Raúl San Miguel
Foto tomada de la Internet
“No luchamos por gloria ni
honores;
luchamos por ideas que consideramos
justas,
a las que, como herederos de una larga
lista de ejemplos,
millones de cubanos han consagrado su
juventud y su vida”
(Fidel, Constitución de la VIII Legislatura
de la Asamblea Nacional)
Raúl
San Miguel
Foto
tomada de la Internet
En febrero de 2006, el ex oficial de
operaciones clandestinas de la CIA, Philip Agee, declaró, en entrevista al
diario cubano Juventud Rebelde:
“Desde hace unos años he dicho que
este no es un país normal. Cuba es una nación en guerra y ha sido así desde
1959 o antes si se cuenta la lucha contra Batista. Es una obra en progreso,
cambiando constantemente y eso es lo que resulta fascinante”.
Las palabras
de este militar de inteligencia, entrenado para llevar a cabo operaciones
especiales encubiertas contra Cuba y otras naciones, definía la profundidad de
la estrategia del gobierno de Estados Unidos en su proyección de mantener una
guerra encubierta con el objetivo de destruir la Revolución del pueblo en la
Mayor de las Antillas.
Por supuesto
el término terrorismo de estado, apoyado
por diferentes administraciones norteamericanas, específicamente, contra Cuba,
no es nuevo. En 1823, el entonces secretario de estado y posterior presidente
de Estados Unidos, John Quincy Adams, había formulado la doctrina de “la fruta
madura”. Desde entonces, hasta la fecha, Washington, no ha cesado sus
agresiones contra nuestro país.
EL SABOTAJE AL VAPOR LA COUBRE
EL SABOTAJE AL VAPOR LA COUBRE
Aquel
primer estruendo sacudió los cimientos de los alrededores del antiguo muelle de
la Pan American Docks. El buque se escoró herido de muerte. Sobre la cubierta,
fragmentos y cuerpos de las primeras víctimas sorprendieron a los hombres que
extraían la carga de La Coubre. Trece minutos después de las 3:10 p.m., del día
4 de marzo de 1960, la segunda explosión estremeció La Habana. Los hombres
reunidos con el Che en el edificio del antiguo Instituto Nacional de Reforma
Agraria (actual sede del Minfar), observaron la siniestra nube de humo en la
zona del puerto y salieron en dirección al lugar.
El
buque francés, procedente de Amberes, Bélgica, saboteado por la CIA, demostraba
la declaración de guerra encubierta del gobierno de Estados Unidos para
destruir la Revolución que iniciaba el pueblo de Cuba y la continuidad de estos
ataques directos, como preludio de la invasión mercenaria (Playa Girón), con el
apoyo de gobiernos aliados de Washington.
Sobre
la Avenida del Puerto, las ambulancias y carros de bomberos apenas podían
abrirse paso en medio del escenario dantesco; el olor de la sangre vertida; el sonido
de las sirenas; las voces de los heridos; la gente que acudía para socorrer en
medio de las advertencias de nuevas detonaciones y Fidel…, allí, siempre en la
vanguardia; junto a los Comandantes Raúl, Almeida, Ramiro, Ameijeiras, el
Comisionado José Llanusa… En la Oficina Oval de la Casa Blanca, el presidente
Dwight D. Eisenhower estaba pendiente de los reportes del señor Allen Dulles,
director de la CIA, consciente de la magnitud de un acto terrorista que
implicaba a su gobierno. En sus posteriores memorias lo confirmó:
“En
cuestión de semanas, después que Fidel Castro entrara en La Habana, nosotros,
en el gobierno, comenzamos a examinar las medidas que podrían ser efectivas
para reprimirlo”. Incluso, su vicepresidente, Richard Nixon, escribió a propósito
del encuentro con Fidel, en abril de 1959: “Me convertí en un abanderado en
propugnar acciones para derrocarlo”.
Pero
no se trataba de eliminar físicamente al que se convirtió, por derecho, en el
Líder histórico de la Revolución cubana y su nombre en pueblo, sino a las ideas
que colocaban a Cuba en el camino de la independencia y soberanía absoluta del
imperio.
Al
día siguiente, 5 de marzo, Fidel expresó el sentir de todos los cubanos –al
denunciar a los autores del crimen y ratificar la decisión inquebrantable de
continuar adelante con la Revolución–, por grandes que fueran los peligros y
las dificultades.
Allí,
profundamente indignado, el pueblo de Cuba escuchó y gritó, por primera vez, en
una sola voz y para siempre, la consigna: “Patria o Muerte”, símbolo de
resistencia, voluntad y decisión de lucha que mantiene plena vigencia hasta el
presente.
Esta razón
obliga al Estado cubano a mantener su capacidad defensiva frente a todo tipo de
agresión y, en este sentido, incluye las distintas variantes de ataques
empleados contra Cuba, durante todos estos años de manera encubierta y directa
como es el caso de la guerra mediática a través de las nuevas tecnologías de la
información en el ciberespacio.
Fidel en su
intervención, durante la Sesión de la Constitución de la VIII Legislatura de la
Asamblea Nacional del Poder Popular, expresaba:
“En octubre
de 1962, la nación estuvo a punto de convertirse en campo de batalla nuclear.
Un año y medio antes, en abril de 1961, una expedición mercenaria entrenada,
armada y escoltada por la Marina de Estados Unidos, desembarcó en Bahía de
Cochinos y estuvo a punto de provocar una sangrienta guerra que habría costado
a los invasores norteamericanos cientos de miles de vidas —lo afirmo sin
exageración— y a nuestro país, destrucción y pérdidas humanas realmente
incalculables.
Poseíamos entonces alrededor de cuatrocientas mil armas y sabíamos cómo usarlas. En menos de 72 horas el fulminante contraataque revolucionario evitó aquella tragedia, tanto a Cuba, como al pueblo de Estados Unidos”. Fin de la cita.
Poseíamos entonces alrededor de cuatrocientas mil armas y sabíamos cómo usarlas. En menos de 72 horas el fulminante contraataque revolucionario evitó aquella tragedia, tanto a Cuba, como al pueblo de Estados Unidos”. Fin de la cita.
El 5 de marzo de 1980, La Constitución de la
República de Cuba hizo el análisis de las cuestiones relacionadas con la
Defensa Nacional. Los diputados señalaban que uno de los propósitos de las
agresiones del gobierno de Estados Unidos contra nuestra nación, puede
observarse en las actividades subversivas encaminadas a desacreditar a la
Revolución, dentro y fuera del país, incluso a expresar abierto apoyo a grupúsculos
de mercenarios que, con sus acciones anticonstitucionales, violan los derechos
soberanos establecidos para garantizar la defensa e integridad del sistema
social apoyado por el pueblo, en nuestro país.
Los
precedentes históricos de la defensa nacional establecen las bases para su
inclusión en la Constitución de la República, teniendo en cuenta que las
variantes de la guerra imperialista, desarrollada a partir de las nuevas
tecnologías, incluyen plataformas ciberespaciales y una División Ciberespacial,
bajo el mando del Pentágono, para condicionar una dinámica eficaz en cada uno
de los acontecimientos bélicos que provoca Washington en todo el mundo.
LA GUERRA EN
EL CIBERESPACIO ES REAL COMO EL DERECHO A DEFENDERNOS
La
estrategia del líder histórico de la Revolución cubana, Comandante en Jefe,
Fidel Castro Ruz, definida como Batalla Ideológica, toma nueva dimensiones en el
nuevo escenario que combina el uso de la subversión y el uso de fuerzas
mercenarias dentro del país, guerra radioelectrónica y ciberespacial.
La necesidad
de prepararse para un escenario de agresiones más sofisticado y basado en las
tecnologías, los ataques mediáticos y otros señalados (anteriormente) la nación
cubana moderna, democrática y civilizada, introdujo los cambios necesarios para
cumplir los retos que impone mantener la invulnerabilidad militar, para
garantizar la independencia y soberanía del país, al enfrentar los nuevos retos
de las agresiones imperialistas con una Constitución fortalecida en la cual se
definan los nuevos objetivos destacados en la Defensa Nacional.
En Cuba, la
lucha por el establecimiento de los derechos democráticos se remonta a los
orígenes de nuestra nacionalidad. Los objetivos independentistas contra el
colonialismo español durante treinta años están entrelazados con las metas de
lucha por alcanzar la democracia. Durante las luchas por la independencia
nacional, en el siglo XIX, los mambises redactaron cuatro constituciones con el
objetivo de legalizar las actividades del pueblo contra el colonialismo
español. Entre ellas se encuentran: la Constitución de Guáimaro, del 10 de
abril de 1869; la Constitución de Baraguá, del 15 de marzo de 1878; la
Constitución de Jimaguayú, del 16 de septiembre de 1895 y la Constitución de La
Yaya, del 21 de octubre de 1897. Durante el siglo XX se redactaron otras dos: la
Constitución de 1901, del 21 de febrero de 1901 y la Constitución de 1940
aprobada en julio de 1940.
El 15 de
febrero de 1976 se celebró el referendo nacional. Mediante el voto libre,
universal y secreto, el pueblo cubano aprobó la primera Constitución Socialista,
donde se expresa que el sistema político cubano, como el de cualquier Estado,
es creado por la Constitución en correspondencia con las características y
aspiraciones del pueblo y, sobre todo, adoptado de manera libre y soberana en
virtud del principio de autodeterminación. Por supuesto, se trata de un sistema
político y de una democracia diferente al de otros países, pues responde
también a realidades distintas.
En nuestra
Constitución queda claramente establecido que Cuba es un Estado Socialista de
trabajadores, independiente y soberano, organizado para todos y por el bien de
todos, como República Unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad
política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo. Así lo
registra en: (Artículo 1).
La
Constitución actual consta de un preámbulo y 137 artículos distribuidos en
quince capítulos. Se le ha realizado tres reformas.
El preámbulo
expone los fundamentos históricos e ideológicos sobre la concepción y
organización del Estado cubano, específicamente, los relacionados con las
tradiciones combativas, de firmeza y heroísmo forjadas por nuestros
antecesores; la guía en el ideario de José Martí, nuestro Héroe Nacional y
Apóstol de la independencia, y en las ideas político-sociales de Marx, Engels y
Lenin; el apoyo al internacionalismo proletario, a la amistad fraternal, la
ayuda, la cooperación y la solidaridad de los pueblos del mundo, sobre todo a
los africanos, latinoamericanos y del Caribe.
Los quince
capítulos son: I. Fundamentos políticos, sociales y económicos del Estado; II.
Ciudadanía; III. Extranjería; IV. Familia; V. Educación y Cultura; VI.
Igualdad; VII. Derechos, deberes y garantías fundamentales; VIII. Estado de
emergencia; IX. Principios de organización y funcionamiento de los órganos
estatales; X. Órganos superiores del Poder Popular; XI. La división
político-administrativa; XII. Órganos locales del Poder Popular; XIII.
Tribunales y Fiscalía; XIV. Sistema Electoral y el XV. Reforma Constitucional.
¿CÓMO SE
REFLEJA LA DEFENSA EN LA CONSTITUCIÓN DE CUBA?
La República
de Cuba basa su política para la Defensa Nacional en su aspiración de paz
digna, verdadera y válida para todos los estados, asentada en el respeto a la
independencia, soberanía y autodeterminación de los pueblos, así como en su
compromiso de cumplir los demás principios proclamados en la Carta de las
Naciones Unidas y otros tratados internacionales de los cuales sea parte.
En la
República de Cuba la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el
poder del Estado. Ese poder es ejercido directamente o por medio de la Asamblea
Nacional del Poder Popular y demás órganos del Estado, en la forma y según las
normas fijadas por la Constitución y las leyes.
Los
ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la
armada, cuando no fuere posible otro recurso, contra cualquiera que intente
derribar el orden político, social y económico establecido por esta
Constitución. (Artículo 3).
El Estado
realiza la voluntad del pueblo trabajador y encauza los esfuerzos de la nación en
la construcción del socialismo, así como mantiene y defiende la integridad y la
soberanía de la Patria y protege el trabajo creado del pueblo y la propiedad y
la riqueza de la nación socialista. (Artículo 9).
El Estado
consagra, además, el derecho conquistado por la Revolución de que todos los
ciudadanos gozan de iguales derechos y están sujetos a iguales deberes sin
distinción de raza, color de la piel, sexo, creencias religiosas, origen
nacional y cualquier otra lesiva a la dignidad humana.
EL BLOQUEO ESTADOUNIDENSE COMO ACTO DE
GUERRA CONTRA CUBA
Desde el
triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959, el imperialismo
norteamericano comenzó una desenfrenada agresividad hacia Cuba, en su intento
por destruir la Revolución. Ese empeño se tradujo en millones de arrobas de
caña quemada, decenas de objetivos económicos saboteados, atentados y el asesinato
de maestros y campesinos.
La promoción de bandas armadas, creadas, fomentadas y dirigidas por la CIA, y la organización de elementos terroristas, fuera y dentro de la Isla, estuvo entre los primeros procedimientos violentos empleados contra la Revolución.
Después de Girón, primera derrota imperialista en América, el gobierno norteamericano incrementó su guerra sucia contra Cuba.
Sus tanques pensantes determinaron que cada día, el prestigio y admiración hacia los dirigentes cubanos crecía en la población. Llegaron a la conclusión de que impidiendo la llegada de alimentos, medicinas y otros recursos necesarios, la desesperación, el hambre y las enfermedades diezmarían el apoyo a la Revolución.
En febrero de 1962, el presidente Kennedy firma la ley que impone el actual bloqueo contra Cuba. Sus disposiciones son contrarias a la carta de las Naciones Unidas y violatorias del Derecho Internacional. El bloqueo y el terrorismo contra la Mayor de las Antillas se complementan. El primero obstaculiza la recepción de alimentos, medicinas, y el otro, persigue destruir lo obtenido en otros países.
El bloqueo económico comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba, califica como un acto de genocidio, en virtud del inciso c, artículo II, de la Convención de Ginebra para la prevención y la sanción del delito de genocidio, de 1948. También se considera como un acto de guerra económica, según la Conferencia Naval de 1909 de Londres. Durante casi cinco décadas, esta guerra económica ha sido una constante en la política norteamericana contra Cuba. Su objetivo, definido desde abril de 1960, es el derrocamiento del gobierno.
Entre los más conocidos y repudiados componentes del bloqueo aparecen las llamadas leyes Torricelli, de 1992 y Helms-Burton, de1996. Sus disposiciones son contrarias a la carta de las Naciones Unidas y violatorias del Derecho Internacional.
La promoción de bandas armadas, creadas, fomentadas y dirigidas por la CIA, y la organización de elementos terroristas, fuera y dentro de la Isla, estuvo entre los primeros procedimientos violentos empleados contra la Revolución.
Después de Girón, primera derrota imperialista en América, el gobierno norteamericano incrementó su guerra sucia contra Cuba.
Sus tanques pensantes determinaron que cada día, el prestigio y admiración hacia los dirigentes cubanos crecía en la población. Llegaron a la conclusión de que impidiendo la llegada de alimentos, medicinas y otros recursos necesarios, la desesperación, el hambre y las enfermedades diezmarían el apoyo a la Revolución.
En febrero de 1962, el presidente Kennedy firma la ley que impone el actual bloqueo contra Cuba. Sus disposiciones son contrarias a la carta de las Naciones Unidas y violatorias del Derecho Internacional. El bloqueo y el terrorismo contra la Mayor de las Antillas se complementan. El primero obstaculiza la recepción de alimentos, medicinas, y el otro, persigue destruir lo obtenido en otros países.
El bloqueo económico comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba, califica como un acto de genocidio, en virtud del inciso c, artículo II, de la Convención de Ginebra para la prevención y la sanción del delito de genocidio, de 1948. También se considera como un acto de guerra económica, según la Conferencia Naval de 1909 de Londres. Durante casi cinco décadas, esta guerra económica ha sido una constante en la política norteamericana contra Cuba. Su objetivo, definido desde abril de 1960, es el derrocamiento del gobierno.
Entre los más conocidos y repudiados componentes del bloqueo aparecen las llamadas leyes Torricelli, de 1992 y Helms-Burton, de1996. Sus disposiciones son contrarias a la carta de las Naciones Unidas y violatorias del Derecho Internacional.
Desde
la imposición del bloqueo, hasta julio de 2009, el daño económico se estima en
alrededor de 95 mil millones de dólares. Pero en correspondencia al valor
actual del dólar esta suma es superior a los 224 600 millones de dólares.
Durante los dos mandatos de George W. Bush, este escaló las hostilidades a
niveles sin precedentes. El Informe elaborado por la llamada Comisión para una
asistencia a una Cuba libre, de mayo del 2004, y la adición de mayo del 2006,
que incluye un capítulo secreto de acciones agresivas, ponen al descubierto las
pretensiones de las autoridades de Washington: imponer un cambio de régimen en
contra de la voluntad del pueblo cubano, sin excluir el uso de la fuerza
militar con ese fin.
El pueblo cubano ha sufrido el flagelo del terrorismo, promovido, financiado y dirigido por EE. UU. Como resultado, ha lamentado la pérdida de 3 478 ciudadanos, mientras 2 099 han quedado físicamente discapacitados por el resto de sus vidas.
El pueblo cubano ha sufrido el flagelo del terrorismo, promovido, financiado y dirigido por EE. UU. Como resultado, ha lamentado la pérdida de 3 478 ciudadanos, mientras 2 099 han quedado físicamente discapacitados por el resto de sus vidas.
El bloqueo contra Cuba no es una cuestión del pasado, por lo que nos vemos en la
obligación de recordar el contenido de un memorando secreto,
desclasificado en 1991, del Subsecretario Adjunto de Estado para los asuntos
interamericanos, Lester D. Mallory, el 6 de abril de 1960, cito:
“La mayoría de los cubanos apoyan a Castro [...] No
existe una oposición política efectiva […] El único medio posible para hacerle
perder el apoyo interno [al gobierno] es
provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción
económica y la penuria […] Hay que poner en
práctica rápidamente todos los medios
posibles para debilitar la vida económica […] negándole a Cuba dinero y
suministros con el fin de reducir los
salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del
gobierno”.
LA AGRESIÓN CONTRA CUBA EN LAS
ACCIONES DE GUERRA DIRECTAS EMPLEADAS POR EL GOBIERNO DE ESTADOS UNIDOS
Este tipo de
agresión fue de las primeras empleadas por EE.UU. contra el país, pues el 17 de
marzo de 1960, en una reunión en la Oficina Oval de la Casa Blanca, el
presidente Eisenhower aprobó un plan presentado por la CIA bajo el título Un
programa de acciones encubiertas contra el régimen de Castro que, además de
acciones terroristas y de otro tipo, proponía crear una estación de radio de
onda media para transmitir propaganda sucia hacia Cuba. Esta inició
oficialmente el 21 de marzo, con la salida al aire de una emisión de la Voz de
las Américas (VOA), en español.
Menos de dos
meses después, el 17 de mayo, EE.UU. puso en el aire otra emisora subversiva
nombrada Radio Swan, cuyos gastos mensuales, según documentos hechos públicos
en 1980, eran de cuatrocientos a quinientos mil dólares mensuales. La
programación diaria estaba entre ocho y doce horas.
Durante la
agresión por Playa Girón, Radio Swan apoyó las comunicaciones de los invasores.
Posteriormente, en la Crisis de Octubre de 1962, empleó emisiones desde Cayo Marathon
y Sugar Loaf para transmitir propaganda anticubana, junto a otras
emisoras comerciales del sur de la Florida.
Después del
fracaso de ambas acciones, continuó sus emisiones contra Cuba, ahora con la
emisora Radio de las Américas, nuevo nombre que recibió Radio Swan. Uno de sus
programas era Cita con Cuba, concebido para auditorios cubanos. Otras plantas
en Carolina del Norte y el sur de la Florida, transmitían en ruso para los
técnicos soviéticos que trabajaban en la Isla.
Entre 1974 y
1979 se mantuvo una relativa calma en el espectro radioelectrónico, aunque la
VOA continuaba su programación hacia América Latina. Con la llegada al poder de
la agresiva administración de Ronald Reagan, en la década de los ochentas del
siglo pasado, el Programa de Santa Fe, trazó las directrices para crear una
emisora radial bajo la responsabilidad del gobierno estadounidense, que
transmitiría unas sesenta horas diarias contra Cuba.
En 1989,
durante la administración de Bush (padre), la cámara y el senado aprobaron
resoluciones que autorizaban la creación de una estación de televisión
anticubana, que comenzó a transmitir el 27 de marzo de 1990.
Inicialmente,
las señales de la teleagresión se originaban en estaciones terrenas, desde
donde se enviaban a satélites NSS-806 e HISPASAT-1C; luego pasaban a un
aerostato cautivo, ubicado en Cudjoe Key, Florida, y de ahí a Cuba.
El 20 de
mayo de 2003, una nueva plataforma militar, un avión EC-130 Commando Solo
de la 193 Ala de Operaciones Especiales de la Guardia Nacional de Pennsylvania,
diseñado para realizar emisiones de radio y televisión como parte de las
operaciones psicológicas en tiempo de guerra, transmitió una alocución
televisiva irrespetuosa y ofensiva del presidente W. Bush, hacia el pueblo
cubano.
Entre las
medidas agresivas de la llamada Comisión para asistir a una Cuba libre,
presentada por Bush en mayo de 2004, está contenida la utilización de un avión
militar para realizar transmisiones radiales y televisivas contra nuestro país.
Siguiendo
esa directriz, a partir del 21 de agosto de 2004, comenzaron las transmisiones
sistemáticas de los EC-130, una vez por semana, y dos años después, en agosto
de 2006, el gobierno adquirió un avión bimotor civil Gulfstream G-1,
desde el cual realiza trasmisiones casi a diario, contra nuestro país, violando
todas las normas y reglamentos internacionales. En más de veinticinco
ocasiones, el EC-130J y el G-1, han operado simultáneamente.
En la
actualidad, contra Cuba transmiten informaciones subversivas, unas quince
emisoras a través de treinta y cuatro frecuencias radiales y televisivas
enemigas, que suman un total de dos mil 348 horas semanales.
El bloqueo,
desde abril de 1960 tiene un objetivo definido: causar hambre, desesperación y
el derrocamiento del Gobierno cubano. Desde su imposición, hasta mayo de 2008,
el daño causado al pueblo cubano superaba los
93 000 millones de dólares. Por la devaluación del dólar y las fluctuaciones de su valor en este tiempo, dichas afectaciones equivaldrían a 224 600 millones de dólares. La Ley Torricelli (1992), la Helms-Burton (1996) y la de Ajuste Cubano (1966) son tres de las más conocidas y repudiables medidas; disposiciones que violan la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional.
93 000 millones de dólares. Por la devaluación del dólar y las fluctuaciones de su valor en este tiempo, dichas afectaciones equivaldrían a 224 600 millones de dólares. La Ley Torricelli (1992), la Helms-Burton (1996) y la de Ajuste Cubano (1966) son tres de las más conocidas y repudiables medidas; disposiciones que violan la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional.
Los cubanos
también han padecido infiltraciones de espías y ataques piratas y a naves aéreas
y marítimas, secuestros de aviones y embarcaciones, agresiones biológicas, radiales
y televisivas. Se ha alentado la emigración ilegal y violenta, de planes de
asesinato a sus principales dirigentes; así como sabotajes y actos terroristas.
Ello ha causado víctimas y cuantiosos daños materiales. Todos promovidos,
organizados, financiados o tolerados con impunidad por el gobierno de EE.UU.
Por ejemplo:
Como resultado de 681 acciones terroristas y la invasión mercenaria a Playa
Girón, probado y documentado, han perecido 3 478 mujeres, hombres y niños.
Otros 2 099 han quedado discapacitados.
Entre
noviembre de 1961 y octubre de 1962, agentes de la CIA y de la
contrarrevolución, llevaron a cabo contra nuestro país unos 5 700 actos de
guerra económica, sabotajes, operaciones psicológicas, atentados, alzamientos,
secuestros de buques y aviones, ataques piratas, actividades de inteligencia, y
organización de la subversión interna, como parte de la Operación Mangosta. El
objetivo era ablandar a Cuba para una invasión, planificada para octubre de
1962, momento en el cual el mundo estuvo al borde de una confrontación nuclear,
desatada por la Crisis de Octubre (de los Misiles, o del Caribe).
El
reclutamiento, dirección, apoyo logístico y financiero y la utilización de
mercenarios asalariados por parte del gobierno de Estados Unidos dentro del
propio territorio cubano, han centrado la guerra y hostilidad contra la nación
caribeña. Para los años fiscales 2007 y 2008, la administración Bush destinó 80
millones de dólares para operaciones públicas a fin de imponer un cambio de
régimen. Más dinero ha canalizado para acciones encubiertas por parte de los
servicios de inteligencia.
La política
de hostilidad, bloqueo y agresiones de sucesivos gobiernos de Estados Unidos,
ha obstruido el pleno disfrute de los derechos humanos y libertades
fundamentales de los cubanos: derechos a la vida, a la paz, a la libre
determinación y al desarrollo, como estableció Washington el 6 de abril de 1960. Casi un año exacto antes de la invasión por Playa Girón.
El
memorando en cuestión no surgió por iniciativa de ese funcionario, sino que se enmarcaba en la política de derrocar
a la Revolución, al igual que el “Programa de Acción
Encubierta contra el régimen de Castro”, aprobado por el presidente Eisenhower el 17 de marzo de
1960, veinte días antes de que entrara en vigencia el memorando citado, utilizando todos los medios
disponibles, desde la creación de una oposición unificada, la guerra
psicológica, acciones clandestinas de inteligencia y la preparación en terceros países
de fuerzas paramilitares capaces de invadir a la isla.
Los
Estados Unidos estimularon el terrorismo contra Cuba y ese mismo año, antes
de Playa Girón, fomentaron la creación de bandas contrarrevolucionarias
armadas, abastecidas por aire y mar, que cometieron saqueos y asesinatos de
campesinos, obreros y jóvenes alfabetizadores hasta su aniquilación definitiva
en 1965.
La capacidad
de fuerzas y medios de la actividad subversiva promovida por el gobierno de
Estados Unidos en la actualidad, se apoya en el Comando Espacial, para las
actividades militares en el ciberespacio y las agresiones radioelectrónicas y
mediáticas, todo lo cual se fortaleció a partir 2010.
Detrás de
los fondos públicos destinados a realizar o fortalecer las tareas de
inteligencia en Estados Unidos, existen otros que no son públicos, que “se
trasladan de unas cuentas a otras.
Ese proceso
de “enmascaramiento” dejó en herencia al gobierno de Barack Obama un
presupuesto negro, “palabras que esconden y definen las operaciones secretas.”
Alrededor del 7.5 por ciento de todos los gastos militares de Estados Unidos
“son ahora secretos”, a pesar de que una de las primeras declaraciones de Obama
apuntó a transparentar las acciones del gobierno.
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