jueves, 16 de diciembre de 2010

Babalú Ayé




Raúl San Miguel

Detrás de los rostros se advierte la esperanza. Miles de personas acuden cada víspera de la celebración del Día de San Lázaro, Babalú Ayé (en Yoruba) al “Rincón”, conocido como el hospital (leprosorio) ubicado en Santiago de las Vegas, a 20 minutos de la capital cubana.

Lo importante de esta celebración es el arraigo dentro de la religión practicada por millones de cubanos y en especial la creencia en este santo al cual se le ofrecen diferentes ofrendas que llevan, en algunos casos, del martirio del cuerpo y del alma en señal de agradecimiento por la concesión de un “milagro” del cual están eternamente agradecidos.

Es San Lázaro o Babalú Ayé, uno de los orischas más respetados en el Panteón Yoruba. Nadie le menciona por azar. La historia está preñada de anécdotas que son contadas de boca en boca como parte de la cultura tradicional popular. Sin embargo, este año existen mayores motivaciones y esperanzas. Los cubanos aprendimos a compartir el deseo de obtener la felicidad individual y familiar con los destinos del propio país.

Precisamente, en estos momentos, que se sesiona la Asamblea Nacional (Parlamento Cubano) y se discuten temas importantes para el futuro del país, la gente del pueblo ha decidido compartir la fe, desear un buen año 2011, donde las esperanzas de una vida mejor tiene aristas en la reconciliación, el perdón y el restablecimiento del puente comunicativo que aleja a las personas, convoca al egoísmo y a las guerras.

Desde las páginas de este blog, le dedico mis mejores votos a todas las cubanas y cubanos que se encuentran fuera de la Patria, a los que no podrán regresar hasta que no cambien los tiempos y desaparezcan las diferencias sembradas en el odio, a los que tienen fe y la manifiestan tendiendo la mano, compartiendo el pan de cada día o, sencillamente, con un saludo. “I bború, ibború, in boya, in boya, inbó che ché”.

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