El escudo en la palabra: evocación necesaria
“Hoy mi deber
era/ cantarle a la patria/
alzar la bandera
sumarme a la plaza”. SR.
La llamada telefónica al hospital
militar donde se encontraba ingresado no me permitió escuchar su voz. No obstante, la persona que transmitió el
saludo, pidió que esperara unos minutos para hablarle. Poco después respondió
en tono animado: “Sabe quién es usted” y
transmitió con exactitud sus palabras: “Sí,
sé quién es la persona que llamó. Es un gran compañero…y mencionó su nombre”.
La referencia me hizo sentir tranquilo, a pesar de que todos sabíamos del
avanzado deterioro causado por la diabetes. Mascullé una palabrota. La noticia
de su desaparición física me llegó, esta mañana, cuando cientos de niños
coreaban consignas martianas por el natalicio 161 de nuestro José Martí.
Retengo su imagen bajo la sombra
de los naranjos del patio. Le gustaba recostar la silla a un árbol y allí jugar con mis
hijos, entonces pequeños, durante algunas de sus visitas dominicales a la finca
donde residí en Jaruco. Es como prefiero recordarle: sumergido en el juego de
los niños, lejos de cualquier pregunta relacionada con su historia al servicio
de la Patria, de las tensiones del trabajo periodístico diario, de las
correcciones de mi trabajo, de sus consejos y transmisión de experiencias
personales para formarme como analista de temas internacionales.
Prefiero evocarlo allí, en medio
de ese privilegio que permitía compartir y formar parte de ese ambiente
familiar donde me insertó como parte de sus íntimos compañeros y colegas. Nunca le
pregunté nada, al bisnieto de María Baldomera Maceo y tataranieto de Mariana
Grajales y Marcos Maceo. Ninguna palabra
relacionada con el Ché, ni de Tania o del Comandante
Piñeiro. Solo escuchaba sus consejos, prácticos, en relación con nuestro
trabajo de periodistas y, en lo personal, cuestiones que contribuyeron a
moldear mi carácter para asumir responsabilidades profesionales…, la gran
confianza en Fidel. “Me gusta estar
aquí, donde me siento tranquilo”, decía antes de escurrirse en sus pensamientos
y dormitar un poco, mientras duraba la tarde.
http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2008-08-30/tania-la-guerrillera-y-ulises-estrada-un-amor-dificil/
Gran compañero y amigo. Tuve la oportunidad de conocerlo, así como, la hermosa historia de su vida al lado del Che y de su compañera en la lucha y en la vida,Tania la Guerrillera.
ResponderEliminarDespués de su perdida física, me enteré por la revista Bohemia de sus lazos familiares con la familia Maceo Grajales, tataranieto de Mariana Grajales, que por su sencillez y humildad nunca mencionó. Realmente ejemplo de revolucionario, de hombre sencillo de su tiempo, que cumplió innumerables misiones de importancia histórica para Cuba y América Latina y sin embargo siempre fue el mismo, Ulises el periodista, el militante del Partido y sobre todo el compañero y amigo.
Merecido homenaje