“Mientras
la ciudad
aún a las cuatro esté encendida
y haya un lugar que te distraiga por ahí,
un humilde lugar,
un pequeño lugar.”(S.R)
aún a las cuatro esté encendida
y haya un lugar que te distraiga por ahí,
un humilde lugar,
un pequeño lugar.”(S.R)
Óleo de Guayasamín
Fotos: de la Internet

La nota de Fidel, me trajo recuerdos imborrables de esos encuentros que cada uno de los cubanos mantenemos despiertos en nuestra conciencia. Esta vez y, en lo particular, se trata de la referencia a la Universidad de la Habana: el lugar lleno de historia y ejemplos de jóvenes -incluso los que precedieron a su generación- que sacrificaron sus vidas para continuar la forja de la nación cubana. Específicamente comparto tres momentos impresionantes para mi vida de revolucionario y militante comunista.
La ocasión en que recibí, por su orientación personal, la condición de militante de la UJC. Pocos años después –durante uno de los Congresos de la Juventud, celebrados en campamento para jóvenes voluntarios de la agricultura en Güines, tuvimos un breve e intenso diálogo relacionado con las urgencias de una producción agropecuaria capaz de enfrentar las necesidades alimentarias de los más de dos millones de habitantes de las antiguas provincias habaneras, durante los primeros años del llamado Período Especial.
El tercero, ocurrió durante una de sus históricas intervenciones en el evento internacional: Globalización y Problemas del Desarrollo, en el que observé las lágrimas de una de las representantes del Banco Mundial, cuando algunos de los participantes del evento, específicamente los del Sur, expusieron las realidades de sus respectivas naciones y cómo el FMI, el BM, y toda esa cohorte de megacorporaciones financieras, expoliaban a los países ded denominado Tercer Mundo.
Su reflexión, oportuna, lleva la esencia del mensaje antimperialista de José Martí y se fecha, precisamente, cuando miles de jóvenes se aprestan a bajar desde la Colina Universitaria, por la calle San Lázaro, hasta la Fragua Martiana. He tenido el privilegio, como periodista, de participar en muchos de los Congresos, eventos nacionales e internacionales (en nuestro país) donde su presencia fue siempre esperada. Pero hoy, sus palabras, de guerrillero en el tiempo como lo han definido, son más que suficientes para motivar estos y otros recuerdos.
Las palabras de Fidel.
Queridos
compañeros:
Desde
el año 2006, por cuestiones de salud incompatibles con el tiempo y el esfuerzo
necesario para cumplir un deber —que me impuse a mí mismo cuando ingresé en
esta Universidad el 4 de septiembre de 1945, hace 70 años—, renuncié a mis
cargos.
No
era hijo de obrero, ni carente de recursos materiales y sociales para una
existencia relativamente cómoda; puedo decir que escapé milagrosamente de la
riqueza. Muchos años después, el norteamericano más rico y sin duda muy capaz,
con casi 100 mil millones de dólares, declaró ―según publicó una agencia de
noticias el pasado jueves 22 de enero—, que el sistema de producción y
distribución privilegiada de las riquezas convertiría de generación en
generación a los pobres en ricos.
Desde
los tiempos de la antigua Grecia, durante casi 3 mil años, los griegos, sin ir
más lejos, fueron brillantes en casi todas las actividades: física, matemática,
filosofía, arquitectura, arte, ciencia, política, astronomía y otras ramas del
conocimiento humano. Grecia, sin embargo, era un territorio de esclavos que
realizaban los más duros trabajos en campos y ciudades, mientras una oligarquía
se dedicaba a escribir y filosofar. La primera utopía fue escrita precisamente
por ellos.
Observen
bien las realidades de este conocido, globalizado y muy mal repartido planeta
Tierra, donde se conoce cada recurso vital depositado en virtud de factores
históricos: algunos con mucho menos de los que necesitan; otros, con tantos que
no hallan qué hacer con ellos. En medio ahora de grandes amenazas y peligros de
guerras reina el caos en la distribución de los recursos financieros y en el
reparto de la producción social. La población del mundo ha crecido, entre los
años 1800 y 2015, de mil millones a siete mil millones de habitantes. ¿Podrán
resolverse de esta forma el incremento de la población en los próximos 100 años
y las necesidades de alimento, salud, agua y vivienda que tendrá la población
mundial cualquiera que fuesen los avances de la ciencia?
Bien,
pero dejando a un lado estos enigmáticos problemas, admira pensar que la
Universidad de La Habana, en los días en que yo ingresé a esta querida y
prestigiosa institución, hace casi tres cuartos de siglo, era la única que
había en Cuba.
Por
cierto, compañeros estudiantes y profesores, debemos recordar que no se trata
de una, sino que contamos hoy con más de cincuenta centros de Educación
Superior repartidos en todo el país.
Cuando
me invitaron ustedes a participar en el lanzamiento de la jornada por el 70
aniversario de mi ingreso a la Universidad, lo que supe sorpresivamente, y en
días muy atareados por diversos temas en los que tal vez pueda ser todavía
relativamente útil, decidí descansar dedicándole algunas horas al recuerdo de
aquellos años.
Me
abruma descubrir que han pasado 70 años. En realidad, compañeros y compañeras,
si matriculara de nuevo a esa edad como algunos me preguntan, le respondería
sin vacilar que sería en una carrera científica. Al graduarme, diría como
Guayasamín: déjenme una lucecita encendida.
En
aquellos años, influido ya por Marx, logré comprender más y mejor el extraño y
complejo mundo en que a todos nos ha correspondido vivir. Pude prescindir de
las ilusiones burguesas, cuyos tentáculos lograron enredar a muchos estudiantes
cuando menos experiencia y más ardor poseían. El tema sería largo e
interminable.
Otro
genio de la acción revolucionaria, fundador del Partido Comunista, fue Lenin.
Por eso no vacilé un segundo cuando en el juicio del Moncada, donde me
permitieron asistir, aunque una sola vez, declaré ante jueces y decenas de
altos oficiales batistianos que éramos lectores de Lenin.
De
Mao Zedong no hablamos porque todavía no había concluido la Revolución
Socialista en China, inspirada en idénticos propósitos.
Advierto,
sin embargo, que las ideas revolucionarias han de estar siempre en guardia a
medida que la humanidad multiplique sus conocimientos.
La
naturaleza nos enseña que pueden haber transcurrido decenas de miles de
millones de años luz y la vida en cualquiera de sus manifestaciones está
siempre sujeta a las más increíbles combinaciones de materia y radiaciones.
El
saludo personal de los Presidentes de Cuba y Estados Unidos se produjo en el
funeral de Nelson Mandela, insigne y ejemplar combatiente contra el Apartheid,
quien tenía amistad con Obama.
Baste
señalar que ya en esa fecha, habían transcurrido varios años desde que las
tropas cubanas derrotaran de forma aplastante al ejército racista de Sudáfrica,
dirigido por una burguesía rica y con enormes recursos económicos. Es la
historia de una contienda que está por escribirse. Sudáfrica, el gobierno con
más recursos financieros de ese continente, poseía armas nucleares
suministradas por el Estado racista de Israel, en virtud de un acuerdo entre
este y el presidente Ronald Reagan, quien lo autorizó a entregar los
dispositivos para el uso de tales armas con las cuales golpear a las fuerzas cubanas
y angolanas que defendían a la República Popular de Angola contra la ocupación
de ese país por los racistas. De ese modo se excluía toda negociación de paz
mientras Angola era atacada por las fuerzas del Apartheid con el ejército más
entrenado y equipado del continente africano.
En
tal situación no había posibilidad alguna de una solución pacífica. Los
incesantes esfuerzos por liquidar a la República Popular de Angola para
desangrarla sistemáticamente con el poder de aquel bien entrenado y equipado
ejército, fue lo que determinó la decisión cubana de asestar un golpe
contundente contra los racistas en Cuito Cuanavale, antigua base de la OTAN,
que Sudáfrica trataba de ocupar a toda costa.
Aquel
prepotente país fue obligado a negociar un acuerdo de paz que puso fin a la
ocupación militar de Angola y el fin del Apartheid en África.
El
continente africano quedó libre de armas nucleares. Cuba tuvo que enfrentar,
por segunda vez, el riesgo de un ataque nuclear.
Las
tropas internacionalistas cubanas se retiraron con honor de África. Sobrevino
entonces el Periodo Especial en tiempo de paz, que ha durado ya más de 20 años
sin levantar bandera blanca, algo que no hicimos ni haremos jamás.
Muchos
amigos de Cuba conocen la ejemplar conducta de nuestro pueblo, y a ellos les
explico mi posición esencial en breves palabras.
No
confío en la política de Estados Unidos ni he intercambiado una palabra con
ellos, sin que esto signifique, ni mucho menos, un rechazo a una solución
pacífica de los conflictos o peligros de guerra. Defender la paz es un deber de
todos. Cualquier solución pacífica y negociada a los problemas entre Estados
Unidos y los pueblos o cualquier pueblo de América Latina, que no implique la
fuerza o el empleo de la fuerza, deberá ser tratada de acuerdo a los principios
y normas internacionales. Defenderemos siempre la cooperación y la amistad con
todos los pueblos del mundo y entre ellos los de nuestros adversarios
políticos. Es lo que estamos reclamando para todos.
El
Presidente de Cuba ha dado los pasos pertinentes de acuerdo a sus prerrogativas
y las facultades que le conceden la Asamblea Nacional y el Partido Comunista de
Cuba.
Los
graves peligros que amenazan hoy a la humanidad tendrían que ceder paso a
normas que fuesen compatibles con la dignidad humana. De tales derechos no está
excluido ningún país.
Con
este espíritu he luchado y continuaré luchando hasta el último aliento.