jueves, 10 de julio de 2014

Antídoto contra las sombras.







Óleo de Vicente Bonachea

"Ayer he recibido una carta sobremanera. /
Dice que "lo peor es la intolerable, la continua". /
Y es para llorar, porque nos queremos, /
pero ahora se ve que el amor iba adelante...," Julio Cortázar



Muchas veces el amor complementa lo que ya es un hecho: la propia existencia. Sin embargo, nadie puede determinar, exactamente, cuando va a llegar y muchos menos el momento de su partida. Por eso debe vivirse intensamente.
El relato que regalo a los ciberargonautas de mi blog, lo escribí hace mucho tiempo. También el poema que coloqué al final. Ambos se relacionan, por supuesto.



EL ÁNGEL



Por RAÚL SAN MIGUEL
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo.
Pablo Neruda

Lo observó, detenidamente, como si fuera la primera vez. Él leyó: Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos, te pareces al mundo en tu actitud de entrega. Mi cuerpo de labriego salvaje te socava y hace saltar el hijo del fondo de la tierra. Entonces ella sintió un ligero temblor en sus labios que acentuó el carmín de sus mejillas e hizo más intenso el brillo nocturno en sus ojos. ¿Habría descubierto sus pensamientos? No, él no podría llegar más allá de su piel, pensó, mientras (sin quererlo) todo su cuerpo estaba dispuesto a corresponder con amor durante ese viaje en la locura que alguien llamó sexo. Pero no era sexo la palabra exacta para definir lo que ocurriría o no segundos después: cuando sus ropas quedaran en un lugar cerca de la cama y ella se detendría a esperar tendida, resuelta a dejarse arrastrar, como si fuera una hoja sobre el viento, con las piernas ligeramente abiertas, lo indispensable para exhibir la belleza de sus curvas: suficientemente seductoras e inevitables, mostrando lo que él quería ver. Sabía que no pasaría por alto ningún detalle y que pronto sentiría su boca expandirse sobre los senos, después correría vientre abajo y la obligaría a sucumbir. Por supuesto, lo deseaba. Esperaba que él llegara más crecido ante su mirada interrogante, la rodeara con sus brazos fuertes y sumergiera en un beso profundo, suave como el perfume que emanaba de su piel: el mismo aroma que en más de una ocasión percibió que rondaba dentro de su habitación como un fantasma empujado por el viento. Caería… ¿una vez más? ¿Temía sucumbir a la inevitable? ¿A lo ajeno?
Recordó su propia imagen frente al espejo y detrás estaba él, en su otra vida: la de todos los días de todas las horas convertidas en siglos. Él abrazándola toda como si quisiera fundirse en un solo cuerpo. Ella poseída por el torrente que se vertía como un río dentro de su vida y… _No, no, se dijo. _ Esta vez no será así.
Lo había pensado el día anterior y lo juró en cada segundo de aquella eterna noche hasta que el amanecer la descubrió mirando por la ventanilla del ómnibus, mientras el reloj desgranaba los segundos. _No, esta vez no será así, se repitió y, de repente _como sorprendida por el eco de sus pensamientos_, permaneció quieta hasta que el vehículo se detuvo.
Sentada sobre la cama, en la habitación color ámbar, su rostro helénico parecía más hermoso. Así le pareció a él cuando aceptó, sin condiciones, tumbarse a su lado. Sabía que  lo observaba. Cualquier motivo podría servir para permanecer vestidos. _Esta vez no será así _dijo_, y la voz, temblorosa e imperceptible, apenas alcanzó los labios cuando se escurrió en un beso, dentro de la boca húmeda, contagiada por la sonrisa de aquel hombre que ahora yacía desnudo sobre el lecho. “Esta vez no será así”, se repitió en silencio y sintió como emergían alas de su cuerpo.

FIN

Es por eso que entrego este verso escrito para aquellos que acechan como hienas el amor de otros o se escurren como sombras entre las palabras y la confusión que provoca su presencia.

Las formas simples del amor

Los que “conocen” las formas simples del amor
gustan de dar opiniones
siempre dispuestos,
a mostrar sus errores
matizados por lo áspero de sus vidas,
de sus fracasos.
Los que “conocen” las formas simples del amor
hablan del sexo
y lo tocan con las manos,
intercambian,
se masturban,
entre consejos libidinosos,
de lujuria sin gemidos,
frente a la esperma tibia
el olor…,
del sexo,
pero no saben nada del amor.

RSM