martes, 19 de octubre de 2010

Drones, misiles mediáticos y la Guerra en el ciberespacio

Raúl San Miguel

Foto: Tomada de Internet

El primer escenario bélico de la tercera guerra mundial ha comenzado en el ciberespacio. Es por eso que el gobierno de los Estados Unidos alista, con toda urgencia, un ejército para tener conformada, totalmente, la división de esa nueva arma que comienza a ser operativa a partir del desarrollo de las tecnologías vinculadas a las a la informática y las comunicaciones. No se trata de una estrategia ajena a los planes hegemónicos del imperio. Las pruebas, en cuanto a la efectividad y alcance de estos recursos digitales, lo demuestran.
Desde hace decenas de años se tiene constancia de los planes secretos del Pentágono para crear soldados zombis, a partir de seres humanos desprovistos de (en pruebas de laboratorio que también realizaron los nazis) de la capacidad para actuar concientemente. Los ejemplos, sobran. Solo bastaría tener acceso a los archivos secretos de la CIA y de otras agencias de inteligencia especializadas en las pruebas de campo de estos diabólicos experimentos que involucran a personas e incluye el entorno: flora y fauna, con el objetivo de modificar (genéticamente) a las especies y condicionar el uso de los recursos naturales de la nación atacada con estas armas silenciosas.



Los arsenales de armas biológicas y las sofisticadas creaciones de investigadores al servicio de la CIA, podrían superar la imaginación de cualquier representación avanzada en un filme futurista (el término de ciencia ficción es demasiado ambiguo para utilizarlo). Sin embargo, esas armas existen. Han sido empleadas unilateralmente por el ejército estadounidense en todas sus guerras de rapiña. Recuérdese los ataques a Hiroshima y Nagasaki, el vertimiento de toneladas de productos químicos como el Agente Naranja, en Viet Nam, y el empleo de estimulantes (drogas) y medios psicodélicos para modificar la conducta de las tropas en el campo de operaciones militares (países invadidos).



La historia sería un poco larga. Pero la preocupación de Washington en las guerras imperiales no se concentra en las muertes de millones de personas (de las naciones invadidas) si tenemos en cuenta toda la historia de participación militar de Estados Unidos, fuera de su territorio continental, hasta la fecha. Se trata de un problema relacionado con el costo, y este precio está directamente condicionado al gasto que representa cada efectivo desde la alimentación, salario y recursos de combate. Claro está, el Pentágono se apoya en una fuerza vital: los negros y los inmigrantes (fundamentalmente latinos) y sus descendientes. Estos son los más clasificados para optar por el US Army. De lo contrario sería imposible aspirar a una ciudadanía, un trabajo, atención médica y estudios superiores.
Pero eso no basta. El costo de la guerra aún sigue muy alto para que no sea tenido en cuenta. De ahí que en la doctrina imperialista de expansión hegemónica, tiene un papel fundamental el Complejo Militar Industrial. La robótica ha sido, especialmente, aplicada a las armas llamadas “inteligentes” y cuya precisión es probada en cada uno de los escenarios actuales: Iraq y Afganistán. La supremacía aérea se garantiza con el empleo de drones o aviones no tripulados. La exploración se ejecuta con la sincronización de artefactos teledirigidos (terrestres y espaciales: red de satélites).
La colocación de artefactos (guía para misiles) es una práctica ejecutada, por ejemplo, en el ataque a determinadas personas como ocurrió a líderes de movimientos guerrilleros en diferentes partes del mundo.
Recientemente se informó de la presencia de un virus informático que ataca un sistema industrial ampliamente utilizado. Aseguran que debe tener como objetivo principal a Irán. Según la agencia Reuters el 60 por ciento de los ordenadores infectados por el gusano Stuxnet fueron localizados en el país persa, lo que indica una posible relación con la destrucción de las bases de datos en las plantas industriales de esa nación.
Pero, como decía al principio, el escenario bélico se desplaza (con más intensidad) a otras esferas del conocimiento y específicamente en la manipulación de la opinión pública internacional (ya prácticamente está garantizada el estado de silencio y despojo de la capacidad de opinión para un ciudadano medio estadounidense), mediante el control de la información ofrecida por los medios de prensa que responden a estos círculos de poder.
Precisamente, el empleo de estos recursos _para dar golpes (ataques) sorpresivos o “quirúrgicos”_ conlleva a la materialización de un ambiente propicio a nivel internacional. El uso de la propaganda subversiva contra nuestro país, por ejemplo, y el estimulo a la emigración descontrolada, el desorden social, recrudecimiento del bloqueo económico y el apoyo a los grupúsculos contrarrevolucionarios se refuerza como parte de la estrategia de la ofensiva diplomática que desarrolla el gobierno de Barack Obama para todo el mundo.
Los aspectos, anteriormente, señalados no demuestran la formación o estructura del ejército norteamericano, pero sí advierten de la presencia de los elementos básicos que le conforman. Por otra parte, realizar una valoración técnica de los medios y recursos del ejército de los Estados Unidos, resultaría abrumadora. Es por eso que debemos tener en cuenta que la supremacía militar (arsenal disponible por el enemigo y sus avances tecnológicos) puede ser contrarrestado por una respuesta efectiva del nivel de organización y disponibilidad combativa de nuestras tropas y la efectividad de la preparación realizada durante la etapa de crisis que _en nuestro caso (Cuba) _ se puede afirmar, existe desde hace más de cuatro décadas.
No obstante, debemos tener en cuenta que _a pesar de la crisis generada y que afecta también al capitalismo_ Estados Unidos mantiene la superioridad militar y económica. Estos aspectos bastarían para hacer un ejército cumplir sus funciones de dominio extraterritorial. Sin embargo, el costo de la guerra generaría el gasto de un presupuesto que no se correspondería con los cálculos de sus especialistas y es considerado insostenible para los círculos de poder, no excluida la posibilidad. Sería algo así como un negocio que no procede, mientras no se tengan las garantías de actuar con determinada impunidad como lograron hacerlo en Yugoslavia e Iraq. Aún así, la realización de golpes de baja escala contra puntos de interés económico o de la estructura de gobierno en Cuba, están previstos en sus planes de mediano y largo plazo.
Precisamente, el empleo de estos recursos para dar golpes sorpresivos o quirúrgicos conlleva a la materialización de un ambiente propicio a nivel internacional. El uso de la propaganda subversiva contra nuestro país, el estimulo a la emigración descontrolada, el estimulo al desorden y apoyo a los grupúsculos contrarrevolucionarios y la ofensiva diplomática que desarrolla el gobierno del presidente Barack Obama, expresan (por sí solos) indicios suficientes de una movida estratégica del gobierno norteamericano a gran escala para realizar esta agresión. Incluso, la propuesta del señor Barack para el Premio Nóbel de la Paz, no es un hecho aislado, en los intereses de occidente. En realidad se busca desviar la atención internacional de los verdaderos propósitos hegemónicos que defiende el nuevo inquilino de la Casa Blanca, y demuestra la disposición de la prensa occidental para construir una imagen edulcorada del nuevo Comandante en jefe del ejército norteamericano.
En los planes de ofensiva estratégica diseñados para el ejército norteamericano se encuentra la influencia y control de la tecnología empleada en los medios de prensa de todo el mundo e incluye, por supuesto, el diseño y administración de los soportes utilizados en las distintas redes sociales y blogers personales. Toda esa información contenida en el ciberespacio es monitoreada y registrada por los servicios de inteligencia.
No obstante, el gobierno de los Estados Unidos, no renuncia a los “ataques de la propaganda convencionales”. Washington viola lo establecido por la Carta de la ONU con relación a las emisiones radiotelevisivas contra un Estado soberano y, especialmente, utiliza medios técnicos del ejército para cumplir sus objetivos. La continuidad e intensidad de la propaganda subversiva y las emisiones de miles de horas de radio y televisión tienen el propósito de condicionar la situación en el terreno operativo e influir en el estado de ánimo y la conciencia de las personas que tendrían que defender a su país. Léase intentos de golpes de estado en Venezuela, Ecuador, Bolivia (prácticamente toda Latinoamérica y el Caribe), así como las agresiones a Cuba.
Para realizar las acciones de la actual guerra en el ciberespacio. La Casa Blanca ha desarrollado directivas de inteligencia (bastante antiguas) como la número 13, del Consejo Nacional de Seguridad (National Security Council) puesta en vigor desde el 19 de enero de 1950 titulada: Exploitation of Soviet and Satelites Defector outside the United Status y con el propósito de modificar la conducta de las personas en las naciones objetivos o targets y en la que se leía:
“(…) es de interés político y diplomático para el país, y asunto de seguridad nacional, que los desertores sean acogidos y se les ayude a obtener un grado de seguridad personal y económica, y que sientan las ventajas de vivir en una sociedad libre (….). La CIA es responsable de inducir la deserción de los potenciales desertores”.
Este tipo de agresiones encubiertas de la CIA forman parte de la estrategia de Washington de forma permanente contra Cuba, por ejemplo. Incluso, el presupuesto real de gastos para la realización y ejecución de los planes de la CIA, por citar la principal de sus agencias de inteligencia, es desconocido. En este sentido, Robert M. Gates, secretario de Defensa, se planteaba el 14 de mayo de 2008 _durante una conferencia impartida en el American Academy of Diplomacy_ si las instituciones de defensa formadas bajo las condiciones del Acta de Seguridad Nacional (National Security Act) de 1947, “¿están preparadas para encarar los desafíos que tendrán en el siglo XXI? Precisamente de esto se trata. De preparar el escenario en el ciberespacio y extender la hegemonía del imperio.

Minutos después de insertar, en el blog, este artículo decidí visitar el portal Cubadebate. Allí leí las declaraciones del subsecretario de Estados Unidos para la defensa, William J. Lynn, quien aseguró que la creación del Comando Cibernético de EE.UU. (en mayo) y el acuerdo la semana (principios de octubre en curso) pasada para la seguridad cibernética entre los Departamentos de Defensa y Seguridad Interior, el Departamento de Defensa está listo para añadir el ejército ciberespacial al de mar, tierra y aire, de modo que el espacio aparece como el último dominio de la guerra.

“Las tecnologías de la información nos ofrece ventajas decisivas en todas nuestros escenarios bélicos por lo que necesitamos proteger el ciberespacio para mantener nuestras ventajas”, dijo Lynn durante una entrevista en el canal de Televisión oficial del Pentágono.


En las fotos: El sofisticado cazabombardero F-15 y el módulo de transmisiones de Globovisión en Venezuela y que es utilizado para las campañas de agresión mediática y desestabilización en el país sudamericano.

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