lunes, 1 de septiembre de 2014

Vamos a andar






“Vamos a andar
para llegar
a la vida.” S.R.
Foto de la Internet (Cubadebate)

No quisiera hablar de cifras, prefiero dejar que cada cual busque las referencias en los diarios. La educación en Cuba, como sistema, no puede –en mi criterio- referirse exclusivamente en números, sino en hechos concretos; con independencia de los avatares de mi país para cumplir cada objetivo propuesto para un nuevo curso lectivo, a pesar de las limitaciones generadas por el genocida bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos, desde hace más de medio siglo.

Hoy el amanecer fue diferente al resto de los días que culminan este verano prolongado climatológicamente en mi país. Temprano escuché el ajetreo de los madrugadores de vuelta a las escuelas. Es un ambiente que contagia y convoca por los recuerdos propios y los compartidos. De cierta forma, este primero de septiembre nos obliga a mirar, con mucho orgullo, a los que retornan a las aulas, pero inevitablemente resulta mucho mayor, la emoción por los iniciados.
Cada plantel se convierte en un gran panal. Por doquier se observan a los padres en busca del contacto visual con los hijos e hijas que ya forman parte de ese hermoso espacio llamado escuela. Otros explican los últimos detalles que nunca serán postreros porque se repetirán a la salida, cuando al regreso se intercambien preguntas y anécdotas de la impresión causada por la primera clase. No importa el nivel de instrucción: primaria, secundaria o universitaria, ni el tipo de escuela: educación especial o politécnica. Las escenas se multiplican, a lo largo y ancho de la Isla, en cada rincón, sobre las montañas... y crecen de la misma forma que el sol se apropia de la estrenada jornada.

Una vez más, se ha proyectado consolidar el trabajo de la escuela; pero con mucha más experiencia de la madurez alcanzada por años de perfeccionamiento, de enfrentamiento a subjetividades, carencias de recursos materiales y de un tremendo esfuerzo por parte del Estado y la familia, para garantizar el futuro de nuestros hijos.

Escribo porque aún recuerdo haber cumplido el secreto deseo de subir la escalinata de la Universidad de la Habana, escribir mi primera crónica en relación con este lugar lleno de historia y de ejemplos, de otros jóvenes con sueños de futuro que subieron al pedestal de la Patria. Escribo porque aún recuerdo el olor a nuevo del primer lápiz y libreta, tal vez porque sea tan eternamente presente, en cada mes de septiembre, como necesario compartirlo.

Escribo porque no deja de impresionarme ver los rostros de los estudiantes y de sus maestros, porque me emociona saber que, en sus voces, se alza el himno de la Patria, como el canto más hermoso y pleno a la independencia y la soberanía que dignifica a Cuba que anda de hermana por el mundo.

RSM.

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