lunes, 21 de febrero de 2011

Sueño verde y decadencia de la ONU (un reporte de Paris)




Raúl San Miguel

Ilustración: Tomada de la Internet

En la llamada “Ciudad luz”, Paris, el reporte de Prensa Latina me hace sonreír. Se advierte que con la inversión de un dos por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial en 10 sectores claves permitiría transitar hacia una economía verde y luchar contra la pobreza, según un informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Sonrío porque tamaña gestión ni siquiera vale “la misa” con la que alguien acuñó en forma celebre a la capital francesa.

Por supuesto, no se mencionan los millones de personas que padecen de hambre, endémica, en todo el mundo, ni de las consecuencias de las guerras imperiales y la acción devastadora de las corporaciones de los países ricos, en los países pobres. Mucho menos de las guerras y los daños que provoca a pueblos enteros que “emigran” hacia las zonas lejos de conflicto bélicos, de los problemas urgentes que acusan la corrupción de gobiernos al servicio de los intereses de las oligarquías nacionales y las presiones de las potencias imperiales. No.

Se hizo referencia a las cuestiones relacionadas con las “posibilidades” de un proyecto en el cual se logre incluir (mucha más ironía) la: Agricultura, construcción, pesca, transporte, bosques, agua, turismo, gestión de desechos, oferta energética e industria (eficacia energética) son las 10 esferas consideradas esenciales.

El documento anunciado durante el Foro Ambiental Ministerial del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) iniciado en Nairobi, Kenya, y presentado aquí, enfatiza que esta opción reduciría en un 50 por ciento la huella ecológica en 2050. ¿A este paso habrá un 2050?, digo, ¿con un planeta verde o azul?. El reporte continúa:

”Esta nueva publicación del Pnuma, efectuada en vías de Río+20, recalca que la economía verde dará mejores resultados que si se mantiene el "statu quo" por la adopción de medidas tradicionales y más holísticas.

El informe subraya que la inversión en PIB (cerca de 1,3 mil millones de dólares por año) sostenida por políticas nacionales e internacionales preocupadas por el futuro permitiría un crecimiento igual o quizá superior a las predicciones de los modelos en vigor.

Y este logro sería posible sin agravar los riesgos, las penurias y las crisis cada vez más inherentes a la actual economía llamada sucia.

Actualmente se consagran entre un uno y un dos por ciento del PIB a subvenciones que incentivan el uso no durable de los recursos en ámbitos como los combustibles fósiles, la agricultura (incluye pesticidas), el agua y la pesca.

Para el Pnuma, la economía verde, pertinente para países desarrollados y no desarrollados, implica la mejoría del bienestar humano y la igualdad social al tiempo que reduce de manera significativa los riesgos ambientales y la escasez de recursos.

Uno de los aspectos señalados en el documento es su rol esencial en la reducción de la pobreza al proponer diversas opciones de desarrollo económico con el uso del capital natural, por ejemplo, la inversión en agricultura, en la creación de empleos y en energía renovable.

En esta última, destaca el impulso dado por Brasil, China y la India en el crecimiento de este sector. Respecto a la agricultura, recomiendan invertir de 100 mil millones a 300 mil millones de dólares por año hasta 2050, lo cual permitiría alimentar nueve mil millones de personas, favoreciendo una mejor gestión de la fertilidad de los suelos y utilización equitativa del agua.

En la esfera energética, afirma que invertir un 1,25 por ciento del PIB mundial por año en la eficacia y energías renovables disminuiría la demanda mundial de energía primaria en un nueve por ciento en 2020 y cerca de un 40 por ciento en 2050”.

Imagino que, los presentes, no olviden que el gobierno de los Estados Unidos siquiera firmó el Protocolo de Kyoto de hace poco más de dos décadas. Mucho menos firmará otro en el cual se pongan en peligro sus intereses de ultramar. Aún están latentes las heridas provocadas al planeta con el derrame de crudo en la plataforma que operaba en el Golfo de México. El evento realizado en Can Cun, México, también sirvió como un momento para sentarse a mirar el mundo, tal y de la forma en que lo hacen los que hablan en nombre de la ONU, ahora, en Paris: "mucho ruido y pocas nueces".

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