidel
Raúl San
Miguel
Los
despachos noticiosos informaron de un hecho que acrecentó el orgullo generado
por los atletas cubanos cuando el kayacista Fidel Antonio Vargas rescató a una
concursante dominicana que cayó en las aguas de Tuxpan, víctima de la fatiga
ocasionada por la competencia.
El atleta cubano
se encontraba cerca y se percató de la emergencia. Alentado por su entrenador
se lanzó al rescate, ante la imposibilidad de que llegara, a tiempo, donde la
joven una lancha de salvamento. “Ella estaba casi convulsionando”, dijo Fidel
Antonio, quien ya se encuentra en Cuba. Como breve testimonio del
extraordinario hecho, aseguró que al siguiente día, la dominicana, lo vio y le
abrazó en agradecimiento.
Una vez más,
frente a las cámaras del Noticiero de la Televisión Cubana, el joven solo
agregó actuó de forma natural y comprobé que, en su rostro, no había más que
alegría por salvar una vida, una medalla que brillará en su pecho desde
entonces.
Justo en un mes
de noviembre, pero el día 25 de 1956, salió de Tuxpan el yate Granma de Tuxpan,
México. Entonces, el otro Fidel, el líder histórico de la Revolución cubana
narraba:
“Nadie
sabía lo suficiente como para darse cuenta de que al montar 82 hombres en aquel
barco, que eran unas cuantas toneladas de hombres, más las armas, agua,
combustible, alimentos, aquel barco iba a disminuir mucho su velocidad. No solo
disminuyó su velocidad, sino que por poco se hunde porque, además, había una
tempestad la misma noche que salimos, el 25 de noviembre, aquella era una
cáscara de nuez bailando en el golfo de México. Y, efectivamente, se estaba
hundiendo, empezó a hacer agua. Todavía nadie sabe bien cómo fue que se salvó
el barco, y nosotros, desesperadamente, sacando agua, la cosa fue muy sencilla
según comprendimos después, al hundirse más el barco con el peso, las tablas
que quedaban normalmente fuera del agua estaban menos herméticas y empezó a
entrar agua por allí, pero con la propia humedad del agua se fue cerrando la
brecha al expandirse las tablas y, por fin, después de horas, ganamos la
batalla de que el barco no se hundiera. Y así en esas condiciones se emprendió
nuestro regreso, de noche, de madrugada.
Les
cuento todo esto para que ustedes comprendan lo difícil que era en aquella
época coordinar una acción entre México y La Habana. Pero el hecho es que nos
tardamos dos días más, el barco navegaba a dos tercios de la velocidad
calculada (…)”.
HOMBRE
AL AGUA…
“Tuvimos
la desgracia de que se nos cae un compañero como a las 2:00 de la mañana del 2
de diciembre y no queríamos resignarnos a que se perdiera aquel compañero.
Dimos vueltas y más vueltas, hasta que al final hicimos el último esfuerzo y
oímos unos gritos de: "¡Aquí, aquí!", en la noche oscura y en las
aguas bastante movidas, y logramos rescatar al compañero. Aquello levantó mucho
la moral, desde luego, por aquel esfuerzo que se realizó, pero nos hizo perder
una hora y nosotros teníamos que haber llegado una hora antes. En realidad
aquello fue un inconveniente, llegamos de día, en situación sumamente
peligrosa, porque ya los aviones de Batista sabían que había salido un barco de
allá y lo andaban buscando la aviación y la marina por todas partes”. (Fidel,
13 de marzo de 1991).
Dos
nombres: Fidel y un ejemplo que a través del tiempo, en otros hombres como los
que ofrecen su valiosa experiencia para socorrer a seres humanos como, por
ejemplo, lo hacen médicos y personal de salud cubanos en tierras africanas para ayudar a salvar a las víctimas del ébola. Cada una de esas vidas devueltas son como soles que se multiplican en millones de cubanos, en esta Isla.