jueves, 21 de octubre de 2010

El presidente invisible


Raúl San Miguel

Fotos: Tomadas de Internet

Acabado de leer el artículo especial para El Nuevo Herald: “Obama: todavía no hay suficiente cambio en Cuba”, firmado por la periodista Isabel Morales. Pero de inmediato recuerdo mi comentario: Obama se desencadena. En este último recuerdo que el mandatario estadounidense no había hecho referencia a la Mayor de las Antillas por no ser un tema de interés en su agenda. En realidad, me atrevo a decirlo, el asunto no estaba entre los puntos visibles inmediatos, sino en el itinerario oculto de la política norteamericana hacia nuestro país.
Debo recordar que el señor Obama se convirtió en la esperanza latina gracias al color de su piel y ascendencia mestiza a la cual, la mayoría de los votantes hispanos, aseguraron que estarían resguardado de las influencias de un ascendiente caucásico o puramente norteamericano. Se equivocaron. El presidente Barack no dejó de utilizar la palabra cambio en ningún momento del clímax en su campaña. Solo que pocos se imaginaban el significado de aquella palabra en un presidente que buscaba el liderazgo personal en un país dominado por los representantes de los círculos de poder.
Sin embargo, ya se acerca el nuevo período de elecciones. El voto de la Florida pesa, tanto, que si no marcara el sur este apéndice geográfico con relación al resto del territorio continental, lo volcaría al revés. Pero el asunto es más serio. La “república bananera” de la Florida se ha convertido en la capital de la política electoral de la Unión. Nadie podría hacer mucho sin el voto de ese estado. Así que nadie podría aspirar a mantenerse en el poder sin hacer las concesiones para mantener contentos a los representantes de la mafia cubano-americana con suficiente poder para calzar a cualquier inquilino en la Casa Blanca.
Resulta que el señor Barack ya comienza a emplear su verbo extraterritorial con relación a Cuba y asegura que “aún no muestra suficiente cambio ni compromiso con la libertad como para que Estados Unidos tome nuevos pasos en la relación bilateral”.
Debo recordar que las leyes Helms-Burton y Torricelly, son aberraciones repletas de cláusulas específicas para ser aplicadas en forma gradual, aún si los Estados Unidos invadieran a Cuba, en una guerra directa, y trataran de establecer un gobierno a su servicio, cosa que (por demás) sería absolutamente imposible. Es por eso que específico, que estas leyes extraterritoriales, definen la destrucción total de todas las estructuras administrativas de nuestro país e incluye la solicitud de una licencia (de tres días) para matar como fuera solicitada por la contrarrevolución y los grupos terroristas basificados en los Estados Unidos.
No obstante, el señor Obama exigen cambios de la dirección del Gobierno en La Habana y asegura que “Mi actitud sobre Cuba es que queremos continuar explorando las posibilidades de cambiar las relaciones [. . .]'', afirmó en una reunión con periodistas hispanos en la Casa Blanca. "Pero antes de que demos más pasos queremos ver que el régimen de Castro es serio sobre diferentes formas de abordar la situación''.
¿Debería preguntarse, un Premio Nobel de la Paz, si una nación dispuesta a mantener su condición de soberana o independiente no es seria? Por supuesto, el caso Cuba, vuelve a la palestra electoral norteamericana. Cada presidente o aspirante espera ver caer la fruta madura. Entonces se valen de una situación discutida y aprobada por la dirección de la Revolución cubana con respecto a los presos políticos (permitidos a salir del país con su familia) y los necesarios cambios económicos para enfrentar el genocida bloqueo impuesto por Washington hace casi medio siglo.
El “presidente invisible” de los Estados Unidos quiere más. Asegura que las aperturas económicas “pudieran ser medidas temporales que no responden a una visión a largo plazo”. Se refiere a la decisión constitucional y soberana del Estado cubano, para ampliar el trabajo por cuenta propia. Y agrega: "Aún no hemos visto el resultado completo de esas promesas. Creo que necesitamos más información antes de tomar una decisión definitiva o dar pasos adicionales''.
Hace unos meses, al señor Obama, se le da la situación de descontento de los latinos por la forma en que se aplicaron leyes antinmigrantes en algunos estados de la Unión. Su posición, aun siendo el presidente, es calmosa, escurridiza. Otros problemas como el resultado de las tropas en Iraq y Afganistán lo llevaron a proyectarse con un gran malestar hacia la actitud de los militares que forman parte de su gobierno. Incluso, reconoció que no imaginaba hasta qué punto decidían más que los civiles en el mandato de un presidente. Como si fuera poco disminuye su imagen mediática. También la credibilidad de los sectores atrapados en la gran crisis. Pero el señor Obama acude a la carta Cuba. Se la pretenden servir como un trago mezclado con bacardí y Coca cola, algunos personajes que ocupan escaños de congresistas. Los nombres son harto conocidos: Ileana Ros Lethinen y Lincoln Díaz-Balart.
Debo apuntar que, apenas el señor Barack se estrenaba y acomodaba sus maletas y familia en la Casa Blanca, sostuvo una llamada telefónica con la congresista cubano-americana Ilena Ros. Ella se jactó, por entonces, de que estaría dispuesta a aceptar la llamada de cooperación que le hacía el nuevo presidente. De esta manera comenzaban las relaciones exploratorias.
No obstante, en el reporte del Herald, se reconoce que el pasado mes de “junio, el gobierno cubano trasladó a una veintena de prisioneros políticos a cárceles más cercanas a sus familiares. Luego, tras conversaciones con la Iglesia Católica, más de 30 fueron liberados bajo la condición de que viajaran a España. Sólo un prisionero gravemente enfermo ha viajado directamente de la isla a EEUU”
Agrega que “Obama levantó las restricciones a los viajes familiares y los envíos de remesas impuestas por parte de la administración de George W. Bush. También ha autorizado la concesión de visas a un creciente número de artistas y académicos”. Realmente eso no es cierto. Las condiciones que exige el presidente norteamericano buscan no un cambio, sino una anexión. “Cuba no ha permitido la libertad política y económica que le gustaría ver a Washington”.
"Aun hay prisioneros políticos en Cuba'', agregó con respeto al caso del Alan Gross, un subcontratista del gobierno norteamericano detenido en la isla mientras llevaba equipos para grupos judíos para establecer una red de canales por satélite y facilitar la transmisión, no autorizada por el gobierno cubano, de emisiones de televisión digital.
El lunes se supo que el subsecretario de asuntos hemisféricos del Departamento de Estado, Arturo Valenzuela, y el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, habían discutido el asunto recientemente en Nueva York.
La afirmación de que la economía cubana se ha detenido en el pasado no se corresponde con una realidad: la aplicación del bloqueo, por casi medio siglo, ha condicionado la pérdida de más de 700 000 millones de dólares en estas casi 50 años de Revolución, pero en Cuba no se han realizado las concesiones que espera Washington. El señor Obama es otro presidente invisible. Uno más en todas las administraciones que representan el rostro visible de los verdaderos gobernantes en ese país.