lunes, 11 de julio de 2011

Una breve estación en el tiempo


"Perdido"
Me he perdido la primera vez
que pude ver mi imagen nacer en tus ojos
me he perdido
entre los versos y mucho más,
me he perdido entre las palabras
que han nacido y no fueron jamás escritas.
Me he perdido
en aquel beso que robé con febril permiso
y repetí.
Me he perdido, atrapado en la dulzura
de tus senos maduros
en tu vientre ávido de temores
mientras me abrazabas con tus piernas
y me hundías, despacio/
en tu vida.
(Samuel. 29/1/11)



PUNTO DE PARTIDA

Raúl San Miguel

Fotos: Samuel Ponce

Estos Son tiempos difíciles, sobre todo cuando se han perdido valores que algunos aseguran no podrán ser retomados a menos que se realice un trabajo muy serio en la educación de las nuevas generaciones, específicamente desde el punto de partida: la familia. Sobre todo cuando se han impuesto otros valores que ya forman parte de una seudo-cultura adquirida a un alto precio y cuyas consecuencias son visibles en la imposición de patrones de conducta importados de sociedades donde lo importante no es el ser humano, sino el mercado.

Lamentablemente estos valores foráneos se manifiestan en muchas otras actividades de la vida cotidiana. También sobran los ejemplos que establecen el reinado del “poderoso caballero Don Dinero”. Tristemente no pocas personas aún pueden ser compradas, mientras la moneda dura imponga su “música” y el trato cortés que esperamos por determinado servicio sea condicionado por cuánto tienes..., puesto sobre la piel y te diré quién eres.

Lo peor es que tales pérdidas no solo acusan a los ejemplos citados, sino a otros más sensibles (desde mi punto de vista con la esencia del ser humano). Me refiero a las relaciones afectivas. Aunque espero y confío en que el amor pueda defenderse de tales imposiciones. Es por eso que deseo compartir con los lectores la síntesis de ese valor en los siguientes versos de la poetiza artemiseña Shatila Valdés Abi-Rashed, de su controvertido libro (Editorial Unicornio) Nupcias de ermitaña: "Se comercian maniquíes (...) Este planeta de tornillos sueltos se gasta la piel".

Incluso la propia Shatila me confesaba, en una entrevista, su experiencia:
“Es importante tener en cuenta _decía_ la trascendencia del ser humano en toda su obra: la que construye y la que destruye. Incluso, más allá de lo físico y lo espiritual: indagar en la huella que deja el hombre en sí mismo, y en los demás; la aptitud apocalíptica que conduce al dilema que enfrenta la especie humana en estos tiempos. No obstante, es mi mundo y me ayuda a encontrar respuestas a muchas de las preguntas que deseo hacer, o silenciar mis miedos.”

Sé que el tema, por reiterado, no cambia a las personas; pero ayuda a entendernos y luchar contra nuestros propios demonios. Es la manera de comprender y descubrir lo esencial con nuestros propios ojos.