sábado, 23 de julio de 2011

Secreto a voces (II)




Raúl San Miguel

Foto: Tomada de la Internet

"Los hombres crecen, crecen físicamente; de una manera visible crecen, cuando aprenden algo, cuando entran a poseer algo, y cuando han hecho algún bien”. (José Martí)

Había prometido retomar el tema relacionado con el burocratismo, motivado por el artículo de la Doctora Graciela Pogolotti, que se publicó en el diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba. En realidad el asunto tiene muchísimas aristas, sobre todo en una sociedad donde se establecieron principios revolucionarios con el propósito de erradicar cualquier germen capitalista que impidiera el avance de un sistema humano y verdaderamente equitativo como el Socialismo. No obstante, estos burócratas han sobrevivido. Persisten mantener sus actitudes camuflados en toda suerte de justificaciones que se apoyan en la agresiva situación económica que enfrenta el país debido al bloqueo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos. Pero, a partir de los Lineamientos analizados en el reciente VI Congreso del Partido, la lucha contra este vicio se ha puesto de manifiesto a todos los niveles de la sociedad.

Buscaba algunos argumentos para ilustrar con ejemplos pasados y que demostraran la continuidad de esta lucha y la fortaleza de la Revolución. Encontré en los planteamientos del líder histórico de la Revolución cubana, Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, estos aspectos analizados con los trabajadores del puerto pesquero de Cárdenas, a propósito de la botadura de nuevos pesqueros, el 18 de junio de 1963.
Tempranamente, Fidel exponía en relación con este fenómeno: “En este centro de trabajo se confrontan a veces las dificultades que hay en otros, con la madera, con la materia prima. ¿Qué hace el director de este centro? ¿Se cruza de brazos cuando no hay algo, esperando que venga? ¿Manda una cartica y se pasa tres semanas esperando que le resuelvan el problema, como hacen algunos? (…) Porque hay administradores que, ante las dificultades, mandan una cartica y se cruzan de brazos. No les cumplen un plan, no les cumplen una meta de abastecimiento, y no le dicen nada a nadie. Y así, ayer en ese taller de Santa Cruz del Sur (antigua provincia de Camaguey. Actualmente el territorio es compartido entre las provincias: Camaguey y Ciego de Ávila), un obrero nos decía con toda honradez: “Llevamos como 30 días que prácticamente estamos matando el tiempo; porque nos tienen que mandar unos ejes y unas camisas, y en realidad estamos matando el tiempo.” ¿Qué quiere decir matar el tiempo? Matar el tiempo quiere decir matar la economía; matar el tiempo quiere decir matar la producción; matar el tiempo quiere decir disminuir los bienes materiales de cada ciudadano; dificultar la satisfacción de las necesidades de las masas. Porque son hombres que cobran, hombres que no producen, hombres que no rinden. Y, ¿por culpa de quién?, ¿del trabajador? No”.

Precisamente estos temas vuelven a la palestra pública nacional cubana y con más fuerza. Por supuesto, los enemigos de la Revolución dentro y los grupúsculos de mercenarios que son pagados (por los Estados Unidos) dentro del país esperan que se cumpla el precepto de crear las condiciones para que la “fruta madura” caiga por sí sola, como ocurrió en la exUnión Soviética y todo el campo Socialista en la antigua Europa del Este. Solo que, en Cuba, las condiciones han sido diferentes.

El enfrentamiento directo del pueblo contra el imperio en Girón, su posición internacionalista que tuvo su máxima expresión en el Comandante Ernesto Guevara, el Che, y la posición asumida por el Partido Comunista han nucleado al pueblo en una lucha que perdura por mas de cinco décadas para avanzar y desarrollar el país, a pesar de las agresiones directas e indirectas del gobierno en Washington.

Por lo general los burócratas imponen su juego cuando los colectivos de trabajo mantienen una actitud pasiva e indiferente. Así lo demostraba, con ejemplos, Fidel en el discurso que tomo de referencia:

“Hay casos, desde luego, de trabajadores que son irresponsables, que son insolentes. Pero son muchos los casos en que los insolentes y los irresponsables son los administradores, que no se mueven, que no se agitan, que no luchan, que no resuelven. Y, desde luego, las dificultades no se resuelven solas; los problemas de organización no se resuelven solos. ¡Hay que resolverlos, hay que discutir, hay que presionar, hay que moverse!”

Seguidamente y para evitar confusiones a quienes se escudan en los “problemas objetivos (que no dejan de ser ciertos, pero no deben ser relacionados con la irresponsable actitud asumida por ciertos empresarios y dirigentes)”, sucede lo que explicaba el líder cubano: “Porque si hace falta la materia prima, si hacen falta determinados materiales que tiene que producirlos una fábrica, y nadie va allí a molestar a la dirección de aquella fábrica, nadie va a discutir con el administrador, aquel administrador sigue encantado de la vida, y además, no molesta a nadie. Pero cuando los que necesitan aquellos productos y aquellas materias primas van al administrador, y pelean con él, y discuten con él, si la culpa no es de él, él va al organismo correspondiente y discute, y pelea, y pregunta por qué no le han servido. Y el organismo correspondiente, cuando recibe las presiones, resuelve o discute o llega a los más altos niveles del gobierno. Y entonces el gobierno toma una decisión o el gobierno da una explicación, y dice: “Tal cosa no se puede resolver o sí se puede resolver.” O idea una fórmula, o busca un camino para resolverlo”.

El ejemplo anterior establece uno de los problemas que inciden en la economía cubana al establecer un antagónico método de relaciones de pago contraídos entre las empresas y que, en realidad, se convierte en un freno de las inversiones, de las producciones y, en consecuencia, de la imposibilidad de obtener los ingresos que se requiere al producir determinado bien o servicio. En este sentido el llamado del VI Congreso coincide en el planteamiento de casi cinco décadas en las palabras de Fidel:

“Para eso es necesaria la presión de todos, la lucha de todos, porque hoy no se trabaja en nuestro país para individuos, no se trabaja en nuestro país para satisfacer las necesidades de los ricos; hoy se trabaja en nuestro país para el pueblo, hoy se trabaja en nuestro país para satisfacer las necesidades de las masas. Y las necesidades de las masas son muchas. Esas necesidades que antes no se satisfacían y que hoy tiene el pueblo esperanza de satisfacerlas, esas necesidades que antes permanecían eternamente sin solución y hoy, en el corazón y en la mente de cada hombre y mujer está la justa aspiración, la justa esperanza de satisfacerlas”.
Por supuesto, la presencia de burócratas no solo se convierte en un lastre, sino en un elemento que debe se barrido de todas las formas y relaciones de producción. En el caso de Cuba, resulta una necesidad imprescindible.

En la foto, jóvenes presentes en la agricultura, uno de los sectores que se fortalece con la entrega de tierras en usufructo para reducir los costos de alimentos en el mercado internacional, a partir de los nuevos precios impuestos por los que controlan las ventas de alimentos a escala mundial.