martes, 3 de agosto de 2010

La luna no queda muy lejos


Por RAÚL SAN MIGUEL

Dos noticias ocuparon los mayores espacios de difusión de todo el mundo en los primeros meses de este año: el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, resultó elegido para el Premio Nobel de la Paz, con menos de un años de administración en la Oficina Oval. Sin embargo, el Comité de los nobels no perdió la oportunidad de congratular a quien “representa la imagen de cambio” en el país líder de las coaliciones imperialistas. Y lo del cambio es cierto, no comparto el criterio de algunos analistas que piensan lo contrario del hombre destinado a lanzar una ofensiva para recuperar el espacio perdido por el gobierno de los Estados Unidos en el planeta. Algo así, como la salida al ruedo de un jugador del futbol rugby inteligente y con el rostro de un…, afroamericano.
Como si fuera poco, otra noticia surcó el ciberespacio y desprendió múltiples interrogantes: La NASA lanzaría un proyectil contra la Luna para comprobar la existencia de agua en el satélite natural de la tierra. De antemano, los especialistas, sabían los resultados y de paso el proyectil marcaría el derrotero a seguir para determinar quién manda en el cosmos. Más claro, quienes disponen de la tecnología para basificar (militarmente, por supuesto) la frontera exterior de la tierra y de paso controlar lo que “entra”, lo que sale y todo aquello (satélites) que se pongan en la órbita fuera de los intereses del “gendarme mundial”.
El hecho parecería insólito si no tenemos en cuenta que tal acción acelera los preparativos para el establecimiento de la propiedad norteamericana sobre el líquido (agua lunática) que determinará (posiblemente) el asentamiento de colonias en la Luna y crearía más diferencias en un mundo cada vez más deteriorado y climáticamente agonizante.
Antes los científicos hindúes informaron sobre los datos obtenidos por una nave: la Chandrayaan-1, que detectó la presencia de agua bajo la superficie del satélite natural de la tierra. Como si fuera poco en la austral ciudad chilena de Punta Arenas se estableció el centro de la operación Ice Bridge (de la NASA) y cuyo propósito es desentrañar los secretos de la Antártida, un continente que alberga el 90 por ciento de toda el agua dulce del mundo y es clave en la evolución climática del planeta.
Para lograr sus objetivos, se determinó colocar a bordo de un avión DC-8 (laboratorio aéreo) modernos equipos para estudiar los cambios marinos, un primer grupo de científicos norteamericanos llegará el 12 de octubre a esa zona azotada por los vientos del Estrecho de Magallanes.
Los investigadores estadounidenses aseguraron que realizarían vuelos sobre la Antártida occidental, la Península Antártica y áreas costeras donde persiste la gélida masa blanca, pese al aumento de las temperaturas ante la proximidad del verano. De esta manera podrían obtener información que no puede aportar un satélite artificial.
En medio de este atractivo programa se esconden objetivos no compartidos por el imperio con el resto de las naciones que conforman este planeta. Desde hace mucho tiempo se advierte que será, finalmente, el agua y no los hidrocarburos el recurso que impondrá la condición de dominantes sobre desabastecidos.
No se extrañe el lector si el descubrimiento lunático (y no me burlo con ese término) ya sea amasado por alguna compañía que determine la influencia de estas aguas de la Luna sobre el metabolismo humano, sus propiedades energéticas e influencia en el retraso de la vejez.
Por otra parte, recuérdese, el ejército cibernético que prepara la US Army con divisiones tecnológicas capaces de interferir en las comunicaciones y el funcionamiento vital de los ingenios espaciales de otras naciones; incluso desarticular y sabotear cualquier medio de transferencia y almacenamiento de datos conectado a una red o disparar el misil que inicie la ofensiva descrita en el programa “Guerra de las Galaxias”. Solo que no es galáctica la guerra, sino imperial como tantas otras que se han desarrollado desde el primer imperio hasta la fecha.
El asunto es más serio. La guerra por el control del agua ya se define en estos proyectos. Ese y no otro, resulta el combustible vital para la existencia humana. El propósito de colonizar la luna no será otro paso que el de establecer el control del planeta y un poco más allá… en realidad, la Luna no queda tan lejos.

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