domingo, 28 de diciembre de 2014

A bailar y a cantar con la sinfónica nacional*






Raúl San Miguel

Foto: Jorge Luis Sánchez Rivera

A Zenia Marabal (actriz cubana)

“Tuve amigos, entre rostros conocidos,

que alentaron mi alegría en lontananza
y enemigos escondidos en las ranflas
que hundieron, en mi pecho, sus palabras musitarías”
(Fragmentos de vida, RSM)

 

En Cuba una frase que forma parte del choteo nacional se atribuye a cierto cartel que pusieron en un lugar de Pinar del Río, para anunciar que la Orquesta Sinfónica Nacional estaría en determinado teatro; pero el cartel, lleno de entusiasmo, rezaba: “…a cantar y a bailar con la Sinfónica Nacional”. Esta frase se resumió en un compendió de anécdotas inventadas o no que incluían el olvido de una máquina herramienta para elaborar morteros de concreto (concretera, le llamamos los cubanos) olvidada dentro de un cine recién terminado de construir y después no podían sacar por las puertas. Fábula o no, desde el acervo popular se las tomaron con los pinareños y surgieron muchísimas referencias hacia los nacidos en este territorio que –desde mi punto de vista personal- es realmente hospitalario, de personas increíblemente sencillas, modestas, humanas e inteligentes hasta para soportar los chistes que les atribuyen sus coterráneos de otras provincias del país.
Pues sucedió en La Habana, en el centro histórico de la ciudad, en la Plaza del Convento de San Francisco de Asís, frente a la mirada de personas de todas las latitudes, cuando la soprano Bárbara Llanes, cubana de piel caucásica y rasgos europeos interpretó una criollísima y mestiza Cecilia Valdés que podía dejar pálida, por la belleza del registro de su voz, al personaje de la Loma del Ángel que inmortalizó Cirilo Villaverde en la novela de igual nombre. Pero sobre todo porque estaba acompañada de la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por el Maestro Enrique Pérez Mesa, y en el Coro Ópera Nacional de Cuba, a cargo de Denise Falcón.
Como estaba previsto subieron a la escena, en la Plaza del Convento de San Francisco de Asís, justo donde está la estatua al Caballero de Paris, los integrantes de la Orquesta Aragón y se armó la gozadera, como decimos los cubanos dentro y fuera de la Isla, sin excluir a los aplatanados como llamamos a los nacidos en otros países que se compartan y hablan como si fueran del cualquier barrio habanero.
Soprano Bárbara Llanes

La soprano Bárbara Llanes, hizo honor a su nombre y cantó y bailó con la Orquesta Aragón, haciendo que el público rompiera todo el protocolo de la ocasión, en el popular espacio donde se realizaba la velada (me hizo evocar la Canción del Bongó de nuestro Nicolás Guillén): Concierto por mi Habana, en saludo al aniversario 56 del triunfo de la Revolución y en saludo al nuevo 57 año de luchas que nos espera y, donde el propio Historiador de la Ciudad, el Doctor Eusebio Leal Spengler, marcó el ritmo de la clave cubana con sus pies, mientras el estribillo de El bodeguero y otros temas de la Orquesta Aragón, se repartían de boca en boca entre los presentes, hasta el punto de que varios personas, incluso niñas, no pudieron sostenerse en sus butacas y se fueron a bailar y a gozar con la Sinfónica Nacional.
De modo que nada puede dejar de ser en un país donde la utopía no es un concepto de referencia filosófica porque es la cotidianidad la que nos da fuerzas para reírnos hasta de nuestros problemas domésticos –nada comparados con la cruda realidad de otros países, incluidos del llamado primer mundo- como el anuncio de las ferias agropecuarias que, supuestamente, llevarían a la mesa productos alimenticios cuyos precios pueden estar tan distantes del bolsillo como una galaxia en el otro extremo del universo. Sin embargo, allí estaban las tarimas, las colas, la gente hablando y desbarrando, pero riendo, entonces ¿Cómo puede ser imposible bailar y gozar con la Sinfónica Nacional?

Nota: Con este breve artículo les deseo a los cibernautas de este blog, lo mejor para el año 2015 y me dejo como tarea algunas cuestiones como: ¿Cuáles son los límites de La Habana? (referido a las diferencias, establecidas por decisores políticos en cuanto a la presencia de periodistas de órganos provinciales y nacionales en determinadas coberturas de prensa. Acoto y adelanto que deberían resolverse de una forma salomónica: crear los estudios de Técnico Medio en Periodismo, para quienes laboran en el sistema de la prensa provincial y local y de Periodismo, nivel superior o universitario, para quienes tendrán el privilegio de trabajar en órganos de prensa nacionales. De esta forma no habría muchos problemas a la hora de acreditar),Tribulaciones, contrastes y diferencias divergentes entre los decisores y las instituciones del conocimiento (Supongo que se entiende), y otros temas que espero –si la salud personal, que es lo más importante- me acompaña, prometo escribir y compartir en nuestro blog.
En lo personal ha sido para mí un año difícil, de aprendizaje continuado, de entender a los demás y respetar el derecho a continuar sus vidas y evitar cualquier interferencia que pudiera hacer infeliz a otros. El regreso de los Cinco Héroes antiterroristas cubanos, que permanecieron presos en cárceles de Estados Unidos, después del amañado proceso judicial condicionado por la presión del lobby anticubano y contrarrevolucionario de Miami (Congresistas Lincoln Díaz-Balart e Ileana Ross Lethinen) y el reto de restablecer relaciones con el gobierno de Estados Unidos, a partir de las decisiones de un Congreso donde persisten fuertes presiones para mantener el bloqueo genocida contra mi país. 
Recuerdo, mientras escribo esta larga nota, recuerdo aquel artículo que escribí: Regalo de hojalata y proscribí de mi blog, por cuestiones personales, no definitivas, aprendo cada día la lección de vivir.
Como algo esperado, en la próxima Feria Internacional del Libro de la Habana, saldrá un título de la Editorial Letras Cubanas que recoge dos de mis relatos escritos en favor de las mujeres. Esto me recuerda un espacio que intenté mantener en este blog: Cartas a una mujer. Bueno…, demasiado larga la nota. Si quedó algo por decir, me alegro, señal de que estoy vivo.
A mis amigos y amigas ¿Qué les deseo para el nuevo 2015…? Sería improvisado decir nada, tampoco oportuno enumerar cosas (siempre lo mejor). Creo que lo más importante es que aprendamos a respetar, de una vez y por siempre, a las personas que nos rodean y, sobre todo, no creer que siempre tenemos la razón y somos portadores de la verdad, en ninguna de las variantes que podamos atribuir como reales y mucho menos definirnos epicentros del universo social. Además, ¿Quién soy para dar consejos, ni aseveraciones? He pensado, que lo más importante siempre está por venir, hasta el momento en que no descansemos en paz, porque (supongo) nadie está dispuesto a renunciar a sus sueños, aunque suponga bailar, sin música y a la luz de la Luna.  
Como regalo les comparto, entre ola y ola, olor de salitre y melaza, desde la  tierra cubana, esta Canción del Bongó, del Poeta Nacional Nicolás Guillén.



*La frase que tomo por título reza así: “A bailar y a gozar con la sinfónica nacional” 


Gracias a todos los que contribuimos a que otro mundo mejor puede ser posible.



La canción del bongó



Aquí el que más fino sea,
responde, si llamo yo.
Unos dicen: ahora mismo,
otros dicen: Allá voy.

Pero mi repique bronco,
pero mi profunda voz,
convoca al negro y al blanco,
que bailan el mismo son;
cueripardos y almiprietos
más de sangre que de sol,
pues quien por fuera no es noche,
por dentro ya oscureció.
Aquí el que más fino sea,
responde, si llamo yo.
En esta tierra, mulata
de africano y español
(Santa Bárbara de un lado,
del otro lado, Changó),
siempre falta algún abuelo,
cuando no sobra algún Don
y hay títulos de Castilla
con parientes en Bondó:
vale más callarse, amigos,
y no menear la cuestión;
porque venimos de lejos,
y andamos de dos en dos.
Aquí el que más fino sea,
responde si llamo yo.
Habrá quien llegue a insultarme,
pero no de corazón;
habrá quien me escupa en público,
cuando a solas me besó...
A ése, le digo: Compadre,
ya me pedirás perdón,
ya comerás de mi ajiaco,
ya me darás la razón;
ya me golpearás el cuero,
ya bailarás a mi voz,
ya pasearemos del brazo,
ya estarás donde yo estoy.
Ya vendrás de abajo arriba,
¡que aquí el más alto soy yo! 


Nicolás Guillén