lunes, 25 de julio de 2011

Secreto a voces (III y final)













Raúl San Miguel

Foto y caricatura: Tomadas de la Internet

Quiero cerrar este capítulo relacionado con el análisis del freno que representan, para el desarrollo de la economía cubana, su desarrollo y el saneamiento de sus finanzas, la presencia de los burócratas en los mecanismos de dirección y gestión empresarial de Cuba, en la actualidad. Me gustaría invitar a reflexionar con las palabras del Comandante Ernesto Guevara de la Serna, el Che. Su preocupación en relación con la necesidad de establecer una verdadera conciencia y cultura económicas le llevó incansables horas de trabajo, con independencia de sus obligaciones en otros asuntos del naciente Estado revolucionario cubano.

Uno de los momentos fundamentales en este sentido fue la conocida polémica suscitada sobre la dirección de la naciente economía socialista en Cuba, entre 1963 y 1964 y que se inició _a partir de cuestiones meramente nacionales_, hasta convertirse, en determinado momento, en un debate cuestionador del propio modelo económico instaurado en los entonces países socialistas integrados a la desaparecida Europa del Este (léase Unión Soviética y campo Socialista).

Al respecto, el propio Che al alertar contra la “apologética ciega”, criticaba a quienes pretendían trasplantar experiencias ajenas a la realidad cubana al afirmar que: “... la llamada ley del tránsito del socialismo al comunismo es mecánica y mojigata, es un intento de acomodar la realidad soviética a la teoría, desechando el análisis y los broncos problemas que se crearían si se tomara una vía realmente revolucionaria”.

En ese sentido, el investigador Michael Löwy, en su trabajo “Ni calco ni copia: Che Guevara en búsqueda de un nuevo socialismo”, asegura que, en contracorriente de la tendencia de su época de copiar el modelo soviético, las ideas del comandante guerrillero sobre la construcción del socialismo eran “una tentativa de “creación heroica” de algo nuevo, la búsqueda —interrumpida e inacabada— de un paradigma de socialismo distinto, y en muchos aspectos radicalmente opuesto a la caricatura burocrática “realmente existente”.

La burocracia no era solo un mal generado por el capitalismo, sino su expresión más retrógrada porque se relaciona, directamente, con la actitud viciosa y corrupta de quienes aspiran al recibir prebendes y beneficios a partir de escalar en búsqueda de poder. Por supuesto, no se excluía de este germen a quienes asumían las direcciones de las nuevas empresas bajo la dirección de un Estado que emergía con un compromiso directo a su pueblo: la disposición de mantener la independencia de Cuba y su soberanía económica, en medio de los ataques directos e indirectos del imperio norteamericano y bajo la genocida medida extraterritorial de Washington, prevista en el bloqueo impuesto por medio siglo contra nuestro país.

Los estudiosos del pensamiento del Che, aseguran que, en especial el debate sobre la economía en Cuba entre 1963-64, demostraba que en esa época existían evidentes tensiones y contradicciones entre los ideales preconizados por la Revolución Cubana, y los que en ese momento primaban en los altos dirigentes de la Unión Soviética. No por gusto el propio Che significó la “gran osadía” de cuestionarse no solo el modelo de socialismo existente, sino incluso el propio papel de la URSS en la arena internacional, criticado por él al considerar que muchas veces actuaba de manera similar a una potencia imperialista.

A pesar de que el Che nunca elaboró una teoría acabada del rol de la democracia dentro de la transición socialista, rechazó concepciones autoritarias y dictatoriales que hicieron tanto daño a las creencias socialistas en este siglo. A aquellos que sostienen que las personas deben ser educadas desde arriba, ese dogma falso rechazado por Marx en su "Tesis sobre Feuerbach", es decir ¿quién le enseñará al profesor? el Che contestó en un discurso en 1960 "El primer paso para educar al pueblo es presentarles la revolución. Primero y ante todo, enséñales a conquistar sus derechos y a medida que ganen representación en el gobierno, aprenderán lo que les enseñes y mucho más; sin mucho esfuerzo se convertirán en profesores, mejores que los demás". En otras palabras, la única pedagogía que es libertaria es aquella que permite al pueblo que se eduque a través de la práctica revolucionaria, o como dijo Marx en Ideología Alemana, "en la actividad revolucionaria, los cambios personales coinciden con una modificación de las condiciones".

En marzo 1965 escribió un ensayo "Socialismo y el Hombre en Cuba", en el cual puso bajo escrutinio los modelos socialistas prevalentes en los países de Europa del Este y, siempre desde el punto de vista humanista y revolucionario, repudio a aquellas naciones cuya intención era derrotar al capitalismo, basándose en sus fetichismos. "En la persecución del objetivo quijotesco de construir el socialismo a través del uso de herramientas gastadas heredados del capitalismo –incentivos materiales individuales, ganancias, etc. –podríamos encontrar que llegamos a un camino sin salida... Para construir el comunismo mientras fortalecemos los pilares de la sociedad debemos crear el hombre nuevo."

Precisamente los acuerdos adoptados en el reciente VI Congreso de los comunistas cubanos han permitido retomar este camino de la restructuración de la economía nacional. En este proceso, por supuesto, no caben las ideas ni las acciones de los burócratas.