domingo, 12 de agosto de 2012

¿Quién dijo que todo esta perdido? ¡Tengo conmigo a Fidel!


 Foto tomada de la Internet

Hace mucho que no escribo una crónica en la cual me refiera a una persona en específico. Pero que bueno esta vez. Lo hago inspirado en los cientos de correos que viajan con un nombre en el ciberespacio: Fidel, y que bueno…, vamos a ver: también leí el nombre de René, uno de los Cinco Héroes prisioneros en cárceles de los Estados Unidos por luchar contra el terrorismo.
Me inspira, vamos a ver…, que puedo recorrer mi país y respirar el aire libre que corre sobre él. Contagiarme con las risas de los niños, que sobreviven al bloqueo impuesto por la Casa Blanca (hace casi medio siglo, que afecta a varias generaciones de cubanos), mientras escriben con sus manos limpias, el nombre de Fidel. No importa si ahora se ven más turistas que tiran fotografías con imágenes en las que nos vemos a todo color; pero sin mendigos en las calles, ni nadie que pierda el sueño por falta de trabajo o porque padezca de hambre, Nada no más ayer, entonces vuelvo los ojos, miro, me veo y toco y me pregunto cómo ha podido ser.
He caminado hoy las calles, 13 de agosto, y conmigo viene Fidel, mirando bien de cerca lo que antes
no tuve ni podía tener. No se comenta otra cosa, la salud del Comandante, que bien se le ha visto, que bien se le ve. Y me recuerda a Martí, escucho su voz: monte puedo decir, ciudad puedo decir, ejército decir, ya míos para siempre y tuyos, nuestros, y un ancho resplandor, de rayo, estrella, flor.

Tengo, vamos a ver, que podía escribir esta crónica sin el nombre de Fidel y también escucharía: yo, campesino, obrero, gente simple, tengo el gusto de ir (es un ejemplo) a un banco y hablar con el administrador, no en inglés, no en señor, sino decirle compañero como se dice en español.

Soy un periodista negro y nadie me puede detener a la puerta de un dancing o de un bar. O bien en la carpeta de un hotel. Sé que hay limitaciones económicas que no puedo darme lujos, pero tengo memoria histórica que fue un legado de mis padres, de los padres de otros padres, de mucho fuego y machete en la manigua, de mucha hambre, frío y balas en la Sierra, de muchos jornadas en la limpia de bandidos, de zafras del pueblo, de marchas combatientes sin temor a una guardia rural que me agarre y me encierre en un cuartel, ni me arranque y me arroje de mi tierra al medio del camino real.
Porque no me llamo Juan, ni Pedro, pero Tengo que como tengo la tierra tengo el mar, no country,
no jailáif, no tennis y no yatch, sino de playa en playa y ola en ola, gigante azul abierto democrático:
en fin, el mar.
Tengo, vamos a ver, desde que nací, con la Revolución, todos los derechos de saber escribir y leer, de contar y pensar (por mí, con criterio propio sobre lo que es bueno para mí y también para los demás) Tengo que ya tenía un trabajo, antes de empezar a trabajar y ganar lo que me tengo que comer.
Tengo, vamos a ver, que quise escribir un poema, sin que nadie me dictara las palabras, porque ya eran poema, porque ya estaban escritas, con las palabras: TRIUNFO DE ENERO, VICTORIA, PATRIA O MUERTE. Tengo que pude al fin escribir una crónica, sin que Kronos me apurara y le pondré de nombre: GIGANTE, PUEBLO, RENÉ, que le pondré de nombre mi nombre, porque pude llamarme FIDEL, porque tengo la dicha de vivir en su tiempo, de saber de un joven que escribió con su sangre en un muro, de muchos tantos como él, de escucharle y de seguirle, de soldado, en todas las trincheras de combate, en todas las trincheras de ideas, no con mi grado de Comandante, que cada un cubano ha de ser, sino digno y ejemplo, humilde, con el corazón de verdeolivo y de Patria y con nosotros, en sus OCHENTA Y CINCO y PA´LANTE. Tengo lo que tenía que tener, tengo conmigo a Fidel.

Nota: Esta crónica fue reeditada en el 85 cumpleaños de Fidel, 13 de agosto de 2011. A esta crónica agrego este otro artículo en homenaje a quien ha sido un firme baluarte en el apoyo a todas las juventudes del mundo. En especial a la juventud cubana. A Fidel y, también a la Heroína del Moncada, Melba Hernández. ¿Quién dijo que todo está perdido? Para lograr sus propósitos anexionistas contra Cuba el gobierno de Estados Unidos ha cifrado sus esperanzas en la guerra mediática (sostenida durante más de 50 años de ataques directos, sabotajes, atentados y emisiones de radio y televisión subversivas) para crear las bases del descontento social, mediante el bloqueo genocida que trasciende el medio siglo y sobre todo al cifrar sus esperanzas en cercenar las bases que posibiliten la pérdida de la memoria histórica en las nuevas generaciones y cuestionar el liderazgo de los hombres y mujeres que pertenecieron a la del Centenario de nuestro José Martí y se comprometió a borrar la ignominia de una Patria convertida en seudorepública con la intervención del ejército norteamericano al final de la guerra por la independencia ganada por los cubanos a España. De ahí el cuestionamiento de los valores de identidad y Patria, legados por nuestros próceres libertadores, como una de las formas empleadas en la nueva variante de guerra ciberespacial a partir de la difusión de la mentira y la omisión de indiscutibles logros alcanzados por la Revolución cubana y en los cuales sus protagonistas han sido, precisamente, los jóvenes que iniciaron sus pasos en la Campaña por la Alfabetización que se ha multiplicado en un “Yo sí puedo” en varias naciones del mundo en los últimos años. Fueron también jóvenes los primeros que se formaron como médicos cuando Washington arrastró a su territorio a miles de profesionales de la medicina y quedaron apenas unos 3 000 en todo el país. Sin embargo, la dirección de la Revolución, con la visión indiscutible de su líder histórico, el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, sembró las bases para un futuro de hombres de ciencia que germinó en los alcances de instituciones como el Centro de Genética y Biotecnología, como parte del Polo Científico del nación y que ya exhibe resultados en medicamentos que Cuba ha puesto a disposición del mundo. Podemos citar el ejemplo de la Escuela Latinoamericana de Medicina en la cual se gradúan, cada año, jóvenes de diversas naciones del planeta, incluido algunos procedentes de Estados Unidos. Recuerdo que en un acto popular de repudio, durante los sucesos que involucraron al buque Husara, en el Mariel, la Heroína del Moncada, Melba Hernández, me tomó de las manos y con esa característica que le posibilita llegar a los jóvenes me dijo: “Les toca a ustedes defender la Revolución. Nunca permitan que les arrebaten lo que ha costado tantas vidas para lograr la independencia que soñamos”. Ahora los cables, repletos de inmundicia imperial, se cuestionan la celebración en Cuba, por el Día Internacional de la Juventud, porque la población cubana envejece debido a las mayores expectativas de vida y la baja tasa de natalidad. Sin embargo, no refieren la baja tasa de mortalidad como una de las más bajas del mundo de acuerdo con las cifras expuestas por organismos internacionales de la ONU. Exposiciones de humor gráfico, foros en línea, citas literarias y actividades recreativas en plazas y parques fueron programadas para el disfrute de todos como parte de las actividades por el 12 de agosto, establecido como Día Internacional de la Juventud por la Asamblea General de la ONU en 1999. Son jóvenes cubanos, también, muchos de los que actualmente se encuentran en función de colaboradores de la Salud y la Educación en varias regiones del mundo. Cuestionar esta verdad resulta imposible. El envejecimiento de la población cubana tiene una relación directa con las perspectivas de vida alcanzadas por una nación bloqueada, pero dispuesta a continuar su camino de independencia y soberanía. ¿Quién dijo que todo está perdido? Como dice en su canción la negra Mercedes Sosa: Vengo a ofrecer mi corazón. Nota: Agradezco a quienes me han apoyado para contribuir en mi pequeño homenaje a Fidel.