miércoles, 20 de abril de 2011

Del odio y las sombras

“Yo quiero ser pan si eres hambre
Ser calor, si acaso tienes frío,
Yo quiero ser luz si tienes miedo
de las sombras que oscurecen los caminos”

(Rafi Escudero. Puerto Rico)


Recién acaban las sesiones del VI Congreso del Partido de los comunistas cubanos y escucho los criterios en torno a la nueva hornada de revolucionarios que asumen los cargos en el nivel central. Siento orgullo. Una vez más, el pensamiento del líder histórico de la Revolución cubana, el Comandante en Jefe, Fidel, está presente. No podía ser de otra manera. Su ejemplo ha germinado, a pesar de los miedos, el odio visceral del enemigo y las sombras de quienes acechan desde adentro.

En lo particular, recuerdo las enseñanzas de mi padre y sus advertencias: “lo único que puede destruir la Revolución, es la falta de unidad, de confianza y la zapa de quienes acechan desde adentro. El enemigo interno es peor, sobre todo cuando se abre camino camuflado entre nosotros. También evoco la tarde en que por tercera vez, en varias etapas de mi vida me preguntaba: ¿Qué eres, revolucionario o comunista?

Tenía ocho años cuando escuché, por vez primera la interrogante, le miré a los ojos. Tuve miedo responder, pero le dije: ¡Comunista! Lo había escuchado a Fidel y pensé, que entre Fidel y mi padre, los dos padres, Fidel tenía la razón. Era quien señalaba el camino. Mi padre sonrió. No entendí. Pero volvió con la pregunta cuando era un adolescente y respondí: ¿Qué eres? Y volví a ratificar lo que ya había dicho antes. Desde entonces me llamaron “el rojo” y busqué la referencia de Malcón X, con apenas catorce años. Sentí orgullo por ser comunista.

Casi enfermo, mi padre, veía a Fidel en un discurso por televisión y me preguntó por tercera vez. Fui duro en la respuesta y aún me duele, pero también sentí, por vez primera la compensación de su respuesta. “Entonces debes cuidar a Fidel, esa es tu tarea, cuidar a Fidel es cuidar la Revolución”. Sentí alivio y orgullo. Es por convicción que soy comunista. Así lo demuestro en cada acción de mi vida. Así, lo hice en octubre del 87 cuando los estudiantes de periodismo nos reunimos con Fidel en un salón del Consejo de Estado. Desde entonces no he dejado de trabajar, sin pedir nada a cambio. Realmente no son las cuestiones materiales las que me motivan. Nunca lo ha sido.

Mis artículos publicados, en este blog, y la versión que (con el mismo nombre) esta en el sitio de los periodistas cubanos, ha sido objeto de lectura, análisis y críticas contra mi persona. El clon que me define como negro juguetón socialista, en un sitio del ciberespacio, FACEBOOK; ha sido denunciado; pero no retirado. No me importa, no soy yo. Podría decir que de Cristo hablaron y es el hijo de Dios. Puedo decir que hablan del Comandante en Jefe, Fidel, del Che y de todos los hombres con los cuales no me comparo, pero sigo el ejemplo. Nada podrá empañarlos.

Termina el Congreso, escucho las opiniones. Algunos, muy pocos, hablan de los negros, de las negras, de las mujeres que ahora ocupan cargos importantes. ¿Qué importa el color de la piel? ¿Acaso el padre de la Patria no unió a negros y blancos en la lucha que se inició con su grito libertario?

No soy perfecto. Es precisamente esa una de las cuestiones que me obliga a mantenerme despierto. La lucha que se nos hace es a pensamiento. No será la primera vez que enfrento el odio desde las sombras. Por supuesto, el odio jamás podrá mantenerse bajo la luz del sol.

Una vez mas me cuestionan y atacan. Mi condición de hombre, militante comunista y revolucionario, serán mis armas para la lucha. Este blog será mi trinchera.