jueves, 28 de octubre de 2010

La guerra de los mundos

“Los cuatro puntos cardinales son tres: Norte y Sur”. (H.U)

Raúl San Miguel

Foto: Tomada de la Internet

Hace algún tiempo había escrito y publicado en este blog, un artículo titulado: ¿Una guerra nuclear puede mover al mundo?, donde hacía referencia a las predicciones apocalípticas de lo que podría pasar al planeta de producirse un ataque nuclear contra Irán se cumplirían en la primera explosión. Lamentablemente, las predicciones de un invierno nuclear provocado no tendrían otra respuesta para los habitantes de la tierra. Quizá, anotaba en el comentario anterior, los miembros del selecto Club de multimillonarios que gobierna el mundo, ya tienen creadas las condiciones para ivernar en sofisticados bunkers antirradiaciones y continuar una vida licenciosa bajo una ciudad sumergida en el mar o debajo de la superficie de la tierra.
Escribía que es posible que, estos personajes, se preparen para hacer realidad un sueño de ficción: crear la nueva raza (de sus descendientes) _que gobernaría un supuesto planeta capaz de sobrevivir a una catástrofe de las dimensiones de una guerra nuclear_, cuando emerjan sus descendientes millones de años después, si es que un año después del ataque aún existe la tierra.
Recuerdo que cada prueba nuclear realizada sobre o bajo la superficie del planeta ha provocado movimientos sísmicos registrados en casi todas las latitudes. Incluso se ha podido precisar la magnitud o potencia del artefacto fusionado. Por ejemplo, citemos lo expuesto por un científico de la NASA, poco después del terremoto de 8,8º Richter que afectó a Chile y que aseguran, probablemente, cambió el eje de la Tierra, afectando su rotación y, en consecuencia, acortó el tiempo de duración de un día terráqueo.
Así lo confirmo Richard Gross, geofísico del JPL en California, quien utilizó un modelo informático para calcular los efectos del devastador terremoto que afectó al país, señalando que la duración de la jornada terrestre debió haberse acortado en 1,26 microsegundos (millonésimas de segundo), el eje sobre el cual la masa de la Tierra se equilibra se debe haber corrido unos 8 centímetros aproximadamente. ¿Qué podría pasar, entonces, de producirse una desmesurada liberación de energía atómica?
Estudios realizados han demostrado que la Isla Santa María (ubicada cerca de la costa de Concepción) se había desplazado hacia arriba producto de movimientos previos. Pero, incluso, el maremoto o tsunami que afectó varias naciones en Asia aceleró la rotación de la Tierra y acortó la duración del día en tres microsegundos, también aseguró el geofísico Richard Gross, de la agencia espacial estadounidense
La NASA confirma el efecto del sismo que ocasionó el maremoto en varios países del sudeste de Asia como la causa del cambió en el eje de la Tierra, acelerando su rotación y acortando la duración del día en tres microsegundos. Gross calculó que el eje de la Tierra se inclinó 2.5 centímetros por el fenómeno sísmico debido a que la Tierra se hizo más compacta y se aceleró, como si las placas continentales se hubieran superpuesto.
Asimismo, el geofísico Bruce Presgrave, del Centro Nacional de Información sobre Terremotos del Servicio Geológico de Estados Unidos reveló que fue tal la magnitud del sismo, que posiblemente haya cambiado también la geografía de la región. “No hay dudas. El terremoto que causó la marejada hizo vibrar la Tierra como si fuera una campana”, señaló el experto. “Este ha sido el cuarto terremoto más violento en el mundo desde 1900 y el más fuerte desde el que sacudió a Alaska en 1964”, añadió.
“En esa ocasión, algunas regiones aumentaron su nivel sobre el mar, otras bajaron”, señaló. Otros fuertes terremotos que sacudieron a Chile, Japón y Turquía en las últimas décadas también provocaron cambios topográficos. Cambios que se podrán constatar en los próximos meses, a través de mediciones aéreas, topográficas y sobre todo desde el espacio con el Satélite de Posicionamiento Geográfico, más conocido como GPS.
No obstante, el científico Ken Hudnut, geofísico del Instituto Geológico de EU, reconoció que algunas imágenes de satélite ya habían demostrado que el movimiento telúrico fue el causante de un desplazamiento de las islas Nicobar y Simeulue. Sin embargo, lo que sí sorprendió fue el maremoto que irrumpió sobre las zonas costeras como consecuencia del terremoto causado por un desplazamiento de las placas submarinas del norte de la isla de Sumatra, a una profundidad de unos 18 kilómetros.
¿Qué podría pasar en la tierra? La respuesta no creo que tendríamos el deseo de conocerla. Las profecías apocalípticas de los Mayas podrían cumplirse. De hecho, desde hace más de tres décadas, estamos acelerando la muerte del planeta tierra.

LA VERDAD DE UN INVIERNO NUCLEAR ESTA BIEN CERCA



Hace unos días, la agencia noticiosa EFE, informó que un fallo informático hace perder contacto con 50 misiles nucleares en EEUU. Seguidamente aseguró que el ejército estadounidense encontraba la ubicación de estos cohetes durante 45 minutos. El tiempo suficiente para crear una situación grave de acuerdo con la capacidad (ojivas) integradas a estas armas de características (trayectoria) intercontinentales; debido a un fallo informático de las comunicaciones, según explicó un funcionario del Pentágono.
Así de sencillo, se alegó que el incidente fue por una falla técnica que interrumpió” la comunicación entre estas armas, consideradas como una de las más poderosas del mundo y ubicadas en la base Francis E. Warren, en Wyoming (oeste), territorio de los Estados Unidos.
“El incidente duró tres cuartos de hora”, dijo el responsable. “Desde que ocurrió, hubo un control de seguridad de todos los sitios de misiles”, efectuado por cámaras y por equipos del ejército, agregó. Pero, aseguran que ya se habían producido incidentes similares en otras bases, hace más de diez años, también causados por un fallo material. “Parecería que fue una falla mecánica en cierta parte de un dispositivo”, indicó el funcionario del ejército.
La información no tendría mayores trascendencias si en este mundo no existieran las diferencias abismales entre las naciones, ni las guerras de rapiña (por el control de los recursos naturales y territorios) que se disputan el nuevo imperio (controlado por el gobierno de los Estados Unidos) en contubernio con sus aliados. Por supuesto, fuese una cosa sencilla de no ser porque no debemos olvidar que, a estos fallos, se debe agregar la experiencia de penetraciones (jakers) en las computadoras del Pentágono desde un ordenador ubicado en cualquier lugar del mundo.
Pero, sobre todas las cosas, porque esas armas existen. Están dispuestas para ser utilizadas y contienen los datos precisos (es una redundancia, lamentablemente, de acuerdo con su poder letal y milimétrica precisión) para ser lanzadas a objetivos previamente determinados: las naciones consideradas enemigas por el gobierno de la Casa Blanca. Agregaría, incluso la posibilidad de alcanzar países aliados a los Estados Unidos. Todo es posible.
Aún los tambores de la guerra no se apagan. Se escucha su estremecedor murmullo en varias regiones del planeta. Los drones del ejército de los Estados Unidos continúan sus incursiones aéreas sobre naciones como Iraq, Afganistán y Pakistán. En el ciberespacio la guerra ha comenzado con el “fuego artillero” de las armas mediáticas. El propósito aislar, desinformar (no informar) o silenciar los hechos, así como impedir que se relacionen con eventos como el citado por la agencia EFE.
Lamentablemente es una realidad. Esta “perdida de misiles” durante 45 minutos equivale al mismo tiempo en que los ciudadanos del planeta hemos estado ajenos a lo que ocurre, de vez en vez, y ni siquiera advertimos detrás del glamour y las edulcorantes propagandas de los espacios “informativos” de las multimedias. Eso por no citar el otro lado del mundo, el llamado Tercer Mundo que ha permanecido en la oscuridad durante siglos de saqueo colonialista, capitalista e imperialista y, ahora, comienza a despertar en sitios alternativos del ciberespacio, desde naciones en las cuales se lucha por la igualdad y la justicia para todos los habitantes del planeta, en un esfuerzo por mostrar su propia luz, lejos de la ignorancia, de la guerra y de las armas.

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