viernes, 23 de enero de 2015

Perdido






“Ahora en busca solo estoy
del tiempo que he perdido desde ayer,
buscando lo que había de hacer de mí.
Cosa añorada en mi niñez
porqué después crecí”. (S.R)

Raúl San Miguel

Óleo de Vicente Bonachea.

Había recorrido un tramo suficiente para comprender que estaba perdido. Miró en derredor y comprendió que, además, estaba solo. Recordó lo aprendido cuando el padre le regaló una pequeña brújula e instintivamente buscó el objeto en el bolsillo y, por supuesto, no encontró absolutamente nada: ni siquiera los documentos de identidad que abultaban, más que todo, la pequeña cartera de cuero, ahora,  también desaparecida. Extendió ambos brazos y sus manos palparon la intangibilidad del vacío. No estaba dormido y, por tanto, no sabía tampoco cómo despertar. Ese estar consciente de que se está en una situación indefinida entre el sueño y la realidad, le hizo repensar las veces que se encontró en esa encrucijada y aceptó que dormía, por tanto debía hacer un esfuerzo para despertar o sea regresar, ir por un poco de agua y quizá cerrar la ventana para que el gato no se fuera de parranda como hacía cuando se descuidaba.  Esperó un poco y supo que de un momento a otro sus dedos encontrarían la forma de aferrarse al cobertor y con un giró rápido dejaría su cuerpo expuesto a la fría madrugada y despertaría, así, de golpe. Sin embargo, no ocurría nada, ni el más leve estremecimiento de su piel o sus articulaciones. Decidió que, tal vez, encontraría la posición exacta en que el sueño representa la condensación y alcanzaría a visualizar fragmentos de imágenes, frases o trozos de ideas. De alguna manera podría ser un desplazamiento fallido más si se trataba de un confuso y oscuro sueño influido por un inadecuado viaje a otra dimensión. ¿Estaría aún dentro del vientre materno y ahora alcanzaba la conciencia de poder decidir nacer o no? Tan absurdo pensamiento fue perceptible como una brizna de aire en un mar insondable y etéreo. No podía, tampoco, realizar movimientos de acuerdo a su voluntad y tuvo la sensación de encontrarse frente a la imagen interior de su yo, frente a un espejo.  De alguna forma era lo más cercano a la extraña circunstancia que ¿vivía…? Otra pregunta sin respuesta, sobre todo porque ni siquiera sus ojos podían identificar algún objeto conocido. Nada…, entonces, la no existencia de un referente explicaba la no interacción con ningún otro semejante. Sabía que si dejaba de ser un sujeto relacionado, tampoco podría ser un sujeto producido; o sea no existía. De modo que, tal reflexión, también respondía a la imposibilidad de despertar, de establecer una ubicación que le permitiera reconocer el medio o lugar donde se encontraba, adaptarse y establecer respuestas fijas a los estímulos recibidos de su entorno. ¿Pero lo había...? Comprendió que lo único real demostrado, en tal situación, era su esfuerzo para encontrar una salida y contaba con la activa modulación de sus ideas: pensaba, luego ¿existía…? Comenzaba a desesperarse, al no encontrar una salida, pero desistió. Primero: no había llegado a ese sitio sin haber iniciado un camino de entrada en alguna parte, por tanto y, en segundo lugar: debía recordar..., estaba obligado a recordar, en medio de la pulsación galáctica que lo lanzaba al otro extremo del Universo.



A propósito de un tema recurrente: el intento del gobierno de Estados Unidos por cambiar su táctica -según las propias palabras de la señora Jacobson, para modificar la forma de influir (más directamente) en las relaciones diplomáticas que pretende establecer con mi país, Cuba. Esta es mi opinión, teniendo en cuenta la encrucijada en que se encuentra el gobierno de Estados Unidos, cualquiera que sea su administración, cuando se trata de aislar a un pueblo que defiende su soberanía e independencia. Puede interesar:

http://www.cubadebate.cu/noticias/2015/01/25/el-bloqueo-de-eeuu-a-cuba-impide-salvar-a-diabeticos-estadounidenses-afirma-especialista/#.VMZL0Cz6jUc