lunes, 20 de octubre de 2014

Cuba: razones para celebrar el 20 de octubre







 Raúl San Miguel

Foto de la Internet (Juventud Rebelde)


Justo cuando en la capital cubana se reúnen jefes de estado y representantes de naciones del ALBA-TCP, de la OPS, OMS y el representante del Secretario General de la ONU y ministros de Salud de las naciones convocadas, a La Habana -para tratar cuestiones relacionadas con el ébola, la aplicación de una estrategia conjunta y el apoyo a las naciones africanas que sufren la epidemia o tienen fronteras con los territorios afectados-, Granma, el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, abre sus páginas (a buena hora) para dar un espacio a la Doctora Graziella Pogolotti, en un necesario artículo que ratifica nuestra identidad y el por qué, muchos de los que arribaron a la cita en La Habana, agradecieron al pueblo de Cuba y al líder histórico de la Revolución cubana, Fidel, el haberse formado como médicos y profesionales en nuestro país.

Del mismo modo que están implícitas las palabras de Fidel cuando explicó la necesaria colaboración solidaria de Cuba en los procesos de liberación de naciones africanas como Angola (Operación Carlota), Namibia, el fin del Apartheid y la sostenida ayuda solidaria en la formación de profesionales y el envío de médicos y personal de Salud, altamente calificado, para contribuir a la erradicación de enfermedades en estas y otras naciones del llamado Tercer Mundo. Más reciente, la partida de 165 médicos y enfermeros para combatir el ébola en Sierra Leona.



 ¿Por qué un 20 de octubre?
 

"Ha llegado la hora del actuar y el pensar, de retomar en función del presente el enorme capital intelectual acumulado por la nación cubana", comenta en Granma la destacada intelectual Graziella Pogolotti




Dos veces dice patria el Himno de Bayamo. La primera, nos contempla orgullosa. En­car­na el ideal que ha tomado cuerpo en el na­ci­miento de la nación. La segunda alude al combate, entendido como siembra y resurrección, muerte y continuidad en la plenitud del ser.

En pueblos como los nuestros, cultura y na­ción son procesos inseparables de permanente construcción. Y los símbolos pertenecen al ámbito de la cultura. Un 20 de octubre cristalizaba en el Himno de Bayamo el acto audaz de cortar de un solo tajo el nudo gordiano que nos ataba a la metrópoli.  Junto a la libertad po­­­lítica, Carlos Manuel de Céspedes en La De­majagua emancipó a sus esclavos y los convidó a participar en el esfuerzo común por hacer una na­ción, solo verdadera si pertenecía a todos, rompiendo las cadenas impuestas por España y el grillete infame soldado por la sacarocracia criolla.


Forjado en la pelea, firme, flexible y delicado hilo de acero, el Himno de Bayamo nos ha acompañado en las buenas y en las malas, en la euforia del triunfo y en el dolor de las pérdidas. Su letra y sus notas nacieron de una memoria artística, del contacto con una realidad concreta y de los sueños que inspiran el combatir, el hacer y el fundar, tareas perma­ne­ntes todas, porque fundamos en cada amanecer, creamos lo grande y lo pequeño en la tarea de cada día y soñamos siempre porque ellos son fuente inextinguible de aliento vital.

Y no ha sido fácil. En aquel octubre cobraba forma la lucha contra el coloniaje. Lo que estaba comenzando en el enfrentamiento con Es­paña —la más larga entre las guerras de independencia del Continente— continuaría en la lucha antimperialista y ha pasado ahora a la resistencia ante el dominio planetario del capital financiero. Desde el principio tuvimos conciencia de nuestra condición de latinoamericanos. Mediado ya el siglo XX descubrimos nuestra pertenencia al más amplio territorio de un llamado tercer mundo, ubicado en otras geografías e infiltrado cada vez más en el corazón de las potencias hegemónicas.


Rubén Martínez Villena nos había llamado a “extirpar la dura costra del coloniaje”. Tar­da­mos un buen tiempo en asimilar el verdadero alcance de su mensaje. Soberanía e independencia eran inseparables de un verdadero proyecto de emancipación humana. La guerra ne­cesaria tiene que librarse simultáneamente en múltiples instancias: la económica, la política, la social y la cultural. Porque la opresión secular se instauró mediante la violencia y la castración de las culturas originarias. In­ten­taron mo­delar nuestras conciencias y lo siguen ha­ciendo con el empleo de métodos más sofisticados y seductores. Construyen ilusorias ex­pectativas de vida, inoculan sentimientos de inferioridad e instauran el autoritarismo de un modelo único.


Por razones geográficas y por el desarrollo de una economía que, desde el siglo XIX, se orientó hacia la monoproducción y el comercio in­ternacional, el proceso histórico cubano nun­ca ha permanecido al margen del panorama in­ternacional. Mucho menos lo está ahora en el contexto de la globalización neoliberal. El derrumbe del campo socialista repercutió du­ramente en los niveles de vida y en el tejido social del país, con la consiguiente repercusión en el plano de los valores. Hoy se acrecienta la visibilidad de las desigualdades. En tales circunstancias, el papel de la subjetividad adquiere una importancia de primer orden. Educación y cultura asumen un papel estratégico, aparejada a los problemas del desarrollo económico.


El indispensable cambio de mentalidad no puede derivarse de conceptos economicistas y tecnocráticos. De acuerdo con nuestra tradición de pensamiento, habrá de ser humanista, vale decir, integradora, en el polo opuesto a la instrumentalización del ser humano propuesta por el modelo hegemónico. Es el momento de proceder a un anclaje en lo más profundo de la nación y reencontrarnos en el qué somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, para poder responder de la manera más efectiva al desafío de Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar: “inventamos o erramos”.


Inventar no implica improvisar. Exige estudio e investigación. Ha llegado la hora del actuar y el pensar, de retomar en función del presente el enorme capital intelectual acumulado por la nación cubana desde sus orígenes, nunca para repetir fórmulas de antaño, sino para beneficiarnos todos del espíritu que animó a los fundadores y se mantuvo vivo en medio del desamparo de la república neocolonial. La clave estuvo siempre en aguzar el bisturí hacia dentro conjugando la interdependencia de los factores económicos, sociales y culturales.


Letra y notas del Himno de Bayamo son el canto de la nación y la cultura imbricadas. Sím­bolo sagrado del grito de independencia, sintetizan el rico imaginario que nos identifica y en el que nos reconocemos. Es fruto de la me­moria acumulada por las manos bien negras que hicieron el azúcar blanco junto a las ma­nos blancas que hicieron el tabaco negro, al decir de Fernando Ortiz, de los constructores que edificaron pueblos y ciudades, de los mitos que vinieron de todas partes, de quienes nos enseñaron a pensar, de los poetas, músicos y pintores que mostraron lo que todavía no era visible, del campamento mambí donde todos aprendieron a sobrevivir, del modo de celebrar y de compartir. Por esas y tantas otras razones, el 20 de octubre se rinde homenaje a la cultura nacional.


19 de octubre de 2014 21:10:34





2 comentarios:

  1. No es verdad que hay 3 opciones de estatus político para Puerto Rico

    El gobierno de Estados Unidos (EEUU) le ha hecho creer a muchos puertorriqueños que existen 3 opciones de estatus político para Puerto Rico. ¡Eso, no es cierto! EEUU quiere con eso poner a los puertorriqueños a pelear entre nosotros mismos. ¡Su estrategia ha sido genial! Tenemos 116 años como colonia de EEUU y la evidencia de que el 80% de los puertorriqueños salen a votar en las elecciones coloniales demuestra que la gran mayoría de nosotros todavía no nos hemos dado cuenta de ese embuste.

    En realidad, solo hay una opción. ¡Eso lo dice la ley internacional a través de la Organización de Naciones Unidas (ONU)! La ONU determinó en el 1960 que el coloniaje es un crimen en contra de la humanidad. Desde entonces, la ONU le ha pedido al gobierno de Estados Unidos que inmediatamente descolonice a Puerto Rico. Eso quiere decir que el gobierno de EEUU está obligado a entregarle a Puerto Rico a soberanía que ilegalmente le quitó como resultado de su invasión militar del 25 de julio de 1898.

    EEUU, hasta hoy, ha ignorado las 33 resoluciones de la ONU para descolonizar a Puerto Rico. Para esconder eso, y para aparentar ser democrático, EEUU ha querido empujarnos plebiscitos para que los puertorriqueños decidan si queremos continuar siendo su colonia, convertirnos en un estado de EEUU, o descolonizarse (independencia) como lo ha determinado la ONU.

    El problema con los plebiscitos que empuja EEUU es que:

    1. No cumple con la ley internacional de que una nación no puede tener una colonia.
    2. No cumple que la solución de la ley internacional es que la nación que tiene la colonia tiene que entregarle su soberanía.
    3. No cumple con la ley internacional en cuanto a que para decidir libremente lo que quiere un pueble, primero tiene que ser libre (descolonizado).
    4. Tiene 2 opciones que va en contra de lo que un pueblo colonizado puede escoger- continuar siendo una colonia e integrarse al imperio. Solo la opción de integrase al imperio sería posible cuando la colonia primero tenga su soberanía y luego lo decida así.

    Por eso, tenemos que hacer 3 protestas anualmente hasta lograr que EEUU cumpla con la descolonización inmediata de Puerto Rico.

    José M López Sierra
    www.TodosUnidosDescolonizarPR.blogspot.com

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    1. Muchas gracias José M. López Sierra, por su comentario en este blog. El pueblo de Puerto Rico ha sido sometido a esta forma de ocupación por parte de Estados Unidos, precisamente, apoyado en las supuestas opciones que usted refiere. Saludos

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