jueves, 2 de septiembre de 2010

Celulitis, celulares y analfabetismo ciberespacial




Raúl San Miguel

El boom de los celulares se ha extendido por toda la Isla, sobre todo, a partir de las recientes modificaciones de los precios para las tarjetas en los teléfonos móviles y que (supongo) bajarán aún más de acuerdo con el alistamiento del cable submarino procedente de la República Bolivariana de Venezuela. Así le escuché decir a una persona que compartía, animadamente con otra, la espera del ómnibus y aseguraba que lo había confirmado en la lectura de la reciente entrevista que ofreciera el líder de la Revolución cubana, Comandante en Jefe, Fidel, a la directora del periódico mexicano La Jornada.
Justo mientras conversaban cruzó frente a ellos una muchacha obesa que movía las caderas con un ritmo desesperante. “¡Cuidado con la celulitis!”, dijo uno. “¡Pero tengo celular!”, respondió ella y continuó su marcha de legionaria.
Observé pensativo la escena y, por supuesto, sonreí al escuchar el contrapiropo de la joven que argumentaba su indiferencia en relación con su apariencia física si, a fin de cuentas, tenía celular: el aparato distintivo que establece cierta diferencia entre los cubanos de acuerdo con el nivel de poder adquisitivo de cada cual. No me refiero a la máxima: “…de cada cual según su trabajo”.
Lo cierto es que cada vez son más los propietarios de este pequeño aparato conectado a un servicio que se vuelve cada vez más imprescindible en la vida moderna. Sin embargo, la mayoría de los que vivimos en la Isla ni siquiera conocemos el lenguaje técnico de quienes hablan una jerga especial relacionada con el uso y funcionamiento de los celulares. En este sentido se puede tomar como una muestra de analfabetismo telefónico celular.
Incluso recuerdo, cuando en una ocasión, explicaba entre las muchas consecuencias del bloqueo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, estaba el asunto de la telefonía, un negocio que dominaba y determinaba los asuntos de estado en la Cuba prerrevolucionaria. Precisamente, la intervención de la Cuban Telephon Company (que nunca fue cubana) provocó una de las medidas más drásticas de la entonces administración norteamericana con el bloqueo impuesto a la Isla: la prohibición de utilizar el cable telefónico submarino e interrumpir las posibilidades de mercadear a sus empresas en relación con el suministro de la tecnología necesaria para las plantas instaladas en Cuba.
Las actuales limitaciones en la disponibilidad de la tecnología celular, para todos los cubanos, depende de consolidación del proyecto que permitirá ampliar el ancho de banda a partir del cable submarino que se extenderá desde la República Bolivariana de Venezuela hasta la zona más oriental de nuestro país.
Por ahora, los cubanos de este lado, nos ciberalfabetizamos con el uso de las tecnologías disponibles para no dejar de comunicarnos.