miércoles, 18 de octubre de 2017

Detrás del show sónico de Trump



 



David Samuells

El fracaso de cualquier intento mediático para justificar el desafuero de la administración de Trump contra Cuba, demuestra la solidez del Socialismo como opción de tres generaciones de cubanos dispuestos a defender la unidad que propone el Partido Comunista como rector de la ideología capaz de sustentar los objetivos independentistas y la soberanía de Cuba.

Detrás del show sónico que pretende aislar los esfuerzos para tender un puente de respeto, convivencia y cooperación (relaciones diplomáticas Cuba-Estados Unidos), los asesores del presidente norteamericano no son capaces de visualizar la derrota política que representa el fracaso de la estrategia –aplicada por Washington, después que el 6 de abril de 1960, un informe al Departamento de Estado, acotara:

 "La mayoría de los cubanos apoyan a Castro (...) no existe una oposición política efectiva (...) el único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a través del descontento y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas".

La cita resume lo entonces desconocido por los asesores y especialistas de la inteligencia estadounidense: un año después del Triunfo de la Revolución, los cubanos iniciaban, juntos y por primera vez, un camino de verdadero reconocimiento e identidad nacional después de casi un siglo del comienzo de sus luchas por la independencia aquel 10 de octubre de 1868, cuando el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes (1819-1874) se levantó en armas contra el dominio español en su ingenio La Demajagua, ofreció la libertad a sus esclavos para después suscribir la Declaración de Independencia.

Desconocido porque, durante la seudorepública y bajo el tiránico gobierno de turno liderado por el golpista y asesino Fulgencio Batista, la participación en los destinos del país era prácticamente vetada a la mayoría de los cubanos y solo unos pocos –representantes de la rancia burguesía oligárquica criolla- podía aspirar a beneficios de aquel gobierno corrupto capaz de robar el erario público, promover la desidia en el azar de las salas de juegos controladas por grupos mafiosos y empresarios norteamericanos, bajo la protección cómplice de la administración en la Casa Blanca.

Los cubanos de hoy sabemos perfectamente cuáles son nuestros derechos, como seres humanos, en la sociedad que deseamos construir, de ahí la monolítica alineación en defensa de un proyecto socialista que nos incluye en la amplia gama de intereses de una nación joven. Cada vez son más los que deseamos pertenecer y permanecer como ciudadanos libres e independientes.