Raúl
San Miguel
"Cuando el alma escribe,
es muy difícil que lo material se interponga". RSM
Las
casualidades no existen, de modo que lo ocurrido fue una causalidad; mientras
atravesaba, ensimismado, un pedazo de noche tan oscuro que podía percibirse
y escucharse cada detalle del plenilunio. Crucé frente al edificio donde viví parte de mi
niñez-adolescencia y redescubrí la pubértica entrada a mi adultez, cuando todo el
magnetismo de la agónica construcción me obligó a volver. Reconozco que el cambio me resultó impresionante: nada de lo que antes fue enorme continuaba siendo; todo lo
contrario, parecía yo el agigantado dentro de un cuerpo ajeno que observaba, desde algún lugar de mi memoria, el camino que desanudé tantas veces en el pasado. Me
detuve, exactamente, frente a el sitio que ocupaba nuestro
apartamento. Podía ver cada detalle de sus paredes interiores y las del resto. Entonces ocurrió: como si fuera un carrusel despertando del letargo,
todo en derredor se animó en medio de las penumbras y pude reconocer momentos compartidos con algunos de los vecinos, de una puerta a otra, en
medio del otrora bullicio, las luces encendidas, el olor de las cocinas…y mis viejos, ahí, retenidos, mirando, sonriendo con las manos estrelazadas y sentados sobre un banco del parque, contagiados en un gesto de amor permanente.
Crucé
la avenida como lo hice la primera vez y fue también, la primera vez, desde
hace mucho tiempo, que pude volver a soñar y volver a despertar, ahora, sobre las raíces entre las cuales me he convertido en árbol.
RSM.