viernes, 15 de abril de 2011

La nueva historia de una gran derrota

(la estampida de los cocineros)

Raúl San Miguel

Foto: Tomada de El Nuevo Herald

“Estamos combatiendo en la playa y no tenemos munición. Por favor, envíen ayuda”, pidió San Román por radio a sus asesores de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). En su última transmisión, dijo: “No tengo con qué combatir. Nos vamos al monte”. Así publica El Nuevo Herald, la versión del entonces jefe de la invasión de Bahía de Cochinos, José Pérez San Román, quien (dicen) se arrodilló y besó la arena con alegría cuando desembarcó en Playa Girón, en la costa sur de Cuba. Dos días después, sus 1,500 hombres habían sido derrotados.

Tenía apenas cuatro meses de nacido cuando el criminal ataque a mi país. Crecí escuchando versiones de los que fueron derrotados en la invasión mercenaria que apoyó y financió el gobierno de los Estados Unidos para derrocar a la naciente Revolución cubana. Supe que muchos de los invasores capturados aseguraron los más disímiles cargos en la avanzada para crear una cabeza de playa, establecer un gobierno provisional y solicitar la participación de los buques de guerra y aviones que esperaban el éxito de la brigada que alcanzó las costas de Girón.

Capellanes, cocineros y ayudantes de cocina, eran los cargos que más se repetía entre los prisioneros. Pero ahora escucho esta versión de quedarse sin municiones. No. En realidad se quedaron derrotados, los combatientes héroes de Playa Girón dirigidos por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, impidió que se consumara el propósito que después reconocería el presidente JFK.

Pero veamos las versiones de los derrotados:

Julio González Rebull, entonces de 24 años y ahora publicista semiretirado de Miami, tiene una explicación muy clara sobre los motivos que le arrancaron la victoria de las manos a los brigadistas.

“La brigada no se rindió, se quedó sin munición”, dijo en una de las entrevistas que The Miami Herald y El Nuevo Herald hicieron a varios veteranos de la brigada para esta nota. “Estados Unidos nos entrenó y después nos abandonó”.

Cinco hombres rana y un oficial de la CIA, Grayston Lynch, fueron los primeros en desembarcar horas antes del amanecer el 17 de abril de 1961. Su misión era colocar luces en la playa para guiar al resto de la fuerza de asalto anfibio.

Unos 1,300 combatientes exiliados debían desembarcar y establecer una cabeza de playa de 40 millas de ancho en la orilla este de Bahía de Cochinos, desde Playa Larga en el norte hasta Playa Girón en el centro y Caleta Verde en el sur. Durante las primeras horas la invasión pareció marchar bien.

“Repelimos tres ataques durante el día, entre ellos uno por la tarde por parte de más de 1,000 milicianos y soldados”, escribió Erneido Oliva, jefe de las operaciones en Playa Larga y segundo jefe militar de la brigada.

En la foto el mercenario Emilio Valdés



Paracaidistas de la brigada capturaron dos vías clave para la invasión, estrechos terraplenes construidos sobre la mayor zona pantanosa en el Caribe, la Ciénaga de Zapata. Su infantería tomó una pista necesaria para recibir suministros. Por esta pista también llegaría un gobierno “civil” que solicitaría reconocimiento internacional.

Seis bombarderos B-26 de la brigada lanzaron bombas de 250 libras sobre el primer y último vehículo de un convoy de policías y milicianos en un terraplén, y ametrallaron al resto con sus ocho ametralladoras calibre .50 emplazadas en sus narices. Cuba reportó después 1,800 muertos y heridos sólo en ese combate.

Así lo publicó El Herald y me preguntó: ¿A medio siglo de esta gran derrota a quién pretenden engañar? Las imágenes de la estampida, la falta de cooperación y apoyo entre los mismos mercenarios en un esfuerzo por no ser capturados los llevaron al asesinato de pobladores de la zona con el objetivo de utilizar sus pertenencias y escapar. El juicio realizado permitió que declararan ante el mundo. En ningún momento alguno de estos mercenarios explicó que habían sido derrotados por falta de municiones. Una nueva mentira para intentar minimizar lo que fuera la primera gran derrota del imperialismo en América.

En la foto de El Herald, un intento por mostrar una imagen "heroica" en memoria de los derrotados.

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