lunes, 4 de mayo de 2015

Barracuda





“(…) oteando el horizonte
como un animal que acecha,
 (…)” RSM
El hambre es mala consejera. El pez miró de soslayo el fragmento de olorosa carne y cruzó hasta colocarse bajo el bote. Permaneció allí durante varios minutos antes de atravesar como una saeta la distancia que le separaba del alimento sostenido por el anzuelo. Por un momento su cuerpo estremecido se expuso fuera del agua. Observó sorprendido a  los hombres y emprendió una larga escapada que tiró del cordel varios metros bajo la superficie. De momento, el instinto de conservación le llevó a realizar la maniobra aprendida durante años: aflojó cuanto pudo la cuerda hasta convertirla en un péndulo justo en el medio de la quilla. Así estuvo, durante media hora o tal vez un poco más para esgrimir su ataque minutos antes de la muerte, su muerte. Una vez más tensó la cuerda, sujeta a una de las vitas del bote, y volvió a emerger como un brillo de rabia azul sobre las aguas. Uno de los hombres, sangrando las manos, recogió hasta acortar la distancia y pegar su cabeza junto a la borda. Los ojos profundos, la mirada retadora…
(…)

RSM.




“¿lo amado?
y lo manso,
sumergirlo en frío,
perpetuo,
sin deshielo de cometas,
condenado,
vivirlo en la oscuridad sempiterna
que le convierte, en juez y, en tanto,
es quien asesina lo bello,”
RSM



El laberinto del doctor Koücher





“Si te has propuesto descansar/
no me invites,
porque no descansaré nunca/
porque he encontrado un camino/” 
(7/2/11.RSM


A mi padre.

Óleo de Vicente Bonachea
Foto de galaxia (tomada de la Internet)

El dispensario del doctor Koücher, se encuentra ubicado al final de la estrecha calle Badmington, en la ciudad de Brewser, muy cerca de la frontera con Eristra, que tampoco aparece en los mapas convencionales o mejor dicho en ninguna de las cartografías reconocidas internacionalmente y ni siquiera en las militares. Tampoco responde a la jurisdicción de ningún país, ni se ajusta a las leyes de alguna constitución antigua o moderna. Sencillamente está allí al final de la adoquinada calle Badmington en la ciudad de Brewser, cerca de la frontera con Eristra. Sin embargo, todos los ciudadanos residentes en Eristra y Brewser y más allá de los límites adyacentes reconocen las habilidades del doctor Koücher para restablecer la salud de personas aquejadas de patologías consideradas un laberinto para la medicina más avanzada. De ahí que algunos especialistas al llegar a la encrucijada donde se decide la vida o la muerte de sus pacientes, susurran a los familiares el nombre del médico que vive al final de la calle Badmington como la única posible solución contra esas enfermedades consideradas imposibles de tratar y frente a las cuales, tanto los sufridos como sus allegados no renuncian a encontrar el milagro que restaure las agonizantes vidas. El viaje no resulta tan largo como curioso y aburrido. Se trata de atravesar una serie de estaciones en el tiempo durante las cuales se puede observar, a través de la ventanilla, la crecida de un río bajo torrenciales lluvias, la luz inmensa de un sol sobre la vasta llanura que florece hasta el horizonte, la repentina nevada o el plenilunio boreal... No obstante, la repetición de tales paisajes obliga a recurrir a variantes que permitan espantar los recurrentes pensamientos relacionados con la imagen del doctor Koücher, y casi ninguna de las variantes posibles concluye en un rostro determinado o similar a cualquier otro de ser humano conocido, hasta que la resignación conduce a mirar a través del periscopio la proximidad de Brewser y, finalmente, caminar (porque recuerden lo estrecha de la calle Badmington) hasta el final donde se encuentra el dispensario y detrás de su mostrador, enfundado en un extraño traje el doctor recibe al recién llegado con un cálido saludo en voz tan baja como el último latido del corazón recién apagado.

RSM.