miércoles, 10 de noviembre de 2010

Los colores del terror

Este es otro artículo que por su contenido aún refleja la posición de Estados Unidos en su empeño por destruir la Revolución cubana. Se acerca el fin de año. ¿Cuál será la nueva histeria para asegurar una atmósfera de terror que permita continuar la guerra expansionista del imperio? Espero que no vuelvan los colores que hicieron al ciudadano norteamericano caminar por las ciudades como si estuviesen en los países invadidos por el ejército norteamericano. Me refiero a Iraq y Afganistán.

Por Raúl San Miguel
[15.01.2004, fecha en que fuera publicado en el habanero digital)

El 26 de octubre de 2001 el presidente de Estados Unidos se dirigió a los asistentes a la firma de la "Ley Patriótica" contra el terrorismo, y saludó la presencia del secretario de justicia John Ashcroft, a los directores del Buró Federal de Investigaciones (FBI), de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), al gobernador Tom Ridge, a los senadores Hatch, Leahy, Sarbanes, Graham..., y hasta agradeció a Dios por el alumbramiento —que lo permitirá (el hijo de papá Bush, por supuesto) ejercer su mandato en la tierra como el señor lo hace en el cielo.
En la reunión, el presidente de la Casa Blanca hizo referencia a las víctimas del 11 de septiembre y luego se refirió al supuesto "ataque" con Antrax que terminó con las vidas de Thomas Morris y Joseph Cuessen, ambos del servicio de correos de Estados Unidos y considerados muertos "en el cumplimiento del deber", según las palabras del mandatario estadounidense en referencia al inicio de su guerra declarada contra el mundo.
Desde entonces, cada fin de año, los colores de la guerra preocupan a los norteamericanos y los obligan a vivir con la mentalidad propia de un estado militarista, cuyos resortes manipuladores de la información hacen creer la posibilidad de un ataque de los países miembros del llamado "eje del mal".
Así transcurrieron las Navidades estadounidenses y, en el colmo del paroxismo, se instituyó la revisión de las huellas dactilares de todos los visitantes que ingresen al país. Incluso ya se definieron los colores para determinar el grado de peligrosidad de estas personas.
Tal variante de la Ley Patriótica permite hacer oficial y público el derecho del gobierno de la Casa Blanca a violar las libertades, no solo de sus ciudadanos, sino de aquellos que se proponen entrar al territorio estadounidense bajo la observanción declarada por Bush: "la vigilancia de todas las acciones (...) incluyendo el correo electrónico, la internet y los teléfonos celulares".
Por supuesto habría que preguntarse para qué serán utilizados estos datos personales de otros ciudadanos del mundo.
Con la citada ley el presidente Bush obtiene luz verde para la vigilancia al estilo nazi-fascista, aunque se justifique a partir de la necesidad de un supuesto análisis que permita prever acciones terroristas.
El gobierno de los Estados Unidos realiza un "reporte" minucioso que pretende neutralizar las posibles actitudes hostiles de las personas consideradas un peligro para la seguridad de la Unión; este sistema de detección, en definitiva, no fue concebido para proteger a la sociedad, sino para someterla.
Despierto el fantasma de McCarthy, se le pudiera ver detrás del presidente W, susurrándole la continuidad de los dictados del Tercer Reich, aunque ni siquiera el propio Hitler pudo soñar con un imperio que determinara quién merece vivir o ser sometido al dictamen de un gobierno que pisotea todos los acuerdos establecidos por las Naciones Unidas (ONU).
Estas medidas ¿internas? demuestran que los Estados Unidos se han convertido en un verdadero peligro para la supervivencia de los habitantes del planeta de acuerdo con objetivos bien definidos:
Lo que no consiguen mediante presiones diplomáticas lo obtienen por la fuerza. Quienes no se sometan podrán ser castigados severamente o considerados no confiables.

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