lunes, 27 de octubre de 2014

La edad de la ira: el infinito significado de un ejemplo (Tercera parte)





 Tuve la suerte de recibir las clases del profesor Juan Marrero, desde el primer año de la carrera en la Facultad de Periodismo. Nunca deja de sorprenderme, nunca dejo de aprender de sus artículos. Este que comparto en mi blog, es un ejemplo.
RSM

Malala

 
Causa regocijo la noticia de que la joven paquistaní Malala Yousafzai donó los 50 mil dólares del Premio de los Niños del Mundo para la reconstrucción de una escuela destruida por la reciente bárbara agresión militar contra la población palestina de Gaza. Si bien el monto monetario del premio no significa casi nada ante las destrucciones y daños ocasionados a decenas o centenares de escuelas durante los 80 días de ataques israelíes, no puede dejarse de reconocer el gesto de esta adolescente, cuyo nombre en los últimos años ha estado en cintillos de muchos periódicos y emisoras de radio y sitios digitales, y su rostro en las pantallas de la televisión.
Anteriormente, en este mismo año, Malala recibió el Premio Nobel de la Paz, compartido con el activista indio Kailash Satyarthi, de 60 años de edad, también un luchador en favor de los niños y niñas en el mundo, en particular por sus denuncias y combates contra el trabajo esclavo a que son sometidos en muchos países. De tal manera, Malala, con solo 17 años de edad, se convirtió en la más joven receptora de ese galardón, en todas sus categorías, desde su creación en 1901. Un periodista escribió entonces que el Premio Nobel rejuveneció con ella.
Malala alcanzó ambos premios en un mismo año. Nelson Mandela, ese gigante de África, luchador contra el apartheid y la independencia de Sudáfrica, también fue acreedor de los dos, pero con doce años de diferencia. Otros premios la han acompañado como la Medalla de la Libertad, que concede una institución norteamericana, y el Premio Internacional por la Igualdad y la No Discriminación, que concede México, ambos entregados en el 2013. En total, desde el 2011 hasta el presente ha recibido 14 premios internacionales.
¿Quién es Malala? ¿Cómo ha sido posible que en tan corta vida haya acumulado méritos para ser tan premiada? Eso, incluso, ha provocado no pocas suspicacias y se han lanzado acusaciones de que se ha convertido en  servidora de determinados intereses del mundo capitalista, o de que puede haber sido manipulada. Otros criterios, sin embargo, no comparten tales versiones.
Malala llegó a la fama mundial en octubre de 2012 cuando logró sobrevivir a un intento de asesinato realizado por los talibanes en el valle de Swat, su lugar natal. La acusaron de socavar los principios del Islam. Le dispararon a la cabeza y la hirieron, pero logró sobrevivir y recuperarse en un hospital de Inglaterra. Como consecuencia de tal atentado, hubo que implantarle una placa de titanio en su cabeza y un dispositivo auditivo. Desde entonces, reside en ese país europeo, donde ha cursado los estudios de preuniversitario.
Muchas cosas se descubrieron sobre Malala a raíz de ese atentado. Que cuando tenía solo 11 años de edad comenzó a escribir un blog en una edición en la lengua urdu de la BBC, en el cual expresaba puntos de vista contrarios a las acciones y amenazas de los talibanes en Swat, en particular en lo referido a las prohibiciones de que las niñas asistieran a las escuelas. Malala denunció al mundo tal abusiva situación, y lo hizo bajo el seudónimo Gui Makal.
También se ha hablado de la influencia que debió ejercer su familia en la formación de su pensamiento social y humanista. Una publicación digital marxista (www.marxist.com) citó un artículo que vio la luz en uno de los principales periódicos en inglés de Pakistán, suscrito por Javed Naqui, un conocido periodista de la India, donde se expresa que el padre de Malala  es un sobresaliente poeta, maestro y activista social y que un tío suyo, Faiz Mahammad, ha abrazado la causa del socialismo y ha luchado por unir a la juventud y al pueblo trabajador de Swat. Se dice también que ella asistió a la Escuela Nacional de Juventud Marxista de Paquistán en julio de 2012, pocos meses antes del atentado de los talibanes. Hay una foto en que aparece Malala frente a un cartel de Lenin y Trostky, lo que debe indicar, según el periodista Naqui, que “estuvo próxima a algunos de los grupos más preparados ideológicamente de Swat”.
Las causas que defiende Malala son justas. En sus escritos y pronunciamientos públicos hay un pensamiento claro. Lucha porque no haya niña o niño sin escuelas, en fin por el derecho a que todos aprendan y se eduquen. Opina que “la educación es la mejor arma para luchar contra la pobreza, la ignorancia y el terrorismo”. Se ha expresado contra la inversión de sumas millonarias para la producción de armas. Si queremos sintetizar su pensamiento bastaría con decir: Lucha por los sueños de Justicia social y paz en el mundo.
Su gesto hacia los niños palestinos de Gaza es admirable, y al donar el monto del Premio de los Niños del Mundo dijo: “Todos debemos trabajar para asegurarnos que los niños y las niñas de Palestina, y todos los niños del mundo, reciban una enseñanza de calidad en un entorno seguro, porque sin enseñanza, nunca habrá paz”. Anteriormente, había dicho: “El lápiz es más poderoso que la espada”.
Antes, había estado en Nigeria para solidarizarse con las más de 200 estudiantes que fueron secuestradas por el grupo islamista terrorista Boko Haram.
No siente odio ni desea vengarse de los talibanes que la trataron de matar. En un discurso en la ONU dijo: “…ni siquiera siento odio hacia el talibán que me disparó. Incluso si hubiera una pistola en mi mano y estuviera delante de mí, no le dispararía… Dispararon sobre mi cuerpo, pero no podrán disparar contra mis sueños”.
Por todo ello tiene ya muchos admiradores en el mundo. Existe una Fundación Malala, cuyos objetivos y actividades se reflejan en un blog en la red de redes. En Sao Paulo, Brasil, se ha creado un boletín denominado Malala por un grupo de trabajos de investigación universitaria sobre el Oriente medio y el mundo musulmán.








Gracias por este ejemplo, Malala. 

 

Beberse el sol

“Me sorprende ver cómo los que exigen
no pueden resolver lo que de otros, 
esperan.”
RSM.



Había probado un sorbo de luz y descubrió que la oscuridad en derredor había dejado de ser absoluta en el término perpetuo de la palabra. Entonces miró, por primera vez sus manos y comprendió que podría utilizarlas para construir lo necesario y lo útil en el camino descrito por sus pies. Fue, entonces, que dio el primer paso en busca de un fragmento mayor del fulgor y caminó despacio hasta que pudo ver sus plantas. Comprobó que eran fuertes y marchó, más seguro, con el propósito de atrapar la claridad enorme que despuntaba detrás de la montaña. El trayecto se hacía visible en la medida que el resplandor coronaba el borde rocoso en un centelleo fascinante. Abrió sus brazos hasta donde pudo y consiguió ver su cuerpo irradiado y sintió el calor, dentro de sí, como el río deshelado. Corrió con más fuerza, maravillado por el astro que subía al firmamento y mostraba un entorno vivo, indescriptible, lleno de luminosidad. Continúo en la dirección del naciente y comprendió que la estrella cruzaba en sentido opuesto, sobre su cabeza, detrás de su espalda y… se detuvo, meditó y volvió sobre sus pasos hasta encontrarse con el mar, extenso y desconocido. También vio cómo el poniente expedía ese fulgor misterioso que precede la oscuridad. Se tumbó sobre la arena y soñó un largo y desconocido sueño. Y soñó que podría beberse toda la luz de ese sol, entre los millones que irradiaban en el firmamento.

RSM.