David
Samuells
El
fracaso de cualquier intento mediático para justificar el desafuero de la
administración de Trump contra Cuba, demuestra la solidez del Socialismo como
opción de tres generaciones de cubanos dispuestos a defender la unidad que
propone el Partido Comunista como rector de la ideología capaz de sustentar los
objetivos independentistas y la soberanía de Cuba.
Detrás
del show sónico que pretende aislar los esfuerzos para tender un puente de
respeto, convivencia y cooperación (relaciones diplomáticas Cuba-Estados
Unidos), los asesores del presidente norteamericano no son capaces de
visualizar la derrota política que representa el fracaso de la estrategia –aplicada
por Washington, después que el 6 de abril de 1960, un informe al Departamento
de Estado, acotara:
"La mayoría de los cubanos apoyan a Castro (...)
no existe una oposición política efectiva (...) el único medio previsible para
enajenar el apoyo interno es a través del descontento y el desaliento basados
en la insatisfacción y las dificultades económicas".
La cita
resume lo entonces desconocido por los asesores y especialistas de la
inteligencia estadounidense: un año después del Triunfo de la Revolución, los
cubanos iniciaban, juntos y por primera vez, un camino de verdadero reconocimiento
e identidad nacional después de casi un siglo del comienzo de sus luchas por la
independencia aquel 10 de octubre de 1868, cuando el Padre de
la Patria, Carlos Manuel de Céspedes (1819-1874) se levantó en armas contra el
dominio español en su ingenio La Demajagua, ofreció la libertad a sus esclavos
para después suscribir la Declaración de Independencia.
Desconocido
porque, durante la seudorepública y bajo el tiránico gobierno de turno liderado
por el golpista y asesino Fulgencio Batista, la participación en los destinos
del país era prácticamente vetada a la mayoría de los cubanos y solo unos pocos
–representantes de la rancia burguesía oligárquica criolla- podía aspirar a
beneficios de aquel gobierno corrupto capaz de robar el erario público,
promover la desidia en el azar de las salas de juegos controladas por grupos
mafiosos y empresarios norteamericanos, bajo la protección cómplice de la
administración en la Casa Blanca.
Los
cubanos de hoy sabemos perfectamente cuáles son nuestros derechos, como seres
humanos, en la sociedad que deseamos construir, de ahí la monolítica alineación
en defensa de un proyecto socialista que nos incluye en la amplia gama de
intereses de una nación joven. Cada vez son más los que deseamos pertenecer y
permanecer como ciudadanos libres e independientes.