jueves, 8 de julio de 2010

La vuelta al mundo en una Isla



Por RAÚL SAN MIGUEL

Foto: ISMAEL FRANCISCO RODRIGUEZ (Prensa Latina)

Las imágenes que se observan en Cuba, a propósito del mundial, son inéditas y alentadoras. La verdadera fiebre por el futbol comenzó a emerger en la Isla desde hace apenas dos décadas. Antes, el equipo nacional de futbol, se nutría de figuras que descollaban como tulipanes en el desierto. Sin embargo, la actual generación de cubanos es increíblemente adicta al deporte de las multitudes; ni siquiera la Serie Nacional de Béisbol ha logrado tanta euforia si tomamos en cuenta las expresiones de los fanáticos. Por supuesto, es solo una afirmación comparativa. Precisamente lo que hinchó las velas de seguidores de este deporte ha sido la ausencia de un espectáculo como la pelota que, históricamente, ha sido el causante de alegrías e infartos, peleas familiares y discusiones acaloradas en las llamadas esquinas calientes de cualquier parte del país.
Este Mundial de Futbol (Sudáfrica 2010) ha lanzado, a las calles cubanas, a cientos de personas que demuestran su lealtad a clubes ubicados a miles de kilómetros de nuestras costas, más allá de las barreras geográficas y del idioma. No obstante, he sido testigo de la tristeza de alemanes, brasileños, argentinos y franceses, por citar algunos ejemplos, nacidos en este lugar del Caribe y sin ningún punto de referencia genético con las naciones mencionadas.
En La Habana, muchos de los principales cines capitalinos se convirtieron en puntos de referencia para disfrutar el espectáculo. Familiares y amigos acuden a la cita con sus favoritos y llevan consigo los colores del pabellón que defienden y vitorean en las calles como si acabasen de salir de un estadio en el país africano.
No es siquiera necesario mirar los relojes para saber qué hora es. El compromiso de asistir, estar presente y gritar, de llanto o de victoria, acorta las distancias. Toda la Isla es como un gran coliseo, donde el fuego multicolor del futbol provoca los deseos de convertirse en famosos a los niños y jóvenes que improvisan un partido en los sitios más increíbles de la ciudad; pero todos convencidos del valor de la camiseta que defienden hasta crear la sensación, al observarlos, de poder dar la vuelta al mundo en una Isla.

¿Cuánto hace falta para que la vida muera?



Por Raúl San Miguel
Foto: Tomada de Internet

Las ballenas, los mamíferos más grandes del planeta tierra, mueren en silencio en el Golfo de México. Delfines, tortugas y otras especies marinas inician un camino agónico en su existencia. La British Petroleum (BP), causante del desastre ecológico, ofrece cifras conservadoras en relación con la magnitud del problema. Los políticos, en la Casa Blanca, siguen el itinerario del presidente Barack Obama hacia otros temas más acuciantes para el gobierno en Washington: la preparada confrontación de Israel contra Irán en el Oriente Medio y la posición “ventajosa” para los Estados Unidos en un conflicto que podrá desencadenar el uso de armas nucleares.
Los expertos señalan que el derrame de petróleo podría causar daños considerables en la zona de reservas naturales en el Golfo de México y afectar a especies amenazadas o en peligro de extinción como la garza rojiza, el aligator de Misissipi, el pelícano marrón, el pájaro silbador y a las tortugas marinas que llegan a las playas de la zona a depositar sus huevos.
En el estado de Lousiana, uno de los mayores productores de mariscos de Norteamérica, las gruesas oleadas matan a cangrejos y tortugas. Pero los biólogos están aún más preocupados por la vida microscópica de la zona donde abundan algas y otras especies que forman parte de la cadena alimenticia de otros animales. Incluso estiman que el 97 % de los habitantes marinos dependen de los estuarios para vivir.
Si la contaminación mata a los pequeños invertebrados que se alimentan de algas, entonces las algas crecerían sin control, creando una espesa capa en la superficie del estuario e impidiendo que penetre la luz del sol y el oxígeno en la zona. Pero, por otro lado, si los agentes químicos del petróleo eliminan las algas de la zona, los microorganismos que se alimentan de las algas morirían, afectando a todo el ecosistema.
Especies como el tiburón ballena y las Mantas llegan a las costas de Yucatán y Quintana Roo, México, para alimentarse en los meses de junio a septiembre se crea una de las mayores concentraciones de plancton, en el mundo, debido a que la unión de la corriente del Golfo de México con el mar Caribe crea un lugar ideal para su alimentación.
El área donde se agrupa el tiburón ballena en estos meses comprende desde Isla Holbox hasta Isla Contoy abarcando un área de 50 Km.
Por otra parte, del otro lado del mundo, las potencias nucleares se alistan para entrar en la guerra. Las consecuencias unidas de estos dos eventos son impredecibles. Las causas fueron expuestas en muchos foros internacionales pero acusa, directamente, a la posición que define dos polos en el mundo: un norte brutalmente desarrollado y un sur expoliado hasta sus raíces. La suerte del hombre y la vida en la tierra no depende de la naturaleza.