jueves, 10 de febrero de 2011

Mister Andrew no fue el único



Raúl San Miguel

Fotos e ilustración: Tomada de la Internet

El número siete de los presidentes de los Estados Unidos (1829-1837) aparece en el ciberespacio como el inquilino que causó los mayores desperfectos en la Casa Blanca y, además, en dos ocasiones, según un artículo publicado bajo la firma de Alfred López.

El trabajo periodístico señala que Jackson fue el primer presidente del recién creado “Partido Demócrata-Republicano”, que sería el embrión del actual Partido Demócrata de los Estados Unidos. En este sentido vale la pena detenernos y hacer la especificidad que demuestra el puro cuento de una nación democrática pluripartidista. Así lo confirma el hecho de protagonizar el Partido que unía a las actuales bancadas que “aparentemente” marcan el equilibrio de elecciones bipartidistas. Pero el asunto que me hace abordar el artículo tiene que ver con un tema más acuciante.

El colega Alfred López, expone que la popularidad del señor Andrew Jackson fue tanta que “a su toma de posesión acudieron más de 20 000 personas desde diversos puntos de todo el país. El nuevo presidente, tras el juramento en el Capitolio, se dirigió montado a lomos de un caballo blanco por Pennsylvania Avenue hasta su nueva residencia, donde, envuelto en la aclamación de los presentes, los invitó a acceder al interior como si de una jornada de "puertas abiertas" se tratase”. Y continúa:

“La avalancha de personas que se introdujeron en el edificio causó importantes destrozos en el mobiliario de la residencia. La gente se metió por todas las habitaciones, caminaron sobre los sillones y mesas. Algunos optaron por intentar llevarse alguna porcelana de recuerdo, otros entraban en las distintas estancias buscando a la Primera Dama.

Para vaciar la residencia de los "invasores", se instalaron en el jardín del edificio presidencial unos barriles de Whisky, para invitar a todos los presentes (algunas fuentes indican que la bebida ofrecida era ponche de naranja). La medida fue un éxito, ya que en cuanto corrió la noticia de que había licor gratuito la casa se vació rápidamente.

Para cuando la residencia estuvo vacía el presidente Jackson ya no se encontraba en el lugar, ya que consiguió salir de allí por una ventana y se refugió en un hotel. Todo este episodio ocasionó duras críticas hacia el nuevo presidente por parte de los políticos de la oposición. Pero hubo una segunda ocasión en el que la Casa Blanca recibiría la avalancha de miles de personas.

Realmente el artículo es interesante, mucho más si tenemos en cuenta que tales escándalos festivos ocurrieron en la Casa Blanca. Después del señor Andrew, que el Dios Baco lo tenga en su gloria, han pasado inquilinos mucho más ruidosos, tanto como para hacer morir a millones de personas desde que comenzó la escalada bélica de los Estados Unidos fuera de su territorio hasta colocar al mundo en un estado realmente de sitio.

Por supuesto no hablaré de los millones de dólares que debe pagar el contribuyente norteamericano para garantizar la permanencia de las tropas norteamericanas en todas las naciones que han sido ocupadas, aún mueren víctimas por las secuelas de los ataques a Hiroshima y Nagasaki, otros millones de personas han sido movidas fuera de sus territorios debido a las guerras imperialistas de Washington. Pero de esto y mucho menos de los millones invertidos para desestabilizar naciones consideradas enemigas o los millones solicitados para mantener el bloqueo y las agresiones contra Cuba, nación soberana e independiente, durante medio siglo, apenas se habla.



Aseguran los reportes que la asunción del señor presidente Barack Obama al primer escaño del gobierno en la administración de los Estados Unidos, fue quizá la más sonada de todas las realizadas hasta la fecha. Sin embargo, el mundo también creyó la esperanzadora evocación de un hombre que podía resumir la esencia de Martín Luther King, en “el sueño” de lograr una nación diferente para todos los ciudadanos estadounidenses y para el mundo.

Me hubiese gustado al menos vivir el momento en que el señor Andrew invitaba al pueblo a entrar en la Casa Blanca, quizá fue el más democrático de los presidentes norteamericanos hasta la fecha que “cumplió”, en esa jornada histórica, las razones que motivaron a ser elegido por sus compatriotas. En realidad el señor Andrew no ha sido el único de los escandalosos. Léase Watergate, Irangate, Cibergate (no está aprobado aún, pero la guerra en el ciberespacio es real) y otros que, en el silencio cómplice de la nueva administración, convoca a la muerte de millones de personas en todo el mundo.

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