viernes, 21 de febrero de 2014

DEJAR A MATILDE



Tomado de Puro cuento y algo más, del muro de Oscar Luis Ferreiro

CUENTO DEL VIERNES 21 DE FEBRERO 

DEJAR A MATILDE 

ALBERTO MORAVIA


Un amigo mío camionero ha escrito en el cristal del parabrisas: “Mujeres y motores, alegrías y dolores”. No digo yo que no tenga sus buenas razones para decir que los dolores y las alegrías que le procuran las mujeres tengan más o menos el mismo peso en la balanza de su vida. Digo que, al menos por lo que se refiere a Matilde y a mí, esa balanza andaba muy desequilibrada: por un lado, muy alto, el platillo de las alegrías; por el otro, muy bajo, el platazo de los dolores. De modo que, al final, tras un año de noviazgo de puras peleas, incumplimientos de palabra, bribonadas y traiciones, decidí dejarla a la primera oportunidad.
La oportunidad llegó pronto, una noche que la había citado en la plaza Campitelli, cerca de su casa: Esa noche Matilde, simplemente, no vino. Advertí entonces, tras una horita de espera, que sentía más alivio que disgusto, y comprendí que había llegado el momento de la separación. Incierto entre un dolor amargo y una satisfacción agraz, medio contento y medio desesperado, me fui a casa y me acosté en seguida. Pero antes de apagar la luz me santigüé, solemne, y dije en voz alta:

-Esta vez se acabó, vaya si se acabó.

Este juramento hay que decir que me calmó, porque dormí de corrido nueve horas y sólo me desperté por la mañana cuando mamá vino a avisarme que preguntaban por mí al teléfono.

Fui al teléfono, al apartamento de enfrente, de una modista amiga. De inmediato, la vocecita dulce de Matilde:

-¿Cómo estás?

-Estoy bien -contesté, duro.

-Perdóname por anoche..., pero no pude, de verdad.

-No importa -le dije-, así que adiós... Nos veremos mañana... Te diré una cosa...

-¿Qué cosa?

-Una importante.

-¿Una cosa buena?

-Según... Para mí sí.

-¿Y para mí?

Dije tras un momento de reflexión:

-Claro, también para ti.

-¿Y qué cosa es?

-Te la diré mañana.

-No, dímela hoy.

-No me mates...

-Está bien... ¿Sabes por qué te he telefoneado hoy? Porque hace un día precioso, es fiesta, y podríamos ir en moto al mar. ¿Qué te parece?

Me quedé incómodo porque no me esperaba esa propuesta tan cariñosa, hecha con una voz tan dulce. Después pensé que, en el fondo, tanto daba hoy como mañana: iríamos a la playa y yo, en lo mejor, le diría que la dejaba y así me vengaría también un poco. Dije:

-Está bien, dentro de media hora paso a buscarte.

Fui a recoger el ciclomotor y luego, a la hora fijada, me presenté en casa de Matilde y le silbé para llamarla, como de costumbre. Se precipitó en seguida abajo, lo noté; normalmente me hacía esperar Dios sabe cuánto. Mientras corría hacia mí atravesando la plaza, la miré y me di cuenta una vez más de que me gustaba: bajita, dura, morenísima, con la cara ancha por abajo como un gato, la boca sombreada de pelusilla, los ojos negros, astutos y vivos, el pelo muy cortito, tan espeso y tan bajo sobre la frente que evocaba el pelamen de un animal salvaje. Pero pensé: “Desde luego que me gusta, me gusta mucho, pero la dejo”, y advertí con alivio que la idea no me turbaba en absoluto. Cuando la tuve delante, todavía jadeando por la carrera, me preguntó en seguida con voz tierna:

-¿Qué? ¿Aún estás enfadado por lo de ayer?

Contesté huraño:

-Vamos, monta.

Y ella, sin más, subió al sillín de la moto agarrándose a mí con las dos manos. Salimos.

Una vez en la vía Cristoforo Colombo, entre los muchos automóviles y motos del día festivo, con el sol que ya quemaba, empecé a pensar sañudamente en lo que debía hacer. ¿Cuándo tenía que decirle que la dejaba? Al principio pensé que se lo diría en cuanto llegásemos a la playa, para estropearle la excursión y a lo mejor traerla inmediatamente después a Roma: una idea vengativa. Pero después, pensándolo mejor, me dije que, a fin de cuentas, también me estropearía la excursión a mí mismo. Mejor, pensé, disfrutar de la vida y -¿por qué no?- de Matilde hasta cierto momento, digamos que hasta las dos, después de comer. O bien, incluso, esperar al final de la excursión y decírselo mientras regresábamos, por esta misma vía Cristoforo Colombo, sin volverme, así, como por azar. O incluso también esperar a llegar a Roma y decírselo en la puerta de su casa: “Adiós, Matilde. Te digo adiós porque hoy ha sido la última vez que hemos estado juntos”. Entre tantas ideas no sabía cuál escoger; al final me dije que no debía hacer planes; en el momento oportuno, no sabía cuál, se lo diría. Entre tanto Matilde, como si hubiera adivinado mis reflexiones, se apretaba fuerte a mí, e incluso me había cogido con la mano la piel del brazo, como pellizcándome, con ese pellizco que se llama mordisco del asno, y que en ella era una demostración de afecto. La oí, después, decirme al oído con una voz alegre y tierna:

-¡Eh! ¿Sabes que tienes que ir al peluquero? Con tanto pelo ni hay sitio para un beso.

Digo la verdad, esas palabras y el pellizco me hicieron cierto efecto. Pero de todas formas pensé: “Sigue, sigue... Ya es demasiado tarde”.

Una vez en Castelfusano cogí hacia Torvaianica, donde sabía que no había balnearios, que sólo agradan a quienes van al mar a ponerse morenos, sino nada más que matorrales y la playa desierta. Al llegar a un sitio muy solitario, con un monte bajo que pululaba, verde e intrincado, por el declive hasta la tira blanca de la playa, dejé la moto en el borde del camino; y después corrimos juntos a más no poder por los senderos, rodeando los gruesos arbustos batidos por el viento, hasta el mar. La llevaba de la mano, pero este gesto cariñoso lo había impuesto ella; y yo la dejé hacer; así me sentí de nuevo enternecido, como en los buenos tiempos en que la quería. Pero me di cuenta de que seguía decidido a dejarla, y esto me devolvió la confianza.

-Voy a desnudarme detrás de aquella mata -dijo ella-. No mires.

Y yo me pregunté si no sería cosa de decírselo ahora; recibiría la ducha fría justo en el momento en que estaba desnuda, llena de la felicidad que le daba aquel sitio tan bonito y la excursión al mar. Pero cuando me volví hacia ella y vi asomar por la mata sus hombros delicados, con los brazos levantados, y quitarse la falda por la cabeza, se me fueron las ganas. Tanto más cuanto que ella decía, siempre con su voz cariñosa:

-Giulio, no te creas que no me doy cuenta; me estás mirando.

Así fuimos a tumbarnos en la arena, yo boca abajo y ella hacia arriba, con la cabeza en mi espalda como en un cojín. El sol quemaba mi espalda, la arena me quemaba el pecho y su cabeza me pesaba en la espalda, pero era un dulce peso. Ella dijo, tras un largo silencio:

-¿Por qué estás tan callado? ¿En qué piensas?

Y yo contesté espontáneamente:

-Pienso en lo que tengo que decirte.

-Pues dilo.

Estaba a punto de decirlo de veras cuando ella, voluble como las mariposas que vuelan de una flor a otra y nunca se dejan coger, dijo de pronto:

-Mira, mientras tanto úntame los hombros, que no quiero quemarme.

Renuncié una vez más a hablar y, cogiendo el frasquito de aceite, le unté la espalda desde el cuello a la cintura. Al final ella anunció:

-Me duermo. ¡No me molestes!

Y me quedé turulato de nuevo, pensando que, en el fondo, no le importaba nada saber lo que quería decirle.

Matilde durmió quizás una hora; después se despertó y propuso:

Caminemos a lo largo del mar. Es pronto para bañarse, pero al menos quiero mojarme los pies en el agua.

Volvió a cogerme de la mano y juntos corrimos a través de la playa hacia la orilla. Las olas eran grandes y ella, siempre de mi mano, empezó a dar carreritas hacia adelante y hacia atrás, según las olas avanzaran o refluyeran, entre un viento que soplaba con fuerza, gritando de alegría cada vez que una ola, más rápida que ella, la embestía y le subía hasta media pierna. No sé por qué, al verla tan feliz, me dieron unas ganas crueles de estropearle la felicidad y grité fuerte, para superar con la voz el estruendo de mar: “Ahora te digo esa cosa”. Pero ella, de forma imprevista, me abrazó repentinamente con fuerza, diciéndome: “Cógeme en brazos y llévame al medio del agua, inténtalo, pero no me dejes caer”. De modo que la cogí en brazos, que pesaba mucho aunque era pequeña, y avancé un poco entre toda aquella confusión de olas que se cruzaban, montaban unas sobre otras y refluían. Mientras tanto me preguntaba por qué ella había hecho este gesto; y concluí diciéndome que, con su intuición femenina, había adivinado que lo que quería decirle no le iba a gustar. Ahora, desvanecido el peligro de oírme decir aquella cosa, me invitaba a volver a la orilla. Volví y la dejé con delicadeza en la arena; me dio un beso en la mejilla, diciendo:

-Y ahora comemos.

Abrimos el paquete del almuerzo y comimos los bocadillos de ternera que mi madre me había preparado. Después, durante dos horas, siempre la misma canción. Yo tenía en la punta de la lengua lo que quería decirle, pensaba decírselo porque el momento me parecía favorable, estaba a punto de decirlo cuando ella, de pronto, me hablaba de forma cariñosa o hacía un gesto imprevisto, o incluso me quitaba la palabra de la boca. Varias veces me volvió la idea de una de esas mariposas blancas de la col, que en primavera son las primeras y las más inasibles, feliz de quien consigue echarles mano. Después, cuando ya desesperaba de llegar a mi declaración, me propuso de golpe y porrazo:

-Bueno, dime ahora esa cosa.

Estaba a punto de abrir la boca cuando ella gritó:

-No, no me la digas, espera, déjamela adivinar. Veamos: ¿quieres decirme que me quieres mucho?

-No -respondí.

-¿Entonces quieres decirme que soy muy mona y te gusto?

-No.

-Entonces, ¿que nos casaremos pronto?

-No.

-Estas son las tres únicas cosas que me interesan -dijo ella sacudiendo la cabeza-. Basta, no quiero saber nada.

-No, tengo que decirte que...

Pero ella, tapándome la boca con la mano:

-Chitón, si quieres que te dé un beso.

¿Qué podía hacer yo? Me quedé callado; y ella quitó la mano y puso sus labios, en un beso largo que me pareció sincero.

Al final habíamos hecho de todo: tomado el sol, dormido, un semibaño, habíamos hablado; pero no le había dicho aquella cosa y ya sólo nos quedaba irnos. De modo que nos vestimos cada uno detrás de su mata y yo una vez más, mientras me metía los pantalones, pensé que ese era el momento adecuado. Me levanté y dije con voz natural:

-Lo que quería decirte, Matilde, es esto: he decidido dejarte.

Pronunciadas estas palabras miré hacia la mata tras la que ella se ocultaba, pero no vi nada. El viento ahora soplaba más fuerte que nunca y sólo se oían, en aquel lugar desierto, la voz del viento, baja y modulada, y el estruendo del mar. Matilde parecía que no estaba, como si mis palabras la hubieran hecho desvanecerse en el aire, como los torbellinos de arena que el viento levantaba sin tregua de las dunas blancas y empujaba hacia arriba, hacia el monte bajo. Dije: “Matilde”, pero no obtuve respuesta. Grité entonces: ¡Matilde!”, y tampoco contestó. Inquieto, incluso un poco asustado, pensando que, quién sabe, estuviera llorando de dolor, o quizá se hubiera desmayado, me puse a toda prisa la camisa y corrí hacia la mata detrás de la cual debería estar. No estaba: en la arena no vi más que su bolso y sus zapatitos rojos. Pero justo en el momento en que me volvía llamándola, la sentí que se me echaba encima, con violencia hasta el punto de que no pude aguantar en pie y caí boca arriba, con ella. Matilde ahora se sentaba a horcajadas en mi pecho y me decía:

-Repite lo que has dicho. Vamos, repítelo.

La arena me soplaba en la cara, punzante; ella reía sin parar y yo por fin contesté flojo:

-Bueno, no lo repito, pero déjame en paz.

Pero ella no se levantó en seguida y dijo:

-¿Y eso era todo? Te digo la verdad, creía que era algo más importante.

Después me soltó; me levanté yo también y, de repente, advertí que estaba contento de habérselo dicho y de que no lo hubiera tomado en serio y se lo tomara como una de las muchas bobadas que se pueden decir entre enamorados. En resumen, volvimos a subir la pendiente cogidos de la cintura. Y yo le dije que la quería mucho; y ella me contestó ya un poco reservada, porque no se temía que la dejara: “También yo”. Poco después corríamos de nuevo por la vía Cristoforo Colombo.

Pero al llegar a su casa me dijo, cogiéndome la mano:

-Giulio, ahora es mejor que no nos veamos unos días.

Me sentí casi desfallecer y consternado, exclamé:

-Pero, ¿por qué?

Y ella, con una buena carcajada:

-He querido hacer una prueba. Querías dejarme, ¿eh? Y luego, sólo ante la idea de no verme unos días, pones una cara así de triste. Está bien, nos vemos mañana.

Corrió hacia arriba y yo me quedé como un bobo, mirándola alejarse.

FIN


martes, 18 de febrero de 2014

Venezuela: Se consume el intento de golpe mediático.



Los últimos reportes sobre los acontecimientos en Venezuela demuestran la consumación del golpe mediático que realiza la oligarquía local con el apoyo directo de los servicios de inteligencia del gobierno de Estados Unidos contra el país sudamericano.
Precisamente Washington fue el único negado a reconocer la victoria electoral que llevó al Presidente Nicolás Maduro a ocupar la dirección de un país decidido a construir una sociedad socialista en medio de las crisis generadas por el imperialismo a escala mundial.


No podemos olvidar el modus operandis de elementos de la oposición infiltrados en las protestas para elevar el tono de violencia, mediante ataques con armas de fuego. Lo hicieron durante el gobierno del Presidente Chávez y fue demostrada la participación de los medios de prensa al servicio de la oposición. Más reciente ocurrió _después de las elecciones_ con ataques realizados por grupúsculos de mercenarios que pretendían crear un escenario propicio para la intervención militar directa del ejército de Estados Unidos.


De hecho el intento de golpe mediático imperialista contra la Revolución Bolivariana es un hecho consumado. Camile Soulier, vocera de Reporteros sin fronteras se queja de las medidas aprobadas por el Presidente Nicolás Maduro, para exigir el cese de las transmisiones del canal NTN 24: la principal arteria golpista al servicio de la oposición.


¿Quién está detrás de Reporteros sin fronteras?


Se define como una organización no gubernamental de origen francés cuyo objetivo es “defender la libertad de prensa en el mundo”; no obstante, ha demostrado todo lo contrario y prueba de ello es la posición de su secretario general, el señor (mercenario) Robert Menard, un personaje vinculado a los servicios de inteligencia de Estados Unidos y sus aliados en la Unión Europea.


Debemos tener en cuenta que el señor Capriles, procede de una familia que controla una importante cantidad de medios de información privados en Venezuela. Antonio Ledezma, intenta ratificar una supuesta agresión por parte del gobierno Bolivariano de Venezuela al exigir el derecho de Estado a sacar del aire a NTN 24, después del propósito (abortado por el gobierno legítimamente constituido) para transmitir las violencias jornadas protagonizadas por la oposición.


El señor Ledezma, no escatima su incondicionalidad como aliado proyanqui, al acusar a de las muertes provocadas _después de las elecciones que llevaron a Nicolás Maduro a la presidencia_ cuando fue probada la participación de grupos mercenarios al servicio de Capriles. Entre los absurdos está la acusación, contra el Presidente Nicolás Maduro, de traicionar las ideas del Comandante Hugo Chávez. ¡Increíble! Las ideas de Chávez de construir el Socialismo del siglo XXI, fueron también atacadas por quienes generaron el intento de golpe de estado el 11 de abril con el apoyo mediático de los medios de prensa al servicio del imperialismo, la participación de gobiernos fantoches de la región y Washington.


El nuevo intento de golpe mediático contra Venezuela incluye factores que no deben perderse de vista. De hecho, los voceros de NTN 24, lo han confirmado, al relacionar la reciente Cumbre de la CELAC, realizada en La Habana y que resultó un hecho extraordinario a nivel internacional y un nuevo punto de partida en la urgencia de consolidar la unidad latinoamericana. Sin embargo, ¿Por qué introducen, en el análisis de NTN 24, la Cumbre de la CELAC?


Comparar los resultados de la reciente Cumbre de la CELAC, con la situación actual de Venezuela, hablar de conspiración militar para dar un golpe de estado, según las palabras del fantoche Ledezma, y defender el supuesto derecho de agresión mediática por Reporteros sin Fronteras, es parte del intento de acelerar una situación de violencia civil en las calles venezolanas, en forma permanente, confundir o maniatar la opinión pública internacional y solicitar la intervención militar directa de tropas norteamericanas asentadas en bases próximas a Venezuela.


El pueblo venezolano ha mostrado su firmeza al lado del gobierno del Presidente Nicolás Maduro. Una prueba es la nueva victoria al derrotar el intento de ataque mediático contra la Revolución Bolivariana. Una contundente señal de cómo sería la respuesta a cualquier intento de intervención militar directa o a escala regional por parte de Estados Unidos y sus aliados.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Los cuervos se visten de blanco.



Un proverbio Alemán asegura que cuando las palomas visitan, reiteradamente, a los cuervos, sus alas siguen blancas; pero el corazón se torna negro. Es la manera en que observo el comportamiento de esas mujeres _llamadas Damás de Blanco_ en su relación anexionista con los congresistas Lincoln Díaz-Balart, Ilena Ros, la Fundación Nacional Cubano-americana (FNCA) y la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA).
Hace unos días un reporte de El Nuevo Herald, apuntaba que "La Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID) ha sido excluida de los $17.5 millones consignados para programas por la democracia en Cuba, en medio de quejas de disputas políticas partidistas y de que la agencia ha manejado esos programas de modo erróneo". Agregaba:
"En su lugar, los fondos irán a las oficinas de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo (DRL) y de Asuntos del Hemisferio Occidental (WHA) del Departamento de Estado, así como el National Endowment for Democracy (Dotación Nacional por la Democracia, NED), una agencia sin ánimo de lucro en Washington".
Tal anuncio resulta divergente. El propio diario cita al representante Mario Díaz-Balart, miembro de la Comisión de Asignaciones de la Cámara, quien aseguro que "el Congreso había aprobado excluir a USAID de los fondos destinados a Cuba para el año fiscal que termina el 30 de septiembre “porque estuvimos de acuerdo en que USAID francamente necesitaba ponerse a actuar en cuanto al programa de Cuba”. 
En realidad, detrás de todo el dinero destinado para el pago de los grupúsculos contrarrevolucionarios (dentro de la Isla) en función de la subversión en Cuba, se mueve mucho más dinero del que se registra en el programa de la USAID y _por supuesto_ muchos más son los intereses de los personajes de la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA, incluye a los congresistas Ileana Ross y Lincoln Díaz-Balart) que encontraron un filón para extraer las mayores ganancias (de forma personal) de los fondos utilizados por el gobierno de Estados Unidos que provienen del dinero congelado a Cuba por el Departamento del Tesoro norteamericano. Esta cantidad (cifra inicial) se calcula en 424 millones de dólares extraidos de la Isla, en enero de 1959. Dinero que, teniendo en cuenta el valor representativo en esa época con respecto a la actualidad, se triplica; además del lógico incremento en más de 50 años.
Veamos que publicó El Nuevo Herald:
"USAID tiene entre $60 y $70 millones en fondos en camino para programas de Cuba, dijo Diaz-Balart, ha gastado dinero destinado a Cuba en otros programas, y ha entregado $3.4 millones a un grupo con escasa experiencia, la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FHRC)."
¿Por qué destinan fondos millonarios a una llamada FHRC que tiene escasa experiencia en la actividad subversiva (léase fase operativa de acciones asesoradas por los servicios de inteligencia estadounidenses)?
La FHRC, se concibió para recaudar fondos y proporcionar recursos con tecnología de avanzada para las comunicaciones y almacenamiento de información: discos duros y memorias flash, teléfonos celulares inteligentes, recargas, computadoras, y otras formas que posibiliten realizar el proyecto “Internet sin Internet” con el objetivo de crear una red ciberespacial que pueda funcionar para los grupúsculos contrarrevolucionarios dentro de la Isla y respaldada por el presidente Barack Obama.
Por su parte, el portavoz de USAID, Karl Duckworth, aseguró que "un informe hecho en el 2012 por la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO) señaló la mejoría en el manejo y supervisión de los programas para Cuba por parte de la agencia." Ese propio año, en ¿coincidencia?, la secretaria adjunta para Asuntos del Hemisferfio Occidental, Roberta S. Jacobson, declaró (el 7 de junio de 2012) la posición, abiertamente injerencista de Washington en la preparación de los grupúsculos contrarrevolucionarios, apoyo logístico y financiero y la tecnología necesaria para actuar contra el pueblo y su Revolución en la Isla:
“En Cuba, la prioridad de la administración Obama es capacitar a los cubanos para que determinen libremente su futuro. Nuestra política reconoce también la importancia de participar con activistas en pro de la democracia y los derechos humanos que han estado trabajando durante años para ampliar los derechos políticos y civiles de todos los cubanos. (…) Nuestros programas en Cuba proporcionan ayuda humanitaria a los presos políticos y a sus familias, apoyan la documentación de las violaciones de los derechos humanos, y fomentan el libre flujo de información hacia, desde y dentro de la isla. Constantemente apoyamos y destacamos la labor de las personas que promueven el cambio positivo en Cuba”.
El propio vocero de la USAID declaró que (La agencia) “está orgullosa de las recientes reformas reconocidas por GAO que aíslan el proceso de selección de subvenciones de toda influencia política, aseguran la competencia justa y transparente por los recursos, y se centra en el impacto de los programas en la Isla”, en un correo electrónico a El Nuevo Herald.
En el rejuego para disolver el embrollo causado por acciones de favorecimiento personal de los fondos empleados para la subversión contra Cuba, el presidente de la CANF, José "Pepe" Hernández, acusa a Mario Díaz-Balart de favorecer al gobierno cubano, en caso de que su posición fuera excluir a la USAID del sostenimiento de fondos para continuar los ataques mercernarios contra el pueblo de Cuba. 
El propio Hernández reconoce la actividad de 18 años de la USAID en ser el rostro visible del financiamiento a la contrarrevolución dentro de la Mayor de las Antillas. 

El 1 de abril de 2011, el entonces presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EE.UU., John Kerry, condicionó el desembolso de 20 millones de dólares adicionales los programas pro-democracia en Cuba a una “revisión plena”, debido a las denuncias del robo y desvió de dichos fondos (caso que involucra a personajes como Díaz-Balart). Expresó: “No hay prueba de que los programas de promoción de la democracia, que hasta la fecha le han costado a los contribuyentes estadounidenses más de 150 millones de dólares, estén ayudando al pueblo cubano”.
¿De qué ayuda al pueblo cubano hablaba el señor Kerry, si el bloqueo contra Cuba ha generado pérdidas, al propio pueblo cubano, por valor de 10 millones 188 mil dólares anuales, mientras esta cifra se multiplica.
Debemos recordar que, según una falla de seguridad en la información transmitida por la USAID, se detectó el envío de fondos a diplomáticos norteamericanos de la SINA, en La Habana. 
Para que se tenga en cuenta el cinismo del gobierno de Estados Unidos, un cable de EFE reporta que Washington defendió, reciente y públicamente, el bloqueo contra Cuba, al calificarlo de “importante” herramienta para espolear el cambio en la isla, en respuesta al debate causado por unas declaraciones del ex gobernador de Florida Charlie Crist y una encuesta sobre este asunto. Así lo relaciona EFE:
“Creemos que el embargo (#CUBABLOQUEO)proporciona un importante recurso para espolear más cambios positivos en la isla, así que vemos su continua aplicación como supeditada al ritmo y la naturaleza de esos cambios”, dijo una portavoz del Departamento de Estado, que pidió el anonimato.
Según EFE, la portavoz reaccionó así a los recientes comentarios del señor Crist y citó una encuesta que pide el fin del bloqueo contra Cuba. El resultado, a nivel nacional, publicado por Atlantic Council, expone que el 56% de los estadounidenses apoya la normalización de las relaciones de su país con la Isla.
Según la encuesta, los residentes de la Florida (el 63 por ciento) _que antes vivían en un estado en el que predominaba una fuerte posición en contra de Cuba_, hoy se inclinan más a normalizar las relaciones con Cuba.
Por supuesto, los cambios realizados en política de inversiones extranjeras (en Cuba), las medidas aplicadas para el saneamiento de las finanzas internas, la continuidad de los proyectos de desarrollo económico y la apertura de la primera fase del puerto de Mariel, condicionan, entre otros factores de amplia popularidad, una mirada diferente con respecto a Cuba. El cambio se inició hace más de cinco décadas en la Mayor de las Antillas. Washington continúa en la posición de mantenerse a la espera de la fruta madura, para ello emplea nuevas variantes de subversión en la guerra denominada BLOQUEO contra Cuba.
Las llamadas Damas de (las jabitas) Blanco, no podrán impedir la voluntad de todo un pueblo para continuar la construcción del Socialismo y mucho menos las voces que se levantan hoy por Cuba y para todos los tiempos, como expresara nuestro José Martí: "Quien se levanta hoy por Cuba, se levanta para todos los tiempos.

12 de febrero de 2014


"

Razones de gravitación univers(loc)al





Sucede tanto mal,
tanto amor se nos va,
y uno vive sin ver
y ríe sin pensar.
(¿Quién va pensar en algo más? Silvio Rodríguez, 1967)



Tumbado panza arriba el cielo tiene un aspecto profundamente cristalino. Escucho a Zitarrosa con su hermosa Guitarra negra. Pienso que puedo caer entre las nubes y con esa velocidad perderme en el infinito, allá donde el cielo es más oscuro; mientras, en derredor de mi cuerpo, todo un ejército de hormigas se escurre bajo las hierbas. Siento que algunas ya me exploran, pero hacen como si no existiera. Cierro los ojos y espero levitar sobre tan laboriosos insectos. Imagino que tratan de llevarme hacia los túneles donde viven... 

Hay momentos para todo en la vida, hasta para contar esas cosas que emergen despacio, muy despacio, casi en silencio... Por eso, cuando llega la hora, hay que decirlas, soltarlas porque queman…, de lo contrario jamás podrías volver a conciliar el sueño… Por eso hay que decirlas…, aunque sea lo último que hagas en la vida.





Puré

“Yo soy el que anda,
por ahí, empujando un país”
Miguel Barnet


“No crea que sea conveniente (ahora) publicar ese reportaje”, sentenció el jefe de información y miró afuera, por la ventana, como si comprendiera lo explosiva que sería aquella edición en las manos de la gente que ahora veía (como si fueran hormigas) caminar por las aceras, siempre con una jaba o un paquete en las manos. “Pero, ¿para qué, entonces, atravesamos media ciudad para ir al campo?  ¿A pasear…?”, intenté defenderme. En realidad el argumento de los gastos en combustibles y tiempo de trabajo no significaba mucho en la rutina diaria del trabajo periodístico. “Para llenar espacios (se refiere a las páginas) están las Agencias Informativas”, había dicho (en más de una ocasión) el director del periódico. “¿Por qué insistir en mostrar las interioridades (del país) al enemigo?”, dijo el jefe de redacción. “¿Quién es el enemigo…, el pueblo?”, protesté. “¿Acaso podremos ocultarle de las pérdidas de una cosecha de tomate que fue a parar, convertida en puré, a la misma tierra que la parió?”, volví a tomar la palabra. “No se exceda, compañero, hay asuntos que publicarlos sería multiplicar el problema, eso usted lo sabe muy bien. Además no está en discusión el tema de lo que se debe hacer o no con este reportaje. Ese es un derecho del Consejo Editorial y, por favor, no me diga que tampoco lo sabe”, apuntó el director visiblemente molesto. ¿Entonces…? , dije con el propósito de escuchar un argumento más convincente que las fotografías de aquellas pirámides de tomates donde podía graficarse hasta el olor que expedían. En otras, un grupo de hombres señalaba  _como si fuera la captura de un OVNI_  parte de una cosecha de boniato ni siquiera aprovechable para el consumo animal. “Entonces hay que esperar”, adelantó el jefe de información y miró de reojo al director. Sabía que obtendría un gesto de aprobación al señalamiento. Tampoco él quería ver lo que mostraban las fotografías, mucho menos escuchar las grabaciones con las voces de los trabajadores agrícolas en las cuales denunciaba (lo sabían), como responsables, a quienes paseaban en automóviles asignados para hacer cumplir un trabajo, para ellos, desconocido. Yo estoy seguro que jamás ningún jefe de esos que andan en yipis  ha visto una mata de plátano crecer y mucho menos sus manos acariciaron, con el sudor de su cuerpo, la tierra, había dicho uno de los entrevistados. “Se quejan, es verdad. A nadie le gusta que se le pudra el resultado del trabajo”. — Menos cuando otros no se lo comen, dije en un intento por aprovechar las certeras palabras, a favor de publicar el reportaje. “Pero, definitivamente, no lo debemos llevar a la rotativa. ¿Ustedes se imaginan qué pasaría en medio de la crisis alimentaria internacional y después de tres huracanes que nos pasaron por arriba, poner toda esa… situación en una página, hacerla pública…? ¿A quién beneficiaría…?  ¿¡Ah….!? Miren, hay cosas que es mejor mantenerlas ocultas para no crearnos más problemas. ¿Entienden?  Lo siento, pero no se saldrá impresa”  — ¿Qué hago con mis apuntes…, me los guardo donde nadie los ve…? , me defendí.  “¡Sin ofensas…!  (Replicó el director con aspecto de ofendido en su lado viril. A fin de cuentas asumió la tarea, al frente del periódico, porque era un cuadro de dirección probado en diferentes tareas ajenas al periodismo…, pero nadie le puso jamás un cascabel y los subordinados podrían ser muy profesionales, graduados y todas esas cosas, pero él pasó no sé cuántas escuelas de nivelación superior). No he sugerido otra cosa que la de no publicar, si los votas o los guardas tus apuntes, grabaciones y el artículo, eso tú lo decides”, rugió justo en el momento que sonó el timbre del teléfono. “¡¿Diga…?!”, preguntó autoritario, pero de inmediato suavizó el tono de la voz, se hizo amable, casi a punto del azúcar, sonreía como un niño que descubre por primera vez la luz del sol y adoptó una posición completamente desconocida, casi fetal. “Claro… ¡Por supuesto…!, exacto…, como usted.., diga…Sí, por supuesto, sí, para eso estamos, claro, sí, al periodista…,  lo tengo al lado, no se preocupe, ya hablamos, claro que aceptó (¿que acepté qué…?, habría dicho si me hubiesen formulado la pregunta, pero…), es normal, sí, claro, sabemos que pudiera tener una repercusión favorable, ya lo tenemos…, casi listo, sí, confiamos en él, claro, sí, por supuesto…”  Mientras hablaba el director casi se había convertido en uno de esos dulces que resumen almíbar, la candidez en sus ojos era tan pasmosa como la forma en que retomó la conversación una vez concluida la telefónica. “Espero que seas cuidadoso”, dijo. “Me orientaron que debíamos publicar el reportaje, pero desde una óptica diferente (¿diferente?). Nos indican que podamos argumentar la necesidad de emplear mejor los recursos y prepararnos para alcanzar una mayor eficiencia en la próxima cosecha. Deseo que vuelvas al campo, estamos seguros de que podrás hacer un buen trabajo”, agregó.

RSM. Octubre 2011



Tumbado panza arriba el cielo tiene un aspecto profundamente cristalino. Escucho a Zitarrosa con su hermosa Guitarra negra y canto: Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra... Cómo haré para que sientas mi torpe amor, mis ganas de sonarte entera y mía. . . Cómo se toca tu carne de aire, tu oloroso tacto, tu corazón sin hambre, tu silencio en el puente, tu cuerda quinta, tu bordón macho y oscuro, tus parientes cantores, tus tres almas, conversadoras como niñas... mientras encima la luna me escucha con una sonrisa.


Nota: La foto nada tiene que ver, directamente, con lo escrito arriba, tampoco la referencia a Zitarrosa, con respecto al relato _solo que, en particular, resulta un antídoto contra muchos males, específicamente este texto. En cuanto a la foto, insisto, es solo una imagen recurrente, simpática, llena de sabiduría y de reflexiva tristeza: el ovejo no sabe su destino, el hombre sí. Sin embargo, parece que el obligado "pasajero"disfruta del viaje detrás de un humano capaz de realizar cualquier sacrificio para alimentarse de su carne. La imagen fue tomada de la Internet y, para la publicación de este trabajo, utilicé el piloto automático del blog, es la parte buena de la tecnología, por lo cual puedo estar tumbado boca arriba, ahora mismo, sobre la tierra, cayendo entre las nubes, hacia el infinito, sin saber, como dice en el exergo que tomé de Silvio: "...y uno vive sin ver y ríe sin pensar..."