lunes, 8 de septiembre de 2014

El mundo debió cambiar hace mucho tiempo





Fotos: Tomadas de la Internet






"Lo que cuenta en la vida no es el simple hecho de haber vivido. Es qué diferencia hemos hecho en la vida de los demás lo que determina el significado de nuestra vida"

"No es mi costumbre usar las palabras a la ligera. Si 27 años en prisión nos hicieron algo, fue a usar el silencio de la soledad para hacernos entender qué tan valiosas son las palabras y cómo los discursos impactan la forma en que las personas viven y mueren"
 Nelsón Mandela.






RSM.

He leído y visto fotografías relacionadas con la vida del presidente de Uruguay, José Mujica. No le defiendo, ni le cuestiono. Me atrae su actitud consecuente con sus actos. El desenfado para tratar los temas imprescindibles en la política de su país, como ser humano, al menos como el ser humano que es o que ha definido y defendido ser.

Por eso traje a mi blog una referencia que tomé de la entrevista que le realizara la AFP.  También, al final, dejo un relato, sin ninguna pretensión literaria, sino inspirado en la libertad que me nació de la impresión causada por este hombre que ha decidido dar -en los últimos años de su vida (espero que sean muchos más y fructíferos), cuando se alcanza la edad de la sabiduría- una lección irreverente y personal con respecto a las posiciones asumidas para ejercer su gobierno, después del aprendizaje de toda una vida de lucha y una larga prisión, bajo las secuelas y efectos posteriores de la tortura extrema que sufrió, mientras fue prisionero de un sistema político apoyado y financiado por el capitalismo imperialista (léase Estados Unidos) que aplicó y aún presiona a nuestras naciones del Sur, mediante todas sus variantes fascistas y terroristas, con el propósito de reducir al hombre (entiéndase la mayoría, el pueblo), despojarlo de su libertad de pensamiento, de sus ideas, hasta convertirlo en nada.

Es por eso que le dedico un espacio a Pepe Mujica, al ser humano que es. Lo hago, sin comparaciones entre uno y otro, un día que el mundo recuerda a otro grande: Julius Fucik, quien escribió  en la prisión de la Gestapo, en Pankrác, durante la primavera de 1943, su épico y denunciante "Reportaje al pie de la horca". Lo dedico en mi pequeño homenaje a Fucik: el referente de escritor y periodista, al militante comunista que, en el verano de 1943, fue enviado a Alemania y asesinado en la cárcel Plötzensee, Berlín, el 8 de septiembre de 1943. Su frase legado-testamento, en medio de las atrocidades de un mundo dividido y amenazado por la voracidad imperialista, nos recuerda a todos los crímenes de las dictaduras locales apoyadas por Washington  y del fascismo en cualquier lugar del mundo: "¡Hombres os he amado, estad alertas!"





Referencia a la entrevista realizada por AFP al presidente de Uruguay, José Mujica.




“Vale la pena vivir con intensidad, y te podés caer una, dos, tres, veinte veces, pero recuerda que te podés levantar y volver a empezar. (…) Derrotados son los que dejan de luchar, muertos son los que no luchan por vivir”, dijo Mujica.

Fue florista, guerrillero, estuvo preso más de 13 años y ahora con casi 80 José Mujica es el presidente de Uruguay. Pero fue por impulsar leyes como la regulación de la marihuana, el matrimonio igualitario y la despenalización del aborto que alcanzó fama mundial.
 ”Creo que nosotros fuimos sensibles a una manera de pensar que tiene el mundo nuevo, los jóvenes”, dice en una entrevista exclusiva con la AFP en su chacra en Rincón del Cerro, en las afueras de Montevideo, pocos meses antes de que acabe su gobierno.
“Mi generación cuando iba a los bailes íbamos de traje azul o negro, zapatos de charol en punta, y de corbata, si no no te dejaban entrar. A las nuevas generaciones ni se les ocurre. A los políticos les cuesta registrar esos cambios tácitos que se van dando sin que nadie se los proponga”.
Mujica ha conquistado al mundo con un discurso llano y una vida simple, despojada. La legalización de la marihuana lo catapultó a él y a su pequeño país de tres millones de habitantes a la fama.
Durante su mandato, aceptó además acoger en Uruguay como “hombres libres” a seis presos de la cárcel de Guantánamo y decidió darle refugio a 120 sirios, más de la mitad niños que escapan de la guerra civil.
Este presidente inusual sabe -sin duda alguna- que ha tenido una vida extraordinaria y siente hoy que tiene un mensaje que transmitir.
“Soy desagradecido, tendría que creer en Dios. Porque he pasado tantas luces y sombras y estoy al borde de los 80 años”, apunta.
“Yo nunca me arrepiento de lo que he vivido. Porque si no hubiera vivido eso no hubiera aprendido tanto. Y en la vida se aprende mucho más del dolor y las derrotas que de la bonanza”.
De joven vendía flores en los barrios de clase media alta de Pocitos y Punta Carretas y más tarde en el más humilde de El Cerro, donde conquistaba a las viejitas que homenajeaban a sus muertos.
Fue militante primero del Partido Nacional (centro) y luego pasó a ser guerrillero, uno de los más activos del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaro.
- La guerra, un recurso prehistórico -
 - ¿Qué evaluación hace de la lucha armada de los años 60 y 70 ahora como presidente?
“La guerra es un recurso bárbaro, prehistórico. Porque cualquiera sea la causa de la guerra siempre el costo peor lo pagan los más débiles y los que tienen menos responsabilidad en las cuestiones de la guerra”.
Pasa de un tema a otro, dispara reflexiones sin prisa ni pausa.
Por su lucha armada, durante la dictadura (1973-85) Mujica pasó años aislado en una celda -sin más compañía que roedores y una rana-, y sufrió todo tipo de torturas y vejaciones.
- ¿Cómo se hace para sobrellevar tanto sufrimiento?
“Hay que ser primitivo, en el sentido inteligente del término. El hombre es un animal muy fuerte. Yo me inventé mil cosas para tratar de subsistir. Lo peor fueron los nueve años de soledad, de los cuales estuve siete en que no me dejaban leer”.
“Tuve que inventar una serie de disciplinas: me levantaba, caminaba, no sé cuántos kilómetros hacía para cansarme. Después dedicaba unas horas a imaginar herramientas que construía en mi cabeza”.
“Tuve momentos muy malos, me estaba trolando (volviendo loco) un poco y ahí un psiquiatra me trató. No me sirvió para nada, pero me autorizaron a leer libros de ciencia y a escribir. Y empecé a repasar química, física, biología, y a escribir. Y me salvé”.
“Quizás en el fondo soy un hombre de fe. Nunca dudé de que cuando saliera iba a seguir militando, nunca, en ningún momento, tuve duda de que iba a salir”. 

Derrotados son los que dejan de luchar

 Mujica se ha hecho famoso además por su prédica contra el consumismo en la cumbre la Tierra en Río de Janeiro (2012) y en la Asamblea General de la ONU (2013).
- ¿Por qué su discurso caló tan hondo?
“Porque pega en el clavo. Yo no descubrí nada, esto es de una evidencia que rompe los ojos. Pero hay una impotencia de los países centrales que viven pensando en los intereses del estado nacional, de quién va a ganar las elecciones que vienen”.
Madruga y se queda en la chacra hasta media mañana, cuando sale hacia su oficina en la céntrica Plaza de Independencia. Generalmente, vuelve tarde en la noche a su casa.
“Yo no hago una apología de la pobreza ni de que el mundo tiene que volver a la época de las cavernas. Estoy contra la frivolidad y contra la tontería, eso es otra cosa. Porque no hay cosa más valiosa que la libertad”.
“En cada esquina de la historia humana hay que intentar aprender algo y transmitírselo a los que van a venir”.
“Vale la pena vivir con intensidad, y te podés caer una, dos, tres, veinte veces, pero recuerda que te podés levantar y volver a empezar. (…) Derrotados son los que dejan de luchar, muertos son los que no luchan por vivir”.
- ¿Qué papel cree que va a tener después?
“El de todos los viejos. Dar consejos que nadie les da pelota” (importancia).



Nota: Como periodista, advierto que la pregunta: ¿Qué evaluación hace de la lucha armada de los años 60 y 70 ahora como presidente? En mi criterio no fue respondida
En realidad me habría gustado leer la entrevista sin editar. Saltando de un tema a otro, disparando reflexiones, sin prisa y sin pausa.





El hombre que se negó a morir




“Vale la pena vivir con intensidad,
y te podés caer una, dos, tres, veinte veces,
pero recuerda que te podés levantar
y volver a empezar. (…)” José Mujica
                                                       


-¿Qué hace…? Preguntó el oficial, sin soltar la boquilla del mate, mientras intentaba descifrar los titulares de la primera plana en el matutino.
-Camina..., -respondió el sargento.
-¿Camina…?
-Sí, de un lado a otro de la celda.
-El oficial levantó la vista con desgano y el otro se arregló un poco el ajado uniforme.
-¿Camina…?  Gruñó estrujando en sus manos los titulares de la primera plana del matutino.
-Sí…, eso hace…, también habla…
-¿Habla…?  Resopló con la boca retorcida como una bestia prehistórica a punto de ser estrangulada.
-Sí… habla solo…, construye herramientas para hacer máquinas…dentro de su cabeza...
-¡Maldito Tupamaro…!  ¿¡Quién le trajo libros!?
-Usted sabe…, hace nueve años que está solo y siete que no se le permite leer…
-¡¿Usted sabe…?!  ¡Usted sabe…! ¿Qué usted sabe…? ¿Acaso usted puede darme órdenes de lo que debo saber? Gritó el Teniente  y los fragmentos de los titulares se mezclaron sobre el escritorio.
-No mi Teniente, no quise decir eso…
-Entonces… ¿Con quién habla…? ¿Chamuya con la rana…?  ¡Fusílenla!  Las ranas suelen ser inteligentes y eso, el contacto con un prisionero, puede hacerlas peligrosas…  Se detuvo, como si atrapara su última frase y esbozó una maléfica sonrisa juntando los pedazos de noticias en sus manos.  Pero… ¿usted dice que habla solo…?
-Sí, mi Teniente.
-Entonces ya está fundido. Solo debemos invertir la dosis y dejarlo que lea bastante. Eso ocupará su cerebro como un pedazo de carne en la barriga de un perro hambriento. Aunque primero debemos buscar un loquero para certificar que su testa ya escapó del cuerpo. Después todo será más fácil…



-¿Ahora qué hace…? Preguntó el oficial, sin soltar el cigarrillo atrapado bajo el mostacho, mientras intentaba descifrar los titulares de la primera plana en el matutino.
-Lee y escribe…, mi Teniente.
-¿Qué escribe, qué lee...?
-…libros de Física, Química y Biología…, lo que orientó el loquero. El conocido olor del cigarrillo lo animó un poco y el sargento soltó casi alegre: _ Hace unos días me escribió algo que ayudó a mi hijo a resolver una tarea para el examen…
-¡¿Consejos…, a tu hijo…?! ¡Tené cuidado no tengás que meter a tu hijo en la cana…y vos lo tengás que cagar a palos! Sabés como son los pibes cuando se entusiasman con esas ideas de cambiarlo todo…
-Fue una tarea de Física, señor…, mi Teniente, se justificó el sargento.
-Bue, bue, arrellánese sargento, está bien, son las malditas noticias las que me tienen alterado, la Física no mata a nadie. Si fuera por mí lo habría arreglado con “seisluces…” y punto.
-¿Usted cree…, que haga falta…, Teniente?
-¡Minga, sargento! ¡No se haga usted el pelotudo!  Fíjese que al tal Newton le cayó la manzana en la cabeza y descubrió una ley que aún no ha podido cambiar el orden del mundo… Entonces, si el prisionero ya no habla solo, ni camina de un lado a otro…, solo escribe y lee, ¡Está planchado! Un guerrillero menos.  Andá y prepárame un pucho con algo más fuerte…


RSM.