“Un ángel se asomó a mis sueños
colocó sus manos sobre mi pecho.
Un ángel borró las huellas de un pasado
e hizo crecer un árbol nuevo” RSM.
colocó sus manos sobre mi pecho.
Un ángel borró las huellas de un pasado
e hizo crecer un árbol nuevo” RSM.
A quienes odian lo que otros aman.
Raúl San Miguel
Óleo de Vicente Bonachea
Escuchó su nombre y supo que su plan había resultado
perfecto. Acarició la bala que colocaría en la recámara del fusil, antes de
grabarle una imperceptible marca en la punta. Imaginó cómo la colocaría directo
al lugar del pecho donde latía aquel corazón y acabaría con ese pulsar capaz de
hacer estremecer el vientre que tanto deseó acariciar cuando el viento
descubría las piernas de la muchacha con las manos ocupadas en repartir el
rancho que devoraba la tropa.
La deseaba en cada sueño interrumpido por la odiada presencia.
Oteaba, como un animal en celo, el olor de aquella mujer impregnado en el aire
nocturno, esperanzado por el verla llegar y escurrirse, como una sombra, bajo
la gruesa tela de su uniforme, despojada de aquel vestido de domingos lleno de flores
y mariposas, dispuesta a entregarse, embriagada en el susurro de sus labios
temblorosos…hasta que supo la verdad; sintió el sabor amargo del rencor oscurecer
sus pensamientos y guardó cada palabra confiada, mientras fraguaba, en sentido
contrario, un resquicio para la traición.
De pie sus ojos volvieron despacio desde sus botas, hasta
el lugar donde el viento agitaba un domingo lleno de flores y mariposas,
detenidas en la descarga, el olor de la pólvora, humectadas por el rojo que brotó
de la carne, acentuada en el hermoso pecho.
La tarde lloviznó silenciosa y sin sombras. Él, su mejor
amigo, le había confiado el secreto de su definitiva ausencia en una breve
nota. Ella le había escrito, desde su mirada compasiva y tierna, su perpetua sentencia.
Nota: Mientras escribía de un golpe este breve relato,
una nota de fragancia pernoctó en derredor.