sábado, 4 de diciembre de 2010

La profecía

Raúl San Miguel

Foto: Tomada de la Internet

Existe una tendencia a definir al cubano como ateo irreversible que lo sentencian con la frase: “se acuerda de Santa Bárbara cuando truena”. Nada más lejos de la verdad. La propia idiosincrasia de los nacidos en la Mayor de las Antillas y la formación de una cultura integrada por dos fuertes corrientes ancestrales: la española y la africana, desmienten tan absurda definición. El cubano es un creyente religioso consciente y activo. Lo demuestra en su comportamiento cotidiano. Se refuerza en los valores éticos, morales y religiosos adquiridos y fundamentados durante todo el proceso de forja de una nación. Incluso, podemos aseverar que son menos los ateos en Cuba en comparación con los creyentes y los religiosos.
En lo particular, en estos últimos conceptos, prefiero separar ambos conceptos. Creyentes, son la mayoría y debemos agregar la diversidad de tendencias de acuerdo con los intereses personales y de grupos. Religiosos, aquellos que de manera cotidiana ejercen el culto a sus deidades, teniendo en cuenta la fe que profesan por determinada religión.
Pero el asunto es que los cubanos son creyentes todos los días. Chango y Santa Bárbara son la misma deidad y lo refuerzan con una adoración que lleva a vestir los colores-atributos de esta Santa u Oricha, de acuerdo con las versiones católica y yoruba: rojo y blanco. Así lo reafirma nuestro Poeta Nacional (Ibbaé) Nicolás Guillén en La canción del Bongó”.



“En esta tierra mulata, de africano y español (Santa Bárbara de un lado, del otro lado Changó), siempre falta algún abuelo, cuando no sobra algún Don y hay títulos de Castilla y parientes de Bondó: vale más callarse, amigos, y no menear la cuestión, porque venimos de lejos, y andamos de dos en dos. Aquí el que más fino sea, responde si llamo yo”.

Según la profecía en el tablero Ifá, el traslado de miles de negras y negros africanos desde el África hasta América se debió al castigo de los dioses. Sin embargo, los propios orischas que permitieron a sus adoradores convertirse en esclavos, también colonizaron las mentes y los cuerpos de los conquistadores, a través de la mezcla de las razas y las dos prominentes culturas. En este sentido recuerdo con los propios colonizadores españoles habían sido invadidos por las tradiciones y la cultura de los moros durante varios siglos.
Es un hecho indiscutible que la celebración del 4 de diciembre, Día de Santa Bárbara, atrae a la mayoría de los cubanos a pedir deseos a Changó o Santa Bárbara, como lo hacen en la víspera y durante la celebración del Día de San Lázaro o Babalú Ayé, para los religiosos yorubas, que es decir la mezcla de todos los cubanos en dos religiones y culturas: la católica y la africana.
Tanto es así que diciembre se convierte en un mes de profecías y premoniciones. Los cubanos se preparan para concluir el año (cada año) con una fe incuestionable. La misma que lanzó, a los cimarrones, a escurrirse en las montañas y convocar a sus dioses para la guerra, la misma que movió a los criollos blancos y mestizos descendientes de españoles a unirse para la guerra por la independencia de Cuba, la misma que (en los días del Ejército Rebelde, en la Sierra Maestra) hizo con los guerrilleros portaran, junto a sus armas, los resguardos religiosos, collares dedicados a sus santos e invocaran a sus egguns (muertos) para que les protegieran en el combate.
Incluso, en el Santuario del Cobre existen evidencias de las promesas realizadas y algunas se concretaron después del Triunfo de la Revolución en Enero de 1959. Separar la cuestión religiosa de la vida del cubano es prácticamente imposible. Quizá, pudiera atribuirse “tal olvido” de que Santa Bárbara o Changó existe, por la propia dinámica de nuestras vidas que nos hace ver las cosas de una manera más científica, digamos, para más realista en cuanto a la cognición del mundo. No obstante, la religión en Cuba es, finalmente, una mezcla que se observa en la asunción de los dioses de ambas corrientes religiosas: católica y yoruba como un simbiosis que nos identifica, nos une y se extiende hacia las relaciones con otros pueblos del mundo; donde también atienden a sus dioses (orischas y egguns) los Iyabos (ahijados blancos, europeos).
Decía el rito a Santa Bárbara o Chango inicia diciembre y entra en su clímax con la celebración de Babalú Ayé o SanLázaro. Después los babalaos se reúnen y hacen la profecía de cuáles serán los dioses que regirán el próximo año. Desde entonces comienza todo un proceso religioso que nos involucra a todos de alguna manera, de acuerdo con las predicciones para la salud, las relaciones interpersonales y laborales; pero sobre todo cómo se proyectará el nuevo año para todas las personas en el mundo. Tanta fe religiosa de un pueblo capaz de mantener su independencia y soberanía política no puede ser ocultada.
Los asuntos pendientes, para cada individuo, deben resolverse antes que termine el año. Es lógico. En el caso de los cubanos coincide que cerramos, casi, el 2010 con el análisis del Proyecto de Lineamientos de la Economía Cubana para salvar la Revolución y el Socialismo. También tenemos el fuerte compromiso de Cinco compatriotas, Héroes de la República de Cuba, que son mantenidos prisioneros en cárceles de los Estados Unidos por luchar contra los planes y acciones terroristas de grupos contrarrevolucionarios que, basificados en la Florida, han recibido el apoyo directo (logístico y financiero) de los servicios de inteligencia (CIA) y el propio gobierno de la Casa Blanca.
Este año, se le pide a la actual administración norteamericana, al Presidente, señor Barack Obama, el indulto incondicional de estos compatriotas que han demostrado el valor para defender a una nación con el riesgo de sus propias vidas. Lo hacemos teniendo en cuenta la innegable manifestación de fe religiosa de un hombre de origen afroamericano que tiene fuertes raíces, en el África, como las nuestras; pero que también posee un criterio católico como lo ha demostrado.
La mayoría de los cubanos, tanto los residentes en los Estados Unidos como otras partes del mundo, añoran la posibilidad de que se levante el bloqueo y se eliminen las presiones que ejercen las leyes extraterritoriales estadounidenses: Helms-Burton y Torricelly, para reiniciar el camino sobre un puente normal de cooperación y entendimiento. Esa ha sido una constante en nuestra fe religiosa y nuestra lucha. Ha sido una posición sistemática y consecuente del gobierno revolucionario de Cuba en relación con los Estados Unidos. Tenemos argumentos suficientes. Existen numerosas razones. Son muchos los muertos que nos exigen continuar hacia un futuro soberano económicamente e independiente en la proyección social y política.
Fueron muchos los que cayeron por este sueño que es esperanza de vida y que vivimos y defendemos. Solo basta evocar los tiempos difíciles de las luchas en la manigua. La caída de uno de los grandes patriotas, el Lugarteniente General Antonio Maceo y Grajales, junto a su ayudante el Capitán Francisco Gómez Toro (ambos Masones como Martí), otro de los grandes ejemplos de jóvenes como miles que cayeron en combate en Cuba o en misiones internacionalistas en naciones de África, como parte del compromiso raigal que nos une a ese continente. Evocamos a los miles de compatriotas que murieron asesinados, durante la dictadura de Fulgencio Batista, en las llamadas “Pascuas Sangrientas”.
Los cubanos tenemos razones para creer, porque es lo que nos da la fuerza para luchar y continuar. La profecía se cumplirá. Nuestros Cinco Héroes prisioneros regresarán como aseguró nuestro líder histórico el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. No porque sea el pensamiento de un hombre, sino por un concepto más profundo y que nos recuerda las palabras del Apóstol José Martí cuando aseguró que “Cuba no anda de pedigüeña por el mundo, sino de hermana”, y lo ha demostrado. Pero también en las palabras de Fidel: “Este pueblo se merece un lugar en la gloria, este pueblo se merece un lugar en la historia, este pueblo se merece la victoria”. Changó, guerrero, Santa Bárbara, protectora, nos acompaña todos los días en este empeño.

En la foto, tomada de la Internet, la Capilla a Santa Bárbara en el barrio Legüina, al lado de la Casa de Tataguines, Güines, La Habana.