miércoles, 4 de marzo de 2015

Evocación histórica de un crimen abominable




Raúl San Miguel

Foto tomada de la Internet






“No luchamos por gloria ni honores; 
luchamos por ideas que consideramos justas, 
a las que, como herederos de una larga lista de ejemplos, 
millones de cubanos han consagrado su juventud y su vida” 
(Fidel, Constitución de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional)



Raúl San Miguel

Foto tomada de la Internet

En febrero de 2006, el ex oficial de operaciones clandestinas de la CIA, Philip Agee, declaró, en entrevista al diario cubano Juventud Rebelde:
“Desde hace unos años he dicho que este no es un país normal. Cuba es una nación en guerra y ha sido así desde 1959 o antes si se cuenta la lucha contra Batista. Es una obra en progreso, cambiando constantemente y eso es lo que resulta fascinante”.

Las palabras de este militar de inteligencia, entrenado para llevar a cabo operaciones especiales encubiertas contra Cuba y otras naciones, definía la profundidad de la estrategia del gobierno de Estados Unidos en su proyección de mantener una guerra encubierta con el objetivo de destruir la Revolución del pueblo en la Mayor de las Antillas. 
Por supuesto el término terrorismo de estado, apoyado por diferentes administraciones norteamericanas, específicamente, contra Cuba, no es nuevo. En 1823, el entonces secretario de estado y posterior presidente de Estados Unidos, John Quincy Adams, había formulado la doctrina de “la fruta madura”. Desde entonces, hasta la fecha, Washington, no ha cesado sus agresiones contra nuestro país. 

EL SABOTAJE AL VAPOR LA COUBRE


Aquel primer estruendo sacudió los cimientos de los alrededores del antiguo muelle de la Pan American Docks. El buque se escoró herido de muerte. Sobre la cubierta, fragmentos y cuerpos de las primeras víctimas sorprendieron a los hombres que extraían la carga de La Coubre. Trece minutos después de las 3:10 p.m., del día 4 de marzo de 1960, la segunda explosión estremeció La Habana. Los hombres reunidos con el Che en el edificio del antiguo Instituto Nacional de Reforma Agraria (actual sede del Minfar), observaron la siniestra nube de humo en la zona del puerto y salieron en dirección al lugar.

El buque francés, procedente de Amberes, Bélgica, saboteado por la CIA, demostraba la declaración de guerra encubierta del gobierno de Estados Unidos para destruir la Revolución que iniciaba el pueblo de Cuba y la continuidad de estos ataques directos, como preludio de la invasión mercenaria (Playa Girón), con el apoyo de gobiernos aliados de Washington.
Sobre la Avenida del Puerto, las ambulancias y carros de bomberos apenas podían abrirse paso en medio del escenario dantesco; el olor de la sangre vertida; el sonido de las sirenas; las voces de los heridos; la gente que acudía para socorrer en medio de las advertencias de nuevas detonaciones y Fidel…, allí, siempre en la vanguardia; junto a los Comandantes Raúl, Almeida, Ramiro, Ameijeiras, el Comisionado José Llanusa… En la Oficina Oval de la Casa Blanca, el presidente Dwight D. Eisenhower estaba pendiente de los reportes del señor Allen Dulles, director de la CIA, consciente de la magnitud de un acto terrorista que implicaba a su gobierno. En sus posteriores memorias lo confirmó:
“En cuestión de semanas, después que Fidel Castro entrara en La Habana, nosotros, en el gobierno, comenzamos a examinar las medidas que podrían ser efectivas para reprimirlo”. Incluso, su vicepresidente, Richard Nixon, escribió a propósito del encuentro con Fidel, en abril de 1959: “Me convertí en un abanderado en propugnar acciones para derrocarlo”.
Pero no se trataba de eliminar físicamente al que se convirtió, por derecho, en el Líder histórico de la Revolución cubana y su nombre en pueblo, sino a las ideas que colocaban a Cuba en el camino de la independencia y soberanía absoluta del imperio.
Al día siguiente, 5 de marzo, Fidel expresó el sentir de todos los cubanos –al denunciar a los autores del crimen y ratificar la decisión inquebrantable de continuar adelante con la Revolución–, por grandes que fueran los peligros y las dificultades.
Allí, profundamente indignado, el pueblo de Cuba escuchó y gritó, por primera vez, en una sola voz y para siempre, la consigna: “Patria o Muerte”, símbolo de resistencia, voluntad y decisión de lucha que mantiene plena vigencia hasta el presente.
 
Esta razón obliga al Estado cubano a mantener su capacidad defensiva frente a todo tipo de agresión y, en este sentido, incluye las distintas variantes de ataques empleados contra Cuba, durante todos estos años de manera encubierta y directa como es el caso de la guerra mediática a través de las nuevas tecnologías de la información en el ciberespacio.
Fidel en su intervención, durante la Sesión de la Constitución de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, expresaba:
“En octubre de 1962, la nación estuvo a punto de convertirse en campo de batalla nuclear. Un año y medio antes, en abril de 1961, una expedición mercenaria entrenada, armada y escoltada por la Marina de Estados Unidos, desembarcó en Bahía de Cochinos y estuvo a punto de provocar una sangrienta guerra que habría costado a los invasores norteamericanos cientos de miles de vidas —lo afirmo sin exageración— y a nuestro país, destrucción y pérdidas humanas realmente incalculables.
Poseíamos entonces alrededor de cuatrocientas mil armas y sabíamos cómo usarlas. En menos de 72 horas el fulminante contraataque revolucionario evitó aquella tragedia, tanto a Cuba, como al pueblo de Estados Unidos”. Fin de la cita.
El  5 de marzo de 1980, La Constitución de la República de Cuba hizo el análisis de las cuestiones relacionadas con la Defensa Nacional. Los diputados señalaban que uno de los propósitos de las agresiones del gobierno de Estados Unidos contra nuestra nación, puede observarse en las actividades subversivas encaminadas a desacreditar a la Revolución, dentro y fuera del país, incluso a expresar abierto apoyo a grupúsculos de mercenarios que, con sus acciones anticonstitucionales, violan los derechos soberanos establecidos para garantizar la defensa e integridad del sistema social apoyado por el pueblo, en nuestro país.
Los precedentes históricos de la defensa nacional establecen las bases para su inclusión en la Constitución de la República, teniendo en cuenta que las variantes de la guerra imperialista, desarrollada a partir de las nuevas tecnologías, incluyen plataformas ciberespaciales y una División Ciberespacial, bajo el mando del Pentágono, para condicionar una dinámica eficaz en cada uno de los acontecimientos bélicos que provoca Washington en todo el mundo.

LA GUERRA EN EL CIBERESPACIO ES REAL COMO EL DERECHO A DEFENDERNOS

La estrategia del líder histórico de la Revolución cubana, Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, definida como Batalla Ideológica, toma nueva dimensiones en el nuevo escenario que combina el uso de la subversión y el uso de fuerzas mercenarias dentro del país, guerra radioelectrónica y ciberespacial.
La necesidad de prepararse para un escenario de agresiones más sofisticado y basado en las tecnologías, los ataques mediáticos y otros señalados (anteriormente) la nación cubana moderna, democrática y civilizada, introdujo los cambios necesarios para cumplir los retos que impone mantener la invulnerabilidad militar, para garantizar la independencia y soberanía del país, al enfrentar los nuevos retos de las agresiones imperialistas con una Constitución fortalecida en la cual se definan los nuevos objetivos destacados en la Defensa Nacional.
En Cuba, la lucha por el establecimiento de los derechos democráticos se remonta a los orígenes de nuestra nacionalidad. Los objetivos independentistas contra el colonialismo español durante treinta años están entrelazados con las metas de lucha por alcanzar la democracia. Durante las luchas por la independencia nacional, en el siglo XIX, los mambises redactaron cuatro constituciones con el objetivo de legalizar las actividades del pueblo contra el colonialismo español. Entre ellas se encuentran: la Constitución de Guáimaro, del 10 de abril de 1869; la Constitución de Baraguá, del 15 de marzo de 1878; la Constitución de Jimaguayú, del 16 de septiembre de 1895 y la Constitución de La Yaya, del 21 de octubre de 1897. Durante el siglo XX se redactaron otras dos: la Constitución de 1901, del 21 de febrero de 1901 y la Constitución de 1940 aprobada en julio de 1940.
El 15 de febrero de 1976 se celebró el referendo nacional. Mediante el voto libre, universal y secreto, el pueblo cubano aprobó la primera Constitución Socialista, donde se expresa que el sistema político cubano, como el de cualquier Estado, es creado por la Constitución en correspondencia con las características y aspiraciones del pueblo y, sobre todo, adoptado de manera libre y soberana en virtud del principio de autodeterminación. Por supuesto, se trata de un sistema político y de una democracia diferente al de otros países, pues responde también a realidades distintas.
En nuestra Constitución queda claramente establecido que Cuba es un Estado Socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado para todos y por el bien de todos, como República Unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo. Así lo registra en: (Artículo 1).
La Constitución actual consta de un preámbulo y 137 artículos distribuidos en quince capítulos. Se le ha realizado tres reformas.
El preámbulo expone los fundamentos históricos e ideológicos sobre la concepción y organización del Estado cubano, específicamente, los relacionados con las tradiciones combativas, de firmeza y heroísmo forjadas por nuestros antecesores; la guía en el ideario de José Martí, nuestro Héroe Nacional y Apóstol de la independencia, y en las ideas político-sociales de Marx, Engels y Lenin; el apoyo al internacionalismo proletario, a la amistad fraternal, la ayuda, la cooperación y la solidaridad de los pueblos del mundo, sobre todo a los africanos, latinoamericanos y del Caribe.
Los quince capítulos son: I. Fundamentos políticos, sociales y económicos del Estado; II. Ciudadanía; III. Extranjería; IV. Familia; V. Educación y Cultura; VI. Igualdad; VII. Derechos, deberes y garantías fundamentales; VIII. Estado de emergencia; IX. Principios de organización y funcionamiento de los órganos estatales; X. Órganos superiores del Poder Popular; XI. La división político-administrativa; XII. Órganos locales del Poder Popular; XIII. Tribunales y Fiscalía; XIV. Sistema Electoral y el XV. Reforma Constitucional.

¿CÓMO SE REFLEJA LA DEFENSA EN LA CONSTITUCIÓN DE CUBA?


La República de Cuba basa su política para la Defensa Nacional en su aspiración de paz digna, verdadera y válida para todos los estados, asentada en el respeto a la independencia, soberanía y autodeterminación de los pueblos, así como en su compromiso de cumplir los demás principios proclamados en la Carta de las Naciones Unidas y otros tratados internacionales de los cuales sea parte.
En la República de Cuba la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado. Ese poder es ejercido directamente o por medio de la Asamblea Nacional del Poder Popular y demás órganos del Estado, en la forma y según las normas fijadas por la Constitución y las leyes.
Los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la armada, cuando no fuere posible otro recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por esta Constitución. (Artículo 3).
El Estado realiza la voluntad del pueblo trabajador y encauza los esfuerzos de la nación en la construcción del socialismo, así como mantiene y defiende la integridad y la soberanía de la Patria y protege el trabajo creado del pueblo y la propiedad y la riqueza de la nación socialista. (Artículo 9).
El Estado consagra, además, el derecho conquistado por la Revolución de que todos los ciudadanos gozan de iguales derechos y están sujetos a iguales deberes sin distinción de raza, color de la piel, sexo, creencias religiosas, origen nacional y cualquier otra lesiva a la dignidad humana.

EL BLOQUEO ESTADOUNIDENSE COMO ACTO DE GUERRA CONTRA CUBA

Desde el triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959, el imperialismo norteamericano comenzó una desenfrenada agresividad hacia Cuba, en su intento por destruir la Revolución. Ese empeño se tradujo en millones de arrobas de caña quemada, decenas de objetivos económicos saboteados, atentados y el asesinato de maestros y campesinos.
La promoción de bandas armadas, creadas, fomentadas y dirigidas por la CIA, y la organización de elementos terroristas, fuera y dentro de la Isla, estuvo entre los primeros procedimientos violentos empleados contra la Revolución.
Después de Girón, primera derrota imperialista en América, el gobierno norteamericano incrementó su guerra sucia contra Cuba.
Sus tanques pensantes determinaron que cada día, el prestigio y admiración hacia los dirigentes cubanos crecía en la población. Llegaron a la conclusión de que impidiendo la llegada de alimentos, medicinas y otros recursos necesarios, la desesperación, el hambre y las enfermedades diezmarían el apoyo a la Revolución.
En febrero de 1962, el presidente Kennedy firma la ley que impone el actual bloqueo contra Cuba. Sus disposiciones son contrarias a la carta de las Naciones Unidas y violatorias del Derecho Internacional. El bloqueo y el terrorismo contra la Mayor de las Antillas se complementan. El primero obstaculiza la recepción de alimentos, medicinas, y el otro, persigue destruir lo obtenido en otros países.
El bloqueo económico comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba, califica como un acto de genocidio, en virtud del inciso c, artículo II, de la Convención de Ginebra para la prevención y la sanción del delito de genocidio, de 1948. También se considera como un acto de guerra económica, según la Conferencia Naval de 1909 de Londres. Durante casi cinco décadas, esta guerra económica ha sido una constante en la política norteamericana contra Cuba. Su objetivo, definido desde abril de 1960, es el derrocamiento del gobierno.
Entre los más conocidos y repudiados componentes del bloqueo aparecen las llamadas leyes Torricelli, de 1992 y Helms-Burton, de1996. Sus disposiciones son contrarias a la carta de las Naciones Unidas y violatorias del Derecho Internacional.
Desde la imposición del bloqueo, hasta julio de 2009, el daño económico se estima en alrededor de 95 mil millones de dólares. Pero en correspondencia al valor actual del dólar esta suma es superior a los 224 600 millones de dólares.


Durante los dos mandatos de George W. Bush, este escaló las hostilidades a niveles sin precedentes. El Informe elaborado por la llamada Comisión para una asistencia a una Cuba libre, de mayo del 2004, y la adición de mayo del 2006, que incluye un capítulo secreto de acciones agresivas, ponen al descubierto las pretensiones de las autoridades de Washington: imponer un cambio de régimen en contra de la voluntad del pueblo cubano, sin excluir el uso de la fuerza militar con ese fin.
El pueblo cubano ha sufrido el flagelo del terrorismo, promovido, financiado y dirigido por EE. UU. Como resultado, ha lamentado la pérdida de 3 478 ciudadanos, mientras 2 099 han quedado físicamente discapacitados por el resto de sus vidas.
El bloqueo contra Cuba no es una cuestión del pasado, por lo que nos vemos en la obligación de recordar el contenido de un memorando secreto, desclasificado en 1991, del Subsecretario Adjunto de Estado para los asuntos interamericanos, Lester D. Mallory, el 6 de abril de 1960, cito:

“La mayoría de los cubanos apoyan a Castro [...] No existe una oposición política efectiva […] El único medio posible para hacerle perder el apoyo interno [al gobierno] es provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria […] Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica […] negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

LA AGRESIÓN CONTRA CUBA EN LAS ACCIONES DE GUERRA DIRECTAS EMPLEADAS POR EL GOBIERNO DE ESTADOS UNIDOS

Este tipo de agresión fue de las primeras empleadas por EE.UU. contra el país, pues el 17 de marzo de 1960, en una reunión en la Oficina Oval de la Casa Blanca, el presidente Eisenhower aprobó un plan presentado por la CIA bajo el título Un programa de acciones encubiertas contra el régimen de Castro que, además de acciones terroristas y de otro tipo, proponía crear una estación de radio de onda media para transmitir propaganda sucia hacia Cuba. Esta inició oficialmente el 21 de marzo, con la salida al aire de una emisión de la Voz de las Américas (VOA), en español.
Menos de dos meses después, el 17 de mayo, EE.UU. puso en el aire otra emisora subversiva nombrada Radio Swan, cuyos gastos mensuales, según documentos hechos públicos en 1980, eran de cuatrocientos a quinientos mil dólares mensuales. La programación diaria estaba entre ocho y doce horas.
Durante la agresión por Playa Girón, Radio Swan apoyó las comunicaciones de los invasores. Posteriormente, en la Crisis de Octubre de 1962, empleó emisiones desde Cayo Marathon y Sugar Loaf para transmitir propaganda anticubana, junto a otras emisoras comerciales del sur de la Florida.
Después del fracaso de ambas acciones, continuó sus emisiones contra Cuba, ahora con la emisora Radio de las Américas, nuevo nombre que recibió Radio Swan. Uno de sus programas era Cita con Cuba, concebido para auditorios cubanos. Otras plantas en Carolina del Norte y el sur de la Florida, transmitían en ruso para los técnicos soviéticos que trabajaban en la Isla.
Entre 1974 y 1979 se mantuvo una relativa calma en el espectro radioelectrónico, aunque la VOA continuaba su programación hacia América Latina. Con la llegada al poder de la agresiva administración de Ronald Reagan, en la década de los ochentas del siglo pasado, el Programa de Santa Fe, trazó las directrices para crear una emisora radial bajo la responsabilidad del gobierno estadounidense, que transmitiría unas sesenta horas diarias contra Cuba.
En 1989, durante la administración de Bush (padre), la cámara y el senado aprobaron resoluciones que autorizaban la creación de una estación de televisión anticubana, que comenzó a transmitir el 27 de marzo de 1990.
Inicialmente, las señales de la teleagresión se originaban en estaciones terrenas, desde donde se enviaban a satélites NSS-806 e HISPASAT-1C; luego pasaban a un aerostato cautivo, ubicado en Cudjoe Key, Florida, y de ahí a Cuba.
El 20 de mayo de 2003, una nueva plataforma militar, un avión EC-130 Commando Solo de la 193 Ala de Operaciones Especiales de la Guardia Nacional de Pennsylvania, diseñado para realizar emisiones de radio y televisión como parte de las operaciones psicológicas en tiempo de guerra, transmitió una alocución televisiva irrespetuosa y ofensiva del presidente W. Bush, hacia el pueblo cubano.
Entre las medidas agresivas de la llamada Comisión para asistir a una Cuba libre, presentada por Bush en mayo de 2004, está contenida la utilización de un avión militar para realizar transmisiones radiales y televisivas contra nuestro país.
Siguiendo esa directriz, a partir del 21 de agosto de 2004, comenzaron las transmisiones sistemáticas de los EC-130, una vez por semana, y dos años después, en agosto de 2006, el gobierno adquirió un avión bimotor civil Gulfstream G-1, desde el cual realiza trasmisiones casi a diario, contra nuestro país, violando todas las normas y reglamentos internacionales. En más de veinticinco ocasiones, el EC-130J y el G-1, han operado simultáneamente.
En la actualidad, contra Cuba transmiten informaciones subversivas, unas quince emisoras a través de treinta y cuatro frecuencias radiales y televisivas enemigas, que suman un total de dos mil 348 horas semanales.
El bloqueo, desde abril de 1960 tiene un objetivo definido: causar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno cubano. Desde su imposición, hasta mayo de 2008, el daño causado al pueblo cubano superaba los
93 000 millones de dólares. Por la devaluación del dólar y las fluctuaciones de su valor en este tiempo, dichas afectaciones equivaldrían a 224 600 millones de dólares. La Ley Torricelli (1992), la Helms-Burton (1996) y la de Ajuste Cubano (1966) son tres de las más conocidas y repudiables medidas; disposiciones que violan la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional.
Los cubanos también han padecido infiltraciones de espías y ataques piratas y a naves aéreas y marítimas, secuestros de aviones y embarcaciones, agresiones biológicas, radiales y televisivas. Se ha alentado la emigración ilegal y violenta, de planes de asesinato a sus principales dirigentes; así como sabotajes y actos terroristas. Ello ha causado víctimas y cuantiosos daños materiales. Todos promovidos, organizados, financiados o tolerados con impunidad por el gobierno de EE.UU.
Por ejemplo: Como resultado de 681 acciones terroristas y la invasión mercenaria a Playa Girón, probado y documentado, han perecido 3 478 mujeres, hombres y niños. Otros 2 099 han quedado discapacitados.
Entre noviembre de 1961 y octubre de 1962, agentes de la CIA y de la contrarrevolución, llevaron a cabo contra nuestro país unos 5 700 actos de guerra económica, sabotajes, operaciones psicológicas, atentados, alzamientos, secuestros de buques y aviones, ataques piratas, actividades de inteligencia, y organización de la subversión interna, como parte de la Operación Mangosta. El objetivo era ablandar a Cuba para una invasión, planificada para octubre de 1962, momento en el cual el mundo estuvo al borde de una confrontación nuclear, desatada por la Crisis de Octubre (de los Misiles, o del Caribe).
El reclutamiento, dirección, apoyo logístico y financiero y la utilización de mercenarios asalariados por parte del gobierno de Estados Unidos dentro del propio territorio cubano, han centrado la guerra y hostilidad contra la nación caribeña. Para los años fiscales 2007 y 2008, la administración Bush destinó 80 millones de dólares para operaciones públicas a fin de imponer un cambio de régimen. Más dinero ha canalizado para acciones encubiertas por parte de los servicios de inteligencia.
La política de hostilidad, bloqueo y agresiones de sucesivos gobiernos de Estados Unidos, ha obstruido el pleno disfrute de los derechos humanos y libertades fundamentales de los cubanos: derechos a la vida, a la paz, a la libre determinación y al desarrollo, como estableció Washington el 6 de abril de 1960. Casi un año exacto antes de la invasión por Playa Girón.
El memorando en cuestión no surgió por iniciativa de ese funcionario, sino que se enmarcaba en la política de derrocar a la Revolución, al igual que el “Programa de Acción Encubierta contra el régimen de Castro”, aprobado por el presidente Eisenhower el 17 de marzo de 1960, veinte días antes de que entrara en vigencia el memorando citado, utilizando todos los medios disponibles, desde la creación de una oposición unificada, la guerra psicológica, acciones clandestinas de inteligencia y la preparación en terceros países de fuerzas paramilitares capaces de invadir a la isla.
Los Estados Unidos estimularon el terrorismo contra Cuba y ese mismo año, antes de Playa Girón, fomentaron la creación de bandas contrarrevolucionarias armadas, abastecidas por aire y mar, que cometieron saqueos y asesinatos de campesinos, obreros y jóvenes alfabetizadores hasta su aniquilación definitiva en 1965.
La capacidad de fuerzas y medios de la actividad subversiva promovida por el gobierno de Estados Unidos en la actualidad, se apoya en el Comando Espacial, para las actividades militares en el ciberespacio y las agresiones radioelectrónicas y mediáticas, todo lo cual se fortaleció a partir 2010. 
Detrás de los fondos públicos destinados a realizar o fortalecer las tareas de inteligencia en Estados Unidos, existen otros que no son públicos, que “se trasladan de unas cuentas a otras.
Ese proceso de “enmascaramiento” dejó en herencia al gobierno de Barack Obama un presupuesto negro, “palabras que esconden y definen las operaciones secretas.” Alrededor del 7.5 por ciento de todos los gastos militares de Estados Unidos “son ahora secretos”, a pesar de que una de las primeras declaraciones de Obama apuntó a transparentar las acciones del gobierno.