miércoles, 10 de noviembre de 2010

Temporada de lobos

Este artículo fue publicado en la versión digital de el habanero en el año 2004. Recorriendo su bitácora lo encontré. Aún está fresco en cuanto al tema. Quizá, a menos que alguna administración norteamericana vea el bloqueo como un absurdo, este comentario tendrá siempre la actualidad y no será cuestión de un análisis pasado en un momento histórico. Ahora comienza la temporada de lobos con las canditaturas preliminares en Estados Unidos. De esta parte del mundo, en la Isla, la Convocatoria al IV Congreso del Partido Comunista ha sido acogida y esperada por el pueblo. Realmente la cuestión principal debatirá los problemas económicos, como eje de las dificultades que enfrentamos los cubanos de la Isla y una de las principales consecuencias de la emigración en todas las naciones del mundo.

Por Raúl San Miguel
[09.04.2004]-Hora 11:00 am de Cuba (en que fuera publicado)

Cuba es la promesa incumplida de las administraciones estadounidenses, desde que la Casa Blanca decidió imponer las sanciones económicas que llevaron a la rebaja de la cuota azucarera y el bloqueo comercial, e incluso las agresiones directas con el apoyo de algunos gobiernos latinoamericanos que prestaron su territorio para actividades de entrenamiento militar, como la denominada Operación Mangosta (recuérdese el ataque por Bahía de Cochinos) y la participación mercenaria de elementos extremistas del exilio cubano radicado en Miami, fundamentalmente.
Cada temporada de elecciones en Estados Unidos obliga a los candidatos presidenciales a mirar a la Florida, hasta el punto de considerar imprescindible el espaldarazo de un Estado completamente atípico dentro de la Unión, cuando se trata el tema Cuba, o todo lo relacionado con la posición asumida por Washington en su política exterior, particularmente agresiva e inconsecuente con La Habana.
Más claro: todo aquel que aspire a la presidencia de la Casa Blanca debe comprometerse a mantener la línea dura establecida contra Cuba por los estrategas más reaccionarios en los círculos de poder norteamericanos, y especialmente los representantes de la mafia cubano-americana, en una perversa porfía destinada a mantener un punto exclusivo y perpetuo en la agenda del Presidente: no reconocer el derecho de soberanía defendido por la Isla.
Avanza la campaña por la presidencia y el actual Gobierno de los Estados Unidos ha fracasado en la búsqueda de una salida a la crisis (recesión económica) la cual, llevó a tomar decisiones extraterritoriales, como las invasiones de Afganistán e Iraq, que alimentan el debate público por el cuestionamiento de la posición asumida ante las informaciones que avizoraban los ataques del 11 de Septiembre; la ausencia de armas de exterminio en masa atribuidas a los iraquíes; no haber capturado aún a Bin Laden y, sobre todo, la muerte de más de 700 estadounidenses en las nuevas guerras de rapiña. Todo eso deja un saldo preocupante en la opinión del pueblo estadounidense ante el regreso del fantasma de Viet Nam.
De nada valió la visita sorpresiva del señor Bush a Bagdad en una noche de "acción de gracias", en su empeño de convertirse en enviado personal de Dios, para dar el rostro a los soldados que no desean el papel de gladiadores y comienzan a dar síntomas de agotamiento moral desde el inicio del conflicto bélico.
Tampoco sirvió la promesa preelectoral, posterior a la meteórica visita a Bagdad, de iniciar un programa de conquista espacial avanzado, a partir del dinero del contribuyente, cuando en realidad constituye una vía para seguir el programa de desarrollo de misiles, aviones ultrasofisticados y continuar perfilando un orden internacional de acuerdo con los intereses del Gobierno norteamericano.
El tema Cuba es permanente. Las acusaciones infundadas en la Comisión de Derechos Humanos (Ginebra) me obligan a recordar las palabras del Canciller vietnamita cuando aseguró, el pasado año, que los Estados Unidos debían obtener el récord Guinnes por mantener a una nación bloqueada durante más de 40 años.
Sin embargo, la historia se repite: Honduras asume el papel de acusador, ofrecido por el Gobierno de la Casa Blanca, y se prevé que le secunden Nicaragua (recuérdese Girón), El Salvador, por supuesto, Perú, Australia y la República Checa. Todo un conjunto de naciones que no alcanzan a superar, entre todas, los índices obtenidos por Cuba en salud, educación e incluso en la soberanía económica, tan difícil en un mundo marcado por la globalización neoliberal de los mercados y a pesar del bloqueo impuesto por Estados Unidos.
En Miami, la gusanera se agita y le advierte al presidente Bush de su promesa, en la búsqueda de una justificación para agredir al pueblo cubano. No obstante, el fracaso de estos intentos ha demostrado la firmeza del proceso revolucionario desde sus inicios. Existe un documento oficial, suscrito el 6 de abril de 1960 por L.D. Mallory, funcionario del Departamento de Estado, donde se reconoce que "la mayoría de los cubanos apoyan a Castro" (el Comandante en Jefe Fidel) y que "no existe una oposición política efectiva"; ni en aquella temprana fecha, ni en la actualidad, los planes del Gobierno estadounidense lo han logrado. "El único medio previsible para enajenar el apoyo interno (del pueblo cubano a su Revolución) es a través del descontento y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas...", agregaba Mallory. Pero no ocurrió tal desaliento.
Por supuesto, es difícil no encontrar cipayos en un mundo donde los "derechos" se convierten en propiedad exclusiva de las naciones del Primer Mundo, aun sobre todo cuando ofrecen el papel de verdugos a representantes de naciones empobrecidas y depauperadas por largos siglos de explotación colonial y neocolonial, como el caso de Honduras, donde médicos cubanos se enfrentan al flagelo de enfermedades convertidas en endémicas por la falta de un sistema de salud apropiado.
La persistencia de las acusaciones del Gobierno estadounidense contra Cuba demuestra que se trata de destruir un sistema social con raíces y proyecciones auténticas, basadas en el programa del Partido Revolucionario Cubano, fundado por José Martí, y consolidado por el pensamiento revolucionario de Fidel Castro y la acción del Partido Comunista de Cuba: verdaderos representantes de los intereses y necesidades de un pueblo soberano e independiente.
Es temporada de lobos, y de ataques sorpresivos de quienes luchan "contra cualquier punto oscuro del planeta que no sea apoyado por el Gobierno de los Estados Unidos".
La "fruta", con forma de caimán, sigue eternamente verde, a pesar de los esfuerzos para madurarla.

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