miércoles, 11 de agosto de 2010

Los cañones de agosto

Por RAÚL SAN MIGUEL

Foto: Tomada de la Internet

Tomo como referencia, para este comentario _según aparece en el filme: 13 días_, el título de un libro que citara el ex presidente J.F.Kennedy, en su despacho, durante la Crisis de los Misiles, en octubre de 1962, cuando la tercera guerra mundial pudo tener su epicentro en Cuba.
Lo hago después de leer la reciente exposición del líder de la Revolución cubana, Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, y en la que explica la forma en que Tel Aviv, condiciona el comienzo de la guerra en el Oriente Medio con Washington a la cabeza.
Aunque se trata de un filme, y no es mi propósito evaluar la veracidad de las palabras escritas en el guión, considero que el argumento es documental. El hecho es histórico y las condiciones en que se produjeron las acciones posteriores (la posición del entonces mandatario de la Casa Blanca), de no acceder a la guerra) llevaron, a este presidente de los Estados Unidos: J.F.Kenndy, a la muerte en una extraña conspiración cuyas versiones aún apuntan al brazo oculto de un (un grupo) magnicida en el gobierno de aquella administración norteamericana.
Cito, no textualmente, lo que supongo el presidente Kennedy, decía a dos de sus más íntimos allegados, uno de ellos, el señor Kenny O´Donnell (secretario personal) : “El verano pasado leí un libro: Los cañones de agosto, de la periodista Barbara W. Tuchman* que deberían leerlo los que están en la línea de bloqueo (se refería a los altos mandos militares y la ultraderecha en su gobierno). Continuaba: “En la primera Guerra Mundial, han muerto 13 millones y todo porque los militares de cada alianza creían tener tan claras las predisposiciones y movimientos de la otra que podrían prever sus acciones basándose en la guerra anterior. Pero el mundo y la tecnología habían cambiado. Y, aunque aquello no era válido, era lo único que conocían. Daban las órdenes y no se podían revocar. Ni los soldados, ni los civiles sabían por qué sus vidas estaban siendo destruidas. ¿Y por qué no pudieron pararlo, qué podrían hacer? Y aquí estamos 50 años después. Digamos que ningún barco se resiste a la inspección. Destruimos su timón y lo abordamos. Ellos (los soviéticos) derriban un avión como respuesta. Reaccionamos bombardeando sus bases antiaéreas. Ellos atacan Berlín, así que invadimos Cuba. Ellos (los soviéticos) disparan sus misiles, y nosotros disparamos los nuestros”.

La similitud de aquella escena es siniestramente repetible. Por segunda vez, de acuerdo con los conocimientos escasos que puede tener un periodista, un presidente de los Estados Unidos enfrenta una situación similar. Lo digo sin tener en cuenta otros hechos aislados que no tiene ningún fundamento ejemplificar. Lo cierto es que para el señor Obama _casualmente a quien (durante su campaña por la presidencia) se le comparó con la familia Kennedy, en relación con algunos aspectos de su vida doméstica_, en realidad se encuentra en un callejón sin salida, a menos que actúe en correspondencia con propio juicio a partir de un análisis inteligente de cómo resolver esta crisis a punto de estallar.
El señor presidente Barack Obama, fue considerado la mejor opción, para cambiar la imagen de la administración en los Estados Unidos. Por supuesto, analistas, politólogos, asesores, congresistas, entre otros, sabían (de antemano) que el señor Barack, es considerado un tránsito importante en la nueva proyección de la política exterior de los Estados Unidos.
En un ensayo de James Trauh, publicado por The New York Times, el 4 de noviembre de 2007, exponía: “Es posible que los partidarios de Obama crean que su biografía y ese ángulo de su visión puede ayudar a curar las heridas que nosotros mismos nos hemos causado por nuestra indiferencia hacia los puntos de vista de los demás, y por el aislamiento de un Presidente que se muestra indiferente ante el resto del mundo (se refería, en este caso, al señor George W.Bush)”. Y, agregaba: “En ello radica la fuerza decisiva de la canditatura de Obama”.
Vuelvo a retomar las palabras del expresidente Kennedy: “...Pero el mundo y la tecnología habían cambiado. (…) ¿Y por qué no pudieron pararlo, qué podrían hacer? Y aquí estamos 50 años después…”. Analicen la respuesta, en una entrevista que le fuera realizada al señor Barack Obama, actual presidente de los Estados Unidos, antes de ocupar su puesto en la Oficina Oval. “Hoy estamos clamando porque este país adquiera un liderazgo visionario. Las amenazas de este siglo son más complejas y peligrosas que las enfrentadas en el pasado. Ellas provienen de las armas que pueden matar a gran escala. (…) La administración Bush respondió a los ataques no convencionales del 11 de septiembre con un pensamiento convencional pasado de moda, encarándolos solo con soluciones militares. Esta trágica equivocación nos condujo a la guerra de Irak, que nunca debió ser autorizada ni iniciada. Tras Irak y Abu Grahib (la cárcel donde asesinaron y torturaron a decenas de prisioneros de las tropas invasoras de Iraq) perdió toda la confianza depositada en nuestros propósitos y principios (….)”.
En otra oportunidad me gustaría compartir criterios relacionados con las raíces kenyanas del señor Barack y su relación estrecha con uno de los “tanques pensantes” más reaccionarios de los Estados Unidos, el señor Zbigniew Brzezinski.
Por ahora, como explicara el líder de la Revolución cubana, Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, el señor presidente Barack Obama, tendrá que realizar una difícil tarea en solitario. El estado de Israel está sediento de sangre y desea consumar su propósito de borrar de la faz de la tierra al pueblo palestino. Para lograrlo tiene el poder de las armas nucleares. Solo que espera la acción que la iniciativa salga, como está preestablecido, de una decisión del gobierno de la Casa Blanca. Esperemos que no se equivoque.

Nota: La autora del libro, Barbara W. Tuchman, periodista e historiadora nacida en Nueva York en 1923, narra con profusión de detalles los acontecimientos previos al estallido del conflicto, así como el primer mes de guerra en el transcurso del cual, según esta ganadora del premio Pulitzer, se decidió el desenlace de la misma (aunque la agonía debería prolongarse durante 4 años más).
El libro nos presenta en un estilo directo cuál era el reparto de fuerzas entre las potencias europeas a comienzos del siglo XX, más concretamente, tras la guerra de 1870. Cómo Francia y Alemania concebían planes para aniquilarse los unos a los otros. Y de qué forma, como fichas de dominó, las distintas alianzas se activaron tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando y su esposa en Sarajevo, a manos de un nacionalista serbio.
Aquel crimen fue la llama que prendió la mecha de las ansias de dominación germanas y las ansias de revancha francesas. En cuestión de un mes, toda Europa se vio envuelta en la guerra más cruenta jamás librada hasta la fecha y, debido a la realidad colonial de la época, pronto todo el Mundo se vio implicado.